Saturday, December 31, 2011

CIRCUNCICIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

1 DE ENERO DE 2012


Queridos Hermanos:


Iniciamos el año secular con el ritual en el que oficialmente se la da, el nombre a, Jesús. Este es el nombre que le habían dado los ángeles aún antes de nacer o ser concebido en el vientre de Su Santísima Madre, virgen.

Parece apropiado que siempre y en todo momento, como dice san Pablo, situemos en Santo Nombre de Jesús: “Todo lo que hagan en obras o palabras, hagan todo en nombre de nuestro señor Jesucristo, dando gracias a Dios Padre, por Él “(Col. 111,17)

San Juan Crisóstomo dice: “Si hacemos esto, no habrá ningún mal, nada impuro; al invocar el Santo Nombre, si comen, si beben, si obtienen nupcias, si salen de viaje, hagan todo en el Nombre de Jesús; es decir invocándolo para que los ayude, y una vez que han invocado a Él, todo lo que han hecho, entonces sí, dedicarse a realizarlas.

Si tienen que ocuparse de algún negocio, hacer esto con anterioridad. Por esta razón, también nosotros invocamos el nombre de nuestro Señor ante de cada epístola.

En cualquier asunto que este el nombre de nuestro Señor, tendrá este, buenos resultados.

Si el nombre de los cónsules está escrito en un documento para darle autenticidad, cuanto más el nombre de Jesús…

¿Comes? Dale gracias a Dios, antes y después de comer.

¿Duermes? Dale gracias a Dios antes y después.

¿Vas a reunirte con alguien? Has lo mismo, no como cosa mundana.

Has todo lo que hagas en el nombre del Señor y todo lo que hagas te traerá la felicidad. Donde este el nombre del señor, las cosas prosperarán. Si tiene el poder de expulsar los demonios, si puede aliviar las enfermedades, con mayor razón te ayudará en tus necesidades.”

Es en este espíritu en que Su iglesia y nosotros como sus hijos celebramos en año nuevo. Es nuestro deseo que todos inicien de esta manera el año, en el Nombre de Jesús. No sólo debemos empezar en este Nombre, sino continuar y concluir finalmente en Él.

Dediquemos este año y el resto de nuestra vida a Jesús, de esta manera viviremos bien, al cumplir el propósito de nuestra creación. El catecismo nos dice que hemos sido creados para conocer, amar y servir a Dios en este mundo para poder ser felices en el otro.

Con el nombre de Jesús al inicio y fin de nuestras propias acciones, dedicamos y ofrecemos todo lo que hacemos a Él. Cumplimos el mandamiento de servirle. En este servicio no podemos faltar en ver Su bondad y perfecciones para de esta manera unirnos más a Él, por amor, cada día más y más.

El crecimiento de este servicio y amor se unen al crecimiento de nuestro conocimiento de Dios, como uno de estos aspectos (conoce, ama y sirve) y se incrementa tanto uno, como lo hacen los demás.

Encontramos ese crecimiento fenomenal en todas las áreas en que es puesto, antes que todo, el Santo Nombre de Jesús, en todo lo que hacen. Hemos sido creados por Dios para Dios.

Es sólo al vivir nuestras vidas haciendo Su voluntad, que cumplimos nuestra razón y propósito de ser.

Quienes no buscan hacer la voluntad de Dios, no viven para lo que fueron creados, estas pobres almas no encuentran nada de valor en esta vida más que frustraciones y vacios.

San Agustín nos dice en sus “confesiones” que nuestro corazón no descansará hasta descansar en Dios. Quienes no viven para Dios son miserables ahora y lo serán por siempre en toda la eternidad a menos que se alejen del camino de destrucción y desobediencia.

Quienes sigan el plan simple puesto ante nosotros, el día de hoy, por nuestra Madre Iglesia, de poner el Nombre de Jesús ante todo, encontrarán la paz en todo lo que hacen ahora y mucho más importante, encontrarán la felicidad eterna en el cielo.

Así sea

Sunday, December 25, 2011

NACIMIENTO DE N. S. JESUCRISTO

25 DE DICIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

El evangelio de la tercera misa de este día, está tomado del evangelio de San Juan.

El mismo que usualmente se lee después de la Misa. Los otros evangelistas empiezan con “el nacimiento de Jesús, aquí en la tierra”. Sin embargo san Juan, abre un poco más esta visión. Nos lleva al inicio y nos muestra que Dios, Hijo, existe desde toda la creación. San Juan establece sin lugar a dudas que, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre.

