Saturday, September 27, 2008

DOMINGO 20do. DESPUES DE PENTECOSTES

28 SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

¿Debemos tener compasión, por el Centurión del Evangelio de Hoy o debemos felicitarlo? Su hijo a quien amaba tiernamente se encontraba frente a la muerte. Esta es una situación muy pesada bajo los hombros de cualquier persona. Perder un hijo es un dolor tremendo, que tienta a muchos a cuestionar a Dios. Sabemos que todas las cosas pasan por el “bien de quienes aman a Dios” sin embargo, o no lo creemos o tal vez más correctamente, debemos preguntarnos, si verdaderamente, amamos a Dios.

Frecuentemente, Dios se lleva a los que amamos, sin embargo, no debemos cuestionar la bondad de Dios. El sabe el tiempo y lugar adecuado, para remover a cualquiera de nosotros, de este mundo y siempre es para el beneficio de nuestra alma eterna. Algunos son llamados ante de tener la oportunidad de ofender a Dios y ser eternamente condenados, algunos otros antes de tener la oportunidad de posicionarse en el peor de los lugares del infierno. O tal vez, a los que amamos, se los ha llevado para el gran beneficio de que aún quedan en esta vida. Tal vez nos apegamos demasiado a los que amamos y olvidamos a Dios, por lo que esta es una forma de Dios para regresarnos a Él.

Ocasionalmente, existen aquellos que aman a Dios al grado de que este cuerpo humano de nosotros, no es lo suficientemente fuerte para prevenir el alma de unirse con Dios por toda la eternidad. Tales almas están listas para unirse con Dios y están listos a perder este cuerpo corrupto y corruptible que nos mantiene en este “valle de lágrimas”

Si tan sólo recordáramos acudir a Dios en el tiempo del sufrimiento y tristeza, nos daremos cuenta que El es un Dios de amor. Lo que toma de nosotros y nosotros aceptamos en obediencia amorosa a la voluntad de Dios, Él de manera generosa nos paga abundantemente, sino en esta vida de seguro en la otra. No olvidemos la pérdida del santo Job y como debido a su aceptación de la voluntad de Dios, su pérdida fue reparada con gran abundancia.

El centurión del evangelio de hoy, no perdió a su hijo. La enfermedad mortal de este joven trajo tristeza y sufrimiento a toda su familia, sin embargo, también los acercó a Jesucristo por ayuda. Frecuentemente nos enfrentamos a nuestras limitaciones para que podamos acudir con más confianza a Dios.

Cuando confiamos en nosotros mismos, tambaleamos y caemos, pero cuando confiamos en Dios nos volvemos cada vez más fuertes. “Todo lo puedo hacer en Aquel que me fortalece”

Este es el segundo milagro que Jesucristo realiza en Cana (El primero fue la conversión del agua en vino). En esta ocasión no acude ante el joven sino que lo cura a distancia. Este milagro exigía al pobre padre, un gran acto de fe. “El hombre creyó la palabra de Jesucristo”. Este tipo de fe es en si mismo un milagro y un don de Dios. Este es el principio de su fe. Rara vez Dios nos da todo en un solo acto sino que recibimos Sus gracias poco a poco. Debemos, por lo tanto, cooperar con las gracias que nos ha dado antes de ser merecedores o estar preparados para recibir gracias mayores. Este es el caso del que nos habla el Evangelio de Hoy. Su necesidad, (la enfermedad mortal de su hijo) fue una gracia de Dios que lo acercó a Jesucristo; Cristo diciéndole que su hijo estaba sanado y la fe de este, fue el siguiente paso, en su progreso. Está demostrado que su hijo sanó en el justo momento en que Jesucristo se lo dijo, esto fortaleció su fe. Esto es comprobado por los sirvientes de su familia, finalmente otra gran gracia, “Y él creyó, y con este toda su familia”.

Esta fe es el mas grande de los milagros. Todos los demás son de un poco menor valor (la misma vida del joven). Sin embargo, todas y cada una de las gracias fueron importantes, toda vez que si alguna hubiera sido rechazada, la más grande de estas jamás hubiera sido realizada. Cuando consideramos las gracias bajo esta perspectiva, nos damos cuenta que no existen gracias sin importancia. Debemos ser fieles en las cosas pequeñas, porque es en base a estas que la grandeza o cooperación con la gracia de Dios, que recibimos gracias mayores. Frecuentemente deseamos evitar las gracias menos importantes en busca de alcanzar las cosas grandes, de las cuales no somos merecedores o somos incapaces de soportar.

