Wednesday, December 31, 2008

CIRCUNCISION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

1 DE ENERO DE 2009

Queridos Hermanos:

En un día como este, el Hijo de Dios derramó su primera gota de sangre. El Señor de todo lo creado se sometió a la Ley de Moisés

Es el octavo día desde el nacimiento de Nuestro Señor, y marca el comienzo del año secular. Nada parece más apropiado que cuando iniciamos el año nuevo sea el mismo día en el que Nuestro Señor Jesucristo derrama su primera gota de sangre.

Cristo vino a este mundo para sacrificarse a Si mismo por nuestros pecados. Derramó hasta la última gota como reparación de nuestros crímenes. Y hoy que empezamos el año nuevo, El nuevamente ha iniciado su sacrificio de Su vida por nosotros.

Toda vez que Cristo es Dios, el más insignificante de sus sufrimientos es de un valor infinito. Las gotas de sangre derramadas en este día son suficientes para redimirnos de nuestros pecados. Sin embargo, continuó su vida por treinta y tres años y sólo después de haber derramado toda su sangre por nuestros pecados, Su sacrificio fue completo.

Sin embargo para que este sacrificio sea completo es necesario que hagamos nuestra parte. Se requiere que hagamos mucho más que el simple acto de “creer” o “aceptar”. Debemos hacer un sacrificio y unirlo al de Jesucristo. Debemos convertirnos en uno con El. Debemos tomar diariamente nuestra cruz y debemos seguirlo. Debemos reflejar Su vida en nosotros. Cristo debe vivir en nosotros y nosotros en El. Nuestras vidas serán completas cuando El viva en nosotros. Existen muchas personas que viven sus vidas sin ningún valor toda vez que fallan en negarse a sí mismos y tomar la cruz de Jesucristo.

Tales almas miserables, viven sus vidas con un terrible vacio en su corazón y en su alma que sólo puede ser llenado por Cristo, sin embargo como han decidido vivir sin Él, Cristo no vivirá en ellos y están pobres almas pasarán toda la eternidad con el ardiente deseo de ver a Dios y serán eternamente rechazados. Tienen la tendencia natural de vivir en Dios pero debido a sus pecados no pueden acercarse a Él, envolviéndose de odio y rencor. Odian a Dios, a sí mismos y todo lo que Dios ha creado. Arderán por toda la eternidad.

Serán rechazados por el mismo que los ha creado para estar eternamente unidos con El.
Sin embargo, todo esto no necesariamente se debe aplicar a nosotros. Cristo ha iniciado el sacrificio, y somos llamados a iniciar el nuestro con el año nuevo. Somos llamados a empezar esta nueva etapa de nuestra vida con espíritu de sacrificio.

No tengamos miedo al sacrificio. Cristo nos ha mostrado el camino. Nos da el ejemplo a seguir. Nos da la gracia para lograrlo y nos ayudará a continuar cuando desfallezcamos y tropecemos. El hará todo lo posible porque nuestro peregrinar, sea ligero y menos difícil. Sólo necesitamos querer hacerlo.

Ha derramado Su sangre y nos ha demostrado que no importa cuánto dolor nos ocasione, no es, ni siquiera, merecedor comparar la gloria que les espera a quienes perseveran hasta el final. Las glorias del Cielo son mucho mayores que lo que podemos comprender o imaginarnos.

Nuestro creador se humillo a sí mismo y se convirtió en uno de nosotros- uno de Sus propias criaturas. Se sometió a las mismas leyes que deberían regir a Sus criaturas. Se sometió a toda autoridad demostrándonos con esto que no hay ningún temor en la obediencia humilde.
Una vez que entendemos que toda autoridad viene de Dios y en obedeciendo a la autoridad que se pone sobre nosotros, estamos esencialmente obedeciendo a Dios mismo, luego entonces encontramos la llave para seguirlo.

Su obediencia fue pronta y expedita, así debe ser la nuestra. No se hizo para atrás o dudo en obedecer, sin importar lo difícil o complicada que esta haya podido aparecer.
Esta obediencia que aparece como restricción para nosotros, es por el contrario la forma de volvernos realmente libres. Pero sólo quienes siguen el camino de la humildad y obediencia a imitación de Jesucristo encontrarán esa libertad. El resto tendrá que quejarse el uno del otro y jamás sentirse libre. Por el contrario descubrirán que son verdaderamente esclavos. Sufren y trabajan sin encontrar ninguna recompensa. El hijo de Dios labora y sufre y gana una recompensa eterna en el Cielo para sí mismo.

La decisión esta de nuestra parte. La resolución de año nuevo esta lista para ser tomada y cumplida. No tengamos ningún temor al dolor o al sacrificio que este año nos pida, más bien busquemos el sacrifico de Jesucristo y de manera decidida abracemos la cruz de Jesucristo por amor a Este.

De esta manera encontraremos y lograremos un feliz y prospero año nuevo.

QUE ASI SEA.

Saturday, December 27, 2008

FESTIVIDAD DE LOS SANTOS INOCENTES

28 DE DICIEMBRE 2008

Queridos Hermanos:

La maldad de este mundo busca destruir a Dios y la gracia que Este nos trae, y es muy perseverante en el logro de ese objetivo.

Nadie puede dañar a Dios, ni Herodes, ni el mundo, ni los demonios. Todo el mal que Cristo sufrió fue por voluntad propia. Además de haberlo sufrido de manera voluntaria no se le pudo dañar toda vez que es Dios. Así vemos que Herodes no pudo dañar al niño Jesucristo, porque Dios no deseaba su sacrificio, no todavía.

Sin embargo, nosotros por otro lado, no podemos garantizar este privilegio. Estamos sujetos a todos los ataques de nuestras pasiones, al demonio y al mundo. Nos atacan y quieres matar a Jesucristo en nosotros, haciendo en muchas ocasiones gran daño a nuestros cuerpos y de paso a nuestra alma.

Podemos visualizar el gran masacre de Santos Inocentes en Belén e imaginarnos los llantos y lamentos de quienes no podían ser consolados. Se sentían impotentes ante los ataques de Herodes. Al no poder hacer daño a Dios, Herodes tomo todo su coraje en contra de todos los demás. Lo mismo sucede con los demonios en sus ataques en contra de nuestra persona. Al no poder con Dios se vuelven más violentos contra nosotros.

Sin embargo, existe una ironía en sus ataques, toda vez que no pueden dañarnos si Dios no lo permite. Y Dios como nos ama tanto y sólo busca nuestro bienestar, sólo les permitirá hacer algo que dará como resultado en bien mucho mayor, para nosotros.

Debemos también notar que sólo podemos ser atacados por el mundo exterior. El mundo los demonios y nuestras propias pasiones no pueden dañarnos a menos que nosotros así lo permitamos. Pueden golpear nuestro cuerpo pero no pueden tocar nuestra alma. Los únicos que podemos dañar nuestra alma somos nosotros mismos.

No importa que tan furiosos estén sus ataques, no son otros cosa más que aire caliente. Son cobardes y tiemblan ante quienes ponen la más mínima resistencia a sus consejos. Los demonios no nos pueden arrojar al infierno. Quienes van al infierno ha caído ahí de manera voluntaria. Han decidido escuchar los consejos de sus pasiones, el demonio y el mundo. Sólo están en el infierno los que han cometido pecado mortal y una de las condiciones para cometer este pecado es que debe ser libremente aceptado. Por lo tanto sólo los que así lo deciden cometen este pecado.

Consecuentemente van al infierno. Han decidido imitar a su líder Lucifer y de manera voluntaria y sabedora de sus actos rechazar la gracia y amor de Dios.

Las almas de los Santos Inocentes son prueba de esto. Sus almas eran inocentes ante los ojos de Dios. Aunque hayan sido concebidos en Pecado original, fueron purificados por su sufrimiento voluntario de sus cuerpos por el amor de Dios (bautismo de sangre). Estas creaturas por el simple deseo de su voluntad desafiaron a Herodes y los demonios. Por muy débiles que hayan sido en sus cuerpos mostraban una voluntad resistente y fuerte.

Todo ser humano, incluyendo el que ha sido concebido en este instante, tiene libre albedrio y sin importar que ataques se hagan en su contra, nada puede tocar su alma a menos que él mismo, lo permita.

Porque celebramos a estos santos inocentes como santos, Dios por medio de Su Iglesia nos muestra que toda alma tiene una oportunidad mas. Vemos la facilidad de los ataques en contra de nuestra alma. El hecho simple de la voluntad de amar y escoger a Dios antes que todo lo demás es suficiente para salvarnos.

Si amamos a Dios no tenemos nada que temer efecto contrario es si fallamos en este amor, sin embargo nuestro mayor temor debe ser de nosotros mismos. Porque somos nosotros que hacemos el más grande, no el único, mal a la vida eterna de nuestra alma

La gracia de Dios siempre esta esperándonos y el alma siempre tiene una oportunidad más. La pregunta es que vamos a decidir cuando estemos ante el último suspiro antes de dejar este mundo. Este simple hecho sellará toda nuestra eternidad.

Es realmente tonto quien planea decidir en el último momento, su conversión. Quienes viven en pecado morirán en el, es lo más probable.

Regocijémonos con los santos Inocentes en su victoria. Y hagamos buen uso del tiempo que nos queda para fortalecer nuestro amor por Dios y Su gracia. Sólo podemos hacer esto por los medios que El nos ha dado: Los sacramentos y Su Iglesia. La prueba de nuestro amor es cuando hacemos buen uso de los medios de recepción de la gracia que Él nos da. El rechazo, la negligencia o abuso de estos medios de recepción de la gracia es una decisión de odio en contra de Dios que nos conduce a la condenación eterna de nuestra alma.

Thursday, December 25, 2008

NAVIDAD

25 DE DICIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

Los ángeles cantan “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra Paz a los hombre de buena voluntad”

Vemos la gloria de Dios manifiesta en este día, en el niño nacido en el portal de belén. La escena llena nuestro corazón de paz y alegría.

¿Qué corazón no se regocija al contemplar a un recién nacido? Sin embargo, es de manera peculiar que debemos encontrar paz al mirar a este Niño, porque ha nacido bajo las circunstancias más humildes. Esta en un establo, descansando en un pesebre. Naturalmente nuestros corazones deberían sentir tristeza por esta situación.

¿Quién en el mundo le gusta fijarse en los pobres? El mundo entero siente un rechazo ante estos.

Los pobres son una desgracia para las ciudades, pueblo o municipio. Quienes tienen autoridad en estas hacen todo lo posible por eliminarlos de su vista. Los corremos o buscamos un lugar donde puedan permanecer. Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para también quitarlos de nuestra presencia. Toda vez que son una distracción de nuestra visión mundana de paz y felicidad.

Causan malestar por sus sufrimientos y porque demandan del sacrificio de nuestra parte para acudir a su auxilio. Si los ignoramos no podemos estar en paz con nosotros mismos por no ser caritativos y nuestra conciencia constantemente nos lo estará recordando. Razón por la cual buscamos borrarlos de nuestra presencia y ocultarlos.

Esta es la vida que Cristo decidió vivir. Vino a los pobres, de manera humilde. Por lo que fue rechazado y despreciado por el mundo.

Y aún así, los ángeles cantan, y todos los que tienen este mismo espíritu cantan con ellos. Cristo nuestro salvador ha nacido, se ha convertido en uno de nosotros para salvarnos, se ha hecho el más insignificante de nosotros para salvar al más sencillo de nosotros.

El nacimiento de este Niño, es la gloria de Dios. Vemos la grandeza de Dios al hacer maravillas de las cosas más insignificantes. Cambia todo lo malo en algo bueno. La desgracia del pobre se convierte en una virtud y gracia cuando es voluntaria y a imitación y por el amor de Dios. El hambre, la sed, el frio y todos estos malestares se convierten de males físicos en bienes espirituales en unión con Dios.

Ha venido al lugar mas humilde y sencillo para llevarse todas esas almas a las alturas de los Cielos.

Sin embargo, no todos los hombres serán elevados al cielo. Luego entonces, no todos sienten júbilo y gozo y paz interior. Sólo el número reducido de los que comparten con El esta alegría y verdadera Paz. La paz que los ángeles cantan es entre los “hombres de buena voluntad”. Los que no son de buena voluntad, no recibirán nada de esta Paz.

