Saturday, November 26, 2011

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


27 DE NOVIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

Leímos, la semana pasada, sobre un evento aterrador, el fin del mundo, tal y como lo conocemos.

Hoy, sin embargo, buscamos la renovación de la tierra. Después de la destrucción y muerte, buscamos coa hinco la vida y la renovación. Cristo vendrá y renovara la faz de la tierra, como nos lo dice san Pablo, en la epístola de hoy. “la noche ha pasado y ya está amaneciendo…”

Tenemos razón para sentir miedo al ver que Dios es hecho a un lado y los espíritus del mal reinan casi de manera universal, sin embargo, con ese temor viene la esperanza para los que aman a Dios, porque todo sucede para beneficio de los que aman a Dios. Jesucristo regresará y pondrá todas las cosas en orden. El hombre maligno que en ocasiones caminaba con la mirada en alto y aparecía como poderoso e imponente, se esconderá bajo la cobardía temerosa deseando que las montañas caigan sobre él y lo escondan.

Por otro lado, el humilde que persevera en la fe y la esperanza de la recompensa de Dios, y sobre todo en la caridad, será capaz de levantarse y exigir sus derechos unido a Dios. Recordemos que quien se ensalcé será humillado y quien se humille será ensalzado.

No olvidemos que Cristo vendrá nuevamente. No sabemos ni el día ni la hora, sólo sabemos que vendrá. Se nos ha advertido de perseverar hasta el final, esperar, vigilar y orar. Somos todos prisioneros y esclavos en este mundo y debemos sufrir y morir. Si vamos aceptar estas humillaciones por el amor de Dios, seremos conscientes de estar siempre alerta.

Es muy tentador para el sirviente distraerse o perder todo cuidado, cosa que ya se nos ha advertido en múltiples ocasiones. Si mantenemos siempre en perspectiva la realidad que nos dice que Dios vendrá nuevamente y que sólo estará contento con nosotros si nos encuentra fieles y vigilantes. Debe encontrarnos con un corazón vigilante y amoroso ocupado en los asuntos que Él nos ha
encomendado, aun a pesar de que todo esto parezca trivial e insignificante.

No es lo que se nos ha encomendado hacer, lo que es importante para Dios, sino cómo lo hacemos. Nuestra disposición es mucho más importante que lo que hacemos. Lo que hacemos renegando y sin querer hacerlo no obtiene ningún mérito. Debemos hacer todo de manera gustosa por el amor de Dios, para que sea de algún valor.
Nos damos cuenta que el final está cada vez más cerca y que muchas almas siguen los caminos del mundo y los demonios. La tentación es mucho mayor, en seguir los lineamientos de este mundo. Mientas más nos asociamos con las cosas de ese mundo.

Mayor es la fuerza que ejerce sobre nosotros. Los demonios utilizan el mundo para incitar nuestras pasiones para desgastar y dejar minusválida nuestra naturaleza caída por el pecado.

Nuestra única opción es alejarnos por completo del mundo, demonio y nuestras pasiones. Son obscuridad y debemos dejar esta obscuridad y procurar la luz. Todas estas cosas nos engañan y hacen creer que estamos haciendo el bien y progresando.

Haciéndonos creer que estamos acercándonos más a nuestras pasiones de este mundo; sin embargo, es una mera ilusión. Cuando lo que realmente nos acarrean son dolor y sufrimiento. Ahora y por toda la eternidad. Tantos son los engañados que caminan verdaderamente orgullosos de tomar estos caminos del mal. Cuando Cristo regrese verán su error y serán humillados y aplastados de vergüenza, y no encontraran lugar para esconderse.


Los hijos de la luz, por otro lado, que son humillados y menospreciados por el mundo
(y demonios) viven como prisioneros y esclavos, tendrán cuando Cristo regrese, su justo valor y recompensa, serán como dice el evangelio de hoy: “mirar al cielo y elevad vuestro corazón porque vuestra redención esta próxima. Las lágrimas se convertirán en gozo. Serán incluso lágrimas de alegría, ya que son compartidas con el amor de Dios.

Las lágrimas son derramadas de manera voluntaria sabiendo por la fe que Dios, recompensará hasta el más mínimo esfuerzo que se hace por amor a Él. Con esto en mente, nuestro estado de prisioneros y esclavos deja de ser miserable o carga pesada, al convertirse en algo placentero al ser hecho por el amor de Dios, y caridad, la cual no sólo cubre multitud de pecados. Sino que hace más ligera nuestra estancia y permanencia en este mundo.