Debemos planear el futuro y constantemente buscar hacer el bien, amar a Dios cada vez mas, sin perder de vista el momento presente. Examinémonos en donde nos encontramos en este preciso momento. Todo lo que somos y tenemos es don de Dios, aún aquello que se nos presenta tan triste y doloroso. Dios desea que este momento nos acerquemos mas a El. Si nos encontramos sufriendo en este momento en nuestras vidas, acudamos al consuelo de El o para que nos de fuerza para cargar con el sufrimiento que nos aqueja. Si encontramos placer, acudamos a Dios en acción de gracias, por su bondad, y nunca perdamos de vista que este placer es sólo una probadita del gran placer que nos espera por toda la eternidad mientas no nos alejemos de El.

Sunday, September 21, 2008

FESTIVIDAD DE SAN MATEO

APOSTOL Y EVANGELISTA

21 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

San Mateo era un recaudador de impuestos. Posición detestada por los Israelitas porque significaba una constante forma de recordarles que ya no eran libres e independientes. Estaban forzados a pagar tributo.

Cristo fue acusado al darle la bienvenida a tales pecadores y comer con ellos.

Cristo les recordó que Dios desea más la misericordia en lugar del sacrificio.

La mayoría de los sacrificios no son aceptados ante Dios porque quienes los ofrecen no tienen o buscan la virtud de la misericordia.

La misericordia es la manifestación externa del amor. Y como ya sabemos el amor es el mayor de los mandamientos. La conclusión aparece como aparente cuando conocemos la relación entre el amor y la misericordia.

¿Puede alguien decir que ama, si le falta la misericordia? ¿Cómo puede alguien decir que ama a su prójimo si falla al mostrarle misericordia en el momento de necesidad? ¿Y cómo puede alguien decir que ama a Dios, a quien no puede ver, si no puede amar a su prójimo que sí puede ver?

El sacrificio es necesario. Los sacrificios de animales, fue mandatorio en el Antiguo Testamento.

En el Nuevo, Cristo lo ha remplazado con el Nuevo Sacrificio – Su sacrificio en la Cruz y su continuidad en el Santo Sacrificio de la Misa.

Cuando ofrecemos este sacrificio, ofrecemos a Dios nuestro amor y adoración, acción de gracias, reparación y petición. Para que este Sacrificio sea meritorio debemos ofrecerlo con amor. Los beneficios de la Misa son demasiado numerosos y grandes para nosotros, desear restringirlos para un solo propósito. La santa Misa es ofrecida por los vivos y muertos. Este es un acto de misericordia – un acto de amor.

En el antiguo testamento los sacrificios fueron frecuentemente carentes de cualquier pensamiento de misericordia o amor. Fueron degenerando en un ritual esclavizado, siguiendo la ley de la letra en lugar del espíritu de este. Con el pasar de los tiempos el sacrificio de la Misa aparentemente llegó a ser una ceremonia repetitiva carente de todo significado de misericordia y amor que es tan esencial en la Misa.

Conforme el hombre se convertía en un ser más egoísta, perdió todo sentimiento de amor y por lo tanto de toda misericordia. Esto ha sido manifiesto en el Novus Ordo, muy a pesar de presentarse siempre como preocupados por el bienestar social de sus semejantes. Todo lo que podemos ver es una superficialidad y extremadamente egoístas. Ayudan a sus semejantes para que estos los alaben.

Los “tradicionalistas” no son mucho mejor. Aferrándose a la letra de la ley y ceremonias de la Misa son indiferentes ante la misericordia y el amor que son esenciales a la Misa. Aparecen como no “cristianos” que están tan cerrados e insensibles a sus semejantes que se llaman a si mismos “tradicionalistas”. La cumbre de la hipocresía clamando sujetarse a la verdadera Misa, actúan directamente en contra del espíritu de Esta. Por lo menos, el Novus Ordo tiene la decencia de desarrollar una nueva liturgia para remplazar a la Misa y es más constante en mantener su espiritualidad superficial y auto-indulgente.

La misericordia es el mayor acto del amor, porque cuando practicamos la misericordia sacrificamos, incluso, nuestro amor propio. Entregamos nuestro tiempo, energía, dinero, etc. También dando nuestro propio ser para ayudar a quien lo necesite. Hacemos esto no con el fin de ser recompensados ya sea de manera monetaria o en honores, sino por el amor a Dios, luego entonces por el amor a nuestro prójimo. Es comparativamente fácil, dar algo que no necesitamos a queremos, pero para verdaderamente dar misericordia damos eso que es verdaderamente necesario, nosotros mismos.

La misericordia demanda que nosotros mismos entremos en incomodidades – que hagamos un sacrificio nosotros mismos. Al mismo tiempo la misericordia nos demanda no contar el costo de esta. Hacemos este sacrificio de manera voluntaria y con gusto porque es esencialmente un acto de amor. Esta es la razón por la cual Cristo ha venido a nosotros – para mostrarnos Su misericordia. Esto es lo que Cristo busca de nosotros, quienes deseamos seguirlo y estar con el por toda la eternidad.

