Saturday, December 29, 2012
DOMINGO EN LA OCTAVA DE NAVIDAD
30 DE DICIEMBRE DE 2012
Queridos hermanos:
La presentación de Jesús en el templo nos muestra una confirmación y renovación de las profecías relativas a Cristo. Las cuales siempre contienen algún misterio y algo necesariamente escondido, ya que ha de apenas acontecer.
Simeón estuvo orando y entusiasmadamente esperando este momento, deseoso de ver al Salvador, antes de dejar este mundo por la muerte. Una vez que lo vio y reconoció, da la bienvenida a la muerte, entendiendo que su deseo ha sido cumplido y consecuentemente su vida.
De la experiencia que se adquiere con el paso de los años y de vivir una vida verdaderamente espiritual, Simeón anuncia por las dificultades que habrán de pasar Jesucristo y Su Madre.
Las Sagradas Escrituras relatan muy poco sobre María. Lo que si leemos en varias ocasiones es que, grabo en su corazón y cumplió siempre estas palabras. Entendimiento y sabiduría o vienen de mucho hablar o de mucho leer o escuchar tantas palabras. La Sabiduría de María está en su contemplación de la Voluntad Divina.
No da respuesta a Simeón o Ana, pero graba sus palabras en Su corazón. Al momento de la Anunciación se nos da un punto interior del alma de María. Su completa y total docilidad a la Voluntad de Dios, que no deja lugar a dudas cuando dice:
“He aquí a la sierva del Señor hágase en mi según Tu Palabra” (San Lucas 1:38).
Humildemente y en silencio se da completamente a Dios sin reservas ni limitaciones. Vemos en Ella las virtudes que de manera tan maravillosa expresa Job:
“El Señor lo ha dado, el Señor lo ha quitado, bendito sea el nombre del Señor” (Job 1:21)
María escucha las profecías, como la Palabra de Dios y ni duda de estas ni las cuestiona. Los profetas han hablado y ella, las escucha y comparte con gusto. Estas fueron la Palabra de Dios del Dios hecho hombre, su Hijo. En la tranquilidad de SU alma, estas palabras crecieron, la fortalecieron y llenaron de bendiciones.
Este recogimiento en silencio ante la presencia de la Palabra de Dios, es lo que inspiró a Simeón y Ana y los preparó para hacer suyas estas palabras escasas pero llenas de fruto y profundidad. De antemano percibimos esa calma, reflexión y contemplación de un viejo sacerdote como lo era Simeón.
En lo que se refiere a Ana, las escrituras nos dicen que su vida era reservada y tranquila, tal vez porque es más común así serlo, cuando se es viuda. Su virginidad, vida de matrimonio, y viudez, son todas señaladas como estar guiadas de la manera más santa y complaciente.
Particularmente su viudez, se nos dice, estaba dedicada a la oración día y noche, en el templo, por mucho tiempo, lo cual nos puede indicar como estuvo llena de bendiciones al grado de permitírsele ver, con sus propios ojos, al mismo Jesucristo y Salvador.
Mucho antes de venir a este mundo, en su humanidad, Jesucristo ya habitaba en estas almas. La Palabra de Dios, estaba siendo recibida y aceptada en silencio en estos corazones y estaba madurando y guiándolas, paso a paso a la santidad, acercándolos a Dios y a la recompensa eterna.
Muchos se imaginan que Cristo (La Palabra de Dios) ha llegado o vendrá a ellos con todo el glamur y espectacularidad que ofrece este mundo. Se imaginan que aún con su corazón y mente corriendo entre los pensamientos mundanos e imágenes de este (del mundo físico o por medio de las fantasías presentadas de manera impresa, audio o video), puedan de alguna manera tener espacio para Jesucristo.
¿Cómo puede ser esto si Dios exige un amor completo y exclusivo?
María, Simeón y Ana nos han demostrado como no se debe hacer esto. Jesucristo habita en la paz y tranquilidad de las almas.
Debemos regocijarnos por este tiempo y la gran cantidad de gracias que recibimos, mas no debemos dejarnos llevar por la extravagancia de las celebraciones mundanas.
No permitamos que la palabra de Dios inspirada en nuestra alma, se aleje de nosotros tan rápidamente. Más bien capturemos una que otra para que la grabemos en nuestro corazón, para que de esta manera Jesucristo (La Palabra) permanezca siempre con nosotros y nos ayude a crecer en la gracia y sabiduría que nos lleve y una de una vez por todos en la eternidad con Él en el Cielo.
Así sea.
Saturday, December 22, 2012
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
23 DE DICIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
Una vez más, este tiempo de adviento, dirige nuestros pensamientos a San Juan Bautista.
El acercamiento a Cristo es inminente y san Juan nos previene e instruye sobre la preparación que debemos tener.
Si Cristo ha de entrar en nuestro corazón y alma, debemos preparar el camino. Ayudados de la gracia de Dios debemos hacer a un lado las montañas del orgullo y vanidad que nos envuelve, debemos llenar el vacío de la ignorancia e incredulidad. Debemos enderezar todo lo torcido de nuestras vidas, suavizando el áspero camino de la cólera y odio que nos carcome.
Cuando hayamos logrado todo esto tendremos entonces, el tapete de bienvenida a nuestra morada, disponible para Cristo en este tiempo de navidad. Evidentemente logramos esto sólo con la ayuda de la gracia de Dios. Debemos por lo tanto hacer penitencia, debemos orar pidiendo la ayuda y misericordia de Dios, dando limosna, en reparación de nuestras ofensas.
Tobías instruye a su hijo cuando le dice: “si tienes mucho da en abundancia, si tienes poco, ten el cuidado de dar con gusto, lo poco que des” (Tobías 4:9).
Es san Francisco de Asís quien nos instruye al decirnos que, dando es como recibimos. Tanto cuando ofrecemos de lo que hemos recibido y de nosotros mismos, nos hacemos beneficiarios de la gracia y bendiciones de Dios.
El Papa san Gregorio agrega: “Quien da, ayuda temporalmente a quienes tienen dones espirituales que otorgar, es cooperante en este acto espiritual de dar. Ya que son pocos los que poseen dones espirituales, y muchos los que abundan en cosas temporales, de esta manera quienes tienen posesiones, toman parte en la virtud de quienes están en necesidad, al compartir su abundancia, con estos pobres santificados.”
En el evangelio de San Mateo leemos: “El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta”. (San Mateo 10:41)
Al ayudar a un profeta, nos hacemos participes de su obra, de tal manera recibimos la misma recompensa que este. Al ayudar al pobre, nos hacemos participes de sus oraciones, sacrificios y ofrendas que hace a Dios. Por lo tanto, mientras mas estériles estemos de bienes espirituales y más nos encontremos bendecidos de cosas materiales, es mucho más lo que debemos redimirnos al dar, especialmente a los que están ricos en dones espirituales.
De esta manera llenamos el vacio entre nosotros y nos unimos todos, para formar un solo cuerpo en Cristo. De esta manera a nadie le faltaría nada. Los que cuentan con bienes materiales no les sobraría nada y los pobres en necesidad de estas cosas nada les faltaría. Espiritualmente es lo mismo, quienes tienen más compartirán con los que nada tienen.
No debemos olvidar hacer lo mismo en la oración y la penitencia, no podemos comprar nuestro camino al cielo. En la oración recibimos las gracias necesarias para cumplir con nuestras demás obligaciones. Manifestamos nuestra gratitud por lo que hemos recibido, vemos además lo que es requerido de nosotros, de esta manera nuestro corazón está abierto al amor de Dios.
Por medio de la penitencia expiamos nuestros pecados y ofensas, nos unimos a Jesucristo en Su Sacrificio en la Cruz. Llenamos lo que falta en nosotros para limpiar los pecados de nuestra alma. Con nuestra oración y penitencia nos ayudamos los unos a los otros, especialmente a las pobres almas del purgatorio.
Construimos con todas nuestras buenas obras, un tesoro en el Cielo, para nosotros y para quienes, de manera similar buscan construir su tesoro. Es decir que otros reciben la recompensa espiritual por nuestro esfuerzo, de igual forma lo hacemos nosotros por los esfuerzos de los demás. Sus méritos son nuestros méritos y los méritos nuestros son suyos.
Cuando damos a la gente buena, somos participes de su bondad. Lo mismo sucede si ayudamos a las personas perversas y malvadas, somos participes de sus fechorías. Así como recibimos la recompensa por ayudar a un profeta, recibiremos el castigo que merecen los herejes y malvados que reciben nuestra ayuda.
La Navidad esta ya cerca, el tiempo de la preparación se termina, hagamos oración, penitencia y demos limosna, ahora que hay tiempo. Ayudemos e instiguemos a los demás en las obras buenas para todos juntos construir y formar el Cuerpo Místico de Jesucristo. De esta manera podremos marcar el camino hacia nuestro corazón para Jesucristo haga de este y nuestra alma Su morada permanente.
Así sea
Queridos Hermanos:
Una vez más, este tiempo de adviento, dirige nuestros pensamientos a San Juan Bautista.
El acercamiento a Cristo es inminente y san Juan nos previene e instruye sobre la preparación que debemos tener.
Si Cristo ha de entrar en nuestro corazón y alma, debemos preparar el camino. Ayudados de la gracia de Dios debemos hacer a un lado las montañas del orgullo y vanidad que nos envuelve, debemos llenar el vacío de la ignorancia e incredulidad. Debemos enderezar todo lo torcido de nuestras vidas, suavizando el áspero camino de la cólera y odio que nos carcome.
Cuando hayamos logrado todo esto tendremos entonces, el tapete de bienvenida a nuestra morada, disponible para Cristo en este tiempo de navidad. Evidentemente logramos esto sólo con la ayuda de la gracia de Dios. Debemos por lo tanto hacer penitencia, debemos orar pidiendo la ayuda y misericordia de Dios, dando limosna, en reparación de nuestras ofensas.
Tobías instruye a su hijo cuando le dice: “si tienes mucho da en abundancia, si tienes poco, ten el cuidado de dar con gusto, lo poco que des” (Tobías 4:9).
Es san Francisco de Asís quien nos instruye al decirnos que, dando es como recibimos. Tanto cuando ofrecemos de lo que hemos recibido y de nosotros mismos, nos hacemos beneficiarios de la gracia y bendiciones de Dios.
El Papa san Gregorio agrega: “Quien da, ayuda temporalmente a quienes tienen dones espirituales que otorgar, es cooperante en este acto espiritual de dar. Ya que son pocos los que poseen dones espirituales, y muchos los que abundan en cosas temporales, de esta manera quienes tienen posesiones, toman parte en la virtud de quienes están en necesidad, al compartir su abundancia, con estos pobres santificados.”
En el evangelio de San Mateo leemos: “El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta”. (San Mateo 10:41)
Al ayudar a un profeta, nos hacemos participes de su obra, de tal manera recibimos la misma recompensa que este. Al ayudar al pobre, nos hacemos participes de sus oraciones, sacrificios y ofrendas que hace a Dios. Por lo tanto, mientras mas estériles estemos de bienes espirituales y más nos encontremos bendecidos de cosas materiales, es mucho más lo que debemos redimirnos al dar, especialmente a los que están ricos en dones espirituales.
De esta manera llenamos el vacio entre nosotros y nos unimos todos, para formar un solo cuerpo en Cristo. De esta manera a nadie le faltaría nada. Los que cuentan con bienes materiales no les sobraría nada y los pobres en necesidad de estas cosas nada les faltaría. Espiritualmente es lo mismo, quienes tienen más compartirán con los que nada tienen.
No debemos olvidar hacer lo mismo en la oración y la penitencia, no podemos comprar nuestro camino al cielo. En la oración recibimos las gracias necesarias para cumplir con nuestras demás obligaciones. Manifestamos nuestra gratitud por lo que hemos recibido, vemos además lo que es requerido de nosotros, de esta manera nuestro corazón está abierto al amor de Dios.
Por medio de la penitencia expiamos nuestros pecados y ofensas, nos unimos a Jesucristo en Su Sacrificio en la Cruz. Llenamos lo que falta en nosotros para limpiar los pecados de nuestra alma. Con nuestra oración y penitencia nos ayudamos los unos a los otros, especialmente a las pobres almas del purgatorio.
Construimos con todas nuestras buenas obras, un tesoro en el Cielo, para nosotros y para quienes, de manera similar buscan construir su tesoro. Es decir que otros reciben la recompensa espiritual por nuestro esfuerzo, de igual forma lo hacemos nosotros por los esfuerzos de los demás. Sus méritos son nuestros méritos y los méritos nuestros son suyos.
Cuando damos a la gente buena, somos participes de su bondad. Lo mismo sucede si ayudamos a las personas perversas y malvadas, somos participes de sus fechorías. Así como recibimos la recompensa por ayudar a un profeta, recibiremos el castigo que merecen los herejes y malvados que reciben nuestra ayuda.
La Navidad esta ya cerca, el tiempo de la preparación se termina, hagamos oración, penitencia y demos limosna, ahora que hay tiempo. Ayudemos e instiguemos a los demás en las obras buenas para todos juntos construir y formar el Cuerpo Místico de Jesucristo. De esta manera podremos marcar el camino hacia nuestro corazón para Jesucristo haga de este y nuestra alma Su morada permanente.