Todos los que han rechazado Sus enseñanzas obviamente no son de buena voluntad. Los que rechazan o ignoran Su Ley. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, los que están divorciados y vueltos a casar y viven en el adulterio no pueden encontrar la verdadera paz. Todos los que rechazan estar unidos con Su Iglesia o rehúsan recibir Su cuerpo en el Santísimo Sacramento, no pueden encontrar la verdadera paz.

Dios es glorificado pero no todos recibirán Su Paz. Su paz es para los hombres de buena voluntad, para quienes lo aman, pero ¿Quién puede amar a un hombre pobre? Sólo el humilde de corazón, sólo los que cooperan con la gracia de Dios, conocen Su paz y alegría.

Veamos en nuestros corazones y veamos la pobreza de nuestra alma. Veamos nuestra necesidad de Su gracia. Cuando llegamos al conocimiento de nosotros mismos empezamos a crecer en el amor y gracia de Dios.

Cuando vemos nuestra pobreza espiritual, la pobreza física del Niño Dios deja de ser ofensiva. Lo que es naturalmente repulsivo se convierte en algo sobrenaturalmente atractiva.

Los pecadores, que son de buena voluntad, tendrán razón para regocijarse con los ángeles en este día. Todos somos pecadores, pero no todos somos de buena voluntad, nos falta el amor verdadero a Dios y el rechazo a nuestros vicios y pecados.

Descansemos en esta preciosa escena del Niño Dios y reflexionemos en todo lo que ha sufrido y llenemos nuestro corazón de compasión. Entendamos que ha sido por nuestros pecados que El ha sufrido tanto. Ofrezcámosle nuestro amor. Mientras más amor demos veremos todas las maravillas envueltas en esta escena del portal de belén. Y Su misión eventualmente se convertirá en una realidad y completa en nuestras vidas.

De esta manera también nosotros diremos con los ángeles.

GLORIA A DIOS EN LA ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOBRES DE BUENA VOLUNTAD.

Sunday, December 21, 2008

DOMINGO 4to DE ADVIENTO

21 DE DICIEMBRE 2008

Queridos Hermanos:

El tiempo se acerca. ¿estamos preparados? No para las fiestas y reuniones entre amigos, familiares o vecinos, ¿estamos listos para recibir a Dios? Nuestros hogares están limpios y decorados, la comida esta lista, los regalos envueltos o pronto lo estarán. Pero ¿Y nuestra alma? ¿Qué sucede con el Divino Huésped que desea visitarnos en esta época del año? ¿Estamos preparados?

San Juan al recibir la Palabra de Dios, fue por todo el Jordán Predicando el bautismo del arrepentimiento. Los Sacerdotes de Jesucristo hacen lo mismo, ahora. Ya no es un bautismo de arrepentimiento, sino un Sacramento, del Arrepentimiento que debemos recibir. Todo lo que significaba el bautismo del que nos habla san Juan esta contenido perfectamente en el bautismo de Penitencia. En este sacramentos nuestros pecados son realmente lavados y nuestra alma limpia.

Sin embargo, para que este sacramento surta verdadero efecto debemos lógicamente recibirlo. No debemos hacer esperar demasiado a este sacramento. Porque si Cristo viene y no estamos listos para recibirlo, Jesucristo acudirá a algún otro como lo hizo hace mas de dos mil años en el Portal de belén. No había lugar en las posadas, sólo encontró refugio entre los animales que evidentemente prefirió más que a las casas cubiertas de pecadores.

Debemos considerar que nuestro Señor prefirió el mal olor y el fango del establo que las casas de los pecadores. Pudo haber nacido en cualquier otro lugar sin embargo prefirió el ¡establo, en lugar de las casas de los seres humanos!

Digo esto porque nos enseña la maldad y podredumbre del pecado. Es lo mas repugnante que pueda existir. Dios siente rechazo por todo eso. Por lo menos los animales no podían pecar. Dios no permitirá nada manchado entrar en el reino de los Cielos.

Sin embargo, Dios vino a este mundo por el alma de los pecadores. Pero sólo aquellos que se han arrepentido y se han bautizado. Y sólo aquellos que se encuentren libres de pecado recibirán Su presencia. Razón por la cual debemos hacer nuestras las palabras de San Juan: “Preparad el camino del Señor: enderezad sus sendas: todo valle será terraplenado: todo monte y cerro, allanados; y los caminos torcidos serán enderezados, y los escabrosos igualados…”

El sacramento del arrepentimiento nos da las herramientas de las que San Juan nos dice deben realizarse en preparación a la venida del Señor. Si no hacemos esto, estaremos invariablemente perdiendo la oportunidad de recibir la visita del Divino Niño en esta navidad. Y todo será en vano.

Debemos asegurar no sólo recibir este sacramento, sino recibirlo bien. Porque para que este sacramento sea válido debemos tener un verdadero arrepentimiento debemos estar verdaderamente arrepentidos de nuestros pecados ya sea porque no queremos ir al infierno (contrición imperfecta) o porque hemos ofendido a Dios (contrición perfecta) y debemos estar determinados a enmendar nuestras vidas y hacer la reparación de las injurias o pérdidas que hemos ocasionado.

Cuando examinamos nuestra conciencia debemos buscar esos valles que necesitan reparación, debemos buscar nuestras dudas y falta de fe en nuestras vidas y empezar con la gracia de Dios, repararlas con la fe y la oración. Debemos buscar las montañas y cerros del orgullo y vanidad que hemos puesto en el camino hacia Cristo y terraplenados con actos de humildad. Debemos ver los caminos torcidos del engaño y la decepción en nuestras vidas para poder corregirlos y enderezarlos, debemos buscar los caminos áridos y pedregosos del odio y la impaciencia para empezar hacerlos suavecitos y transitables.

Hay tanto que hacer y tan poco tiempo para realizarlo que debeos empezar ahora mismo con la intención de hacernos merecedores de la visita de Nuestro Señor en nuestras almas de manera verdadera en esta Navidad.

Aún, si nos damos cuenta que existe poco tiempo para empezar a adornar nuestra alma con virtudes y gracias, antes de Su venida, Se encontrará contento al darse cuenta que hemos empezado ya con la limpieza interior de los vicios y pecados. Cristo no se incomodo con a tierra del establo, sino que más bien transformó este en el Cielo por su mera presencia. Puedo y hará lo mismo con nuestras almas. Cualquier pecado que hayamos cometido del que estemos arrepentido no será obstáculo para la gracias de Dios. Sólo los pecados que amamos y que no queremos eliminar de nuestras vidas serán obstáculo para que El venga a nosotros.
Dios ama transformar establos en Paraíso, ama transformar pecadores en santos; convertir las almas en verdaderos tabernáculos donde pueda habitar por siempre.

Preparemos nuestras almas para que no exista ninguna razón para que El no pueda entrar a nuestras vidas, cuando busque habitar en nuestros corazones.

Sunday, December 14, 2008

DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO

14 DICIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

La semana pasado pudimos ver a los discípulos de san Juan Bautista, preguntando a Cristo quien era El. Ahora vemos a las mismas personas preguntando a San Juan Bautista quien es El.
Sin embargo, lo que escuchamos a Jesucristo decir de san Juan Bautista, en el evangelio de la semana pasada: “Que él es más que un profeta”, consideremos lo que dice san Juan de sí mismo en el evangelio de hoy.

Después de negar que es Cristo, o Elías o el profeta. Dice que es la voz que clama en el desierto: “enderezar el camino del señor, como dijo el profeta Isaías” Al momento en que San Juan empieza a predicar y bautizar, la creencia (basada en los profetas) era general de entre los Israelitas, que el profeta prometido ya había hecho su aparición o su venida estaba ya próxima.

Esta misión de san Juan es la misma que la que la Iglesia Católica ha continuado predicando. La Iglesia es esa voz clamando en el desierto. Ha proclamado esta doctrina sobre toda la tierra, desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños, y aún más en el mundo de hoy por medio del internet. Pero su llamado cae frecuentemente, sobre oídos sordos. Existe un gran hueco y vacio en el mundo de hoy debido a la falta de la gracia divina y vida sobrenatural que causa llanto a la Iglesia como un eco en la nada.

La Iglesia anuncia no ya la venida del Redentor, sino al Redentor que ya ha venido y nos da la dirección y los medios para seguirlo. Predica la bondad y misericordia de Jesucristo que está disponible ahora y nos previene de la justicia y juicios que nos esperan cuando regrese.

La Iglesia previene al mundo, pero este rehúsa tomarla en serio. El mundo no desea ver al Cristo humilde como a su Dios. Es demasiado humillante tenerlo como Dios a quien ha nacido en un humilde establo, sufrir como un criminal, y ofrecerse a sí mismo en nuestro altar bajo las apariencias de pan y vino.

La Iglesia proclama la penitencia y seguir los caminos de Jesucristo. Pero una y otra vez el mundo rechaza hacer penitencia. El mundo rechaza aceptar y reconocer que han hecho algo mal y tiene necesidad de hacer penitencia. El mal que han hecho tratan de justificarlo y declarar que no son vicios sino más bien virtudes. O las juzgan como cosas inevitables debido a la debilidad de nuestra naturaleza humana, como si fuera Dios el culpable, por haberlos hechos de esa manera.

Todo tipo de perversión sexual se le atribuye a Dios. Cuántas veces hemos escuchado decir, es que Dios me hizo de esta manera. ¿Con cuanta frecuencia utilizan la naturaleza caída como justificación de sus hechos? Dicen que veamos en el mundo animal, como sucede lo mismo y nos piden que lo aceptemos como justificación para su vida pecaminosa. Dios nos ha instituido como cabeza de Su creación, para que la corrijamos y no para que imitemos a los animales de esta. El asesino, el fornicador, el mentiroso, el ladrón, el que practica el aborto, etc. Todos inventan excusas. Y el llamado de la Iglesia cae en oídos sordos.

Existen en nuestros días iglesias que promueven estos vicios y aún así se proclaman seguidoras de Dios y Jesucristo. En esta infernal cacofonía de pecados y vicios, la Iglesia es realmente la voz clamando en el desierto. Esta sobrepasada y su voz ahogada por los alaridos diabólicos del vicio y pecado. La Iglesia no deja de proclamar las verdades Divinas en todo tiempo: “enderecen los caminos del señor”.

Esta estación de adviento celebramos la anticipación del mundo por la venida del Redentor, sin embargo, se nos recuerda también la necesidad de la venida de Jesucristo nuevamente como Redentor. Sólo lo podemos encontrar en la Iglesia y en los sacramentos que Él ha establecido.

Escuchemos el llamado de la Iglesia y actuemos sobre este. Enderecemos nuestras vidas.

Renunciemos los caminos del pecado y el vicio.

Regresemos al humilde pesebre donde esta Jesucristo de corazón, alma y mente, sobre el altar y sobre la cruz. Llenos del amor de Dios renunciemos al mal que hayamos hecho, las tentaciones de nuestras pasiones, al mundo y al demonio. De esta manera el camino estará limpio para que

Nuestro Señor entre. De esta manera el llamado de la Iglesia no será en vano. Nuestra alma ya no se encontrará en el desierto o en la soledad, sino que se convertirá en el templo vivo de Dios.

Cuando hayamos escuchado a esta voz clamando en el desierto y limpiemos nuestra alma de toda inmundicia que previene a Nuestro Señor para habitar en ella. Jesucristo vendrá y podremos decir como san Pablo, en la epístola de hoy. “alegraos siempre en el Señor”.

Saturday, December 6, 2008

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

7 DICIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

En el evangelio de hoy, encontramos que san Juan Bautista ha sido enviado a prisión por predicar la verdad. Su delito fue predicar la verdad, incluyendo a la clase alta. Y por decir a Herodes que, no le era permitido llevar una unión de adulterio y de incesto con la esposa de su hermano, se encontraba ahora en prisión y condenado a la muerte.

Sin embargo, san Juan, no se preocupa de su bienestar físico, está más interesado en el alma de sus discípulos, esta es la razón por la cual los manda a Jesucristo para que conozcan de primera mano quien es El y lo sigan.

Esta es también, una pregunta muy importante para nosotros, porque tenemos que creer y encontrar la respuesta, toda vez que si cometemos un error en esto, nuestra salvación estará en riesgo. Existen muchos que no creen que Jesucristo es Dios y nuestro Redentor, así como existen quienes tratan a Jesucristo como algún tipo de una creación mitológica, y por lo tanto sujeta a interpretación y modificación, para adaptarla a “las personas” o a la “época”

La pregunta que los discípulos de san Juan se hicieron es también importante para nosotros. ¿Es Jesús el Cristo o debemos buscarlo en otro? La religión que sigamos y la vida que habremos de llevar en la eternidad dependen totalmente en el entendimiento de la respuesta verdadera a esta interrogante.