La pregunta obvia, al considerar esta profunda humillación, del Creador, de ser una de sus creaturas, es sin duda: ¿Por qué?, ¿Por qué hizo eso, Dios?

El Hijo de Dios, se hizo Hijo del Hombre, para que el hombre pudiera ser hijo de Dios. Desde toda la eternidad Dios ha planeado ser uno como nosotros y elevar nuestro estatus, para de esta manera llegar a ser uno con Dios.

Antes de su nacimiento, el mundo se encontraba en una gran espera y anticipación, toda vez que el Cielo, se encontraba cerrado. Los profetas mantenían viva la esperanza, de la venida del Salvador.

Trágicamente la gente no estaba preparada, para reconocerlo y aceptarlo, cuando Él viniera. “Vino a los suyos y los suyos no lo reconocieron” pero quienes sí, lo recibieron, merecieron ser llamados hijos de Dios. El día de hoy sabemos que Cristo ha venido del Cielo y ha regresado al Cielo. De igual forma sabemos que Dios no nos ha abandonado completamente. Nos ha prometido estar con nosotros hasta la consumación de los tiempos. Es verdad que Dios está en todas partes, y por lo tanto no podemos escapar de Su presencia. Sabemos que hay una presencia más palpable, en la Sagrada Eucaristía.

Jesucristo permanece con nosotros en la verdadera Iglesia, sobre el altar, donde se oficia el verdadero Sacrificio de la Misa. De esta manera ha hecho posible, para todos nosotros cumplir Su mandato: A menos que coman la carne del Hijo del hombre… no tendrán vida en ustedes.

La humilde presencia de Dios en la tierra, en forma de creatura, continúa ahora, de una manera más humilde que antes. En las humilde forma del pan y del vino. Este es el resultado de hasta donde lo ha llevado, el amor de Dios, por nosotros. Ahora bien, lo que necesitamos considerar es, ¿qué tanto estamos dispuestos hacer para seguirlo y encontrarnos con Él? No sólo creemos en Él, sino que cumplimos Su palabra. ¿Comeremos de manera digna Su carne, para ser transformados y recibir una nueva vida?

Cristo nació en la carne para que nosotros pudiéramos nacer en el espíritu. Si lo recibimos de manera digna, nos ha prometido la vida eterna. Cuando ingresamos a la Iglesia, formamos parte del Cuerpo Místico de Jesucristo.

De la misma manera que Cristo al nacer, ha tomado nuestra carne, de la misma manera nosotros al renacer, nos convertimos en Su cuerpo. Si vivimos como es debido, podemos decir con san Pablo, ya no somos nosotros los que vivimos sino Jesucristo que vive en nosotros. Al recibirlo, nos transformamos en Él. Nos convertimos en uno con Cristo. Nos damos cuenta que debido a las humillaciones de Jesucristo hemos sido exaltados, debemos por lo tanto, estar agradecidos, por el gran don que hemos recibido.

El día de hoy, es realmente, un día de regocijo, de nuestra buena fortuna, pero al mismo tiempo, es ocasión para también estar avergonzados, de nosotros mismos. En la profundidad del pecado, el ser humano, no merece nada, sin embargo, Dios le ha dado nuevamente, la esperanza. Dios ha hecho tanto por nosotros y muy pocos respondemos de mane recíproca. Es realmente vergonzoso, admitir como católicos que, Jesús ha venido a nosotros, en la santa Misa. Tantas veces ha venido a los suyos y los suyos no lo recibieron. Muchos han reusado recibirlo, en la Santa Comunión, o lo han hecho de manera inmerecida.

Muchos han sido negligentes con Él, en el Tabernáculo. No comportándose de manera diferente, en la Iglesia, a cualquier otro lugar, como si no estuviera realmente presente. No es extraño que Dios haya permitido que la Iglesia y la Misa, hayan sido eclipsadas por tantos modernistas, en el Novus Ordo.

¡El vino a nosotros, pero nosotros no! Él ha querido juntarnos como la gallina a los pollitos. Desea alimentarnos con Su cuerpo. Desea ser uno con nosotros. Para que seamos uno con Él. Desea que lo amemos. Es ocasión para que también nosotros, en unión de San Francisco, lloremos porque, Jesús, El Amor, no es amado.

Aún, hoy día, es más importante reparar la falta de verdadera caridad en nosotros.

Es tiempo de regocijo, porque todavía está abierta la invitación, para quien desea aceptarla.

Asegurémonos que esta Navidad y siempre recibamos a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, en nuestro corazón y vida

Así sea.