Así sea
Saturday, December 15, 2012
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
16 DE DICIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
El mismo San Juan Bautista que escuchamos a Jesucristo Nuestro Señor, exaltar, el domingo pasado, es el mismo que se nos presenta humildemente en el evangelio de este día. Dice de sí mismo que es la voz que clama en el desierto. La voz que antecede al Verbo (en tiempo, más no en eternidad) y no es nada sin la Palabra. Así como el sonido sale de las palabras, de la misma manera San Juan precede a Jesucristo. Luego entonces San Juan Bautista es nada sin Jesucristo. Dice, incluso que, no es digno no siquiera de desatar la correa de sus sandalias.
Jesucristo pone las cosas en claro cuando nos dice lo que debemos hacer: “aprender de mi que son dócil y humilde de corazón” (san Mateo). Esto, lo supo y entendió san Juan desde el principio. Por otro lado, los judíos aceptaban y estaban listos para aceptarlo como profeta, o Elías, aún como el mismo Cristo.
San Juan llevó una vida exacta y perfecta, ante los ojos de los hombres. No hubo nadie que pudiera encontrarle falta alguna. Era descendiente de familia real y Sacerdotal. Preparo todo para llevar una vida de mortificación y penitencia, en soledad, comiendo langostas y miel, cubierto con piel de animales y ceñido con cinto de piel.
Jesucristo por comparación nació de humilde ascendencia. Su padre era un humilde carpintero. Cristo comía y bebía de manera pública y alimentaba a las multitudes. Razón por la que algunos judíos rechazaban a Jesucristo y aceptaban a San Juan Bautista.
San Juan, de manera correcta, rechazaba toda alabanza humana y de este mundo para abrazan de manera total la humildad. Vemos en esto claramente que no debe ser aceptada, ni buscar, ni tomar en cuenta el aprecio de este mundo, es como nos lo dice Salomón, “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ecc: 1:2). No es el juicio del mundo el que debemos complacer, no siquiera el nuestro, sino es Dios quien juzga y es a ÉL al que debemos complacer.
San Gregorio nos amonesta cuando nos dice: “Debemos detenernos a pensar con cuidado y atención, como el hombre santo de Dios, para poder protegerse a sí mismos en la humildad, cuando conoce muchas cosas muy bien, se preocupa por mantener en la mente lo que no sabe, para que de esta manera, se acuerden de sus propias limitaciones y por otro lado no se eleven mas allá de sus posibilidades por las cosas en la que se ocupa su mente.
El conocimiento en sí mismo es una virtud, mas la humildad es la protectora de esta. Por lo tanto, para el futuro, ser humildes en sus mentes en relación a lo que puedan saber, para que la virtud del conocimiento no haya guardado el mal de la vanidad y sea envuelta por esta.
Por lo tanto queridos hermanos, cuando hagáis algún bien, traer a la mente los pecados cometidos, para que cuando de manera discreta estas pensando en el mal que pudieras haber hecho, vuestra mente de manera indiscreta se vaya a regocijar en el bien hecho.
.
Por lo tanto, estimen a vuestro prójimo ser siempre mejores, especialmente los que sean extraños, aún esos mismos que ven hacen mal, porque no sabéis el bien que les espera. Busquen todos ser dignos de estima, mas ser como si lo ignoraran, no vaya ser que al manifestarla de esta manera la pierdan.
De igual manera lo dice ya el profeta: “Ay de los que son sabios a sus ojos y son prudentes delante de sí mismos (Isaías 5:21). San Pablo nos dice: No seáis prudentes en vuestra apreciación” (Romanos 12:16).
En contra de Saúl que se hizo orgulloso se dijo: “Cuando eras pequeño en vuestros propios ojos, no fuiste hecho cabeza de la tribu de Israel” Es decir de manera abierta: cuando te ves a ti mismo como joven, te situé sobre los demás, pero ahora que te vez como un gran hombre, para Mi tu eres visto como un niño.
David por el contrario, sosteniendo como insignificante la dignidad de su reinado, danzó alrededor del Arca de la alanza diciendo: “danzaré yo y aún más vil que esto quiero parecer todavía y rebajarme más a tus ojos” (2 Reyes 6:22).
Quien ha sido exaltado por romper las mandíbulas de leones, tener más fuerza que el oso, ser escogido de entre sus hermanos mayores, para ser ungido en lugar del rey rechazado, derribar con una piedra el guerrero más temido por todos, tener todo el poder que puede desear un rey, derrotar a todos los enemigos del rey, recibir el reino como promesa, poseer a todo el pueblo de Israel sin ningún desafío, (1 de Reyes 17:37; II de Reyes 12:7; 1 de Reyes 17:25,28,49; II de Reyes 7: 12,16) y aún con todo esto se despreciaba a sí mismo, y confesaba ser insignificante ante sus propios ojos.
Por lo tanto si los hombres santos, aún después de hacer grandes cosas, se consideran indignos, ¿Qué debemos decir de quienes, sin fruto de virtud, están consumidos por el orgullo? Ninguna obra, aunque sea buena, es insignificante a menos que sea cubierta por la humildad. Una buena acción realizada con estruendo, denigra más bien al hombre en lugar de enaltecerlo.
Quien reúne la virtud sin humildad, es sólo polvo en el viento, y cuando cree que posee algo, por eso mismo es alucinado y hecho peor.
En todas las cosas que hagas, por lo tanto, queridos hermanos, abrazaos a la humildad, como raíz de toda buena obra. No pongas atención a las cosas que son mejores que los demás, sino en las que son peores; para que mientras mantienen el ejemplo de los que son mejores que ustedes mimos, puedan, con humildad, ser capaces de ascender a cosas mejores, por la bondad de la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, a quien se debe dar todo el honor y la gloria por siempre.
Así sea.
Queridos Hermanos:
El mismo San Juan Bautista que escuchamos a Jesucristo Nuestro Señor, exaltar, el domingo pasado, es el mismo que se nos presenta humildemente en el evangelio de este día. Dice de sí mismo que es la voz que clama en el desierto. La voz que antecede al Verbo (en tiempo, más no en eternidad) y no es nada sin la Palabra. Así como el sonido sale de las palabras, de la misma manera San Juan precede a Jesucristo. Luego entonces San Juan Bautista es nada sin Jesucristo. Dice, incluso que, no es digno no siquiera de desatar la correa de sus sandalias.
Jesucristo pone las cosas en claro cuando nos dice lo que debemos hacer: “aprender de mi que son dócil y humilde de corazón” (san Mateo). Esto, lo supo y entendió san Juan desde el principio. Por otro lado, los judíos aceptaban y estaban listos para aceptarlo como profeta, o Elías, aún como el mismo Cristo.
San Juan llevó una vida exacta y perfecta, ante los ojos de los hombres. No hubo nadie que pudiera encontrarle falta alguna. Era descendiente de familia real y Sacerdotal. Preparo todo para llevar una vida de mortificación y penitencia, en soledad, comiendo langostas y miel, cubierto con piel de animales y ceñido con cinto de piel.
Jesucristo por comparación nació de humilde ascendencia. Su padre era un humilde carpintero. Cristo comía y bebía de manera pública y alimentaba a las multitudes. Razón por la que algunos judíos rechazaban a Jesucristo y aceptaban a San Juan Bautista.
San Juan, de manera correcta, rechazaba toda alabanza humana y de este mundo para abrazan de manera total la humildad. Vemos en esto claramente que no debe ser aceptada, ni buscar, ni tomar en cuenta el aprecio de este mundo, es como nos lo dice Salomón, “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ecc: 1:2). No es el juicio del mundo el que debemos complacer, no siquiera el nuestro, sino es Dios quien juzga y es a ÉL al que debemos complacer.
San Gregorio nos amonesta cuando nos dice: “Debemos detenernos a pensar con cuidado y atención, como el hombre santo de Dios, para poder protegerse a sí mismos en la humildad, cuando conoce muchas cosas muy bien, se preocupa por mantener en la mente lo que no sabe, para que de esta manera, se acuerden de sus propias limitaciones y por otro lado no se eleven mas allá de sus posibilidades por las cosas en la que se ocupa su mente.
El conocimiento en sí mismo es una virtud, mas la humildad es la protectora de esta. Por lo tanto, para el futuro, ser humildes en sus mentes en relación a lo que puedan saber, para que la virtud del conocimiento no haya guardado el mal de la vanidad y sea envuelta por esta.
Por lo tanto queridos hermanos, cuando hagáis algún bien, traer a la mente los pecados cometidos, para que cuando de manera discreta estas pensando en el mal que pudieras haber hecho, vuestra mente de manera indiscreta se vaya a regocijar en el bien hecho.
.
Por lo tanto, estimen a vuestro prójimo ser siempre mejores, especialmente los que sean extraños, aún esos mismos que ven hacen mal, porque no sabéis el bien que les espera. Busquen todos ser dignos de estima, mas ser como si lo ignoraran, no vaya ser que al manifestarla de esta manera la pierdan.
De igual manera lo dice ya el profeta: “Ay de los que son sabios a sus ojos y son prudentes delante de sí mismos (Isaías 5:21). San Pablo nos dice: No seáis prudentes en vuestra apreciación” (Romanos 12:16).
En contra de Saúl que se hizo orgulloso se dijo: “Cuando eras pequeño en vuestros propios ojos, no fuiste hecho cabeza de la tribu de Israel” Es decir de manera abierta: cuando te ves a ti mismo como joven, te situé sobre los demás, pero ahora que te vez como un gran hombre, para Mi tu eres visto como un niño.
David por el contrario, sosteniendo como insignificante la dignidad de su reinado, danzó alrededor del Arca de la alanza diciendo: “danzaré yo y aún más vil que esto quiero parecer todavía y rebajarme más a tus ojos” (2 Reyes 6:22).
Quien ha sido exaltado por romper las mandíbulas de leones, tener más fuerza que el oso, ser escogido de entre sus hermanos mayores, para ser ungido en lugar del rey rechazado, derribar con una piedra el guerrero más temido por todos, tener todo el poder que puede desear un rey, derrotar a todos los enemigos del rey, recibir el reino como promesa, poseer a todo el pueblo de Israel sin ningún desafío, (1 de Reyes 17:37; II de Reyes 12:7; 1 de Reyes 17:25,28,49; II de Reyes 7: 12,16) y aún con todo esto se despreciaba a sí mismo, y confesaba ser insignificante ante sus propios ojos.
Por lo tanto si los hombres santos, aún después de hacer grandes cosas, se consideran indignos, ¿Qué debemos decir de quienes, sin fruto de virtud, están consumidos por el orgullo? Ninguna obra, aunque sea buena, es insignificante a menos que sea cubierta por la humildad. Una buena acción realizada con estruendo, denigra más bien al hombre en lugar de enaltecerlo.
Quien reúne la virtud sin humildad, es sólo polvo en el viento, y cuando cree que posee algo, por eso mismo es alucinado y hecho peor.
En todas las cosas que hagas, por lo tanto, queridos hermanos, abrazaos a la humildad, como raíz de toda buena obra. No pongas atención a las cosas que son mejores que los demás, sino en las que son peores; para que mientras mantienen el ejemplo de los que son mejores que ustedes mimos, puedan, con humildad, ser capaces de ascender a cosas mejores, por la bondad de la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, a quien se debe dar todo el honor y la gloria por siempre.
Así sea.
Saturday, December 1, 2012
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
2 DE DICIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
San Ambrosio, nos dice en su comentario al evangelio de este día que, muchos perderán, al ser apostatas,de la Fe Cristiana: “ La brillantez de la fe será opacada por la nube de la apostasía…” al igual que el eclipse lunar que, por razones de ponerse, la tierra entre la luna y el sol, desaparece de la vista, de la misma manera, la Iglesia Católica, cuando los vicios de la carne se oponen en el camino de la luz celestial, ya no puede recibir el esplendor de Su luz Divina, del sol, Jesucristo Nuestro Señor.
Y en la persecución fue invariable el amor de esta vida que se antepuso en el camino del Divino sol. De igual forma, las estrellas. El decir, el hombre, envuelto en las alabanzas de los demos cristianos, caerán, como la amargura de la persecución que se aglutina, que debe pasar, sin embargo, hasta que el número de los elegidos sea completado. Se prueba a los buenos y los malos son exhibidos.
Jesucristo vino la primera vez a salvar nuestra alma, esta segunda venida será para encargarse de nuestro cuerpo. Quienes no han permitido que las tinieblas de este mundo les opaque la luz de la fe, en su alma, encontrarán que sus cuerpos serán elevados al glorioso estado, conforme al regreso de Cristo nuestro Señor.
Este mundo y todo lo creado en ella, fueron hechos buenos y son buenos. Es debido al desorden de nuestras almas que tomamos estas cosas y las convertimos en algo malo para nosotros. La comida y la bebida, son algo bueno, pero cuando el desorden y la glotonería, acompañadas de la ebriedad reinan en nosotros, se convierten fácilmente en un mal para nosotros.
La propiedad y el dinero son algo bueno en sí mismos, pero cuando el desorden de la avaricia reina en el alma se convierten en un gran mal para esta. El matrimonio y la reproducción de las especies, es algo bueno en sí, pero cuando el desorden de la lujuria y perversidad reina en el alma, se convierten en algo malo.
Mientras permitamos que la luz de Dios brille sobre nosotros y este mundo, todo se convierte en algo bueno y para nuestro bien. Usamos todo en su propia dimensión y medida. Toda la creación nos lleva a nuestro creador. No estamos atados ni regidos por bienes materiales, las usamos sin apego, o como nos lo advierte san Pablo: “las usamos como si no las usáramos”.
El problema surge cuando hacemos de todas estas cosas como algo del que no podemos prescindir de estas y no como meros instrumentos de acercarnos a Dios. Este mundo y todo lo mundano es sólo un medio para alcanzar a Dios, los medios son ese mundo físico.