Así Sea.

Saturday, September 13, 2008

DOMINGO 18 DESPUÉS DE PENTECOSTES

14 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

¿Qué es más fácil decir: Perdonados te son tus pecados, o decir; Levántate y anda?

En la sanación del cuerpo frecuentemente se nos presentan algunos problemas y dificultades aparentes. Con que facilidad y rapidez podemos dañar y lastimar nuestra salud y la vida misma de nuestro cuerpo. Sin embargo que difícil y complicado restaurar la salud y vida a este.

Nuestros médicos nos presentan una gran cantidad de cirugías, procedimientos y medicina para aliviar los síntomas y dolores, sin embargo, raramente curan y sanan; frecuentemente causan más problemas. Entendiendo lo que significa decirle a un lisiado “levántate y anda” hacer esto, debe ser algo verdaderamente extraordinario, fuera de lo normal.

Entender la maravilla de sanar el cuerpo, debemos ver claramente que es una cosa mucho más maravillosa dar salud al alma. Toda vez que el alma es mucho más valiosa que el cuerpo mismo. La salud del cuerpo puede lograrse a través de medios naturales, pero la salud del alma sólo puede lograrla su creador- Dios.

Cuando Cristo le dice al hombre, “tus pecados te son perdonados” Hubo realizado algo que la gente desconocía o jamás había escuchado. Creyeron imposible esto, porque es algo que sólo Dios puede hacer. Y en lugar de concluir que este hombre es Dios, prefirieron mejor alimentar la idea maligna en su corazón, Cristo blasfemaba.

Para alejar ese mal pensamiento de su mente, Cristo realiza otro milagro, un poco menos espectacular, sin embargo más fácil de entender y ver claramente. Cura el cuerpo de este hombre “levántate y anda”. Este milagro no tan grande como el anterior sirvió para probar el primero.

Que contrario aparece ante la justa razón. Parecería más lógico ofrecer un milagro mayor para probar un menor. Sin embargo, debido a nuestra naturaleza caída, Cristo es forzado a acomodarse a nuestro nivel. Sana el cuerpo para probar que puede sanar el alma.

Todos los testigos de este evento tienen sólo una conclusión correcta; no sólo es Cristo un gran hombre con poder de curar las enfermedades, Sino que además, ejerce el poder de Dios en la salud de las almas. Luego entonces, es Dios y hombre verdadero.

No debe existir ninguna duda en nuestra mente hoy en día sobre la verdad que nos dice que Cristo en Dios y que tiene el poder de perdonar los pecados. Favor de notar que dice que los pecados no son escondidos o disfrazados sino perdonados- eliminados. Cristo no acepta al pecador como es, sino que lo acepta únicamente una vez que ha sido limpiado de todo pecado. De esta manera era necesario, no solamente, para Cristo, perdonar los pecados, mientras estuvo en este mundo, sino que además estableció el sacerdocio que debería continuar con Su obra. Trasmitió Su poder sobre las manos del sacerdote para que pudiera perdonar los pecados.
De la misma manera como hay muchos “doctores” que intentan sanar el cuerpo y frecuentemente causan más problemas de los que resuelven, de la misma manera existen muchos “predicadores” que pretenden sanar el alma y sólo ocasionan más problemas de los que tenía el pobre pecador. A cuantos se les da la sugerencia protestante de que no existe nada malo con ellos y que Dios los ama tal y como son. Mientras sus almas abundan en agonía de manera “valiente” sonríen y pretenden que todo está de maravilla. Y aunque pueden engañar a una gran mayoría no pueden engañar a Dios o a sí mismos.

La única manera de curar el alma es la que Cristo mismo nos ha dado. Debemos humildemente presentarnos a Su sacerdote en el sacramento de la Confesión y recibir la absolución y cumplir nuestra penitencia. Debemos odiar nuestros pecados- al grado de obtener un verdadero remordimiento de haberlos cometido y debemos formar la intención con la ayuda de la gracia de Dios de jamás cometerlos nuevamente.

Cristo pudo leer el corazón del lisiado y conocía el estado de su alma. Pudo ver que este hombre detestaba sus pecados y estaba verdaderamente arrepentido por lo cual pudo decirle: “tus pecados te son perdonados”. El sacerdote que Cristo ha mandado en Su nombre para perdonar pecados no puede leer nuestro corazón, por lo que nosotros mismos, debemos humillarnos y abrirle nuestro corazón. Debemos revelar lo que es tan vergonzoso y humillante para nosotros para que nos pueda aconsejar, corregir y sanar en el nombre de Cristo. Y cuando un sacerdote verdadero con facultades nos absuelve podemos decir con certeza que nuestros pecados nos han sido perdonados.