La vida, obras y palabra de Jesucristo nos dan información amplia de quien es El. Existen muchas profecías que señalan las cualidades que debe tener el Redentor y Jesucristo ha cumplido todas estas de manera perfecta. Si consideramos una de ellas dirigida a nuestro Señor Jesucristo, señalada en el evangelio de hoy, veremos esta plenitud: “el mismo Dios vendrá, y os salvará.

Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos; y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo; y alabará la lengua del mudo (Isaías, 35: 4-6).

Jesucristo nos dice ahora a nosotros, de igual forma como les dijo a los discípulos de San Juan, que El realiza las mismas maravillas, que de acuerdo con el profeta, Dios mismo, cuando viniera a Redimir al hombre habría de realizar, luego entonces El debe ser Dios y el Redentor del mundo.

Estos milagros fueron pruebas incontrovertibles de la divinidad de Jesucristo, por medio de Él, Dios Padre, da testimonio de que Jesucristo decía la verdad, cuando se declaraba a si mismo ser Su Hijo y el Redentor del mundo. Y cuando Jesucristo realizaba milagros de suyos propios, probaba también de una manera palpable que poseía poderes divinos, y que consecuentemente, El era Dios.

Una vez que la verdadera fe ha abierto nuestros corazones y mentes a esta verdad, vemos ante nuestros ojos un maravilloso tesoro de las más hermosas verdades divinas. Creemos y aceptamos todo lo que Él ha dicho y hecho como las verdades más absolutas y perfectas. Vemos la Iglesia que ha fundado y la vemos como lo más hermoso y perfecto, porque El la ha fundado. Vemos la autoridad que ha establecido como la más sabia y perfecta de su género. Vemos los sacramentos que le ha dado a esta, como los medios más hermosos, perfectos y poderosos para obtener todo lo que necesitamos en esta vida, tanto espiritual como temporal y lo que es más importante hacernos merecedores de una vida eternamente feliz con El en el cielo. La lista de tesoros es inagotable, una vez que vemos y entendemos que Jesucristo es el Redentor del mundo.

Desgraciadamente esta verdad no ha sido reconocida ni aceptada por muchos, o tal vez, la mayoría rehúsa ver y creer esta verdad por algún prejuicio diabólico.

Los judíos que siguieron a sus líderes espirituales en el rechazo de Jesucristo no tienen ninguna excusa ante Dios por su incredulidad. Lo mismo se debe decir de los incrédulos de nuestros días.

Su incredulidad procede de un corazón diabólico, por lo tanto condenable. No nos dejemos influenciar por tales personas y pongamos nuestra fe en una tambaleante broma.

Debemos también ser más precavidos de quienes usan el nombre de Jesucristo pero no creen en El. Creen más bien en un Cristo que ellos han creado para sí mismos. No están dispuestos a aceptar todo lo que Jesucristo ha dicho, sino, sólo lo que ellos quieren. Convenientemente escogen lo que les agrada y rechazan lo que les desagrada (una religión tipo buffet).

Debemos aceptar y creer todo lo que Jesucristo nos ha dado para creer, especialmente lo que encontramos difícil, a consecuencia de nuestra naturaleza caída por la vanidad y el orgullo.

Debemos humildemente aceptar a Dios, quien ha venido a nosotros en la forma más humilde y solitaria por nosotros conocida. Viene a nosotros como un infante indefenso en un establo; como criminal al ser condenado a la muerte en la cruz; como victima de sacrificio en las apariencias de Pan y Vino, sobre nuestros altares. Debemos hacer a un lado nuestro orgullo y vanidad y creer lo que Ha dicho y enseñado y ordenado, simplemente porque es Dios.

Luchemos por amarlo y abramos nuestra mente y corazón para poder creer en Él y amarlo con un amor y una fe mucho mayor.

Así sea.

Saturday, November 29, 2008

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

30 DE NOVIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

En la epístola de este día, san Pablo nos amonesta a que nos revistamos de Cristo. Estas fueron las palabras que lo llevaron a su conversión.

Quienes han hecho esto y viven en la verdadera fe y caridad no tienen nada que temer con la venida de Jesucristo al final de los tiempos. Cuando Cristo regrese, el mundo va a estar temeroso y temblando, pero quienes están llenos del amor de Cristo lo verán con gran alegría y júbilo, al unirse con el que han estado esperando por tanto tiempo para verlo y amarlo de una manera más perfecta.

No hay ninguna duda del regreso de Jesucristo. No necesitamos buscarlo en los rincones o desiertos, aquí o allá. Aparecerá a todos en todo el mundo. Quienes han vivido ofendiendo al Juez estarán con gran temor. Desearan ser sepultados por las montañas. Sin embargo, serán forzados a presentarse ante el Juez y ser justamente juzgados. No sólo veremos nuestro juicio personal sino el de todo el mundo.

Lo que será obvio, es la obra de Dios a través de toda la historia de la humanidad.

Frecuentemente nos preguntamos, por qué Dios hace o permite tal o cual cosa. Con este juicio todo se aclarará y no habrá lugar a las dudas. Veremos la belleza, sabiduría y justicia de Dios en todas sus acciones.

En este domingo primero de Adviento es, cuando vemos y esperamos con gran deseo la venida de Jesucristo Nuestro Señor. Ya se ha presentado como hombre y pagado el precio de nuestra Redención en el sacrificio de la Cruz. Vendrá al final de los tiempos como nos lo ha dicho en el evangelio de hoy, sin embargo, existe por así decirlo una tercera venida, con cada uno de nosotros en el aquí y ahora. Este tiempo de Adviento, es para que nos preparemos para recibirlo y hacernos merecedores de Su venida.

Debemos revestirnos de Cristo y permitirle que transforme nuestras vidas y habite en nosotros. Debemos permitirle que lave y borre nuestros pecados a través de Sus Sacramentos. Debemos permitirle que alimente nuestra alma con Su gracia. Debemos permitirle que alimente nuestra mente y corazón. Debemos estar preparados para decir con San Pablo que no somos nosotros sino Cristo viviendo en nosotros.

Esta unión intima con Cristo nos hace uno sólo con El y nos da la oportunidad de levantar nuestra mirada a Su Segunda venida, para poseerlo en toda su belleza y gloria. Veremos al verdadero Dios cara a cara más que su mera imagen como lo hemos venido haciendo, hasta ahora, reflejado en nosotros por Su gracia.

Esto es lo que cada alma que está enamorada de Dios anhela con gran deseo y anticipación. Por lo tanto esta venida no debe ocasionar temor en quienes ya tienen a Cristo viviendo en ellos. Para quienes se han revestido de Cristo, será un tiempo de regocijo porque serán eternamente unidos al ser amado. Y sus deseos y esperanzas serán satisfechos.

En este tiempo de adviento conmemoramos los cuatro mil años que el género humano ha esperado al Redentor. Consideramos las prolongadas penitencias y fervientes oraciones de la gente de esos días y buscamos entrar en sus sentimientos. Esto debería despertar en nosotros el entendimiento y apreciación por lo que ya hemos recibido.

Adviento es mucho más que esto, es tiempo no sólo para pensar en lo que sufrió el hombre antes de la venida de Jesucristo, sino que es tiempo para hacer esos mismos sentimientos los nuestros. Debemos usar este tiempo para preparar un lugar en nuestras propias vidas para que Cristo venga y habite en nosotros. Debemos prepararnos para que Cristo encuentre un lugar digno y adecuado para quedarse con nosotros. Para lograr esto debemos sacrificarnos un poco, en cosas que aparezcan insignificantes o ignoradas por los demás pero conocidas por Dios. Hagamos penitencia y expulsemos todo lo que es ofensivo a Dios. Limpiemos nuestros corazones y mentes, para que encuentre un saludable lugar de estancia. Hagamos todo lo posible para convertirnos en un verdadero reflejo de Jesucristo. Que vea en nosotros un ardiente deseo de ser, no sólo, en apariencia como El, ni sólo en nuestra vestimenta como él en la virtud y bondad, sino ardiendo en el deseo de ser uno con El: vivir en El y El en nosotros.

No importa que tan humilde morada seamos. De hecho, El prefiere el humilde establo, en lugar del soberbio castillo. Aún, si no tenemos mucho que ofrecerle, démosle lo que tenemos con un corazón humilde y confiable. Con Su nacimiento, suplirá todo lo que nos hace falta. Él transformará el humilde establo, en una gran morada en el Cielo.

Así sea.

Saturday, November 22, 2008

DOMINGO ÚLTIMO, 28 DESPUÉS DE PENTECOSTES

23 DE NOVIEMBRE DE 2008

Queridos hermanos:

El día de hoy nuestro Señor y la Santa Iglesia, nos recuerdan el fin último de nuestra existencia aquí en la tierra. Lo que se nos espera el día del juicio final, es un asunto de gran temor, sobre todo para el pecador que, no se ha arrepentido. Este pensamiento temerario debe ser un constante recordatorio del mal que envuelve el pecado y recordarnos de estar siempre vigilantes en evitar no sólo el pecado sino las ocasiones de pecar, y de acudir a los lugares donde podamos ser tentados.

Cuando vean la abominación de la desolación, asentada en el lugar santo, de la que habla el profeta Daniel.

Este parece ser el mayor de los pecados, cuando la abominación este sentada en el lugar santo. Nuestro primer pensamiento se enfoca en nuestras iglesias – los lugares construidos para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa y para el mayor honor y gloria de Dios. ¿Qué son esos lugares, ahora? Se han convertido en casas del hombre más que de Dios. El tabernáculo ha sido removido hacia un lado y las alabanzas al hombre llenan los sermones, “oraciones” y alabanzas.

Todos son bienvenidos en este lugar, incluyendo a los pecadores sin arrepentimiento. De hecho realizan una ofrenda especial pidiendo perdón a estos pecadores que viven una vida pecaminosa, a otros, se les pide que regresen, no arrepentidos, sino tal y como se encuentran en su pecado y, se les invita a reunirse con los demás ahí reunidos, para que todos juntos reciban la eucaristía.

Los adúlteros, sodomitas, fornicadores, todos son bienvenidos, no para hacerlos cambiar. Se les dice que Dios los quiere, a todos, tal y como son.

Esta no es la doctrina que Jesucristo nos ha enseñado. El nos dice que los pecadores se deben arrepentir de sus pecados y vivir vidas virtuosas. Sólo los que han limpiado sus pecados, (por lo menos los mortales) son merecedores de unirse a Él en la Santa comunión.

Si nos ponemos a analizar este sólo aspecto de la vida diaria a nuestro alrededor, veremos que realmente existe una abominación posicionada en lo que alguna vez fue, el lugar santo. Sin embargo, hay más. Con los cambios en la forma de los Sacramentos, los Modernistas (del Novus Ordo) han invalidado la fuente misma de estas gracias necesarias. Existen hombres que no son verdaderos sacerdotes por sus “ordenaciones” inválidas, y realmente se presentan al lugar santo no sólo pretendiendo hablar en nombre de Jesucristo sino que presentándose como otro Cristo, mientras que enseñan una doctrina contraria a la que Él enseñó. Continúan y aparentemente consagran las ostias exponiendo a la gente a la idolatría. De hecho la doctrina que estos individuos enseñan no es la doctrina de Jesucristo sino la doctrina de Satanás, las oraciones y canticos que ofrecen sólo puede complacer a Lucifer. Los líderes de todo esto, no son discípulos y apóstoles de Jesucristo sino discípulos y apóstoles de Satanás y-o del anticristo (¡más abominación en el lugar santo!).

Podemos ver estos lugares santos, una vez hermosos, construidos por manos de católicos y con recursos y sacrificios de católicos (incluidos los de Roma), ahora en las manos de herejes que no son otra cosa más que discípulos de Satanás. Podemos ver que El Santo y Sagrado ha sido eliminado para dar lugar a lo profano y mundano. Vemos a los impostores enseñando a sus seguidores una manera fácil y cómoda de vida, que los ha de guiar derechito al infierno. Vemos a Cristo y Su Sacrificio mutilado, negado y hecho a un lado y sin embargo podemos decir que esta no es la mayor de las abominaciones.