El destino final es el cielo y el camino a llegar a este es el mundo. Este mundo no es nuestro hogar, luego entonces es un gran desorden querer quedarnos en este y olvidarnos del cielo como nuestro destino final, buscando nuestra felicidad donde no la habremos de encontrar.
Es como aquel hombre que trabaja y busca hacerse una finca en el mejor de los lugares, adornándola con los mejores muebles, para decidir pasar a vivir al patio trasero, expuesto a los elementos y calamidades del tiempo, sin disfrutar lo que ha dejado dentro de su casa.
Hay muchos que nunca disfrutan del hogar celestial porque quedan distraídos ante la belleza del paisaje de este mundo. Es hermoso y placentero, pero no es nuestro hogar. La belleza y alegría del patio posterior no se puede, jamás, comparar con la belleza, comodidad y alegría de la Mansión del Cielo.
Quienes hacen de la naturaleza un dios, o este mundo o buscan la felicidad en cualquier parte de este mundo, están un poco miopes. Fijándose en las cosas materiales de este mundo sus ojos se han quedado opacos a las cosas espirituales que se encuentran justo enfrente de ellos y a todo su alrededor.
En este desorden nuestro, Dios nos muestra Su misericordia. Nos pone dificultades e inconveniencias en todas estas cosas. Siempre les falta algo y están incompletas. Veos que todo se deteriora ante nuestras manos y propios ojos.
Mientras que muchos se quejan de esto, deberíamos más bien estar agradecidos a Dios por todos estos “problemas”, como se les conocen, para voltear nuestra mirada a cosas mejores y no perecederas.
La cruz de este mundo nos produce dolor y sufrimientos, pero es también placentera y hermosa. Es este estado de ser mixto, tanto gozo y comodidad mientras que es al mismo tiempo carga y dolor, que nos lleva paso a paso hacia algo mucho mejor y eterno. Si enfocamos nuestro corazón y mirada sólo sobre las creaturas, se nos vuelven oscuros y nublados todo lo que tiene que ver con Dios y la eternidad.
Las creaturas son vistas con gran esplendor y claridad mientras que Dios va desapareciendo paulatinamente.
Lo opuesto sucede precisamente cuando nos enfocamos de todo corazón sobre Dios y las cosas espirituales, las cosas de este mundo se vuelven insípidas y son luz, ya no son atractivas.
En este adviento se nos invita a mirar más allá y prepararnos para la venida de Cristo Nuestro Señor. Al hacer esto, necesariamente perderemos interés por las cosas de este mundo, sacrificamos estas cosas insignificantes en un intento por llenar lo que sacrificamos con un deseo ardiente de las cosas eternas y espirituales.
En lugar de acumular cosas de este mundo y buscar nuestra felicidad en ellas, empezamos o continuamos construyendo tesoros en el Cielo.
San Gregorio nos dice: “quienes aman a Dios, por lo tanto, están destinados a ser felices, y alegrarse por el fin del mundo, ya que muy pronto se encontraran con quien ellos aman y hacer a un lado lo que nunca amaron” por lo tanto que desaparezca de los fieles que desean ver a Dios que deban sufrir sobre los golpes de este mundo, que sabemos ha de terminar en estas catástrofes. Porque está escrito:
“quien sea que se considere amigo de este mundo, será enemigo de Dios (San Juan 4:4). Por lo tanto quien no se alegre ante el inminente fin de este mundo, sólo testifica que es amigo del mismo, y consecuentemente se expone y declara enemigo de Dios”
Amen.
Queridos Hermanos:
San Ambrosio, nos dice en su comentario al evangelio de este día que, muchos perderán, al ser apostatas,de la Fe Cristiana: “ La brillantez de la fe será opacada por la nube de la apostasía…” al igual que el eclipse lunar que, por razones de ponerse, la tierra entre la luna y el sol, desaparece de la vista, de la misma manera, la Iglesia Católica, cuando los vicios de la carne se oponen en el camino de la luz celestial, ya no puede recibir el esplendor de Su luz Divina, del sol, Jesucristo Nuestro Señor.
Y en la persecución fue invariable el amor de esta vida que se antepuso en el camino del Divino sol. De igual forma, las estrellas. El decir, el hombre, envuelto en las alabanzas de los demos cristianos, caerán, como la amargura de la persecución que se aglutina, que debe pasar, sin embargo, hasta que el número de los elegidos sea completado. Se prueba a los buenos y los malos son exhibidos.
Jesucristo vino la primera vez a salvar nuestra alma, esta segunda venida será para encargarse de nuestro cuerpo. Quienes no han permitido que las tinieblas de este mundo les opaque la luz de la fe, en su alma, encontrarán que sus cuerpos serán elevados al glorioso estado, conforme al regreso de Cristo nuestro Señor.
Este mundo y todo lo creado en ella, fueron hechos buenos y son buenos. Es debido al desorden de nuestras almas que tomamos estas cosas y las convertimos en algo malo para nosotros. La comida y la bebida, son algo bueno, pero cuando el desorden y la glotonería, acompañadas de la ebriedad reinan en nosotros, se convierten fácilmente en un mal para nosotros.
La propiedad y el dinero son algo bueno en sí mismos, pero cuando el desorden de la avaricia reina en el alma se convierten en un gran mal para esta. El matrimonio y la reproducción de las especies, es algo bueno en sí, pero cuando el desorden de la lujuria y perversidad reina en el alma, se convierten en algo malo.
Mientras permitamos que la luz de Dios brille sobre nosotros y este mundo, todo se convierte en algo bueno y para nuestro bien. Usamos todo en su propia dimensión y medida. Toda la creación nos lleva a nuestro creador. No estamos atados ni regidos por bienes materiales, las usamos sin apego, o como nos lo advierte san Pablo: “las usamos como si no las usáramos”.
El problema surge cuando hacemos de todas estas cosas como algo del que no podemos prescindir de estas y no como meros instrumentos de acercarnos a Dios. Este mundo y todo lo mundano es sólo un medio para alcanzar a Dios, los medios son ese mundo físico.
El destino final es el cielo y el camino a llegar a este es el mundo. Este mundo no es nuestro hogar, luego entonces es un gran desorden querer quedarnos en este y olvidarnos del cielo como nuestro destino final, buscando nuestra felicidad donde no la habremos de encontrar.
Es como aquel hombre que trabaja y busca hacerse una finca en el mejor de los lugares, adornándola con los mejores muebles, para decidir pasar a vivir al patio trasero, expuesto a los elementos y calamidades del tiempo, sin disfrutar lo que ha dejado dentro de su casa.
Hay muchos que nunca disfrutan del hogar celestial porque quedan distraídos ante la belleza del paisaje de este mundo. Es hermoso y placentero, pero no es nuestro hogar. La belleza y alegría del patio posterior no se puede, jamás, comparar con la belleza, comodidad y alegría de la Mansión del Cielo.
Quienes hacen de la naturaleza un dios, o este mundo o buscan la felicidad en cualquier parte de este mundo, están un poco miopes. Fijándose en las cosas materiales de este mundo sus ojos se han quedado opacos a las cosas espirituales que se encuentran justo enfrente de ellos y a todo su alrededor.
En este desorden nuestro, Dios nos muestra Su misericordia. Nos pone dificultades e inconveniencias en todas estas cosas. Siempre les falta algo y están incompletas. Veos que todo se deteriora ante nuestras manos y propios ojos.
Mientras que muchos se quejan de esto, deberíamos más bien estar agradecidos a Dios por todos estos “problemas”, como se les conocen, para voltear nuestra mirada a cosas mejores y no perecederas.
La cruz de este mundo nos produce dolor y sufrimientos, pero es también placentera y hermosa. Es este estado de ser mixto, tanto gozo y comodidad mientras que es al mismo tiempo carga y dolor, que nos lleva paso a paso hacia algo mucho mejor y eterno. Si enfocamos nuestro corazón y mirada sólo sobre las creaturas, se nos vuelven oscuros y nublados todo lo que tiene que ver con Dios y la eternidad.
Las creaturas son vistas con gran esplendor y claridad mientras que Dios va desapareciendo paulatinamente.
Lo opuesto sucede precisamente cuando nos enfocamos de todo corazón sobre Dios y las cosas espirituales, las cosas de este mundo se vuelven insípidas y son luz, ya no son atractivas.
En este adviento se nos invita a mirar más allá y prepararnos para la venida de Cristo Nuestro Señor. Al hacer esto, necesariamente perderemos interés por las cosas de este mundo, sacrificamos estas cosas insignificantes en un intento por llenar lo que sacrificamos con un deseo ardiente de las cosas eternas y espirituales.
En lugar de acumular cosas de este mundo y buscar nuestra felicidad en ellas, empezamos o continuamos construyendo tesoros en el Cielo.
San Gregorio nos dice: “quienes aman a Dios, por lo tanto, están destinados a ser felices, y alegrarse por el fin del mundo, ya que muy pronto se encontraran con quien ellos aman y hacer a un lado lo que nunca amaron” por lo tanto que desaparezca de los fieles que desean ver a Dios que deban sufrir sobre los golpes de este mundo, que sabemos ha de terminar en estas catástrofes. Porque está escrito:
“quien sea que se considere amigo de este mundo, será enemigo de Dios (San Juan 4:4). Por lo tanto quien no se alegre ante el inminente fin de este mundo, sólo testifica que es amigo del mismo, y consecuentemente se expone y declara enemigo de Dios”
Amen.
Saturday, November 24, 2012
DOMINGO 26to. (ULTIMO) DESPUES DE PENTECOSTÉS
25 DE NOVIEMBRE DE 2012
QUERIDOS HERMANOS:
El día de hoy nos toca considerar el fin, nuestro fin.
Lo que se nos presenta en el evangelio es referente tanto al la destrucción de Jerusalén, que ya ha sucedido y proféticamente, al final de los tiempos. Consideremos la parte profética y veamos que aplica para nosotros. Podemos considerar el fin del mundo y nuestro propio fin mortal. En cualquiera de ambos casos, el tiempo dejara de existir, para nosotros, en ese momento.
Jesucristo vendrá a nosotros de manera particular a juzgarnos y de manera completa en el juicio general. Cuando venga no necesitaremos buscarlo, aparecerá sin lugar a dudas. Para el bien de quienes lo aman, será tiempo de gran alegría, para quienes han amado algo distinto, será un tiempo de gran dolor y remordimiento.
Esta parte profética del evangelio nos dice como debemos comportarnos. Sólo un tonto verá todas las señales del fin y pretender que no lo son. Tal comportamiento lo vemos en muchos de los llamados “tradicionalistas” que ven claramente la “abominación de la desolación en el Lugar Santo” (la religión del Novus Ordo que ha invadido y usurpado la propiedad y posición de la Iglesia Católica) y a pesar de todo esto rehúsan alejarse del impostor que practica el ecumenismo con todas las religiones falsas y “dioses” del mundo de hoy.
Si nos hemos alejado de esta casa de maldad, no debemos regresar a recoger nada de ella. Lo que hayamos dejado, debe para nosotros, ser como algo ya perdido. No debe importar si estamos en el techo o en el campo, debemos huir de esta casa, sin preocuparnos por lo que dejamos tras de nosotros: seres queridos, familia, amigos, momentos alegres etc. Aún si tuviéramos algún niño en edad de ser amamantado por su propia madre, no debemos permitir que sea un obstáculo para acudir y unirnos a Dios. Se encargara de que no tengamos ningún obstáculo entre nosotros y El. Leamos las amonestaciones de san Agustín y corramos llenos de fe y sin ningún temor.
“corramos en la caridad y el amor, olvidando las cosas temporales del tiempo. Es tiempo de llamar al fuerte y no al perezoso. Los ladrones abundan. En cada esquina el diablo está esperando, devorar y tomar posesión, y quien cae en sus garras queda impedido o apartado del buen camino. Lo detiene y aleja de lo bueno, lanzándolo a las trampas de la falsedad, en las herejías y cismas o dejándolo caer en cualquier otro tipo de supersticiones”.
“los tienda a través del deseo o el miedo. Primeramente por el deseo, prometiéndoles y dándoles los engaños del placer. Cuando encuentra algún hombre que rechaza estas cosas y pareciera que ha cerrado las puertas del deseo, lo empieza a tentar por medio del temor. Si ya no deseas nada de este mundo y has por decirlo cerrado sus puertas; temerías aún perder lo que tienes, no has cerrado la puerta del temor. Ser fuerte en la fe. Presta atención para que ningún hombre te arrastre a la maldad por medio de algún tipo de promesas, y no permitas que nadie te obligue a caer en el engaño por cualquier tipo de amenaza.
Cualquier cosa que este mundo te prometa, será mucho mayor en el reino de los cielos, cualquier amenaza que te dicte el mundo el fuego del infierno es mucho mayor. De igual forma si quieres alejarte de todo temor humano, ten temor del castigo eterno que Dios te dicta. Y si deseas alejarte de toda concupiscencia. Desea con todo tu ser la vida eterna que promete Dios. De esta manera cierras la puerta del demonio y abres el camino a Cristo Nuestro Señor”.
“Volteando luego entonces, a nuestro Señor y Dios, busquémoslo con toda honestidad para que el poder de su misericordia fortalezca nuestro corazón en Su verdad, para que nos de paz a nuestra alma”
“Que Su gracia abunde entre nosotros, y que tenga misericordia de nosotros. Que aleje todo escándalo de nuestra vista y que ante Su Iglesia, todos los que lo aman, que por Su poder y de la abundancia de su misericordia nos permita servirle por siempre. A través de Jesucristo Su Hijo, nuestro Señor que vive y reina en unión del Espíritu Santo” Amen
QUERIDOS HERMANOS:
El día de hoy nos toca considerar el fin, nuestro fin.