Al iniciar nuestra preparación para navidad con la oración y la penitencia, no seamos, sino más con un corazón alegre abracemos nuestra cruz por el amor de ÉL y mantener nuestra alma buscando siempre y en todo momento el tan esperado regreso glorioso

Así sea

Saturday, November 19, 2011

DOMINGO 23° (ÚLTIMO) DESPUÉS DE PENTECOSTES

20 DE NOVIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

Nuestra santa madre, La Iglesia católica, quiere que reflexionemos, sobre el fin de este mundo, tal y como lo conocemos (en ocasión del domingo último del año litúrgico).

En el evangelio se nos indican las señales que debemos buscar a nuestro alrededor para identificarlos. Una de las más aterradoras manifestaciones, es la profecía de Daniel que nos dice:

“La abominación de la desolación tomará posesión del lugar santo”.

Nos hemos preguntado y considerado en múltiples ocasiones que es lo que esto significa, concluyendo una y otra vez en lo mismo. Es decir, la destrucción del Santo Sacrificio de la Misa.

Encontramos en las notas de los comentarios de la biblia, versión Douay Rheims Haydock: “la abominación de la desolación… será plenamente completa por el Anticristo y sus precursores, cuando traten de abolir el santo sacrificio de la misa. San Hipólito, en su tratado sobre el anticristo, mencionado por Eusebio y san Jerónimo, así escribieron:

“la Iglesia, se lamentará con gran dolor porque ya no habrá oblación, ni incensación, ni adoración agradable a Dios… En esos días la liturgia (la misa); será escasa, los salmos cesaran, la lectura de las Sagradas Escrituras dejara de escucharse”

EL Profeta Daniel (12:11) calcula el reinado del Anticristo, desde el momento en que el sacrificio diario sea removido, el cual, por los comentaristas fiables, se entiende el sacrificio de la Misa, el cual será su prioridad del anticristo, suprimir”.

El lugar más santo sobre la tierra debe ser donde Jesucristo se hace presente y reside –sobre los altares de la Iglesia católica verdadera-. El santo de los santos, no es sólo un lugar, sino cada tabernáculo en el santuario de cada iglesia verdadera, en todo el mundo.

La Misa es el sacrificio diario y el sacrificio del calvario pero, sin sangre. El cual se ofrece en este Santo de los Santos.

Jesucristo Nuestro Señor verdaderamente reside en estos tabernáculos en cuerpo y alma.

Hemos sido testigos en nuestros días del proceso gradual y metódico para remplazar a Jesucristo Nuestro Señor de los altares y tabernáculos, por una verdadera abominación.

Los tabernáculos fueron removidos, una mesa se colocó en el lugar del altar, un ágape sustituyo al sacrificio, el humanismo ocupó el lugar del culto divino, “ministros, moderadores, presentadores, o lideres”, remplazó al sacerdote del sacrificio. Además de los laicos y las mujeres que invadieron los santuarios, convirtiéndose en espíritus del mal. Lo que una vez fue sagrado, se convirtió en común y profano. Han ocupado muchas de estos lugares que fueron, sólo para Dios.

Existe casi y por completa la abominación. La destrucción no es total porque Dios – en Su misericordia – ha visto que es adecuado proveernos con un número reducido de obispo y sacerdotes quienes han colocado humildes santuarios como los que teníamos en el pasado, sin embargo que no son menores y son igualmente santuarios donde Jesucristo Nuestro Señor se hace presente en el Santo Sacrificio de la Misa, lugar donde Dios hace Su morada tras la apariencia de pan, en todos y cada uno de nuestros tabernáculos.

Aunque estos pocos sacerdotes y santuarios continúan, y detienen de manera temporal el final inevitable, el tiempo es verdaderamente reducido y día a día el mundo se aleja cada vez mas de Dios y Sus clérigos y santuarios.

Se nos ha dado la oportunidad, el día de hoy nuevamente, para que reflexionemos sobre este fin inevitable, y para no caer en la desesperación sin esperanza, sino más bien para que eliminemos el letargo y carroña de este mundo y buscar con todo nuestro ser, obtener e incrementar nuestro amor por Dios, día con día. Es nuestro amor por Dios que nos inspira el amor por Su Iglesia, los sacramentos y Su palabra, pero mucho más importante SU presencia real y sacrificio en la verdadera Misa.

Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para motivar y de manera valiente apoyar estos esfuerzos con la oración, sacrificios y ofrendas, buscando nunca perder el Santo de los Santos o permitir que sea por completo eliminado por el anticristo.

Cuidemos, el santuario, no sólo físico (ladrillos y cemento) sino de manera especial los santuarios espirituales, nuestro cuerpo y alma, para que seamos verdaderamente, templos de Dios.

Si todo lo demás se pierde, no perdamos nunca nuestra fe y confianza especialmente en nuestro amor por Dios. De esta manera, mientras permanezcamos en este mundo, Jesucristo encontrara refugio, santuario, en nosotros.