Una de las grandes abominaciones es la que se está llevando a cabo en el alma de casi todas las personas en el mundo de hoy. Estas iglesias fueron construidas por manos del hombre, sin embargo, el alma del hombre fue creada por las manos de Dios. Somos hechos a la imagen y semejanza de Dios. Somos templos del Espíritu Santo. Somos el Santo de los Santos, sin embargo cuando volteamos a nuestro alrededor nos damos cuenta que la mayoría se ha convertido en abominación.

¿Cuántos han abusado y mutilado sus cuerpos (templos) con tatuajes, perforaciones etc.?

¿Cuántos adornan sus cuerpos, con maquillaje, joyería, ropa costosa o mini prendas, con la intención de engatusar o seducir más que con la intención de honrar a Dios? ¿Cuántos en lugar de cuidar y respetar su cuerpo no tienen cuidado con lo que comen? ¿Cuántos no ponen atención a lo que escuchan y miran permitiendo de esta manera que el mal entre en sus cuerpos y mentes?

¿cuántos se involucran y promueven los más viles abusos de sus cuerpos en el adulterio, la fornicación, incesto, sodomía y aborto?

Vemos esta abominación en la mayoría, y no son pobres pecadores que han caído en las amenazas del demonio, sino que son promotores abiertos de esta abominación contra sus cuerpos. Este pecado es perdonado si hay el arrepentimiento necesario para ello, sin embargo, tratan más bien de justificar esta abominación y presentarse al mundo como virtuosos o justificarse a si mismos y de manera blasfema proclamar que Dios es la causa de su perversión.

Buscan la legalización y aceptación de estas abominaciones logrando con esto el castigo de Sodoma y Gomorra.

Pongamos atención en no terminar en estas iglesias sacrílegas o en cuerpos deshonrados, cuando regrese nuestro Señor.

Así sea.

Saturday, November 15, 2008

DOMINGO 27 DESPUÉS DE PENTECOSTES

16 DE NOVIEMBRE 2008

Queridos Hermanos:

La Iglesia inició como una semilla de mostaza. De igual manera nuestro crecimiento en la vida espiritual se inicia de esta manera, si la alimentamos y nutrimos su crecimiento, pronto crecerá en proporciones mayores – así como la semilla de mostaza crece en medio de toda la maleza.

Generalmente, todas las cosas se inicias de esta manera. Es sólo con el tiempo y esfuerzo que se van fortaleciendo. En el mundo en el que vivimos, de “gratificaciones instantáneas”, esta manera de pensar se nos hace, en ocasiones, una gran pesadez. Las evidencias a nuestro alrededor muestran que las cosas que crecen demasiado rápido son, en la mayoría de las veces, débiles. El árbol más fuerte es el que crece lentamente y por un espacio considerado de tiempo. Lo contrario sucede en los crecimientos rápidos. “un melón crece en una temporada; sin embargo el roble, requiere muchos años”.

Esto es, frecuentemente, verdadero en la vida espiritual. Quienes aparecen, como haber realizado grandes pasos rápidamente, son frecuentemente muy débiles por dentro y; prueban ser mas pecadores y menos santos de lo que mostraban a primera vista. Existen algunos santos que se levantaron y convirtieron inesperadamente rápido, sin embargo, la mayoría debemos, de manera cuidadosa y lenta, abrirnos camino hacia nuestra salvación en el Cielo.

Los gigantes de la fe, son fuertes y resisten las tentaciones con relativa facilidad, porque han sido fortalecidos por muchos y constantes ataques. Las caídas de estos son frecuentemente menores y con gran rapidez y fortaleza se levantan de estas.

Los débiles pueden y frecuentemente caen terriblemente y tienen un tiempo muy difícil para levantarse y continuar. En algunas ocasiones aparecen algunos como grandes y fuertes en la fe y caen lamentablemente de manera repentina y terrible. Es en muchas ocasiones sorprendente, para algunas personas, el enterarse de tales caídas. Y nos preguntamos ¿Cómo pudo haber pasado esto? Es como si el gran roble desde su lugar en el bosque ha caído repentinamente y sin razón aparente. Sin embargo, si lo examinamos cuidadosamente, notaremos que era débil y corroído por insectos; concluyendo que “la grandeza” de este “magnifico roble” era sólo aparente y vacía. Esto sucede frecuentemente con muchos que aparecen como buenas personas, incluso como santos. Y es sólo después de su caída que se demuestra de lo que estaban hechos. Hablan mucho sobre religión, sin embargo su alma y corazón se encontraban en otro lugar.

Tales pobres almas, pudieron haber sido en un tiempo solidas y verdaderas en lo más profundo de su alma, sin embargo, permitieron que la corrupción envolviera su corazón. Y así de la misma manera como lo bueno crece lentamente y paso por paso, asegurándose que cada paso nuevo sea seguro, de igual manera la destrucción empieza poco a poco y crece gradualmente, pero de manera segura.

En primer lugar, permitimos a los pecados del corazón entrar, y pensamos que no son notorios ante el mundo y pretendemos olvidarlos.

Quien se muestra a si mismo objetos contra la castidad, y encuentra placer en la contemplación de estos, peca de pensamiento. (Los pensamientos pueden también ser de envidia, venganza, vanidad, avaricia etc.) Quien no sólo se muestra a si mismo algo malo, sino que además desea ver, escuchar o realizarlo, peca de deseo indebido.

Estos pecados insidiosos son como pequeños insectos destruyendo el alma del gran roble. Al principio aparecen como insignificantes y pequeños que no detiene nuestra atención, pero una vez que toman posesión, se multiplican y se reproducen al grado de no dejar nada firme y sólido de su nueva morada, la cual fácilmente es derribada y destruida completamente.

No existe nada insignificante y de poca importancia, cuando de nuestra alma se trata.

Lo más insignificante tiene un gran potencial tanto para lo bueno como para lo malo.

Debemos eliminar todo el mal que a nuestro alrededor y en nuestro interior crece, sin importar lo insignificante o pequeño que nos parezca. Recordemos que, nada que esté manchado, entrará en el Reino de los Cielos. Cada pecado es una ofensa en contra de la infinita bondad de Dios y consecuentemente un crimen terrible.

Empecemos por corresponder a la gracia que hemos recibido, aunque sea del tamaño de un grano de mostaza. Crecerá grande y fuerte si la nutrimos y cuidamos. No importa que tan vacios de bondad nos encontremos en este momento, existe por lo menos una partícula pequeña de gracia que Dios nos ha dado. Hay que buscarla y nutrirla. Cooperando con las gracias que tenemos nos hacemos merecedores de mas y mayores gracias. Cada gracia reconocida y aceptada amerita más beneficios para nosotros y poco a poco nos ayudarán a crecer más fuertes en la vida espiritual.

No existe ningún santo sin su pasado y pecador sin futuro, siempre y cuando cooperen con la gracia de Dios.

Saturday, November 8, 2008

DEDICACIÓN DE LA ARCHIBASÍLICA DE NUESTRO SANTO SALVADOR

9 DE NOVIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

El día de hoy, celebramos la dedicación de la madre de todas las iglesias, la Archibasílica de Nuestro Salvador.

Nuestras iglesias son santas porque pertenecen a Dios, además por la celebración del Santo Sacrificio de la Misa que en estas se ofrece, sin olvidar las oraciones y ofrendas que en ella se ofrecen al divino huésped que en ellas se encuentra. Nuestras iglesias son más exaltadas que los templos santos y tabernáculo del antiguo testamento, porque estos guardan a nuestro señor Jesucristo bajo las especies Sacramentales.

La iglesia que festejamos este día, fue en un tiempo la gloria del cristianismo. Fue la primera y única iglesia en Roma, en ella acontecieron los hechos más importantes de la Iglesia católica.
Aunque ahora se encuentre en las manos de herejes y se haya convertido el lugar santo en la abominación de la desolación, aún así traemos a nuestras mentes los días gloriosos en los que esta iglesia fue dedicada y las muchas veces que ha sido restaurada para que demos mayor honor y gloria a Dios.

Mientras que muchos se duelen de esta gran pérdida y el sacrilegio de santos lugares y objetos sagrados, no debemos dejarnos llevar por la pérdida de estos bienes materiales. Existe un tabernáculo que es mucho más santo que el que se encuentra en la Basílica – nosotros mismos. Debemos ser el tabernáculo viviente de Dios. La perdida de este tabernáculo es el mayor de las desgracias.

¿Es por la destrucción de las cosas sagradas que el hombre ha perdido la santidad de sus propias vidas? Ó ¿es porque el hombre ha perdido su santidad que los templos han perdido el suyo? Existen muchos que argumentarán que el hombre ha perdido la fe y consecuentemente el camino correcto porque no se les enseñó o dijo la verdad de lo que una vez fue la Iglesia. Sin embargo, me parece que el hombre debió haber primero perdido su función como tabernáculo viviente antes de que la destrucción física haya podido realizarse.

Si la vida de Dios está viviendo en nosotros y nosotros obrando en Su gracia, parece improbable que jamás seriamos engañados en lo relacionado a la salvación de nuestra alma (por lo menos no por mucho tiempo). Sin embargo, por otra parte, si la vida de la gracia es en primer lugar tomada de alma del hombre, y Dios es conducido por Su tabernáculo viviente, entonces, parece ser una simple razón para el hombre permitir el tabernáculo no viviente ser destruido o abandonado.

La Misa de este día nos recuerda cuan terrible (sorprendente) es la casa de Dios. Esto es verdad sobre todo en las iglesias que fueron construidas y mantenidas por quienes tuvieron la verdadera fe – personas que fueron tabernáculos vivientes de Dios. Sin embargo, lo que es aún más sorprendente, es el tabernáculo viviente de nuestros cuerpos. Somos templos del espíritu santo, tabernáculos para el cuerpo de Jesucristo que recibimos en la santa Comunión. Somos más que cualquier otra creatura, hechos a la imagen y semejanza de Dios. Jesucristo se hizo hombre, ninguna otra creatura.

Nuestros cuerpos son sagrados y santos porque son la casa de Dios. Sin embargo, cuando es expulsado de esta somos nada más que carcasa y podredumbre. Existe tanto vacio y descomposición en muchas personas en este mundo, porque Dios no es permitido habitar en ellos.

Muchos abusan sus cuerpos y nunca se detienen a pensar que al hacer esto insultan de manera abundante a Dios, quien no sólo es el creador y diseñador de estos cuerpos sino que además es el dueño y residente. La necesidad de algunos por maquillajes extremos (tatuajes, piercing, mutilaciones, cosméticos) revela a las personas vacías por dentro y corruptas por fuera. Son sólo el cascajo de lo que deben ser y usan todos estos disfraces para llenar el vacío que debería ser ocupado por Dios. Existen además los que desean ocultar su vacío interior al mostrar cada vez más las partes de su cuerpo. Tal vez se imaginan que si pueden distraer al mundo con su cuerpo desnudo; de alguna manera, el mundo jamás se dará cuenta de que no existe nada de valor bajo esa piel. Son vacíos y faltos de toda vida sobrenatural.

No perdamos de vista que somos tabernáculos de Dios. Somos santos porque Dios que vive en nosotros es santo. Monitoreemos como decoramos este tabernáculo de Dios, revisemos lo que entra en este tabernáculo, (sonidos, pensamientos, sabores) estemos siempre en guardia sobre a donde llevamos este tabernáculo. Si forzamos a Dios a que nos acompañe a los lugares indebidos o que ponen en peligro nuestra alma y salvación, debemos estar seguros que Dios se alejará de este tabernáculo. En ese vacío, existen muchos demonios dispuestos a llenar y usurpar el lugar de Dios. Si es un crimen terrible (pecado) de sacrilegio, deshonrar una Iglesia, es un pecado mucho mayor mancillar el tabernáculo viviente de Dios – nuestro cuerpo.

Saturday, October 25, 2008

FESTIVIDAD DE CRISTO REY

26 de Octubre de 2008

Queridos Hermanos:

Nuestro Señor dice: “Mi reino no es de este mundo”.

El reino de Cristo no es de este mundo sin embargo se encuentra en el. El reino de Cristo es del Cielo. Ha venido a establecer Su reino aquí en la tierra. Es un nuevo reino que jamás haya producido este mundo. Este reino es frecuentemente en contradicción con los reinos de la tierra.

Lo que parece una tontería ante los ojos del mundo, resulta muchas veces ser sabiduría en el reino de Dios, y viceversa.