Lo que se nos presenta en el evangelio es referente tanto al la destrucción de Jerusalén, que ya ha sucedido y proféticamente, al final de los tiempos. Consideremos la parte profética y veamos que aplica para nosotros. Podemos considerar el fin del mundo y nuestro propio fin mortal. En cualquiera de ambos casos, el tiempo dejara de existir, para nosotros, en ese momento.
Jesucristo vendrá a nosotros de manera particular a juzgarnos y de manera completa en el juicio general. Cuando venga no necesitaremos buscarlo, aparecerá sin lugar a dudas. Para el bien de quienes lo aman, será tiempo de gran alegría, para quienes han amado algo distinto, será un tiempo de gran dolor y remordimiento.
Esta parte profética del evangelio nos dice como debemos comportarnos. Sólo un tonto verá todas las señales del fin y pretender que no lo son. Tal comportamiento lo vemos en muchos de los llamados “tradicionalistas” que ven claramente la “abominación de la desolación en el Lugar Santo” (la religión del Novus Ordo que ha invadido y usurpado la propiedad y posición de la Iglesia Católica) y a pesar de todo esto rehúsan alejarse del impostor que practica el ecumenismo con todas las religiones falsas y “dioses” del mundo de hoy.
Si nos hemos alejado de esta casa de maldad, no debemos regresar a recoger nada de ella. Lo que hayamos dejado, debe para nosotros, ser como algo ya perdido. No debe importar si estamos en el techo o en el campo, debemos huir de esta casa, sin preocuparnos por lo que dejamos tras de nosotros: seres queridos, familia, amigos, momentos alegres etc. Aún si tuviéramos algún niño en edad de ser amamantado por su propia madre, no debemos permitir que sea un obstáculo para acudir y unirnos a Dios. Se encargara de que no tengamos ningún obstáculo entre nosotros y El. Leamos las amonestaciones de san Agustín y corramos llenos de fe y sin ningún temor.
“corramos en la caridad y el amor, olvidando las cosas temporales del tiempo. Es tiempo de llamar al fuerte y no al perezoso. Los ladrones abundan. En cada esquina el diablo está esperando, devorar y tomar posesión, y quien cae en sus garras queda impedido o apartado del buen camino. Lo detiene y aleja de lo bueno, lanzándolo a las trampas de la falsedad, en las herejías y cismas o dejándolo caer en cualquier otro tipo de supersticiones”.
“los tienda a través del deseo o el miedo. Primeramente por el deseo, prometiéndoles y dándoles los engaños del placer. Cuando encuentra algún hombre que rechaza estas cosas y pareciera que ha cerrado las puertas del deseo, lo empieza a tentar por medio del temor. Si ya no deseas nada de este mundo y has por decirlo cerrado sus puertas; temerías aún perder lo que tienes, no has cerrado la puerta del temor. Ser fuerte en la fe. Presta atención para que ningún hombre te arrastre a la maldad por medio de algún tipo de promesas, y no permitas que nadie te obligue a caer en el engaño por cualquier tipo de amenaza.
Cualquier cosa que este mundo te prometa, será mucho mayor en el reino de los cielos, cualquier amenaza que te dicte el mundo el fuego del infierno es mucho mayor. De igual forma si quieres alejarte de todo temor humano, ten temor del castigo eterno que Dios te dicta. Y si deseas alejarte de toda concupiscencia. Desea con todo tu ser la vida eterna que promete Dios. De esta manera cierras la puerta del demonio y abres el camino a Cristo Nuestro Señor”.
“Volteando luego entonces, a nuestro Señor y Dios, busquémoslo con toda honestidad para que el poder de su misericordia fortalezca nuestro corazón en Su verdad, para que nos de paz a nuestra alma”
“Que Su gracia abunde entre nosotros, y que tenga misericordia de nosotros. Que aleje todo escándalo de nuestra vista y que ante Su Iglesia, todos los que lo aman, que por Su poder y de la abundancia de su misericordia nos permita servirle por siempre. A través de Jesucristo Su Hijo, nuestro Señor que vive y reina en unión del Espíritu Santo” Amen
Saturday, November 17, 2012
DOMINGO 25to. DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
18 DE NOVIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
El día de hoy, tomamos en consideración la forma en que las grandes obras inician de una manera pequeña y en ocasiones insignificantes. La semilla de mostaza y el grano de levadura, son pequeñas y por ende humilde, sin embargo, contienen un gran potencial. Mostrándonos con esto, nuevamente como Dios exalta a los humildes y humilla a los orgullosos.
La Iglesia Católica se encuentra en esta situación de humildad, cuando Cristo nos dice: “El Reino de Dios es como…” nos encontramos en el estado de semilla, el potencial total, crecimiento y desarrollo, sólo será verdaderamente visto, en la eternidad del Cielo.
Vemos, de igual forma, que la semilla debe morar a sí misma, enterrada para que pueda desarrollarse en l gran planta, que ha sido designada ser. Lo mismo sucede con el grano de levadura que es sepultada o escondida dentro de la masa de harina. Para poco a poco influir y cambiar la harina hasta ser transformada en una nueva levadura.
Lo mismo sucede con la Iglesia, debe transformar a todo el mundo. Se encuentra a si misma sepultada en este mundo, rodeada de todo tipo de maldad y pecadores. Es su misión en toda verdad y fe difundir el Evangelio de la humildad de Cristo Crucificado, transformando la maldad en bondad y al orgulloso en humilde. Su misión es unir a los hombres individuales, en un solo Cuerpo de Cristo, así como la levadura se une al trigo en una sola masa.
Al considerar la parábola de hoy, nos damos cuenta de una gran información relativa a la parábola de la semana anterior. Vimos como los berberechos crecen junto al trigo, lado a lado. Hoy vemos que el pecador debe convertirse o cambiar a humilde y recibir la vida, como miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo.
La Iglesia que en ocasiones aparece como pequeña e insignificante, para en la eternidad ver algo realmente sorprendente y diferente. Comparada con las megas iglesias de los herejes, la Iglesia católica parecería insignificante, sin embargo, en este estado humilde, promete una gran recompensa en la eternidad. Reincorpora a todos los que quieran seguirla a Ella y en Cristo, dándoles vida.
Los demás sin importar que tan grandes aparezcan serán todas destruidas y muertas.
Vemos en la vida de los santos, especialmente en los más humildes y apartados del mundo, que atraen a los hombres buenos y que al verlos y escucharlos son poco a poco transformados en imitadores de sus virtudes.
Si consideramos la humildad de San Francisco, casado con las virtudes de la pobreza, castidad y obediencia, buscando morir a sí mismo, se dio cuenta que en lugar de morir realmente vivía, en Cristo. Sus seguidores inmediatamente empezaron a multiplicarse, cada uno de estos buscando imitar y seguir los pasos de este hombre simple y humilde.
Esta alma humilde ha sido multiplicada muchas de las veces. Muchas almas han entrada a la Orden Franciscana, para desarrollar e imitar las virtudes de San Francisco de Asís en sus vidas.
No es nuestra intención ni lo fue de san Francisco convertirse en un falso dios. Esto es verdaderamente repulsivo para cualquier alma verdaderamente humilde. San Francisco sólo buscó imitar a Cristo y lo hizo muy bien.
Llevó incluso, las llagas de nuestro Señor Jesucristo, en su cuerpo. Por lo tanto podemos decir que al seguir e imitar a san Francisco estamos siguiendo e imitando a Cristo Nuestro Señor.
Cristo es como la semillita de mostaza o la levadura escondida en la harina. Humillado y muriendo en la cruz sólo para desarrollar en el hombre, una unión más con El mismo. Desde su lecho de muerte y estado de desconocido surge y es elevado a las Alturas.
Todos los que cree y son bautizados completan lo que faltaba (Col 1, 24) transformando su muerte pecaminosa en miembros vivientes de Cristo, en un sentido, creciendo en el Cuerpo de Cristo.
Todos y cada uno de nosotros logramos esto cada vez que nos acercamos más a Él y le permitirnos transformarnos. Debemos tomar nuestra cruz diariamente, muriendo humildemente a nosotros mismos para poder seguir a Cristo de manera perfecta al calvario.
Es esta forma de morir a nosotros mismos que nacemos a la vida eterna señala la Oración de San Francisco De Asís.
No podemos voltear a ver a Cristo como lo hacen los protestantes que señalan que Cristo ya ha hecho todo, sin dejarnos nada por hacer, sólo necesitamos creer. La gloria del nombre Cristiano sin ser como Cristo es una ilusión vana y vacía.
De igual forma vemos muchos religiosos que se glorían en el nombre de su fundador, pero que no logran jamás imitar el espíritu de estos. Ni siguen el espíritu religioso, o a Cristo. Ninguno de estos tiene vida en sí mismos aunque aparezcan en una gran cantidad o prósperos, más que los religiosos verdaderos o católicos verdaderos.
Dios no está interesado por la cantidad numérica de este mundo sino en su calidad. Un alma que en toda humildad esta imitando y siguiendo a Cristo en su sufrimiento y muerte, vale mucho más que todo el mundo viviendo en pecado, en la vanidad y orgullo.
Por estas almas, vemos que Dios puede hacer grandes obras, como lo hizo con San Francisco de Asís. Tanto a Su Iglesia en este mundo como de manera individual a la gente que forma parte de Su Cuerpo Místico. Las cuales son como la semilla de mostaza. Todo el que se una a estos recibirá la vida y entrara por el mismo camino, de la virtud de la humildad, muriendo a sí mismos. Cualquier otra forma es una decepción diabólica.
No podemos salvar esta vida si queremos la vida eterna (San Lucas 9, 24). No podemos entrar a la Iglesia o vida religiosa sin tomar el espíritu de la Iglesia o la Orden a la que se ingresa. No podemos servir a dos amos. (San Mateo 6,24).
Si vamos a permitir a Cristo vivir en nosotros, muriendo a nosotros mismos, debemos ser como Él para atraer a otros a Él, tal y como lo hizo san Francisco y los demás santos.
Así sea
Queridos Hermanos:
El día de hoy, tomamos en consideración la forma en que las grandes obras inician de una manera pequeña y en ocasiones insignificantes. La semilla de mostaza y el grano de levadura, son pequeñas y por ende humilde, sin embargo, contienen un gran potencial. Mostrándonos con esto, nuevamente como Dios exalta a los humildes y humilla a los orgullosos.
La Iglesia Católica se encuentra en esta situación de humildad, cuando Cristo nos dice: “El Reino de Dios es como…” nos encontramos en el estado de semilla, el potencial total, crecimiento y desarrollo, sólo será verdaderamente visto, en la eternidad del Cielo.
Vemos, de igual forma, que la semilla debe morar a sí misma, enterrada para que pueda desarrollarse en l gran planta, que ha sido designada ser. Lo mismo sucede con el grano de levadura que es sepultada o escondida dentro de la masa de harina. Para poco a poco influir y cambiar la harina hasta ser transformada en una nueva levadura.
Lo mismo sucede con la Iglesia, debe transformar a todo el mundo. Se encuentra a si misma sepultada en este mundo, rodeada de todo tipo de maldad y pecadores. Es su misión en toda verdad y fe difundir el Evangelio de la humildad de Cristo Crucificado, transformando la maldad en bondad y al orgulloso en humilde. Su misión es unir a los hombres individuales, en un solo Cuerpo de Cristo, así como la levadura se une al trigo en una sola masa.
Al considerar la parábola de hoy, nos damos cuenta de una gran información relativa a la parábola de la semana anterior. Vimos como los berberechos crecen junto al trigo, lado a lado. Hoy vemos que el pecador debe convertirse o cambiar a humilde y recibir la vida, como miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo.
La Iglesia que en ocasiones aparece como pequeña e insignificante, para en la eternidad ver algo realmente sorprendente y diferente. Comparada con las megas iglesias de los herejes, la Iglesia católica parecería insignificante, sin embargo, en este estado humilde, promete una gran recompensa en la eternidad. Reincorpora a todos los que quieran seguirla a Ella y en Cristo, dándoles vida.
Los demás sin importar que tan grandes aparezcan serán todas destruidas y muertas.
Vemos en la vida de los santos, especialmente en los más humildes y apartados del mundo, que atraen a los hombres buenos y que al verlos y escucharlos son poco a poco transformados en imitadores de sus virtudes.
Si consideramos la humildad de San Francisco, casado con las virtudes de la pobreza, castidad y obediencia, buscando morir a sí mismo, se dio cuenta que en lugar de morir realmente vivía, en Cristo. Sus seguidores inmediatamente empezaron a multiplicarse, cada uno de estos buscando imitar y seguir los pasos de este hombre simple y humilde.
Esta alma humilde ha sido multiplicada muchas de las veces. Muchas almas han entrada a la Orden Franciscana, para desarrollar e imitar las virtudes de San Francisco de Asís en sus vidas.
No es nuestra intención ni lo fue de san Francisco convertirse en un falso dios. Esto es verdaderamente repulsivo para cualquier alma verdaderamente humilde. San Francisco sólo buscó imitar a Cristo y lo hizo muy bien.
Llevó incluso, las llagas de nuestro Señor Jesucristo, en su cuerpo. Por lo tanto podemos decir que al seguir e imitar a san Francisco estamos siguiendo e imitando a Cristo Nuestro Señor.