Saturday, December 17, 2011

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

18 DE DICIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

Una vez más, escuchamos la invitación de San Juan Bautista, es tiempo de preparar nuestra alma para recibir a Jesucristo. Se nos invita hacer penitencia y arrepentirnos de nuestros pecados, para que Cristo pueda venir a nosotros.

El tiempo está ya próximo, día a día, se nos termina. No sabemos si tendremos una oportunidad el día de mañana, por lo tanto, debemos iniciar hoy mismo, en este preciso momento.

San Juan predica un bautismo de arrepentimiento, sus palabras tienen tanto valor para nosotros, como las tuvieron en aquel entonces, a quienes directamente se lo decía.

Debemos rechazar nuestros pecados y vicios y vestirnos de los frutos dignos de la Redención.

San Gregorio Nacianceno nos dice que hay varios tipos de bautizos:

“Moisés bautizó, en agua, en las nubes y en el mar, sin embargo, esto lo hizo figurativamente. San Juan También bautizó, no en el rito judío, no solamente en agua, sino que también en la remisión de los pecados; sin embargo, no en una total manera espiritual, porque no agregÓ, en espíritu; Jesucristo bautizó en el espíritu y esta es la perfección.

Hay un cuarto bautizo. Que es atraído por el martirio y sangre, en el cual Jesucristo, Él mismo, fue bautizado, el cual es más venerable que los demás, siempre y cuando no sea repetido por los otros de manera contagiosa. Pero hay todavía uno más, más laborioso, por lágrimas, con el cual David mojaba su lecho todas las noches, empapando su cama con lágrimas. (Salmo VI, 7)

En el bautizo morimos con todos nuestros pecados para que resucitemos limpios y triunfantes. El bautizo de San Juan no borraba los pecados, como lo hace el bautizo de la Iglesia instituido por Jesucristo. Fue un símbolo que señalaba lo que había por venir al igual que lo hizo Moisés. Aunque el primero era un poco más claro que este último, sin embargo, aún este, se quedaba corto de lo que Jesucristo nos ha dado.

Nosotros hemos recibido el bautizo que Jesucristo ha instituido en la Iglesia. Este es un regalo glorioso y grandioso que debemos de igual manera compartir y preservar.

Lo trágico como nos lo señala san Gregorio es que frecuentemente: “es ensuciado con el contagio repetitivo”

Sin embargo, no todo está perdido, ya que Dios al ver este terrible mal en nosotros, ha instituido el sacramento de la penitencia, para que limpiemos nuestra alma, nuevamente, después de haber sido contagiados por el pecado.

Estos días últimos de adviento, nos deben recordar que debemos hacer uso correcto y adecuado del tiempo que nos queda, para incrementar nuestra penitencia con mayor insistencia, como anticipación a la venida de Nuestro Señor Jesucristo, que está cada vez más cerca día con día.

Tal vez, algún día recibamos la bendición del bautizo de sangre para de esta manera asemejarnos más a nuestro Señor. Nosotros, como el buen ladrón, que colgaba de la cruz, a un costado de nuestro señor, logremos “robar el cielo”.

No debemos por ningún motivo desesperarnos, por tantos pecados cometidos, sino que siempre debemos estar dispuestos a levantarnos y arrepentirnos sinceramente. Buscando además y pidiendo a Dios Nuestro señor la perseverancia final.

Después de todo, es cómo terminemos, lo más importante.

Si no recibimos la gracia del martirio, podemos siempre, junto con el Rey David, seguir el camino de las lagrimas. El llanto es de igual forma una gracia de Dios, cuando es realizado en este espíritu, claro.

Se dice que Dios, no puede rechazar un corazón arrepentido. Estas lágrimas de contrición suavizan nuestro juicio. No debemos pensar que esto es algo que se hace una vez y ya todo ha terminado. Al contrario, San Gregorio nos dice que es un bautizo laborioso, “el Rey David, todas las noche mojaba su lecho con las lagrimas que derramaba” concluye.

Nunca podremos arrepentirnos lo suficiente por nuestros pecados, siempre habrá un pecado por el cual arrepentirnos. Este es un bautizo constante, porque es un constante morir a nosotros mismos. El bautizo de lágrimas sólo se detendrá cuando entremos a la alegría del cielo.

Escuchemos el llamado de San Juan y lavemos nuestros pecados con el sacramento de la penitencia, agregando además, el bautizo de las lagrimas de un verdadero arrepentimiento, con la esperanza y el deseo no sólo de un corazón arrepentido, sino de nuestra vida y sangre misma, al acompañar a Cristo en Su sacrificio.