Este reino es del cielo y muestra los caminos de Dios. Este reino de Dios se encuentra presente aquí en la tierra en la verdadera Iglesia Católica, donde los caminos para llegar a Dios fueron establecidos y enseñados para nuestra imitación.

En la oración de san Francisco vemos la gran diferencia entre los reinos de Dios y del mundo.
En el reino de este mundo intercambiamos odio por odio y en el reino de Dios, vemos que con amor debemos responder al odio.

En el reino de este mundo se regresa injurias por injurias, en el reino de Dios debemos dar perdón.

Ante la desesperación esperanza

En la obscuridad luz

En la tristeza alegría

El Reino de nuestro señor Jesucristo viene del cielo y lo ha establecido en la Iglesia católica y Apostólica. Es obligación de todos y cada uno de Sus miembros llevar este reino a todas las partes de la tierra.

Dios no se conforma con gobernar sobre las mentes, corazones y voluntades de ciertos individuos, También desea habitar en las sociedad y naciones enteras. Toda la creación entera está esperando la venida de estos hijos de Dios -verdaderos católicos - verdaderos miembros de reino de Dios. Se nos ha dado una gran gracia en la Fe Católica, sin embargo, y de manera lamentable, la mayoría de quienes han recibido este tesoro lo han abandonado y dirigido hacia los caminos del reino de Satanás.

Lo ideal sería que el reino de Dios se extendiera por todo el mundo incorporando a todas las naciones y todas las personas. Desafortunadamente esta no es la situación. El reino de Satanás es el que sigue creciendo, el hombre poco a poca va perdiendo toda fe, esperanza y caridad. El secularismo ya no va en descendencia, es lo que predomina en el hombre de hoy.

Existe una ceguera universal sobre la mente de toda la gente. Esta ceguera es el castigo del libertarismo prevaleciente, del deseo de piedad, curiosidad peligrosa y una presunción nefasta. Dios purifica al hombre abandonándolo a su propia suerte, privándolo de Su luz, ya sea que la rechacen o abusen. Los abandona en una oscuridad mayor a la de los idolatras de la antigüedad.
La maldad humana es mucho mayor ahora a la que fuera en otros tiempos, la corrupción ha enraizado y prevalece de manera más significativa el olvido o indiferencia de los buenos principios.

Parece que el reino de Dios ha fallado, sin embargo, sabemos que las apariencias son casi siempre falsas. Aunque el reino de este mundo parece estar en manera ascendente, el reino de Dios no ha muerto y sabemos que permanecerá hasta la consumación de los tiempos –aún si queda, sólo un miembro.

Cuando Cristo regrese habrá un juicio universal y una resurrección de igual forma. Los condenados serán enviados al Infierno. El mundo será renovado y el reino de Dios será eternamente establecido no sólo en el Cielo sino, también, en este mundo.

El plan original que inicio con el Paraíso y que se debería de extender a todas las partes del mundo será realizado cuando regrese Cristo. Hasta que eso suceda, los miembros verdaderos de la Iglesia católica –Reino de Jesucristo – tendrá que sufrir mientras este en pugna con el reino de este mundo. Sin embargo, su júbilo cuando estén en el reino de Dios será muchísimas veces más dichoso, compensado de manera suficiente, por todo lo que han sufrido del reino de Satanás.

Saturday, October 18, 2008

DOMINGO 23ro. DESPUÉS DE PENTECOSTES

Queridos hermanos:

Cuando Adán pecó, trajo consigo una doble muerte, podemos decirlo así, a este mundo. Tenemos la muerte del alma a través del pecado, y la muerte del cuerpo a consecuencia de la muerte de esta.

Tenemos la tendencia de enfocarnos en el menor de estos males, la muerte del cuerpo, en lugar del malo mucho mayor, la muerte del alma. Sufrimos mucho por la muerte física de nuestros seres queridos que han muerto, olvidando que la muerte de este no es el mayor de los males. Y que el cuerpo será resucitado.

El segundo Adán, Jesucristo, vino a este mundo a restaurar todo lo que fue perdido por el pecado. La primera consecuencia de la redención sacrificada de Jesucristo en la cruz por nuestros pecados es el liberarnos de una muerte mucho peor, la muerte de nuestra alma. A través del sacramento que Cristo ha instituido en Su Iglesia, tenemos un medio de la gracia, la vida restaurada de nuestra alma, nutrida y sanada. Sin embargo, sujetos aún a la primer muerte la de nuestro cuerpo.

Esto podemos decir, deja los méritos de la redención de Jesucristo, incompleta. Sin embargo, esto será rectificado al fin del mundo. Nuestros cuerpos, entonces, se levantaran de entre los muertos como lo ha hecho nuestra alma, que ha resurgido de la muerte a través del Bautismo y la Penitencia.

Vemos que la muerte de nuestro cuerpo, no es algo que debemos temer. Es como una extensión del sueño. Así como Cristo, nos dice el Evangelio de este día, trajo nuevamente a la vida a la pequeña que se menciona, así como El se levantó de la muerte, de la misma manera hará con nosotros.

El hombre fue creado con cuerpo y alma consecuentemente hasta que nuestro cuerpo resucite y se reúna con nuestra alma, hasta entonces estaremos completos. Aunque los santos del cielo se encuentran felices y disfrutan de la Visión Beatifica, mantienen aún el deseo de reunirse con sus cuerpos. No están completos sin este cuerpo que les permitió unir sus sacrificios con Cristo y merecer la recompensa (herencia) del Cielo. Todo esto será rectificado al final de los días, cuando todos los que han muerto resuciten.

Quienes son santos y han merecido los méritos del Cielo tendrán sus cuerpos resucitados de la muerte y en un estado glorificado. Tendrán los mismos cuerpos que tuvieron aquí en la tierra sólo que glorificados. Sus cuerpos dejarán de sufrir. Serán perfectos en su tipo. Serán restaurados a su condición original, sin embargo, ya no podrán sufrir ningún daño. No podrán ser heridos, quemados o fraccionados. Serán en un sentido espiritualizados. No tendrán restricciones de tiempo o espacio. Viajarán con la velocidad de nuestros pensamientos, no habrá muros ni cerraduras que nos limiten. Estos cuerpos vendrán e irán como lo hizo Jesucristo después de Su resurrección. No tendrán hambre, ni ninguna otra necesidad animal. Serán perfectos.

Por otro lado, los que han sufrido la segunda muerte, la muerte de su alma, tendrán una resurrección diferente. Resucitarán de entre los muertos como los justos, sin embargo, sus cuerpos estarán repletos de todo tipo de ignominias por sus pecados. Sus cuerpos sufrirán por siempre en unión de su alma los tormentos eternos del Infierno. Sus cuerpos sentirán un dolor y sufrimiento constante, sin alivio o mitigación de ningún tipo. Su cuerpo como su alma sufrirá la eterna pérdida de su unión con Dios, serán frustrados y detenidos como consecuencia de sus pecados.

El día de la resurrección será de gran alegría para los santos y un día de terror y desesperación para los condenados.

Meditemos en la muerte de nuestro cuerpo, sin ningún temor y aborrecimiento como los paganos y todos los que no conocen o confían en Dios. Los que no conocen a Dios hacen todo lo posible por preservar sus cuerpos con vida en este mundo, lo más que pueden, buscando la inmortalidad en su situación actual. Dios nos ha dado la promesa de la resurrección. Los que tenemos fe, sabemos que la muerte es el castigo por nuestros pecados, lo aceptamos, y esperamos la venida de Jesucristo, donde de manera gloriosa nos uniremos a Él.

Debemos tener temor y temblar ante esta realidad y hagamos todo lo posible por evitar la muerte de nuestra alma. Quienes desconocen a Dios nunca se detienen a pensar en esta muerte. Hacen ostentación de sus pecados, la podredumbre y la muerte de su alma ante la multitud que les rodea.

Si podemos evitar la muerte de nuestra alma en esta vida, no tenemos nada que temer en relación a la muerte de nuestro cuerpo, toda vez que es temporal. Podemos, mientras estemos en este mundo, restaurarle la vida, con sólo recibir los Sacramentos que Cristo nos ha dado, y cooperar con la gracia que nos ha merecido con el sacrificio de Su cuerpo en la cruz.

Así sea.

Saturday, October 11, 2008

DOMINGO 22DO. DESPUES DE PENTECOSTES

12 de octubre de 2008

Queridos hermanos:

El evangelio de este día, nos muestra la astuta hipocresía de los Fariseos. Ya tenían definidas sus mentes –rechazar a Cristo. Lo que seguía entonces era buscar la causa o razón para justificar sus decisiones preconcebidas.

Los tiempos han cambiado pero la astuta hipocresía de los enemigos de Dios permanece aún con nosotros más fuerte que nunca. Diariamente nos encontramos con personas que ya han definido sus mentes y que ahora quieren forzar la verdad y los hechos para que se acomoden a sus conclusiones.

Los fariseos de los que nos habla el evangelio de hoy creen haber encontrado la trampa final para Jesucristo. Muchos, del pueblo elegido creen ser exentos del pago de impuestos al Cesar Romano, porque estaban dedicados a Dios. Eran también una secta que llegó al poder por designación de Herodes por el Cesar y estaban de acuerdo en que todos pagaran el tributo (impuesto) al Cesar. De tal manera, los fariseos creyeron que si presentaban a Cristo tal pregunta sobre el tributo al Cesar, sin importar mucho que respuesta diera, Este, se opondría de alguna u otra manera.

Sin embargo, esta no era la extensión a su planeación diabólica. Fueron más allá y determinando de manera directa cual sería la mejor manera de cuestionar esta pregunta. Mandaron a sus representantes con sus instrucciones de presentarse como gente ordinaria, sincera y honesta en busca de una respuesta, mostrando respeto a Jesucristo de manera de “hacerse de Su lado”.

Vemos que primero alaban a Jesucristo: llamándolo Buen Maestro, quien no responde a las preguntas basado en el respeto por los hombres sino sólo por respeto a Dios.

Este juego funciona muy bien sobre muchos mortales, como lo somos todos, debido a nuestro orgullo y naturaleza caída, sin embargo es sin efecto en contra de Cristo que es Dios. Cristo inmediatamente vio su maldad. Sabía que se trataba de una trampa, sin embargo, responde de tal manera que la pone al descubierto, para que despertaran tal vez a la verdad la cual ya habían rechazado de antemano.

Ahora bien, para responder la pregunta “difícil”. ¿Qué imagen está en la moneda en cuestión? La del Cesar. Luego entonces dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Al usar las monedas y bienes que los impuestos del imperio romano proveían la gente estaba sujeta al Cesar. Se reconocían a si mismos como sujetos del Cesar, luego entonces sujetos al pago de tributo, impuestos por el estado. Dar al Cesar lo que le pertenece, si portas su moneda, regrésale lo que le pertenece.

Por otra parte, debemos también dar a Dios lo que le pertenece. ¿Qué le pertenece a Dios? La respuesta es: todo le pertenece a Dios, el Cesar incluido. Pero de manera más específica podemos contestar que nuestra alma le pertenece, porque somos creados a Su imagen y semejanza.

Nuestra mente, corazón y alma le pertenecen a Dios, luego entonces debemos regresársela.

Nuestra alma no nos pertenece. El tributo que Dios demanda de nosotros, no es tanto como la moneda que emite el estado sino más bien el amor y gratitud por las gracias emitidas por Su Iglesia – el reino del Cielo.

El tributo que Dios nos pide es que lo amemos con un amor preferencial y completo con todo nuestro ser. Esto es lo que debemos a Dios.

La trampa puesta por los fariseos para atrapar a Jesucristo fue destruida por Jesucristo mismo y ha sido escrito, lo sucedido, para nuestra instrucción. Como ya lo mencionamos anteriormente, el espíritu de los Fariseos se encuentra presente hoy en día después de tantos años. Estemos alerta sobre los hipócritas que tratan de atraparnos con sus preguntas y argumentos capciosos. Su lógica aparece como incontrovertible, ya que usan la lógica del mundo o la lógica de Satanás y no la de la verdad y de Dios. Cuando su ciencia, lógica y pruebas contradicen las verdades reveladas por Dios, Cristo y Su Iglesia podemos estar seguros que es una lógica falsa o una ciencia falsa.
Al mismo tiempo estemos alerta sobre el lenguaje engañoso y adulador que frecuentemente se usa en nuestra contra, para que bajemos la guardia. Nuestro peor enemigo en estos casos somos nosotros mismos. Nuestra vanidad y orgullo nos hace presa fácil de estos ataques porque queremos creer las mentiras que se nos dicen. Es necesario que luchemos en primer lugar con los enemigos de nuestro propio ser. Debemos luchar constantemente en contra de nuestro amor propio y orgullo. Debemos practicar constantemente la humildad, es decir la verdad. Debemos primeramente buscar conocernos verdaderamente a nosotros mismos. Vernos a nosotros mismos como nos ve Dios.