Cristo es como la semillita de mostaza o la levadura escondida en la harina. Humillado y muriendo en la cruz sólo para desarrollar en el hombre, una unión más con El mismo. Desde su lecho de muerte y estado de desconocido surge y es elevado a las Alturas.
Todos los que cree y son bautizados completan lo que faltaba (Col 1, 24) transformando su muerte pecaminosa en miembros vivientes de Cristo, en un sentido, creciendo en el Cuerpo de Cristo.
Todos y cada uno de nosotros logramos esto cada vez que nos acercamos más a Él y le permitirnos transformarnos. Debemos tomar nuestra cruz diariamente, muriendo humildemente a nosotros mismos para poder seguir a Cristo de manera perfecta al calvario.
Es esta forma de morir a nosotros mismos que nacemos a la vida eterna señala la Oración de San Francisco De Asís.
No podemos voltear a ver a Cristo como lo hacen los protestantes que señalan que Cristo ya ha hecho todo, sin dejarnos nada por hacer, sólo necesitamos creer. La gloria del nombre Cristiano sin ser como Cristo es una ilusión vana y vacía.
De igual forma vemos muchos religiosos que se glorían en el nombre de su fundador, pero que no logran jamás imitar el espíritu de estos. Ni siguen el espíritu religioso, o a Cristo. Ninguno de estos tiene vida en sí mismos aunque aparezcan en una gran cantidad o prósperos, más que los religiosos verdaderos o católicos verdaderos.
Dios no está interesado por la cantidad numérica de este mundo sino en su calidad. Un alma que en toda humildad esta imitando y siguiendo a Cristo en su sufrimiento y muerte, vale mucho más que todo el mundo viviendo en pecado, en la vanidad y orgullo.
Por estas almas, vemos que Dios puede hacer grandes obras, como lo hizo con San Francisco de Asís. Tanto a Su Iglesia en este mundo como de manera individual a la gente que forma parte de Su Cuerpo Místico. Las cuales son como la semilla de mostaza. Todo el que se una a estos recibirá la vida y entrara por el mismo camino, de la virtud de la humildad, muriendo a sí mismos. Cualquier otra forma es una decepción diabólica.
No podemos salvar esta vida si queremos la vida eterna (San Lucas 9, 24). No podemos entrar a la Iglesia o vida religiosa sin tomar el espíritu de la Iglesia o la Orden a la que se ingresa. No podemos servir a dos amos. (San Mateo 6,24).
Si vamos a permitir a Cristo vivir en nosotros, muriendo a nosotros mismos, debemos ser como Él para atraer a otros a Él, tal y como lo hizo san Francisco y los demás santos.
Así sea
Saturday, November 10, 2012
DOMINGO 24 DESPUÉS DE PENTECOSTES
11 DE NOVIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
La verdad llega primero y detrás de esta viene el mal. Vemos que la tierra es labrada, el grano sembrado, y después, cubierta de obscuridad, aparece el berberecho. De igual forma, llegan los profetas y los anti profetas aparecen, llegan los apóstoles y los anti apóstoles hacen acto de presencia, llegan los Papas y los anti-papas aparecen. Así como llega Cristo aparecen el anti- Cristo.
El mal no puede mantenerse a sí mismo, siempre sigue e imita a la verdad y lo bueno. Los demonios ven y observan que es lo que se está formando para luego conspirar en producir una copia falsa de ello.
Vemos tantas imitaciones falsas a nuestro alrededor en casi todos los aspectos de nuestra vida: gobierno, ley, educación, salud etc. Pero lo peor de todo esto, son las falsas religiones, todo parece indicar que no hay límite ante esto. Antes de que una sea expuesta ya están apareciendo muchas otras más. Esta es la razón para cada una de las herejías, que la maleza es acomodada en rollos, cada secta distinta y separada. La Iglesia católica por otra parte esta toda unida en un lugar seguro.
Con gran facilidad se es intimidado por la cantidad numérica de los herejes, cuando los vemos a nuestro alrededor, sin embargo, cuando empezamos a considerar los errores particulares de cada una de estas falsas religiones, es realmente insignificante la diferencia comparada con tantos santos en el Cielo.
Fraccionados en los diferentes grupos y sectas son realmente pequeños e insignificantes en comparación con la grandeza de Dios y las verdades eternas de Su Iglesia. Los demonios, sin embargo, nuevamente han progresado y nuevamente desarrollado nuevas técnicas para engañar, aún más, en esto.
Al ver la catolicidad (naturaleza universal) de la Iglesia, los demonios, en la persona de sus marionetas, han estado trabajando a su máximo esplendor para crear una iglesia anticatólica. Inician con un demonismo como ganador absoluto, para dividirse según sirva los propósitos de los demonios. Posteriormente en la búsqueda de este objetivo, llega la masonería. Los cuales buscan unir a todas las religiones bajo un mismo techo (el de ellos). Por lo que reciben a todas y cada una de las religiones bajo el titulo de un mismo “creador”, indistinto, y ambiguo.
Esto es un gran obstáculo para la Iglesia católica, que constantemente y con mucha anterioridad condena estos errores. Los cuales (sin abandonarlos por completo) caen en la categoría de agentes del demonio infiltraos en la Iglesia Católica, sembrando errores, no sólo en la filas inferiores sino hasta el lugar de mayor autoridad de Roma. Mientras que las yerbas crecían y florecían entre si, en el vaticano, en los seminarios y diócesis de todo el mundo, de manera simultánea, los demonios promovían la idea de “una Religión mundial” basada en la idea masónica, a imitación de la Iglesia Universal.
Somos testigos de estos acontecimientos que suceden en frente de nuestros ojos, los que algunos Papas llamaban modernismo, como la culminación de todas las herejías.
Busquemos que la remanencia de la Iglesia católica no caiga sobre esta red y sea arrastrada al infierno, ya han hecho convenios con la secta de Lefebvre (llamada “Sociedad san Pio X) y otros “tradicionalistas” para unirlos y empaquetarlos todos en un mismo envío a la monstruosidad de la anti Iglesia.
Al condenar el falso ecumenismo de la Iglesia modernista del Novus Ordo, los “tradicionalistas” practican la misma cosa a su modo. La secta de Lefebvre reconoce y participa con los modernistas del Novus Ordo, cuando les conviene o sus propios “servicios” no están disponibles, aún a pesar de llamarlos herejes.
Los tan repudiados miembros de la secta de Lefebvre (mejor conocidos como los Northeast Nine) “sociedad de San Pio V”, secta de Dolan, sociedad de San Pedro, etc. En todas sus sectas de manera ecuménica rendirán culto en unión de su secta madre, buscando la aceptación de los herejes modernistas.
Las demás sectas tradicionalistas aceptan y de manera ecuménica oran con una o más sectas de Lefebvre. Vemos de manera clara la difusión y propagación de esta secta de forma universal, contaminando con su maldad a todo el mundo. Cada grupo hereje buscando unirse la una con la otra, intimidando de esta manera a la verdadera iglesia, reducida a unos cuantos.
No hay duda que el reino del Demonio, está unido en este propósito, para al final de todo sufrir de manera completa el más grave de las condenas del fuego eterno, pero mientras tengan tiempo, en este mundo, buscaran y multiplicaran sus sectas para capturar más ineptos y no dejar a nadie escapar de sus redes. Debemos sufrir estos ataques con la paciencia del santo Job, cuando vemos lo que sucede a nuestro alrededor y sólo vemos maleza y mala yerba, debemos con gran humildad, elevar nuestra mirada y corazón al cielo para darnos cuenta que el número reducido de católicos, no está sólo ni superado en cantidad.
Hay muchos santos en el cielo, al lado de muchos ángeles, sin mencionar la grandeza de Dios mismo.
Antes de la cosecha, todo aparece como mala yerba, pero una vez que se separa lo bueno de lo malo, veremos las cosas mucho más claras. Cuando son enviadas al pasillo final del trillado, se notara de manera clara que hay más paja que granos. Para que sea separado lo malo y lo bueno limpio y purificado, ates de ser puesto el su destino final en el granero. Para de esta manera el número reducido de católicos asista en unión de los santos al Reino de los Cielos.
Así sea
Queridos Hermanos:
La verdad llega primero y detrás de esta viene el mal. Vemos que la tierra es labrada, el grano sembrado, y después, cubierta de obscuridad, aparece el berberecho. De igual forma, llegan los profetas y los anti profetas aparecen, llegan los apóstoles y los anti apóstoles hacen acto de presencia, llegan los Papas y los anti-papas aparecen. Así como llega Cristo aparecen el anti- Cristo.
El mal no puede mantenerse a sí mismo, siempre sigue e imita a la verdad y lo bueno. Los demonios ven y observan que es lo que se está formando para luego conspirar en producir una copia falsa de ello.
Vemos tantas imitaciones falsas a nuestro alrededor en casi todos los aspectos de nuestra vida: gobierno, ley, educación, salud etc. Pero lo peor de todo esto, son las falsas religiones, todo parece indicar que no hay límite ante esto. Antes de que una sea expuesta ya están apareciendo muchas otras más. Esta es la razón para cada una de las herejías, que la maleza es acomodada en rollos, cada secta distinta y separada. La Iglesia católica por otra parte esta toda unida en un lugar seguro.
Con gran facilidad se es intimidado por la cantidad numérica de los herejes, cuando los vemos a nuestro alrededor, sin embargo, cuando empezamos a considerar los errores particulares de cada una de estas falsas religiones, es realmente insignificante la diferencia comparada con tantos santos en el Cielo.
Fraccionados en los diferentes grupos y sectas son realmente pequeños e insignificantes en comparación con la grandeza de Dios y las verdades eternas de Su Iglesia. Los demonios, sin embargo, nuevamente han progresado y nuevamente desarrollado nuevas técnicas para engañar, aún más, en esto.
Al ver la catolicidad (naturaleza universal) de la Iglesia, los demonios, en la persona de sus marionetas, han estado trabajando a su máximo esplendor para crear una iglesia anticatólica. Inician con un demonismo como ganador absoluto, para dividirse según sirva los propósitos de los demonios. Posteriormente en la búsqueda de este objetivo, llega la masonería. Los cuales buscan unir a todas las religiones bajo un mismo techo (el de ellos). Por lo que reciben a todas y cada una de las religiones bajo el titulo de un mismo “creador”, indistinto, y ambiguo.
Esto es un gran obstáculo para la Iglesia católica, que constantemente y con mucha anterioridad condena estos errores. Los cuales (sin abandonarlos por completo) caen en la categoría de agentes del demonio infiltraos en la Iglesia Católica, sembrando errores, no sólo en la filas inferiores sino hasta el lugar de mayor autoridad de Roma. Mientras que las yerbas crecían y florecían entre si, en el vaticano, en los seminarios y diócesis de todo el mundo, de manera simultánea, los demonios promovían la idea de “una Religión mundial” basada en la idea masónica, a imitación de la Iglesia Universal.
Somos testigos de estos acontecimientos que suceden en frente de nuestros ojos, los que algunos Papas llamaban modernismo, como la culminación de todas las herejías.
Busquemos que la remanencia de la Iglesia católica no caiga sobre esta red y sea arrastrada al infierno, ya han hecho convenios con la secta de Lefebvre (llamada “Sociedad san Pio X) y otros “tradicionalistas” para unirlos y empaquetarlos todos en un mismo envío a la monstruosidad de la anti Iglesia.
Al condenar el falso ecumenismo de la Iglesia modernista del Novus Ordo, los “tradicionalistas” practican la misma cosa a su modo. La secta de Lefebvre reconoce y participa con los modernistas del Novus Ordo, cuando les conviene o sus propios “servicios” no están disponibles, aún a pesar de llamarlos herejes.
Los tan repudiados miembros de la secta de Lefebvre (mejor conocidos como los Northeast Nine) “sociedad de San Pio V”, secta de Dolan, sociedad de San Pedro, etc. En todas sus sectas de manera ecuménica rendirán culto en unión de su secta madre, buscando la aceptación de los herejes modernistas.
Las demás sectas tradicionalistas aceptan y de manera ecuménica oran con una o más sectas de Lefebvre. Vemos de manera clara la difusión y propagación de esta secta de forma universal, contaminando con su maldad a todo el mundo. Cada grupo hereje buscando unirse la una con la otra, intimidando de esta manera a la verdadera iglesia, reducida a unos cuantos.
No hay duda que el reino del Demonio, está unido en este propósito, para al final de todo sufrir de manera completa el más grave de las condenas del fuego eterno, pero mientras tengan tiempo, en este mundo, buscaran y multiplicaran sus sectas para capturar más ineptos y no dejar a nadie escapar de sus redes. Debemos sufrir estos ataques con la paciencia del santo Job, cuando vemos lo que sucede a nuestro alrededor y sólo vemos maleza y mala yerba, debemos con gran humildad, elevar nuestra mirada y corazón al cielo para darnos cuenta que el número reducido de católicos, no está sólo ni superado en cantidad.
Hay muchos santos en el cielo, al lado de muchos ángeles, sin mencionar la grandeza de Dios mismo.
Antes de la cosecha, todo aparece como mala yerba, pero una vez que se separa lo bueno de lo malo, veremos las cosas mucho más claras. Cuando son enviadas al pasillo final del trillado, se notara de manera clara que hay más paja que granos. Para que sea separado lo malo y lo bueno limpio y purificado, ates de ser puesto el su destino final en el granero. Para de esta manera el número reducido de católicos asista en unión de los santos al Reino de los Cielos.