El tiempo ya es corto y Ya viene, asegurémonos de estar siempre listos y preparados.

Que así sea.


Saturday, December 10, 2011

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

11 DE DICIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

El tercer domingo de Adviento, también se le conoce como “domingo de gaudete”, no sólo por la primera palabra del introito de la Misa de este día, sino que, más bien por el sentimiento que expresa.

Los mismos símbolos de alegría reemplazan el color triste de la penitencia. Los ornamentos son color rosa en lugar del morado.

El color morado no es color de sufrimiento; sino de penitencia. Este color simboliza la realeza, porque era el rey, quien debía recibir el martirio de su posición y ya que la nobleza obliga, era el rey quien ponía el ejemplo de la penitencia. Tal es, esta la razón por la que la santidad era más usual entre las posiciones más elevadas, que en las demás.

Razón por la que nuestra Santa Madre Iglesia, desea expresar esa alegría sobrenatural, que debe ser el resultado de la penitencia, cambiando del color morado al rosa.

Sin embargo, la alegría que surge de una conciencia pura, es rápidamente reemplazada, por la seriedad de la penitencia. Los breves momentos de gozo es el consuelo que nos motiva a continuar de pie en una vida de fe.

San Pablo dice a los fieles cristianos:

“Hermanos, regocijaos en el Señor, siempre: una vez más les digo, regocijaos”, siempre, nos dice san Pablo. No sólo por un breve momento, sino, todo el tiempo. Y agrega, este gozo debe estar centrado en “nuestro Señor”.

El corazón y mente del hombre no puede encontrar verdadera alegría en este mundo.

Aún las cosas buenas de esta vida, son limitadas. Ya que el gozo es el reflejo de una buena conciencia, sólo quienes están en esta situación pueden disfrutar de esta verdadera alegría, los que están cerca del señor nuestro Dios... el hombre pecador, esta tan alejado de Dios según se encuentra sumergido en sus pecados.

La modestia del cristiano debería ser visible a todos los hombres. El verdadero cristiano vive en este mundo, de una manera tal que su mera presencia habla de él y su virtud de la modestia. Toda la vida del cristiano debe ser vestida de esta virtud, la modestia.

San Ambrosio dice: “ el cuerpo debe ser adornado con naturalidad y sin modificaciones, con simplicidad, con negligencia más que con exagerado cuidado, sin vestimenta costosa y deslumbrante, con vestimenta simple y ordinaria, para que nada falte a la honestidad y a la necesidad, mientras que al mismo tiempo no se agregue nada para incrementar su belleza”.

Por lo que podemos deducir que existe la virtud y el vicio en la manera de vestir de las personas. Ciertamente, las cosas exteriores no constituyen en sí mismas la virtud o el vicio, sino en la persona que usa estas cosas de manera inmoderada.

La falta de moderación puede tomar uno o dos motivos. En primer lugar, se debe tomar en consideración la forma y costumbres de la gente del lugar donde uno vive: hay un dicho que dice que “cuando estés en Roma hacer lo que hacen los Romanos”

Sobre este punto san Agustín dice: “las ofensas que son contrarias a las costumbres de los hombres, deben ser evitadas, según la costumbre generalmente prevaleciente, para que lo que se haya acordado y confirmada por la costumbre o ley de cualquier ciudad o nación no sea violentada a los bajos placeres de cualquiera, ya sean ciudadano o extranjero ya que cualquier parte que no armonice con el todo, es ofensivo. (Confesiones 3,8).

En segundo lugar, también dice san Agustín, en relación al apego desordenado por las cosas materiales que usamos al tomar demasiado placer de estas, según la costumbre de entre quienes uno habita, o contrario a la costumbre:

“debemos evitar el placer excesivo en el uso de las cosas, no sólo porque llevan al abuso de estas costumbres, sino porque con frecuencia exceden sus límites, que aunque permanecen ocultos, sin el límite de una restricción moral, muestra sus deformidad y brote, de la manera más baja (sobre la doctrina cristiana 3, 12).

Quienes dedican demasiado tiempo a la forma como se visten, pueden ser clasificados en dos grupos. Quienes están, exageradamente inoportunos y quienes se van al extremo contrario. La ropa es el ornamento del cuerpo. Algunos se visten con excesiva preocupación y algunos sin importarle nada. Ambos ofenden a la modestia cristiana.