Así sea

Saturday, November 12, 2011

DOMINGO 22 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

13 DE NOVIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

“Dar al Cesar lo que es del Cesar y, a Dios, lo que es de Dios”

Con facilidad podemos ver la inscripción de la imagen en la moneda de aquel entonces y uso diario, sin embargo, no nos es fácil muchas veces, ver la inscripción que es puesta en nuestro cuerpo y alma. Nuestro catecismo nos informa que somos creados a la imagen y semejanza de Dios. Basados en esto debemos ver, nosotros mismos, la necesidad de regresar a Dios. Sumado a esto, están las gracias que hemos recibido en nuestro bautismo y los demás sacramentos. Nuestra alma ha sido limpiada y purificada y la imagen indestructible de Dios, ha sido incrustada en ella.

Somos templos del Espíritu Santo y marcados con la imagen de Dios. No puede haber ni ser más claro que, somos y pertenecemos a Dios y que consecuentemente, debemos regresar a Él.

Los diezmos en dinero, animales, hierbas etc. Es sólo la sustitución de los dones que Dios nos pide. Dios pide la ofrenda de los primeros frutos de nuestro trabajo, desde el principio. El diezmo toma nuestro lugar, esta es la razón por la que debe ser de nuestra primer cosecha, debe ser, consecuentemente lo mejor que podemos ofrecer.

Cuando los Israelitas se separan de Egipto, vemos entre muchas otras plagas, la que afectaba a los primogénitos. Los Israelitas entendieron que el primer fruto de sus labores y de su linaje le pertenece a Dios. En lugar de pedir a cada familia el primogénito, Dios acepta una familia dedicada completamente a ÉL, la tribu de Levy, Dios acepta esta familia de sacerdotes como la ofrenda de los demás.

Ya no tenemos el sacerdocio hereditario, sino uno más perfecto, en el que Dios llama de manera voluntaria a quienes a Él, place para que, se ofrezcan a darle honor y gloria y por beneficio de los demás. Aparte de esto se encuentra el sacrificio de todos los religiosos, tanto hombres como mujeres. Estas personas se ofrecen a sí mismos por el bien de los demás. Rezan los salmos todos los días, ofreciendo las oraciones que el mundo le debe a Dios. Estos son los que se entregan completamente por el plan original de Dios – ofreciéndose a sí mismos y todo lo que tienen por Él. Portan por dentro y por fuera de su cuerpo y alma la imagen de Dios, y toda su vida es dedicada completamente a Dios.

Los sacerdotes y religiosos, también se han convertido en la ofrenda por el resto de la humanidad. Representan el diezmo del resto de los hombres – el primer y mejor fruto que se puede ofrecer.

Sin embargo, es lamentable el estado de cosas en el que nos encontramos en nuestros días. Existen muy pocos verdaderos sacerdotes y religiosos. Por lo que el ofrecimiento a Dios es mucho más reducido al plan original de Dios, el primer fruto o el diez por ciento de nuestro trabajo.

Este es nuestro compromiso y deuda que tenemos con Dios y nos daremos cuenta que, hasta que lo saldemos podremos ser aceptados por Dios.

Nuestra ofrenda (si en alguna ocasión la hacemos) no es lo mejor que tenemos. Hemos tomado lo mejor para nosotros y el mundo y hemos dado lo que nos sobra a Dios.

Frecuentemente escuchamos comentarios que aluden a que una vida se ha perdido, en los religiosos, que se ha encomendado a Dios, pudiendo hacer tanto bien y en beneficio del mundo. Cuando lo que de verdad nos debería preocupar es que, cuantos han desperdiciados sus talentos en este mundo, cuando pudieran hacer mucho y más bien, por su prójimo, el honor y gloria de Dios, en el claustro de los conventos.

Muchos sacerdotes y religiosos han olvidado que su primera obligación y responsabilidad es Dios y, su ofrenda es en primer lugar para Él. Han decido servir primero a los demás hombres y se han hecho “humanistas” en lugar de santos y ofrendas aceptable a Dios, en beneficio de su prójimo.

Pidamos a Dios por verdaderas vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa.

Pidamos para que los que han sido llamados se hagan verdaderamente santos, complacientes y aceptables a Dios. Ayudemos a estos religiosos tanto física como espiritual, porque han voluntariamente decidió ofrecerse a sí mismos por el amor de Dios.

Motivemos y apoyemos a lo mejor de nuestros jóvenes, para que decidan entregarse a Dios, en lugar de al mundo, sólo de esta manera nuestra ofrenda será aceptable.

Sin embargo, debemos de igual forma pertenecer a Dios, sabiendo que los sacerdotes y religiosos nos ofrecen la oportunidad de pagar el diezmo de lo que tenemos.