Así sea
Saturday, November 3, 2012
DOMINGO 23 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
4 DE NOVIEMBRE DE 2012
QUERIDOS HERMANOS:
En el evangelio de hoy, somos testigos de la curación de dos mujeres diferentes. La hija de Jairo, de 12 años de edad, jovencita que representa a l pueblo elegido, de Israel, por ser él quien gobernaba en la Sinagoga.
Esta joven mujer había entrado apenas a la pubertad, a la posibilidad de dar a luz por primera vez. De la misma manera con la venida de Cristo, la sinagoga y los Israelitas habían alcanzado el nivel de ser capaces de dar a luz a una nueva vida, la Cristiandad.
Jesucristo acude en primer lugar ante los extraviados de Israel, para darles la palabra de la vida eterna. Al recibir la Palabra de Dios, la sinagoga se posicionaría en la posibilidad de generar una vida nueva, espiritual, parra sí misma y para el gran honor y gloria de Dios.
Se encontraban los Israelitas en cierto modo, en un periodo de pubertad. Lo vemos en la vida de Israel, un punto de partida, el Antiguo Testamento da lugar al Nuevo. La infancia pasa para dar lugar a la madurez y lo adulto. Este es un tiempo magnifico y maravilloso, en la vida de esta joven mujer, como lo es para los hijos de Israel.
Un futuro glorioso y brillante se encuentra ante ellos, lleno de esperanza y sueños de incalculables dimensiones. Qué gran futuro ha puesto Dios en sus manos y los invita a ser parte de este.
La pubertad, por otra parte, viene acompañada regularmente por el dolor y el arrepentimiento al tener que dejar nuestra infancia. Entrar a la edad adulta significa que ya no podemos ser irresponsables ni indiferentes. En nuestra infancia todas nuestras necesidades y gustos son resueltos por alguien más. No tenemos ninguna otra obligación más que escuchar y obedecer las reglas establecidas por nuestros padres.
De esta misma manera Israel ha recibido, como infante, la Ley de Moisés y educado por los reyes y profetas.
Dios ha tomado a estos hijos suyos, de la mano y los ha guiado paso por paso en la madurez, de la vida espiritual. Así como los adolescentes con frecuencia resisten y rechazan dejar la infancia, de la misma forma los Israelitas se resistían a dejar el Antiguo Testamento para iniciar una nueva vida en el Nuevo.
Vemos como son ilógicos los adolescentes en este aspecto, por lo que podemos ver que infantiles, ilógicos y tontos fueron estos al rechazar a Cristo y al Nuevo Testamento, cuando es claro y evidente que todo este tiempo fue la preparación para tal acontecimiento.
Vemos a Israel como la doncella en este parte aguas de su vida, luchando y resistiéndose a este cambio junto con todas sus alegrías y maravillas. Resistencia tonta pues como todos sabemos la vida sigue su marcha, con o sin nuestra aceptación. Podemos ver que si la infancia es bien llevada, la transformación es fácil y la edad adulta es una gran promesa.
Sólo que surge un problema, la doncella ha muerto, la sinagoga y el templo han muerto, sin embargo, no es este el final, ya que Jesucristo las ha resucitado. No a la vida previa, de la infancia sino a la vida nueva, de la edad adulta. Lo mismo sucede con la sinagoga y el templo, la vida ha terminado y los Israelitas (quienes han creído) han resucitado a la nueva vida en Cristo, Su Iglesia.
Es igualmente importante analizar la situación de la segunda mujer, ya madura, que tenía problemas ya por 12 años. Ella representa a la nación de los gentiles. Al mismo tiempo que Israel, inicia su vida e infancia en Dios, los gentiles, mucho más adultos, entran en la Idolatría y maldad. Las impurezas del fluido de la sangre representan la impureza espiritual del pecado, que entra de manera simultánea, con el nacimiento de los Israelitas.
Después de doce años de esta vida tan terrible y malvada, vemos como esta mujer está ansiosa de un cambio en su vida, ansiosa por hacer a un lado la maldad y entrar en la madures y salud espiritual.
Vemos que, así como esta mujer, los gentiles, buscaron con gran ansia, cambiar a la vida de la gracia y la tomaron de Jesucristo mucho antes de que El pudiera dársela a la doncella Israelita. Se presenta con vergüenza por su condición y de manera humilde, no buscando llamar la atención o ser causa de escándalo. Son embargo, con total esperanza y fe. Los gentiles fueron los primeros en acudir a los dones de la gracia de Dios, antes que los Israelitas quienes se encontraban aún luchando con la actitud infantil, que preferían morir antes de cambiar y madurar aceptando la nueva vida espiritual.
Vemos que Dios entro a este mundo en el preciso momento de la transición tanto de los gentiles como de los Israelitas. Transformo a ambos el mismo día. Los gentiles son curados, en Su camino a la restauración de la vida de los Israelitas la vida de pecado es rechazada por los gentiles y la infancia es hecha a un lado por los Israelitas (los que cooperaron con la gracia de Dios).
El mundo entero se ha renovado y recibido un nuevo punto de partida, una vida espiritual ha empezado para todos. Hubo, sin embargo, muchos Israelitas que prefirieron morir antes que renacer a una nueva vida espiritual, con Jesucristo; así como muchos gentiles decidieron permanecer en el pecado en lugar de acercarse a la Iglesia, con humildad y fe, para ser sanados.
La historia nos muestra los trágicos resultados de esta decisión y los maravillosos resultados de entrar a la nueva vida en Cristo, tanto para los Israelitas como para los gentiles. Nosotros, como católicos nos encontramos nuevamente en este punto de transición. Debemos hacer a un lado la infancia espiritual, de la leche y miel, para con gran valor entrar a la edad adulta, que nos ha de ayudar a cargar nuestra cruz todos los días. Hacemos a un lado la vergüenza del pecado y nos revestimos de la vida de la humildad y la gracia.
Independientemente de donde hemos estado en el pasado, busquemos con gran amor alcanzar la vida espiritual con Cristo nuestro Señor.
Que así sea
QUERIDOS HERMANOS:
En el evangelio de hoy, somos testigos de la curación de dos mujeres diferentes. La hija de Jairo, de 12 años de edad, jovencita que representa a l pueblo elegido, de Israel, por ser él quien gobernaba en la Sinagoga.
Esta joven mujer había entrado apenas a la pubertad, a la posibilidad de dar a luz por primera vez. De la misma manera con la venida de Cristo, la sinagoga y los Israelitas habían alcanzado el nivel de ser capaces de dar a luz a una nueva vida, la Cristiandad.
Jesucristo acude en primer lugar ante los extraviados de Israel, para darles la palabra de la vida eterna. Al recibir la Palabra de Dios, la sinagoga se posicionaría en la posibilidad de generar una vida nueva, espiritual, parra sí misma y para el gran honor y gloria de Dios.
Se encontraban los Israelitas en cierto modo, en un periodo de pubertad. Lo vemos en la vida de Israel, un punto de partida, el Antiguo Testamento da lugar al Nuevo. La infancia pasa para dar lugar a la madurez y lo adulto. Este es un tiempo magnifico y maravilloso, en la vida de esta joven mujer, como lo es para los hijos de Israel.
Un futuro glorioso y brillante se encuentra ante ellos, lleno de esperanza y sueños de incalculables dimensiones. Qué gran futuro ha puesto Dios en sus manos y los invita a ser parte de este.
La pubertad, por otra parte, viene acompañada regularmente por el dolor y el arrepentimiento al tener que dejar nuestra infancia. Entrar a la edad adulta significa que ya no podemos ser irresponsables ni indiferentes. En nuestra infancia todas nuestras necesidades y gustos son resueltos por alguien más. No tenemos ninguna otra obligación más que escuchar y obedecer las reglas establecidas por nuestros padres.
De esta misma manera Israel ha recibido, como infante, la Ley de Moisés y educado por los reyes y profetas.
Dios ha tomado a estos hijos suyos, de la mano y los ha guiado paso por paso en la madurez, de la vida espiritual. Así como los adolescentes con frecuencia resisten y rechazan dejar la infancia, de la misma forma los Israelitas se resistían a dejar el Antiguo Testamento para iniciar una nueva vida en el Nuevo.
Vemos como son ilógicos los adolescentes en este aspecto, por lo que podemos ver que infantiles, ilógicos y tontos fueron estos al rechazar a Cristo y al Nuevo Testamento, cuando es claro y evidente que todo este tiempo fue la preparación para tal acontecimiento.
Vemos a Israel como la doncella en este parte aguas de su vida, luchando y resistiéndose a este cambio junto con todas sus alegrías y maravillas. Resistencia tonta pues como todos sabemos la vida sigue su marcha, con o sin nuestra aceptación. Podemos ver que si la infancia es bien llevada, la transformación es fácil y la edad adulta es una gran promesa.
Sólo que surge un problema, la doncella ha muerto, la sinagoga y el templo han muerto, sin embargo, no es este el final, ya que Jesucristo las ha resucitado. No a la vida previa, de la infancia sino a la vida nueva, de la edad adulta. Lo mismo sucede con la sinagoga y el templo, la vida ha terminado y los Israelitas (quienes han creído) han resucitado a la nueva vida en Cristo, Su Iglesia.
Es igualmente importante analizar la situación de la segunda mujer, ya madura, que tenía problemas ya por 12 años. Ella representa a la nación de los gentiles. Al mismo tiempo que Israel, inicia su vida e infancia en Dios, los gentiles, mucho más adultos, entran en la Idolatría y maldad. Las impurezas del fluido de la sangre representan la impureza espiritual del pecado, que entra de manera simultánea, con el nacimiento de los Israelitas.
Después de doce años de esta vida tan terrible y malvada, vemos como esta mujer está ansiosa de un cambio en su vida, ansiosa por hacer a un lado la maldad y entrar en la madures y salud espiritual.
Vemos que, así como esta mujer, los gentiles, buscaron con gran ansia, cambiar a la vida de la gracia y la tomaron de Jesucristo mucho antes de que El pudiera dársela a la doncella Israelita. Se presenta con vergüenza por su condición y de manera humilde, no buscando llamar la atención o ser causa de escándalo. Son embargo, con total esperanza y fe. Los gentiles fueron los primeros en acudir a los dones de la gracia de Dios, antes que los Israelitas quienes se encontraban aún luchando con la actitud infantil, que preferían morir antes de cambiar y madurar aceptando la nueva vida espiritual.
Vemos que Dios entro a este mundo en el preciso momento de la transición tanto de los gentiles como de los Israelitas. Transformo a ambos el mismo día. Los gentiles son curados, en Su camino a la restauración de la vida de los Israelitas la vida de pecado es rechazada por los gentiles y la infancia es hecha a un lado por los Israelitas (los que cooperaron con la gracia de Dios).
El mundo entero se ha renovado y recibido un nuevo punto de partida, una vida espiritual ha empezado para todos. Hubo, sin embargo, muchos Israelitas que prefirieron morir antes que renacer a una nueva vida espiritual, con Jesucristo; así como muchos gentiles decidieron permanecer en el pecado en lugar de acercarse a la Iglesia, con humildad y fe, para ser sanados.
La historia nos muestra los trágicos resultados de esta decisión y los maravillosos resultados de entrar a la nueva vida en Cristo, tanto para los Israelitas como para los gentiles. Nosotros, como católicos nos encontramos nuevamente en este punto de transición. Debemos hacer a un lado la infancia espiritual, de la leche y miel, para con gran valor entrar a la edad adulta, que nos ha de ayudar a cargar nuestra cruz todos los días. Hacemos a un lado la vergüenza del pecado y nos revestimos de la vida de la humildad y la gracia.
Independientemente de donde hemos estado en el pasado, busquemos con gran amor alcanzar la vida espiritual con Cristo nuestro Señor.
Que así sea
Saturday, October 27, 2012
FESTIVIDAD DE N.S. JESUCRISTO, REY
28 DE OCTUBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
El Reino de Nuestro Señor Jesucristo es en este mundo pero no es de este mundo. Hay una distinción muy importante que debemos hacer. Los demás reinos son de este mundo, hechos aquí en este mundo, por este mundo y para este mundo. El Reino de Dios viene del cielo, hecho en el cielo y para el Cielo.
En esta vida hay dos reinos, o ciudades, tomando las palabras de san Agustín, mezclados uno con el otro, como nos dice la parábola del trigo y el berberecho sembrados en el mismo lugar, deben crecer lado a lado hasta el final.
El Reino de Dios no se encuentra en un solo lugar, está disperso por todo el mundo de la misma manera que lo está el reino de la maldad. Si ponemos un poco de atención nos daremos cuenta como existen ambos, por todas partes. Ahora bien, no es tiempo ahora, de ya cortar de raíz el mal, debemos soportarlo pacientemente hasta el final, el tiempo de la cosecha. Donde serán los ángeles de Dios, no nosotros, los que amontonarán lo malo y le enviaran al fuego eterno del infierno y a los buenos al Cielo.
El mal que existe en este mundo, es bueno para nosotros. En la Iglesia, Reino de Dios en este mundo, tenemos una gran necesidad de penitencia, sufrimiento y cruces, para podernos purificar y aumentar nuestro amor por Dios, siguiéndolo, imitándolo, pacientemente cargando con nuestra cruz.
Estas cruces, sufrimiento y penitencia nos son proveídos por el reino de la maldad.
Quienes nos odian y desean hacernos daño y destruirnos se convierte en nuestros mayores benefactores; mientras que dañan su propia alma, por su maldad, nos dan a nosotros la oportunidad de crecer en la humildad, fortaleza y virtud. Por lo tanto la maldad es necesaria para nosotros, aquí y ahora. Cuando entendemos verdaderamente esto, empezamos a ver el por qué y cómo es que no debemos odiar a quienes nos hacen daño, más bien, debemos amar a nuestros enemigos.