Así sea.

Monday, September 8, 2008

DOMINGO 17 DESPUÉS DE PENTECOSTES

7 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Queridos hermanos:

El día de hoy se nos presenta dos preguntas muy importantes. Una hecha por los Fariseos y la otra por Nuestro Señor Jesucristo.

La primera, hecha por los fariseos, es importante porque trata sobre la esencia misma de nuestra vida espiritual. El mayor de los mandamientos de Dios es que lo amemos con todo nuestro corazón, alma y mente. Y el segundo como el anterior que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Dios es un amante celoso y no compartirá un lugar en nuestro corazón con nada ni nadie. Quiere todo nuestro amor. Este amor permite que amemos a otros por amor Su amor. Podemos amarnos a nosotros mismos porque Dios nos ha hecho para ser amado. Somos hechos a Su imagen y semejanza y si nos amamos a nosotros mismos de manera correcta en toda actualidad lo amamos a Él. El motivo por el que podemos ser amados es porque somos el reflejo de la bondad de Dios.

Se nos pide amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos porque él está en la misma situación en la que nos encontramos nosotros. Ambos nos sabemos creados, nutridos y redimidos por Dios. Nos damos cuenta que nuestro prójimo es amado por Dios y toda la bondad en este es en realidad la bondad de Dios que vemos reflejada en nuestro prójimo. Más aún se nos ordena amar a nuestros enemigos – no porque su maldad sea digna de amor – sino porque ellos también son creados a imagen y semejanza de Dios y Jesucristo murió por también por sus pecados.

Una vez que hubo dado respuesta, a la pregunta de los fariseos, Jesucristo ahora les hace esta pregunta: ¿Quién es el padre de Jesucristo? A lo que responden según las profecías, Cristo es el hijo de David. Pero si Cristo es el hijo de David, ¿quién es entonces, a quien David llama como su propio hijo? ¿Cómo puede el hijo ser Señor de su propio padre? Esta pregunta los dejo perplejos al grado de ya no atreverse a hacerle más preguntas.

La respuesta a esta pregunta es obvia para nosotros. Cristo es hijo de David según la carne (como hombre) y Cristo es Señor porque es el Hijo de Dios. Cristo es Dios y hombre.
Esta simple verdad ha sido un golpe severo para muchos a través de la historia. Han existido muchas herejías que surgieron por un mal entendido sobre quien es exactamente Jesucristo. Algunos desean que Cristo sea sólo Dios, negando su humanidad, otros como un hombre santo pero no Dios.

Si Cristo fuera sólo Dios y no hombre, no pudo haber sufrido y muerto por nosotros sobre la cruz – el hombre estaría entonces perdido. Si Cristo fuera sólo hombre, Su sacrificio sobre la cruz es insuficiente para redimirnos de nuestros pecados – luego entonces, estaríamos perdidos.

Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

Vemos que estos errores aún predominan en nuestros días y que además nuevos errores se le están añadiendo.

Tal vez, el más siniestro es en el que algunos herejes modernistas han exagerado la doctrina sobre el Cuerpo Místico de Jesucristo, incluyendo a todo el género humano, al grado que todo seguimiento de una persona individualmente histórica – Jesucristo – ya no exista. Es un pan-cristianismo (todo es Cristo) a diferencia del Panteísmo (todo es Dios). En este error, los herejes modernistas presentan a todos y cada uno de nosotros y todos juntos como Cristo. Somos dioses. Esto se refleja en los cambios a algunos de los sacramentos. Aparece significativamente en la remoción total del concepto del pecado. El pecado ya no existe. Luego entonces, no hay necesidad de la Penitencia ni de la Confesión. Lo han remplazado con la “reconciliación”, sin necesidad de arrepentimiento ni enmienda de vida. Sus funerales parecen más bien canonizaciones. Cuantos han sido engañados al señalárseles que sus seres queridos fallecidos se encuentran ya en el Cielo. Aún aquellos que hubieron llevado una vida pecaminosa y escandalosa.

Seamos precavidos y evitemos caer en estos males recordando la pregunta del evangelio de hoy y busquemos entenderla como Jesucristo a través de la verdadera Iglesia nos enseña.

Debemos amar a Dios con todo nuestro ser, debemos amarnos a nosotros mismos en Dios y a nuestro prójimo por el amor de Dios. Debemos entender que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Es un ser humano históricamente distinto y no sólo una teoría o hipótesis. Al cumplir sus mandamientos somos incorporados en Su Cuerpo Místico. No debemos tratar de reinterpretar a Cristo y forzar a Dios que sea como nosotros sino que debemos constantemente buscar ser como Cristo.

Así sea