El hombre realmente sabio, se conoce a sí mismo. Esta es la razón por la que falla este intento de atrapar a Jesucristo. Podemos hacer nosotros lo mismo si imitamos a Cristo. Si verdaderamente nos conocemos no podemos ser engañados por los demás especialmente en relación a nuestro valor y habilidades.

Así sea.

Saturday, October 4, 2008

DOMINGO 21ro. DESPUES DE PENTECOSTES

5 DE OCTUBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

La calidad de la misericordia no es forzada, cae como la suave lluvia, del cielo, sobre la tierra. Es doblemente bendecida, bendice a quien la da como a quien la recibe.

William Shakespeare

Justo antes de que nuestro Señor dijera la parábola en el evangelio de hoy, hay una pregunta de parte de San Pedro en relación a con qué frecuencia debe perdonar a su hermano. Nuestro Señor le dice que no sólo siete veces sino setenta veces siete. Esas son las ocasiones suficientes y necesarias.
Para ilustrar este perdón, la parábola de hoy nos señala que el reino del Cielo está gobernado por la misericordia.
Dios es todo misericordioso. El nos ha dado todo lo que tenemos y todo lo que somos. Nos perdona al mismo tiempo que estamos arrepentidos y acudimos con verdadera humildad al sacramento de la penitencia. Perdona de igual manera una gran cantidad de pecados, como la más mínima de estos. El único obstáculo para recibir y experimentar Su misericordia es nuestro orgullo y amor propio.
Una vez que hemos sido perdonados por Dios, somos real y verdaderamente perdonados.
No tomemos literalmente la parábola en donde el Amo perdona la deuda y lo manda a la tortura hasta que pague todo lo que debía. Dios no nos trata de esta manera. Debemos observar que en las parábolas muchas cosas son accidentales a la parábola misma y se debe tener cuidado y restricción al observarlas. Dios no revoca un perdón otorgado, ya que sería contrario a toda su misericordia, y Sus obras son sin arrepentimientos.
Esto significa que Dios no perdonará, o mejor dicho que castigará severamente la ingratitud e inhumanidad del hombre que, después de haber recibido de Dios el perdón más liberal de sus trasgresiones graves, no puede perdonar la más mínima transgresión en su contra cometida por su prójimo, quien además es hijo también de su Dios.
La ingratitud puede compararse con los 10,000 talentos, como toda ofensa grave, cometida contra Dios, excede en un grado infinito, cualquier ofensa contra el hombre. Este arrepentimiento debe ser real, no pretencioso, del corazón y no de palabra nada más; sacrificando todo deseo de venganza, todo odio y resentimiento, ante la cúpula de la caridad.
¿Cuántas veces hemos orado (en el Padre Nuestro) que nos perdone Dios como nosotros perdonamos a nuestros deudores? ¿Hemos, en alguna ocasión, detenido a pensar que es lo que estamos diciendo? Pedimos a Dios que nos muestre su misericordia como nosotros la mostramos a nuestro prójimo. Para ser misericordiosos al mismo grado, y en la misma medida que nosotros somos. Esta es una petición tonta para la mayoría de los hombres, porque son muy pocos los que practican verdaderamente esta petición o tienen verdadera caridad. No existe nada erróneo con la oración porque nuestro Señor mismo nos la ha dado. El problema está en nuestro rechazo a la caridad y a la misericordia para nuestro prójimo. Cuando Dios nos muestra Su misericordia vemos que no se queda ni retiene nada. Su gracia fluye gentil y plenamente. Y quienes de manera correcta reciben Su gracia son eternamente agradecidos. El hombre se salva y Dios recibe los honores. Realmente la misericordia es doblemente bendecida. Sin embargo esta misericordia divina debe ser más que, bendecida doble, porque Dios espera que volteemos y manifestemos esta misma misericordia a nuestro prójimo y este a los que le rodean. Estos actos de amor y misericordia deben en teoría, reproducirse como fuego descontrolado sobre todo el mundo, sin embargo, no es así. Lo que vemos, por el contrario, es una vida salvaje llena de sospechas, odio y venganzas.
Vivimos en un mundo que aterroriza a la gente en el intento por librar una batalla y terminar con el terrorismo por siempre. Tal vez alguien pueda pelear fuego contra fuego y detener el fuego (cuando no hay nada mas a quemar), sin embargo, la mejor arma contra el fuego es todo lo contrario, el agua. La mejor arma contra el odio es el amor, no, más odio. La mejor arma contra la sospecha es la confianza. Contra la venganza el perdón, la mejor arma en contra de la miseria y el sufrimiento es la misericordia.
Para poner un poco de orden en la sociedad y en el mundo, debemos todos de manera seria considerar las lecciones dadas en la parábola del evangelio de hoy. Si realmente somos lo que decimos ser, cristianos que aman y siguen a Jesucristo, debemos entonces empezar a tener una actitud diferente del mundo a nuestro alrededor. Debemos amar a Dios sobre todas las cosas para poder amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Luego entonces debemos ser misericordiosos con nuestro prójimo como deseamos que Dios lo sean con nosotros.

ASI SEA.

Saturday, September 27, 2008

DOMINGO 20do. DESPUES DE PENTECOSTES

28 SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

¿Debemos tener compasión, por el Centurión del Evangelio de Hoy o debemos felicitarlo? Su hijo a quien amaba tiernamente se encontraba frente a la muerte. Esta es una situación muy pesada bajo los hombros de cualquier persona. Perder un hijo es un dolor tremendo, que tienta a muchos a cuestionar a Dios. Sabemos que todas las cosas pasan por el “bien de quienes aman a Dios” sin embargo, o no lo creemos o tal vez más correctamente, debemos preguntarnos, si verdaderamente, amamos a Dios.

Frecuentemente, Dios se lleva a los que amamos, sin embargo, no debemos cuestionar la bondad de Dios. El sabe el tiempo y lugar adecuado, para remover a cualquiera de nosotros, de este mundo y siempre es para el beneficio de nuestra alma eterna. Algunos son llamados ante de tener la oportunidad de ofender a Dios y ser eternamente condenados, algunos otros antes de tener la oportunidad de posicionarse en el peor de los lugares del infierno. O tal vez, a los que amamos, se los ha llevado para el gran beneficio de que aún quedan en esta vida. Tal vez nos apegamos demasiado a los que amamos y olvidamos a Dios, por lo que esta es una forma de Dios para regresarnos a Él.

Ocasionalmente, existen aquellos que aman a Dios al grado de que este cuerpo humano de nosotros, no es lo suficientemente fuerte para prevenir el alma de unirse con Dios por toda la eternidad. Tales almas están listas para unirse con Dios y están listos a perder este cuerpo corrupto y corruptible que nos mantiene en este “valle de lágrimas”

Si tan sólo recordáramos acudir a Dios en el tiempo del sufrimiento y tristeza, nos daremos cuenta que El es un Dios de amor. Lo que toma de nosotros y nosotros aceptamos en obediencia amorosa a la voluntad de Dios, Él de manera generosa nos paga abundantemente, sino en esta vida de seguro en la otra. No olvidemos la pérdida del santo Job y como debido a su aceptación de la voluntad de Dios, su pérdida fue reparada con gran abundancia.

El centurión del evangelio de hoy, no perdió a su hijo. La enfermedad mortal de este joven trajo tristeza y sufrimiento a toda su familia, sin embargo, también los acercó a Jesucristo por ayuda. Frecuentemente nos enfrentamos a nuestras limitaciones para que podamos acudir con más confianza a Dios.

Cuando confiamos en nosotros mismos, tambaleamos y caemos, pero cuando confiamos en Dios nos volvemos cada vez más fuertes. “Todo lo puedo hacer en Aquel que me fortalece”

Este es el segundo milagro que Jesucristo realiza en Cana (El primero fue la conversión del agua en vino). En esta ocasión no acude ante el joven sino que lo cura a distancia. Este milagro exigía al pobre padre, un gran acto de fe. “El hombre creyó la palabra de Jesucristo”. Este tipo de fe es en si mismo un milagro y un don de Dios. Este es el principio de su fe. Rara vez Dios nos da todo en un solo acto sino que recibimos Sus gracias poco a poco. Debemos, por lo tanto, cooperar con las gracias que nos ha dado antes de ser merecedores o estar preparados para recibir gracias mayores. Este es el caso del que nos habla el Evangelio de Hoy. Su necesidad, (la enfermedad mortal de su hijo) fue una gracia de Dios que lo acercó a Jesucristo; Cristo diciéndole que su hijo estaba sanado y la fe de este, fue el siguiente paso, en su progreso. Está demostrado que su hijo sanó en el justo momento en que Jesucristo se lo dijo, esto fortaleció su fe. Esto es comprobado por los sirvientes de su familia, finalmente otra gran gracia, “Y él creyó, y con este toda su familia”.

Esta fe es el mas grande de los milagros. Todos los demás son de un poco menor valor (la misma vida del joven). Sin embargo, todas y cada una de las gracias fueron importantes, toda vez que si alguna hubiera sido rechazada, la más grande de estas jamás hubiera sido realizada. Cuando consideramos las gracias bajo esta perspectiva, nos damos cuenta que no existen gracias sin importancia. Debemos ser fieles en las cosas pequeñas, porque es en base a estas que la grandeza o cooperación con la gracia de Dios, que recibimos gracias mayores. Frecuentemente deseamos evitar las gracias menos importantes en busca de alcanzar las cosas grandes, de las cuales no somos merecedores o somos incapaces de soportar.

Debemos planear el futuro y constantemente buscar hacer el bien, amar a Dios cada vez mas, sin perder de vista el momento presente. Examinémonos en donde nos encontramos en este preciso momento. Todo lo que somos y tenemos es don de Dios, aún aquello que se nos presenta tan triste y doloroso. Dios desea que este momento nos acerquemos mas a El. Si nos encontramos sufriendo en este momento en nuestras vidas, acudamos al consuelo de El o para que nos de fuerza para cargar con el sufrimiento que nos aqueja. Si encontramos placer, acudamos a Dios en acción de gracias, por su bondad, y nunca perdamos de vista que este placer es sólo una probadita del gran placer que nos espera por toda la eternidad mientas no nos alejemos de El.

Sunday, September 21, 2008

FESTIVIDAD DE SAN MATEO

APOSTOL Y EVANGELISTA

21 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

San Mateo era un recaudador de impuestos. Posición detestada por los Israelitas porque significaba una constante forma de recordarles que ya no eran libres e independientes. Estaban forzados a pagar tributo.

Cristo fue acusado al darle la bienvenida a tales pecadores y comer con ellos.

Cristo les recordó que Dios desea más la misericordia en lugar del sacrificio.

La mayoría de los sacrificios no son aceptados ante Dios porque quienes los ofrecen no tienen o buscan la virtud de la misericordia.

La misericordia es la manifestación externa del amor. Y como ya sabemos el amor es el mayor de los mandamientos. La conclusión aparece como aparente cuando conocemos la relación entre el amor y la misericordia.

¿Puede alguien decir que ama, si le falta la misericordia? ¿Cómo puede alguien decir que ama a su prójimo si falla al mostrarle misericordia en el momento de necesidad? ¿Y cómo puede alguien decir que ama a Dios, a quien no puede ver, si no puede amar a su prójimo que sí puede ver?

El sacrificio es necesario. Los sacrificios de animales, fue mandatorio en el Antiguo Testamento.

En el Nuevo, Cristo lo ha remplazado con el Nuevo Sacrificio – Su sacrificio en la Cruz y su continuidad en el Santo Sacrificio de la Misa.

Cuando ofrecemos este sacrificio, ofrecemos a Dios nuestro amor y adoración, acción de gracias, reparación y petición. Para que este Sacrificio sea meritorio debemos ofrecerlo con amor. Los beneficios de la Misa son demasiado numerosos y grandes para nosotros, desear restringirlos para un solo propósito. La santa Misa es ofrecida por los vivos y muertos. Este es un acto de misericordia – un acto de amor.