San Pablo de igual forma nos recuerda que nuestra recompensa no es de este mundo, sino más bien en la cruz, la cual es provista por los enemigos del Reino de Dios. Y en algunas ocasiones por ciertos miembros de este mismo reino, (La Iglesia) “Cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gal. VI, 14).
Nuestra visión de este mundo es a través de la fe, mientras estamos en este mundo, sólo en el Cielo podremos ver la eternidad. Para ver el Reino por medio de la fe aquí y ahora, debemos primeramente ver en nuestra conciencia y si hay caridad, amor, en esta, veremos entonces a Dios, recordemos lo que nos dice san Juan:
“Dios es Amor”.
Así como el Reino de Dios es sobre todo y en todo el mundo, no debemos buscar, para alcanzarlo, la ayuda de automóviles, barcos o aviones. Sólo necesitamos dos cosas, las alas del amor a Dios y el amor a nuestro prójimo. Una ala no es suficiente necesitamos las dos, cuando ambos amores están en su lugar correcto podremos volar hacia Dios de manera segura y libremente.
Todos iniciamos nuestro peregrinar en el reino de la maldad y obscuridad, y es por medio de la gracia de Dios que nos incorpora al reino de la Luz. Estamos por lo tanto, contaminados y sin merecer ser ofrecidos en sacrificio para Dios. Jesucristo viene a este mundo y toma nuestra naturaleza para purificarnos y ofrecerse Él como sacrificio por nosotros.
Los miembros del Reino de Dios unidos en Cristo haciéndose uno sólo con Él en Su Cuerpo Místico, se purifican para de esta manera ser aceptados por Dios y Su Reino. Somos parte de la oblación de pureza cuando estamos unidos o sepultados con el cuerpo de Cristo y en Su Sacrificio.
En este Reino, Dios exige que todos y cada uno de nosotros debamos amarlo. Y no es para su beneficio propio, Dios no tiene necesidad de nuestro amor. Nuestro amor no lo hace más, de ninguna manera, ni nuestro odio lo deteriora. Se nos ordena que lo amemos, por nuestro propio bien. Al hacer esto nos purificamos e incrementamos la gracia y la vida. Al amar a Dios nos unimos más a Él como Rey de Reyes.
El título de Rey no es un honor para Él que es mucho más que eso. Dios es todo perfecto al grado eterno, perfección sin límite. El honor que le damos, no es aumento en Su poder, es más bien un signo de piedad para nosotros.
En este tiempo eclipsado pareciera que la Iglesia. El Reino de Dios, ha sido abolido por los modernistas que han tomado físicamente la casa de Dios, en este mundo, hasta el mismo Vaticano. Pero recordemos que el eclipse no es una destrucción, más bien un ocultamiento. Ya que este cuerpo místico de Cristo, La Iglesia, no puede ser destruida y existirá hasta la consumación de los tiempos, para continuar por toda la eternidad en el Cielo. Los modernistas que han creado la oscuridad de este eclipse, pertenecen a ese reino y por lo tanto se han declarado nuestros enemigos, por lo que no debemos luchar contra estos con sus mismas armas, no regresar odio con odio, sino más bien, amor por odio.
Estemos siempre agradecidos por las cruces que nos mandan para que logremos seguir a Cristo y hacernos miembros dignos de Su Reino. Recordando que no pueden dañar a Cristo ni a su Reino, sino ellos mismos. Llenos de caridad digamos con nuestro Rey:
“Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. (San Lucas 23,24)
Que así sea
Saturday, October 20, 2012
DOMINGO 21 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
21 DE OCTUBRE DEL 2012
Queridos Hermanos:
Leemos en el Evangelio de hoy que cuando le fue presentado, al rey quien le debía diez mil talentos, no estaba molesto, sólo mandó que fuese vendido él, su mujer, hijos y todo cuanto tenía, para que el siervo, pudiera hacer el pago de su deuda.
El rey estaba dispuesto a perdonarle su deuda sólo quería que el sirviente se diera cuenta y entendiera la magnitud de esta y en segundo lugar para que pidiera misericordia o clemencia.
Esta sentencia estuvo rodeada de toda misericordia. Otro ejemplo de esto, lo vemos en san Pablo cuando pide que un hombre sea entregado al demonio, para la destrucción de la carne, para que el espíritu pueda salvarse. (1 Cor. V,5) de igual manera nos trata Dios, nos habla de las calamidades del fuego eterno, después de que nos presenta las multitudes de nuestros pecados (deudas).
Hace esto por misericordia, está listo a perdonarnos. Pero antes que todo, desea que conozcamos la magnitud de nuestros pecados, para que logremos entender la abundancia de Su misericordia y en segundo lugar desea que seamos humildes y pidamos perdón. Por lo tanto podemos decir que esta primera condena no es para nuestra ruina sino más bien para nuestra salvación. Dios nos impone esta sentencia no por odio sino por mera misericordia, porque desea perdonarnos si de manera humilde oramos y pedimos perdón con el firme propósito de enmienda.
Hubo de igual manera, una segunda ocasión en la que el siervo es presentado ante el rey, el cual, ahora sí se manifiesta enojado y sólo busca justicia sin misericordia. Después de que el siervo ha sido liberado de toda su deuda, por la gran misericordia del rey, no muestra este ningún tipo de compasión ante su criado, que le debía una cantidad insignificante.
Esta poca muestra de caridad después de haber recibido él, abundantemente perdón y justificación por su deuda, es la razón del gran enojo y molestia del rey. De igual manera juzgará Dios a todos los que no se corrigen y continúan en sus pecados, cuando todo el mundo sea llamado a rendir cuentas de sus actos, ya no habrá misericordia sino justicia. Dios mostrará su enojo en esta ocasión, la sentencia será final, definitiva y por toda la eternidad.
Existe otro punto que debemos considerar. El rey perdonó con gran facilidad las ofensas en su contra más no así las ofensas cometidas en contra del otro siervo. Dios está dispuesto a perdonar las ofensas en Su contra y pide la reparación de nuestras ofensas en contra de nuestro prójimo.
“Si vas pues a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda” (San Mateo V, 23,24)
San Juan Crisóstomo dice: “Pero yo os digo que quien repudia a una mujer –excepto en caso de fornicación – la expone al adulterio y el que se casa con la repudiada comete adulterio. “ (San Mateo V, 32) y a través de san Pablo de igual manera declara: “que si algún hermano tiene mujer infiel y está consciente en cohabitar con él, no la despida” (1 Cor. VII, 12) si es una adultera, dice, que la despida, si es incrédula, que no la despida, si ha pecado en contra tuya, aléjala de ti, si ha pecado en contra Mía, retenla. Es decir que cuando se ha pecado gravemente en contra de Dios, somos perdonados, pero cuando se comete el pecado en contra de nuestro prójimo, aunque hayan sido menores y pocos, no los perdona sino más bien los entrega al castigo”.
Hemos sido recipientes de una gran cantidad de gracias de parte de Dios, especialmente en nuestro Bautismo, en el Sacramento de la Penitencia, se nos ha borrado el gran castigo eterno que merecemos por nuestros pecados. En la Sagrada Eucaristía recibimos a Dios mismo en nuestro ser. Etc. Etc.
Es preciso que entendamos claramente que Dios está dispuesto a perdonarnos todas las ofensas cometidas en Su contra más fácilmente que las cometidas en contra de nuestro prójimo. Tomemos nota y busquemos la forma de corregir todas las ofensas cometidas los unos contra los otros y estar dispuestos a perdonar a todos los que nos ofenden de la misma manera que deseamos ser perdonados por Dios. Y poder decir de manera sincera: “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”
Que así sea
Queridos Hermanos:
Leemos en el Evangelio de hoy que cuando le fue presentado, al rey quien le debía diez mil talentos, no estaba molesto, sólo mandó que fuese vendido él, su mujer, hijos y todo cuanto tenía, para que el siervo, pudiera hacer el pago de su deuda.
El rey estaba dispuesto a perdonarle su deuda sólo quería que el sirviente se diera cuenta y entendiera la magnitud de esta y en segundo lugar para que pidiera misericordia o clemencia.
Esta sentencia estuvo rodeada de toda misericordia. Otro ejemplo de esto, lo vemos en san Pablo cuando pide que un hombre sea entregado al demonio, para la destrucción de la carne, para que el espíritu pueda salvarse. (1 Cor. V,5) de igual manera nos trata Dios, nos habla de las calamidades del fuego eterno, después de que nos presenta las multitudes de nuestros pecados (deudas).
Hace esto por misericordia, está listo a perdonarnos. Pero antes que todo, desea que conozcamos la magnitud de nuestros pecados, para que logremos entender la abundancia de Su misericordia y en segundo lugar desea que seamos humildes y pidamos perdón. Por lo tanto podemos decir que esta primera condena no es para nuestra ruina sino más bien para nuestra salvación. Dios nos impone esta sentencia no por odio sino por mera misericordia, porque desea perdonarnos si de manera humilde oramos y pedimos perdón con el firme propósito de enmienda.
Hubo de igual manera, una segunda ocasión en la que el siervo es presentado ante el rey, el cual, ahora sí se manifiesta enojado y sólo busca justicia sin misericordia. Después de que el siervo ha sido liberado de toda su deuda, por la gran misericordia del rey, no muestra este ningún tipo de compasión ante su criado, que le debía una cantidad insignificante.
Esta poca muestra de caridad después de haber recibido él, abundantemente perdón y justificación por su deuda, es la razón del gran enojo y molestia del rey. De igual manera juzgará Dios a todos los que no se corrigen y continúan en sus pecados, cuando todo el mundo sea llamado a rendir cuentas de sus actos, ya no habrá misericordia sino justicia. Dios mostrará su enojo en esta ocasión, la sentencia será final, definitiva y por toda la eternidad.
Existe otro punto que debemos considerar. El rey perdonó con gran facilidad las ofensas en su contra más no así las ofensas cometidas en contra del otro siervo. Dios está dispuesto a perdonar las ofensas en Su contra y pide la reparación de nuestras ofensas en contra de nuestro prójimo.
“Si vas pues a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda” (San Mateo V, 23,24)
San Juan Crisóstomo dice: “Pero yo os digo que quien repudia a una mujer –excepto en caso de fornicación – la expone al adulterio y el que se casa con la repudiada comete adulterio. “ (San Mateo V, 32) y a través de san Pablo de igual manera declara: “que si algún hermano tiene mujer infiel y está consciente en cohabitar con él, no la despida” (1 Cor. VII, 12) si es una adultera, dice, que la despida, si es incrédula, que no la despida, si ha pecado en contra tuya, aléjala de ti, si ha pecado en contra Mía, retenla. Es decir que cuando se ha pecado gravemente en contra de Dios, somos perdonados, pero cuando se comete el pecado en contra de nuestro prójimo, aunque hayan sido menores y pocos, no los perdona sino más bien los entrega al castigo”.
Hemos sido recipientes de una gran cantidad de gracias de parte de Dios, especialmente en nuestro Bautismo, en el Sacramento de la Penitencia, se nos ha borrado el gran castigo eterno que merecemos por nuestros pecados. En la Sagrada Eucaristía recibimos a Dios mismo en nuestro ser. Etc. Etc.
Es preciso que entendamos claramente que Dios está dispuesto a perdonarnos todas las ofensas cometidas en Su contra más fácilmente que las cometidas en contra de nuestro prójimo. Tomemos nota y busquemos la forma de corregir todas las ofensas cometidas los unos contra los otros y estar dispuestos a perdonar a todos los que nos ofenden de la misma manera que deseamos ser perdonados por Dios. Y poder decir de manera sincera: “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”
Que así sea
Saturday, October 13, 2012
DOMINGO 20 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
14 DE OCTUBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
Consideremos las palabras de Jesucristo Nuestro Señor, en el Evangelio de este día:
“Si no veis milagros y prodigios, no creéis”.
Estas palabras fueron dirigidas a un gobernante que había llevado a su hijo a ser curado por Nuestro Señor. A primera vista parecería como que hay algún error.
Evidentemente, este hombre cree en Jesucristo. ¿Cómo iba acudir a Él, si no fuera así?
Este señalamiento fue necesario porque él pensó que era necesario que Jesucristo fuera a su hijo para poder sanarlo. No había entendido y creído que Jesucristo es Dios y como Dios está en todas partes y es todopoderoso. Vemos al Centurión que busca la salud de su siervo y que Jesucristo estuvo listo para acudir hasta donde este estaba, y el centurión no lo considera necesario ya que tenía fe y además humildad, declarándose a sí mismo, “no soy digno de que entres a mi morada, tan sólo di una palabra y mi siervo sanará” mereciendo, como ya lo sabemos, las palabra de Jesucristo Nuestro Señor que dice no haber encontrado tan grande fe, en todo Israel.
De la misma manera, como este gobernante, nosotros merecemos el rechazo de Jesucristo, al buscar la presencia física en Su Iglesia, en lugar de la fe madura que es necesaria en nuestros días para creer y entender que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesucristo. Sólo es necesario que Dios diga una palabra y recibiremos SU gracia, aún si nos encontramos alejados de la presencia física de un edificio, o lejos de algún verdadero sacerdote.