En relación a los primeros san Gregorio no dice: “Hay quienes piensan que la atención a la finura y vestimenta costosa, no es pecado. Por su puesto, si esto no fuera falta alguna, la palabra de Dios no diría de manera tan expresa, que el hombre rico que fue torturado en el infierno ha sido vestido de purpura y lienzo fino.

Nadie, en verdad, busca cuidad su apariencia de manera costosa, (mas allá de lo que pide su estado o posición) sino es por vanagloria. Y como si comprendiera la decadente sub cultura de nuestra sociedad actual, san Agustín agrega: “no solo el deslumbramiento y la pompa de las cosas externas, sino que también la tierra y la maleza del luto, debe estar sujeta a la ostentación, lo más peligroso es, el ser señuelo bajo el aspecto de servir a Dios”.

Ambos excesos y defectos desordenados son sujetos de la ostentación y por lo tanto, pecaminosos. Sobre todo, parece que el Cristiano debe resistir lo que el Papa Pio XII llamó: La tiranía de la moda”.

Así sea.



Saturday, December 3, 2011

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

4 DE DICIEMBRE DE 2011

Queridos Hermanos:

En el evangelio de hoy, nuestra santa Madre Iglesia, nos señala qué es lo que debemos buscar e identificar, para reconocer a Cristo Nuestro Señor.

Aunque veamos todas las cosas maravillosas que Cristo ha hecho y continua haciendo, debemos ser muy precavidos de no confundirlo con alguien más. De igual forma debemos tener cuidado de no hacer un Mesías o una religión según nuestras ideas.

“… bienaventurado es aquel que no se escandaliza en Mi”
Con frecuencia encontramos muy difíciles de cumplir, las cosas que Cristo nos manda.

En lugar de acomodarnos nosotros a Su voluntad, simplemente negamos que sea Dios quien está pidiendo o mandando tal o cual cosa. Si negamos a Cristo delante de los hombres, luego entonces Cristo nos negara a nosotros delante de Su Padre Celestial.

El mundo en el que nos encontramos ahora, está repleto de escándalos. El mayor de estos es no aceptar a Cristo en Sus propios términos y condiciones, sino que, están determinados en hacer un Cristo a sus necesidades y apetitos.

¿Cuántas religiones diferentes existen? Cada una de estas, crea un dios según sus deseos y caprichos.

Haciendo a un lado todas las sectas no cristianas, ¿cuántas religiones “cristianas” existen? Y lo que es más sorprendente es que todas ellas dicen “creemos en el mismo dios”. Es esto probablemente, lo más tonto, que se ha venido diciendo desde la venida de Cristo por primera vez a este mundo.

Pongamos algunos ejemplos: Cuando alguien quiere divorciarse, lo primero que hace, es recrear un Cristo de tal manera que, apruebe lo que está pidiendo. Se escandaliza en Cristo, quien dice: “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. Por lo que un nuevo mesías y una nueva religión deben formar, porque se escandalizan en Cristo. Nuevamente decimos, es una nueva religión, un nuevo dios, diferente.

Cuando alguien no está de acuerdo en que Cristo dio poder a Sus Apóstoles y a sus sucesores diciéndoles: “los pecados que perdonares serán perdonados y los que retengas serán retenidos”. ¿Qué es lo que estos individuos hacen? Nuevamente crean una religión y un dios que no les pide que acudan a la confesión.

Quienes tienen a Jesucristo en un ágape más que en un sacrificio, han de igual manera, creado un nuevo Cristo y una nueva religión según sus necesidades. Lo mismo hacen quienes nos quieren hacer creer que todas las religiones son iguales y no son más que diferentes formas de expresión del mismo dios, es decir que han creado una nueva religión y un nuevo dios. Se escandalizan en Cristo, en Su Iglesia y en Su doctrina.

Si existe alguna maldad o pasión que el hombre desea alcanzar, se crea una nueva religión y un dios nuevo, que permite y tolera sus acciones, porque se escandalizan en Cristo.

Tal vez, después de considerar por un momento, todo esto; tal vez si crean todos en el mismo dios – ¡Satanás!, quien no se preocupa por lo que la gente piense de él o como lo adoran. Mientras que el sea servido primero y Dios no.

Tal vez, mucha gente pensará estar sirviendo al mismo dios (Satanás). Sin embargo, el verdadero católico, sólo cree y adora al verdadero Jesucristo y Su Iglesia, católica.

El verdadero cristiano no es escandalizado en ninguna cosa de las que ha dicho o hecho, Cristo. No trata recrear a Cristo a su imagen y semejanza. El verdadero cristiano buscar imitar y acercarse cada vez más a Cristo Nuestro Señor

Así sea