En el antiguo testamento los sacrificios fueron frecuentemente carentes de cualquier pensamiento de misericordia o amor. Fueron degenerando en un ritual esclavizado, siguiendo la ley de la letra en lugar del espíritu de este. Con el pasar de los tiempos el sacrificio de la Misa aparentemente llegó a ser una ceremonia repetitiva carente de todo significado de misericordia y amor que es tan esencial en la Misa.

Conforme el hombre se convertía en un ser más egoísta, perdió todo sentimiento de amor y por lo tanto de toda misericordia. Esto ha sido manifiesto en el Novus Ordo, muy a pesar de presentarse siempre como preocupados por el bienestar social de sus semejantes. Todo lo que podemos ver es una superficialidad y extremadamente egoístas. Ayudan a sus semejantes para que estos los alaben.

Los “tradicionalistas” no son mucho mejor. Aferrándose a la letra de la ley y ceremonias de la Misa son indiferentes ante la misericordia y el amor que son esenciales a la Misa. Aparecen como no “cristianos” que están tan cerrados e insensibles a sus semejantes que se llaman a si mismos “tradicionalistas”. La cumbre de la hipocresía clamando sujetarse a la verdadera Misa, actúan directamente en contra del espíritu de Esta. Por lo menos, el Novus Ordo tiene la decencia de desarrollar una nueva liturgia para remplazar a la Misa y es más constante en mantener su espiritualidad superficial y auto-indulgente.

La misericordia es el mayor acto del amor, porque cuando practicamos la misericordia sacrificamos, incluso, nuestro amor propio. Entregamos nuestro tiempo, energía, dinero, etc. También dando nuestro propio ser para ayudar a quien lo necesite. Hacemos esto no con el fin de ser recompensados ya sea de manera monetaria o en honores, sino por el amor a Dios, luego entonces por el amor a nuestro prójimo. Es comparativamente fácil, dar algo que no necesitamos a queremos, pero para verdaderamente dar misericordia damos eso que es verdaderamente necesario, nosotros mismos.

La misericordia demanda que nosotros mismos entremos en incomodidades – que hagamos un sacrificio nosotros mismos. Al mismo tiempo la misericordia nos demanda no contar el costo de esta. Hacemos este sacrificio de manera voluntaria y con gusto porque es esencialmente un acto de amor. Esta es la razón por la cual Cristo ha venido a nosotros – para mostrarnos Su misericordia. Esto es lo que Cristo busca de nosotros, quienes deseamos seguirlo y estar con el por toda la eternidad.

Así Sea.

Saturday, September 13, 2008

DOMINGO 18 DESPUÉS DE PENTECOSTES

14 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

¿Qué es más fácil decir: Perdonados te son tus pecados, o decir; Levántate y anda?

En la sanación del cuerpo frecuentemente se nos presentan algunos problemas y dificultades aparentes. Con que facilidad y rapidez podemos dañar y lastimar nuestra salud y la vida misma de nuestro cuerpo. Sin embargo que difícil y complicado restaurar la salud y vida a este.

Nuestros médicos nos presentan una gran cantidad de cirugías, procedimientos y medicina para aliviar los síntomas y dolores, sin embargo, raramente curan y sanan; frecuentemente causan más problemas. Entendiendo lo que significa decirle a un lisiado “levántate y anda” hacer esto, debe ser algo verdaderamente extraordinario, fuera de lo normal.

Entender la maravilla de sanar el cuerpo, debemos ver claramente que es una cosa mucho más maravillosa dar salud al alma. Toda vez que el alma es mucho más valiosa que el cuerpo mismo. La salud del cuerpo puede lograrse a través de medios naturales, pero la salud del alma sólo puede lograrla su creador- Dios.

Cuando Cristo le dice al hombre, “tus pecados te son perdonados” Hubo realizado algo que la gente desconocía o jamás había escuchado. Creyeron imposible esto, porque es algo que sólo Dios puede hacer. Y en lugar de concluir que este hombre es Dios, prefirieron mejor alimentar la idea maligna en su corazón, Cristo blasfemaba.

Para alejar ese mal pensamiento de su mente, Cristo realiza otro milagro, un poco menos espectacular, sin embargo más fácil de entender y ver claramente. Cura el cuerpo de este hombre “levántate y anda”. Este milagro no tan grande como el anterior sirvió para probar el primero.

Que contrario aparece ante la justa razón. Parecería más lógico ofrecer un milagro mayor para probar un menor. Sin embargo, debido a nuestra naturaleza caída, Cristo es forzado a acomodarse a nuestro nivel. Sana el cuerpo para probar que puede sanar el alma.

Todos los testigos de este evento tienen sólo una conclusión correcta; no sólo es Cristo un gran hombre con poder de curar las enfermedades, Sino que además, ejerce el poder de Dios en la salud de las almas. Luego entonces, es Dios y hombre verdadero.

No debe existir ninguna duda en nuestra mente hoy en día sobre la verdad que nos dice que Cristo en Dios y que tiene el poder de perdonar los pecados. Favor de notar que dice que los pecados no son escondidos o disfrazados sino perdonados- eliminados. Cristo no acepta al pecador como es, sino que lo acepta únicamente una vez que ha sido limpiado de todo pecado. De esta manera era necesario, no solamente, para Cristo, perdonar los pecados, mientras estuvo en este mundo, sino que además estableció el sacerdocio que debería continuar con Su obra. Trasmitió Su poder sobre las manos del sacerdote para que pudiera perdonar los pecados.
De la misma manera como hay muchos “doctores” que intentan sanar el cuerpo y frecuentemente causan más problemas de los que resuelven, de la misma manera existen muchos “predicadores” que pretenden sanar el alma y sólo ocasionan más problemas de los que tenía el pobre pecador. A cuantos se les da la sugerencia protestante de que no existe nada malo con ellos y que Dios los ama tal y como son. Mientras sus almas abundan en agonía de manera “valiente” sonríen y pretenden que todo está de maravilla. Y aunque pueden engañar a una gran mayoría no pueden engañar a Dios o a sí mismos.

La única manera de curar el alma es la que Cristo mismo nos ha dado. Debemos humildemente presentarnos a Su sacerdote en el sacramento de la Confesión y recibir la absolución y cumplir nuestra penitencia. Debemos odiar nuestros pecados- al grado de obtener un verdadero remordimiento de haberlos cometido y debemos formar la intención con la ayuda de la gracia de Dios de jamás cometerlos nuevamente.

Cristo pudo leer el corazón del lisiado y conocía el estado de su alma. Pudo ver que este hombre detestaba sus pecados y estaba verdaderamente arrepentido por lo cual pudo decirle: “tus pecados te son perdonados”. El sacerdote que Cristo ha mandado en Su nombre para perdonar pecados no puede leer nuestro corazón, por lo que nosotros mismos, debemos humillarnos y abrirle nuestro corazón. Debemos revelar lo que es tan vergonzoso y humillante para nosotros para que nos pueda aconsejar, corregir y sanar en el nombre de Cristo. Y cuando un sacerdote verdadero con facultades nos absuelve podemos decir con certeza que nuestros pecados nos han sido perdonados.

Así sea.

Monday, September 8, 2008

DOMINGO 17 DESPUÉS DE PENTECOSTES

7 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos hermanos:

El día de hoy se nos presenta dos preguntas muy importantes. Una hecha por los Fariseos y la otra por Nuestro Señor Jesucristo.

La primera, hecha por los fariseos, es importante porque trata sobre la esencia misma de nuestra vida espiritual. El mayor de los mandamientos de Dios es que lo amemos con todo nuestro corazón, alma y mente. Y el segundo como el anterior que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Dios es un amante celoso y no compartirá un lugar en nuestro corazón con nada ni nadie. Quiere todo nuestro amor. Este amor permite que amemos a otros por amor Su amor. Podemos amarnos a nosotros mismos porque Dios nos ha hecho para ser amado. Somos hechos a Su imagen y semejanza y si nos amamos a nosotros mismos de manera correcta en toda actualidad lo amamos a Él. El motivo por el que podemos ser amados es porque somos el reflejo de la bondad de Dios.

Se nos pide amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos porque él está en la misma situación en la que nos encontramos nosotros. Ambos nos sabemos creados, nutridos y redimidos por Dios. Nos damos cuenta que nuestro prójimo es amado por Dios y toda la bondad en este es en realidad la bondad de Dios que vemos reflejada en nuestro prójimo. Más aún se nos ordena amar a nuestros enemigos – no porque su maldad sea digna de amor – sino porque ellos también son creados a imagen y semejanza de Dios y Jesucristo murió por también por sus pecados.

Una vez que hubo dado respuesta, a la pregunta de los fariseos, Jesucristo ahora les hace esta pregunta: ¿Quién es el padre de Jesucristo? A lo que responden según las profecías, Cristo es el hijo de David. Pero si Cristo es el hijo de David, ¿quién es entonces, a quien David llama como su propio hijo? ¿Cómo puede el hijo ser Señor de su propio padre? Esta pregunta los dejo perplejos al grado de ya no atreverse a hacerle más preguntas.

La respuesta a esta pregunta es obvia para nosotros. Cristo es hijo de David según la carne (como hombre) y Cristo es Señor porque es el Hijo de Dios. Cristo es Dios y hombre.
Esta simple verdad ha sido un golpe severo para muchos a través de la historia. Han existido muchas herejías que surgieron por un mal entendido sobre quien es exactamente Jesucristo. Algunos desean que Cristo sea sólo Dios, negando su humanidad, otros como un hombre santo pero no Dios.

Si Cristo fuera sólo Dios y no hombre, no pudo haber sufrido y muerto por nosotros sobre la cruz – el hombre estaría entonces perdido. Si Cristo fuera sólo hombre, Su sacrificio sobre la cruz es insuficiente para redimirnos de nuestros pecados – luego entonces, estaríamos perdidos.

Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

Vemos que estos errores aún predominan en nuestros días y que además nuevos errores se le están añadiendo.

Tal vez, el más siniestro es en el que algunos herejes modernistas han exagerado la doctrina sobre el Cuerpo Místico de Jesucristo, incluyendo a todo el género humano, al grado que todo seguimiento de una persona individualmente histórica – Jesucristo – ya no exista. Es un pan-cristianismo (todo es Cristo) a diferencia del Panteísmo (todo es Dios). En este error, los herejes modernistas presentan a todos y cada uno de nosotros y todos juntos como Cristo. Somos dioses. Esto se refleja en los cambios a algunos de los sacramentos. Aparece significativamente en la remoción total del concepto del pecado. El pecado ya no existe. Luego entonces, no hay necesidad de la Penitencia ni de la Confesión. Lo han remplazado con la “reconciliación”, sin necesidad de arrepentimiento ni enmienda de vida. Sus funerales parecen más bien canonizaciones. Cuantos han sido engañados al señalárseles que sus seres queridos fallecidos se encuentran ya en el Cielo. Aún aquellos que hubieron llevado una vida pecaminosa y escandalosa.

Seamos precavidos y evitemos caer en estos males recordando la pregunta del evangelio de hoy y busquemos entenderla como Jesucristo a través de la verdadera Iglesia nos enseña.

Debemos amar a Dios con todo nuestro ser, debemos amarnos a nosotros mismos en Dios y a nuestro prójimo por el amor de Dios. Debemos entender que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Es un ser humano históricamente distinto y no sólo una teoría o hipótesis. Al cumplir sus mandamientos somos incorporados en Su Cuerpo Místico. No debemos tratar de reinterpretar a Cristo y forzar a Dios que sea como nosotros sino que debemos constantemente buscar ser como Cristo.