Esta ofrende en nuestro nombre es aceptada por Dios, al pedir por y en unión de estos hombres y mujeres, religiosos y sacerdotes que se dedican a Dios y cumplen con sus obligaciones.

Así sea.

Saturday, November 5, 2011

DOMINGO 21° DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

6 DE NOVIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

La parábola que nos dice hoy Nuestro Señor Jesucristo es para recordarnos la existencia del Infierno. El siervo que no tuvo compasión por su sirviente (después de haber recibido mucho de su Señor) fue entregado a la tortura hasta que pago su última deuda. Mientras que este hombre está en prisión y siendo torturado no tiene ninguna posibilidad de generar algún ingreso y por lo tanto, no tiene forma de pagar su deuda, luego entonces no puede ser puesto en libertad.

Quienes están condenados al Infierno y ser torturados tampoco serán liberados, ya que no pueden merecer ni recibir nada más que, sufrimiento en el mismo Infierno.

Es una cosa muy aterradora caer en prisión, en este mundo, sin embargo esto no se compara con la prisión eterna del Infierno. La prisión temporal termina algún día, ya sea con la libertad o la muerte. En el infierno no hay salida ni libertad ni muerte, para poder escapar de sus horrores.

Todo pecador es un siervo en deuda. Y todos lo somos, si consideramos nuestro catecismo que nos dice que fuimos creados para: “Conocer, amar y SERVIR a Dios, en este mundo” si logramos hacer esto, seremos recibidos en el Reino de los Cielos. El pecador sin embargo, es un siervo infiel. El pecador toma las cosas de Dios y hace mal uso de estas, es decir que, de alguna manera usa y abusa de lo que es sólo de Dios, en otras palabras le está robando a Dios.

Pongamos un ejemplo:

Quien vive en el Orgullo, raíz de todos los pecados, quita a Dios el honor y la gloria que le pertenecen sólo a Él y se lo atribuye a sí mismo. Como pecadores nos hemos convertido en ladrones – robando lo que le pertenece sólo a Dios. Nuestra posición de siervos no es excusa para nuestras acciones ni las condona de ninguna manera, por el contrario, somos sirvientes y se no ha encargado mucho, haciéndonos responsables directos de lo que sucede. A quien mucho se le ha dado mucho se le ha de exigir.

Si podríamos contabilizar nuestros pecados y ofensas en contra de Dios, pronto nos daremos cuenta que estamos más endeudados que el siervo infiel del que nos habla la parábola de hoy.

Sin embargo, no se ha perdido toda esperanza. Si con toda confianza y humildad confesamos nuestros pecados y faltas, al ministro de Dios con la firme resolución de, ayudados con la gracia de Dios, ser mejores. Dios siempre está dispuesto a perdonarnos todo. Es una gran experiencia y belleza el recibir este consuelo y perdón. Palabras hacen falta para expresar este gran alivio. Sólo quienes lo han experimentado pueden entenderlo.

Se nos ha ordenado amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Así como estamos en deuda con Dios lo estamos con nuestro prójimo. Y de la misma manera como Dios ha sido misericordioso con nosotros y está listo y dispuesto a perdonarnos siempre.

Cuando nuestro prójimo pida nuestro perdón debemos estar con la misma disposición de perdonar como Dios lo hace con nosotros.

Es realmente verdadero que, dando es como recibimos. Cuando estamos en la posición de poder dar y ayudar a alguien más, estamos en cierta manera, en posición similar a Dios. Estamos de manera más cercana y similar a Él. Sin embargo, debemos ser precavidos a cada momento que nos acercamos más y más a Dios y sus perfecciones, ya que existe el mismo peligro de pasar al otro extremo y convertirnos en orgullosos e injustos y/o vanidosos, al querer tomar la posición de Dios. Se nos ha dicho que debemos buscar y ser como Dios, mas sin embargo, no debemos olvidar nunca que no somos dioses.

Mientras permanezcamos humildes y con un corazón amoroso por Dios, y una verdadera caridad por nuestro prójimo, nos acercamos más a Dios y recibimos mayores gracias. Dios tiene tesoros infinitos y esta siempre dispuesto a compartirlos con nosotros siempre y cuando nos conservemos como siervos fieles y buenos. Mientras más ayudemos y hagamos el bien a nuestro prójimo, Dios de la misma manera nos recompensará infinitamente con mayores dones.

En lugar de reducir drásticamente lo que tenemos, cuando perdonamos las deudas y ayudamos a nuestro prójimo, realmente incrementamos nuestros tesoros al ser recompensados infinitamente por lo que hacemos, a nuestro prójimo, por amor de Dios.

Así sea