Así sea

Saturday, August 30, 2008

Domingo 16. Después de Pentecostés

31 de agosto de 2008

Queridos Hermanos:

Después de que Jesucristo hubo sanado al hombre hidrópico en sábado, se dispuso a sanar a los fariseos del mal espiritual- El orgullo
Porque todo aquel que se ensalza será humillado, y quien se humilla será ensalzado. EL orgullo es un mal terrible. Es como un virus que infecta todo lo que toca. Es tal vez peor, ya que es muy astuto en disfrazar su presencia. Es capaz de presentarse como obras buenas o virtuosas. El orgullo muchas veces se presenta a nosotros como una virtud.
El orgullo nos hace exaltarnos a nosotros mismos, cuando buscamos ser más de lo que realmente somos, es cuando somos orgullosos. En cuantas ocasiones una mujer se llena de maquillaje y llena de arreglos su cuerpo con la ilusión de sentirse hermosa cuando en realidad no es más que el hazmerreír, de todo aquel que la ve. O en la vida espiritual, algunos llenos de orgullo hablan de cuestiones piadosas y oran, para que los superficiales los observen y concluyan que son santos.
Frecuentemente son aquellos que buscan los primeros lugares y desean ser honrados y respetados más allá de lo que realmente merecen.
Este orgullo nos hace recibir toda la gloria de lo que hacemos hacia nosotros mismos en lugar de Dios, quien es la fuente de todo bien. Debemos recordar que Dios permite todo el fruto o utilidad de todas las cosas, sin embargo, se reserva para Sí mismo toda la gloria y honor. Debemos honrar y glorificar a Dios en cada cosa aun cuando se nos permite el privilegio de usar y ganar los beneficios de todas aquellas cosas que Dios nos ha dado. Como lo dice san Pablo: “Soy lo que soy por la gracia de Dios”.
EL hombre orgulloso tiende a rechazar a su prójimo, se imagina ser mejor o mayor, cuando en realidad no tiene nada que pueda reclamar como suyo. También debemos considerar que nuestro prójimo ha sido creado, nutrido y redimido por el mismo Dios que a nosotros. Es pecaminoso rechazar lo que Dios ha creado a Su propia imagen y semejanza, y ama al grado de ofrecerse a Si mismo en la cruz por sus pecados.
Entendamos que no hay nada más detestable, ante los ojos de Dios, como el orgullo. Cristo no tuvo otra cosa más que compasión por los grandes pecadores. De inmediato perdona a la mujer publica María Magdalena, al publicano Zaqueo, y al ladrón en la cruz. Sin embargo, Cristo fue muy severo con los Escribas y Fariseos. Se refiere a ellos como nido de víboras e hijos del demonio, todo debido a su orgullo.
El orgullo atrae sobre nosotros la cólera de Dios. Las humillaciones del hombre orgulloso son terribles tormentos en la eternidad, sin embargo la miseria del hombre orgulloso se puede ver aún en este mundo. El hombre orgulloso es un hombre miserable, dice san Agustín: EL orgullo engendra la envidia como a su hijo legitimo, y la mala madre siempre está acompañada de su hijo”. Cuando el hombre orgulloso ve como estiman a los demás y el mismo desairado, la envidia y el coraje se engendran en su corazón; se incomoda, se aleja de su alma la paz, para sólo sentir mal humor y descontento.
El orgullo nos roba los meritos de la eternidad. Cuando el hombre orgulloso hace alguna cosa lo hace para su propia gloria y honor, busca el reconocimiento humano. Nada hace por el honor y gloria de Dios. Busca lo vano y pasajero. Nuestro señor le dice: Ya has recibido lo que te corresponde y no esperes recibir nada más en la eternidad.

San Bernardo dice que para poder mantener el espíritu del orgullo alejado de nosotros debemos cuestionarnos, ¿Qué fuimos? ¿Qué seremos? Recordemos de dónde venimos y avergoncémonos.
Reflexionemos también sobre la verdad que nos señala que Cristo y los santos fueron humildes.
No digamos nada sobre nosotros mismos, sin razón alguna, que pueda redoblar nuestro honor, no hagamos caso a las alabanzas de los hombres y los aplausos del mundo, porque todos son vanidad. Por el contrario hagamos un esfuerzo por lograr alabanza de Dios sobre nuestras virtudes, porque sólo esto tiene valor.” Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo os ensalce”. (1 San Pedro 5:6)

Así sea.

Saturday, August 23, 2008

San Bartolomé Apóstol

24 de agosto de 2008


Queridos Hermanos:


El evangelio de hoy nos muestra la elección de los doce apóstoles, de parte de Nuestro Señor Jesucristo. Es muy importante notar que antes del llamado de los doce, “Se retiró Jesús a orar en un monte y pasó la noche haciendo oración a Dios”.


Jesucristo se nos manifiesta siempre en oración antes de realizar cualquier actividad importante, antes de empezar su vida pública, antes de la elección de los doce, antes de su Crucifixión, etc. Debemos entender que estas ocasiones no son los únicos momentos en que Jesucristo hizo oración. Será más adecuado decir que siempre estuvo haciendo oración. Siempre estuvo en unión y “comunicación” con Dios Padre y el Espíritu Santo. Porque son Uno.


De manera deliberada nuestro Señor se nos manifiesta haciendo oración constantemente para instruirnos sobre la necesidad de la oración. Nosotros también debemos orar y orar siempre, pero de manera particular antes de realizar cualquier actividad importante en nuestras vidas.
Es muy importante que no cometamos error en estas decisiones de nuestras vidas porque cualquier error puede hacer nuestras vidas en este mundo, miserables y tal vez causarnos dolor eterno y sufrimiento en el Infierno.


Para poder tomar una buena decisión es necesario la iluminación y el consejo Divino.
Una gran cantidad de personas se inician en una vocación sólo por capricho. Les preguntamos a nuestros hijos que quieren ser o que desean hacer cuando sean grandes. Se les ha enseñado a que deben saber que es lo que quieren hacer y quieres ser, sin embargo al no tener experiencia en ninguna de estas dos cuestiones, se espera que hagan una comparación, y decisiones sin ningún conocimiento o entendimiento real.


Estamos rodeados de individuos que no tienen ningún objetivo en esta vida. Asisten a la escuela sin ninguna dirección de lo que deben estudiar, después vagan de un empleo a otro, sin encontrar el que los hace “felices” o van de una “esposa” a otra sin encontrar la “correcta”.


¿Qué les falta en sus vidas? Dirección. Y ¿dónde encontrarán esa dirección? En la reflexión sensata y en la oración. Si Jesucristo no seleccionó a sus apóstoles sin hacer oración, ¿cómo podemos creer nosotros pobres tontos, tomar una decisión adecuada, en nuestras vidas, sin oración?


Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y a menos que cooperemos y cumplamos esta meta especifica, que ha creado para nosotros, es muy probable que no encontremos nunca la verdadera felicidad ni en este mundo ni en la eternidad.


¿Cómo podemos saber si El nos manda decir o El mismo nos dice lo que debemos hacer? Para poder ser instruidos es necesario la oración, debemos aprender a pedir: “Busca y encontrarás”. Debemos pedirlo por medio de la oración.


No debemos esperar que Dios se presente ante nosotros o que escuchemos Su voz como un gran relámpago del cielo. Sino que por el contrario habiendo orado con verdadera devoción y fervor de que somos capaces, veremos que Dios hará Su voluntad manifiesta ante nosotros, en las circunstancias en las que nos encontramos, o en el consejo sólido de un superior o un verdadero amigo.


Mientras mantengamos a Dios alejado de nosotros y busquemos hacer nuestra voluntad, jamás encontraremos nuestro verdadero lugar en esta vida, consecuentemente no encontraremos la verdadera felicidad.


Parece obvio que mucha gente falla en hacer la voluntad de Dios en sus vidas, algunos ni siquiera consideran la voluntad de Dios. Se encuentran muy ocupados corriendo como pollos in cabeza, esperando que de alguna manera se topen con la vocación adecuada o la esposa correcta. Y casi de manera invariable toman una decisión que los mantiene atados por el resto de sus vidas y tal vez en lamentación eterna.


Enseñemos a nuestros hijos consultar a Dios, sus conciencias y a sus superiores para la dirección a tomar en sus vidas. Deben ser precavidos en tomar decisiones importantes y hacer oración antes de ello. Que aquellos que están como representantes de Dios y Su autoridad (incluidos no sólo los sacerdotes y religiosos, sino también los padres, maestros etc.) hacer también oración para que puedan aconsejar y guiar según la voluntad de Dios en lugar de la suya propia.


Nuestras decisiones tienen consecuencias muy serias tanto en el tiempo como en la eternidad. Busquemos tener estas decisiones siempre en unión con la voluntad de Dios, de esta manera no tendremos nada que temer, encontraremos la felicidad tanto ahora como eternamente.


Así sea.

Saturday, August 16, 2008

DOMINGO 14ª DESPUES DE PENTECOSTES

17 DE AGOSTO DE 2008

Queridos Hermanos:


Nadie puede servir a dos señores. Desde la caida de nuestros primeros padres, hemos sido contaminados con un terrible descontrol en nuestras vidas. Nuestro cuerpo que, fue creada para servir al espiritu, constantemente esta buscando la forma de llevar el control y forzar al espiritu a obedecer en lugar de mandar. Este desorden se puede ver en todo el mundo a nuestro alrededor, pero es mas intimamente visto y experimentado en nosotros mismos.

Nuestro cuerpo rebelde esta falto de fe y confianza en Dios. Cuando escuchamos nuestras pasiones desordenadas, nos volvemos orgullosos y buscamos hacer todo por nosotros mismos. Buscamos acumular riquezas, poder y prestigio. Nos volvemos indiferentes ante los medio que utilizamos para lograr este objetivo. Y con nuestra naturaleza caida por el pecado, nos parece razonable aceptar el fatal error, alejado de toda lógica, de que “el fin justifica los medios”

El cuerpo se convierte en tirano y jamas complacido. Las pobres almas que se entregan al servicio de la carne se consumen buscando objetivos, sin lograr ningun resultado. Constantemente estan esperando alcanzar algun estado de paz, felicidad y reposo, sin embargo nunca lo logran, toda vez que la carne no conoce de límites y siempre deseara mas.

El hombre avaro nunca tiene lo suficiente aunque no pueda emplear de manera util todo lo que ya ha acumulado. El glotón nunca es saciado, debe seguir comiendo aunque al hacer esto atente contra su salud. El lujurioso siempre espera obtener la felicidad en su próximo placer, sin embargo el hábito le ha robado el placer que experimentó alguna vez el la gratificación de sus pasiones.

El servicio de las pasiones desordenadas, sólo deja en el hombre, vacio, miseria, tristeza y frustración. Sin embargo este maestro maligno nunca ve el abandono como salida. Continuamente promete paz en el siguiente placer, sin embargo es siempre la misma cosa una y otra vez; para al final de esta vida de servicio al maligno maestro, conducir su alma a la condenación eterna en el Infierno, donde no solo se perderá la felicidad aparente que deseaba en este mundo, sino que además de ver de manera clara su error y la esperanza que tenia en lograrla, desvanecerse. Su vida se convertirá en una total desesperación, odio y corage. Esta alma será aún mas miserable, porque verá, que tan fácil pudo haber sido para el, rechazar este mal y servir al verdadero maestro, mientras estaba en este mundo.

Habra muchos que leerán estas líneas y creer que de alguna manera podran servir a ambos, sin embargo esto es lo que precisamente, en el evangelio de hoy, nuestro Señor Jesucristo esta diciendo, lo que no debemos hacer . Aunque de manera razonable cuidemos nuestro cuerpo, debemos recordar que el cuerpo esta hecho para el servicio de nuestra alma. Es este que debe ser el sirviente.

Si fijamos nuestra atención en las cosas mas importantes, para nuestra vida y frente a nosotros, no tendremos de que preocuparnos. Cuando buscamos amar a Dios con nuestro ser completo todo lo demás se acomoda en el orden apropiado. Conforme amamos a Dios como es debido empezamos a amarnos a nosotros mismos de manera correcta y consecuentemente a nuestro prójimo.

En este orden correcto de cosas no tenemos nada de que preocuparnos o temer. Dios creador de nuestra alma y cuerpo, no nos dejará sin el cuidado y los medios necesarios para el mantenimiento adecuado de este. No nos dice que debemos despreocuparnos por la salud y bienestar de nuestro cuerpo, sino que nos dice que, El nos dará lo que necesitamos para nuestro bienestar y salud, sólo necesitamos cooperar con Su gracia y hacer lo que a nosotros corresponde.

Existen muchas personas que buscan los placeres de la vida de casados, pero temen o rechazan las consecuencias y obligaciones de proveer por la familia. Si de manera voluntaria y con buena disposición servirmos a Dios, no tendremos nada que temer. Si Dios ve adecuado la creación de una nueva familia, debemos obedecer y creer en que El proveera los medios para el cuidado de esta. Se requiere de un gran sacrificio y tal vez no dejar al cuerpo estancado, en todos los placeres a los que se haya acostumbrado cuando se encontraba solo o cuando los proveedores de lo indispensable para subsistir dependia de otros, como pdre y madre; sin embargo obtendran los medios que darán lo necesario, mientras esten en unión con Dios.

“Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todo esto se os dará por añadirura”.

Asi sea.