Muchos que han tenido la desdicha de haber caído en algún pecado, permiten ser atormentados porque pasan meses y en algunas ocasiones años antes de que vean y busquen un sacerdote para que los absuelva de sus pecados. Muchas pobres almas, buscan la autorización para acudir a sacerdotes herejes o cismáticos por la absolución, que no es permitida, a menos que estén en el lecho de muerte, (articulo mortis). Buscar los sacramentos fuera de la Iglesia les parece razonable ya que han estado alimentados y digiriendo constantemente las líneas del indiferentismo liberal.
La doctrina se ha convertido en algo indiferente para muchas personas de nuestros días, el error y la verdad ocupan el mismo lugar en la sociedad “democrática” de hoy. Se está listo ya para la nueva religión mundial. La cual es claramente manifiesta como el total indiferentismo liberal. Todos estamos bien y cualquier religión está bien.
Luego entonces, ¿qué pueden hacer estas pobres almas una vez que han caído? Las lecciones de catecismo que fueron validad entonces también lo son hoy día. Está claro que debemos hacer un acto de contrición cundo hemos caído en pecado, con el propósito sincero de enmendarnos, decididos a confesarnos cuando la oportunidad este presente. Debemos hacer este acto tan perfecto como nos sea posible. Debemos estar arrepentidos porque con nuestro pecado hemos ofendido a Dios, a quien amamos. Un acto de contrición imperfecto es cuando estamos arrepentidos por temor al castigo que merecemos. Este es suficiente para la valides del sacramento de la penitencia, sin embargo, el perfecto es mucho mejor, el cual puede obtener el perdón de Dios incluso antes de acudir al sacramento.
Como podemos observar, el mundo honraría al hijo del gobernante antes que al siervo del Centurión, Jesucristo ha decidido hacer lo opuesto. Dios honra lo que el mundo desprecia y desprecia lo que el mundo honra. Debemos por lo tanto ven la imagen de Dios en nuestro prójimo y honrarlo de esta manera, sin juzgar que el hombre por su posición o distinción sea mejor que el pobre, porque así lo hace el mundo. Si consideramos al hombre rico DIves y al pobre Lázaro, veremos que Dios da Su amor a quienes sufren en este mundo por Su amor. El pobre y el humilde son glorificados mientras que el orgulloso y rico son llevados a la humildad y sumisión.
San Francisco decide ser pobre y humilde y rechazado por el mundo para poder seguir de manera más perfecta en unión de la santa pobreza y humildad de Cristo. Extiende su invitación a nosotros para que con Cristo honremos al humilde y al pobre en lugar del rico perverso, orgulloso y poderoso de este mundo. Busquemos no rechazar a los favoritos de Dios más bien busquemos imitarlos, si no en la pobreza material por lo menos en la pobreza espiritual y nunca estar sujetos a las cosas mundanas.
En esta pobreza espiritual encontraremos la gran fuerza de llevar pacientemente nuestras cruces y desarrollar una fe más madura que logrará alcanzar la deseada recompensa, no del hombre sino de Dios
Así sea
Queridos Hermanos:
Consideremos las palabras de Jesucristo Nuestro Señor, en el Evangelio de este día:
“Si no veis milagros y prodigios, no creéis”.
Estas palabras fueron dirigidas a un gobernante que había llevado a su hijo a ser curado por Nuestro Señor. A primera vista parecería como que hay algún error.
Evidentemente, este hombre cree en Jesucristo. ¿Cómo iba acudir a Él, si no fuera así?
Este señalamiento fue necesario porque él pensó que era necesario que Jesucristo fuera a su hijo para poder sanarlo. No había entendido y creído que Jesucristo es Dios y como Dios está en todas partes y es todopoderoso. Vemos al Centurión que busca la salud de su siervo y que Jesucristo estuvo listo para acudir hasta donde este estaba, y el centurión no lo considera necesario ya que tenía fe y además humildad, declarándose a sí mismo, “no soy digno de que entres a mi morada, tan sólo di una palabra y mi siervo sanará” mereciendo, como ya lo sabemos, las palabra de Jesucristo Nuestro Señor que dice no haber encontrado tan grande fe, en todo Israel.
De la misma manera, como este gobernante, nosotros merecemos el rechazo de Jesucristo, al buscar la presencia física en Su Iglesia, en lugar de la fe madura que es necesaria en nuestros días para creer y entender que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesucristo. Sólo es necesario que Dios diga una palabra y recibiremos SU gracia, aún si nos encontramos alejados de la presencia física de un edificio, o lejos de algún verdadero sacerdote.
Muchos que han tenido la desdicha de haber caído en algún pecado, permiten ser atormentados porque pasan meses y en algunas ocasiones años antes de que vean y busquen un sacerdote para que los absuelva de sus pecados. Muchas pobres almas, buscan la autorización para acudir a sacerdotes herejes o cismáticos por la absolución, que no es permitida, a menos que estén en el lecho de muerte, (articulo mortis). Buscar los sacramentos fuera de la Iglesia les parece razonable ya que han estado alimentados y digiriendo constantemente las líneas del indiferentismo liberal.
La doctrina se ha convertido en algo indiferente para muchas personas de nuestros días, el error y la verdad ocupan el mismo lugar en la sociedad “democrática” de hoy. Se está listo ya para la nueva religión mundial. La cual es claramente manifiesta como el total indiferentismo liberal. Todos estamos bien y cualquier religión está bien.
Luego entonces, ¿qué pueden hacer estas pobres almas una vez que han caído? Las lecciones de catecismo que fueron validad entonces también lo son hoy día. Está claro que debemos hacer un acto de contrición cundo hemos caído en pecado, con el propósito sincero de enmendarnos, decididos a confesarnos cuando la oportunidad este presente. Debemos hacer este acto tan perfecto como nos sea posible. Debemos estar arrepentidos porque con nuestro pecado hemos ofendido a Dios, a quien amamos. Un acto de contrición imperfecto es cuando estamos arrepentidos por temor al castigo que merecemos. Este es suficiente para la valides del sacramento de la penitencia, sin embargo, el perfecto es mucho mejor, el cual puede obtener el perdón de Dios incluso antes de acudir al sacramento.
Como podemos observar, el mundo honraría al hijo del gobernante antes que al siervo del Centurión, Jesucristo ha decidido hacer lo opuesto. Dios honra lo que el mundo desprecia y desprecia lo que el mundo honra. Debemos por lo tanto ven la imagen de Dios en nuestro prójimo y honrarlo de esta manera, sin juzgar que el hombre por su posición o distinción sea mejor que el pobre, porque así lo hace el mundo. Si consideramos al hombre rico DIves y al pobre Lázaro, veremos que Dios da Su amor a quienes sufren en este mundo por Su amor. El pobre y el humilde son glorificados mientras que el orgulloso y rico son llevados a la humildad y sumisión.
San Francisco decide ser pobre y humilde y rechazado por el mundo para poder seguir de manera más perfecta en unión de la santa pobreza y humildad de Cristo. Extiende su invitación a nosotros para que con Cristo honremos al humilde y al pobre en lugar del rico perverso, orgulloso y poderoso de este mundo. Busquemos no rechazar a los favoritos de Dios más bien busquemos imitarlos, si no en la pobreza material por lo menos en la pobreza espiritual y nunca estar sujetos a las cosas mundanas.
En esta pobreza espiritual encontraremos la gran fuerza de llevar pacientemente nuestras cruces y desarrollar una fe más madura que logrará alcanzar la deseada recompensa, no del hombre sino de Dios
Así sea
Saturday, October 6, 2012
EL SANTISIMO ROSARIO
7 DE OCTUBRE DEL 2012
Queridos hermanos:
Si quisiéramos reducir toda la doctrina y prácticas de la Iglesia Católica, en un punto principal o central, llegaríamos sin duda al primer y mayor de los Mandamientos: Amar a Dios con todo nuestro ser.
Toda la creación a nuestro alrededor se nos ha dado para ayudarnos a lograr esto y acerarnos más y más a Dios.
Es una gran inversión o perversión del orden debido, cuando usamos estas cosas creadas para rebelarnos y alejarnos de Dios. Esto lamentablemente, es exactamente lo que el hombre hace, desde la caida de nuestro primer padre Adan, hasta hoy, en nuestros días.
La misericordia de Dios y su amor por nosotros, no podrían permitir que permaneciéramos sin esperanza, perdidos, en la oscuridad del pecado; por lo que decide hacerse uno como nosotros en Su humanidad, no sólo para redimirnos (pagar el precio por nuestros pecados) sino que también, para mostrarnos el camino apropiado y verdadero para entender toda la creación.
Dentro de la Sabiduría Divina, Dios permite que la Santísima Virgen María sea preservada de todo sufrimiento de tinieblas, del pecado. Sólo ella, permaneció limpia y capaz de ver la creación Divina, como la dirección y medio de llevarnos de regreso nuevamente a Dios.
El corazón de María (llena de amor) se dirigía siempre y en todo momento hacia Dios. Nunca se distraía o fue llevada por el mundo creado. Todo era siempre una manera de recordarle la grandeza de Dios. Vemos en esto que siempre estuvo “llena de gracia”.
La contemplación e imitación de la vida de la Santísima Virgen María, es un libro abierto a la contemplación de llevar una vida plena y alejada del pecado. Es el camino a seguir para re-establecer el orden debido y perdido por el pecado.
Si tomamos seriamente la vida de María como nuestra guía, muy pronto veremos la mano de Dios en todo lo creado y empezará a cantarnos la belleza, majestad, gloria y poder de Dios. De esta manera abrimos nuestro corazón para recibir a Cristo en nuestra alma, como lo hizo la Santísima Virgen, en cuerpo y alma. Diremos como san Pablo, ya no vivo ahora yo en mí, sino Cristo es quien vive en Mí (Gálatas 2,20).
La vida de la Santísima virgen es la única vida perfecta, de todos los hijos de Adán, y como tal, guarda muchos tesoros para quienes desean contemplarla y devotamente imitarla. La santísima virgen le dice a Santo Domingo que desea que promueva la devoción del Santísimo Rosario.
Con esto, nuestro santo ha logrado muchas y maravillosas bendiciones en toda la Iglesia, para el gran honor de Dios, sin mencionar, el gran amor y devoción a la Santísima Virgen Madre de Dios. Fue por medio del Santo Rosario que fue librada y vencido el enemigo en la Batalla de Lepanto en 1571. La cual origina que el Papa y Santo Pio V instituyera esta festividad y que la Santísima Virgen fuera invocada como “Auxilio de los Cristianos”.
El Santo Rosario, establece ante nosotros los principales hechos de la vida de la Santísima Virgen María. Cuando oramos y contemplamos cada uno de los misterios, nos unimos cada vez más a Dios y Su amor por nosotros y la razón para no querer alejarnos de Este. Su vida es el camino a seguir para acercarnos a Dios y cómo podemos vivir este camino en nuestra vida diaria.
Lo que es lamentable, sin embargo, es que la mayoría recita y dice el Santo Rosario sin siquiera detenerse a entender que es lo que está diciendo. No es la intención de la Santísima Virgen ni de Dios, que recitemos estos misterios sin frutos espirituales. Quien hace esto, está más bien insultando a Dios y a la Santísima Virgen.
De igual forma encontramos la más vil de las maldades, más allá de la indiferencia fría, en la pretendida devoción a la Virgen, es decir la que lleva toda la intención de engañar a los demás y alejarlos de la Iglesia. Estos embusteros proclaman promover la devoción del Rosario, de Fátima, del escapulario Carmelita etc. Mientras que al mismo tiempo son promotores de la más clara desobediencia unidos a la herejía y al cisma.
Los católicos deben y siempre han estado alerta en contra de estos charlatanes, sin embargo, es ahora en nuestros días que se debe estar mucho más al pendiente ya que los demonios se han convertido y perfeccionado cada vez más sus trucos, apareciendo como ángeles de luz.
No todo aquel que “reza” el santo rosario, es católico. Ninguno de estos, fuera de la Iglesia, están complaciendo a Dios ni a María Santísima, sin importar que tan devotos parezcan. Las oraciones de los herejes no agradan a Dios. Son más bien, insultos y burlas. Podemos decir que se han convertido en actos de idolatría al crear falsos dioses y una madre falsa de ese dios, que ahora adoran y veneran.
Lo que antes era sacramental y oraciones se han convertido en supersticiones y “actos de buena suerte”, para estas pobres almas extraviadas. No existe la salvación fuera de la verdadera Iglesia, no importa que tan “devotos” parezcan a la santísima Virgen. Portar el escapulario no es garantía de entrar al Cielo. Debemos por lo tanto, como católicos entender y poner en práctica lo que estos sacramentales y ornamentos religiosos representan. Así como el collar romano no hace a quien lo porta, sacerdote, de igual manera, el escapulario o el rosario, por si mismos, no hacen a quienes lo portan, católicos.
El primer Mandamiento nos prohíbe que oremos con herejes. Tengamos mucho cuidado al no caer en la trampa que dice que está bien que oremos con ellos, porque lo hacen por María Santísima.
Mejor busquemos, en esta devoción, unirnos únicamente con los verdaderos católicos, para poder obtener todas las gracias y meritos que estas devociones nos ofrecen.
Así sea,
Saturday, September 29, 2012
DOMINGO 18 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
30 DE SEPTIEMBRE DE 2012
Queridos hermanos:
Consideremos el día de hoy, al paralitico que yace recostado sobre su lecho. Bajo estas condiciones se encuentra restringido y limitado al tamaño de su cama, y luego entonces depende en gran medida de sus amigos.
Este hombre realmente era bienaventurado al contar con tales amigos que mostraban su fe al llevarlo con Jesucristo. Fue en gran parte gracias a la fe de los amigos de este hombre enfermo que Jesucristo le perdona sus pecados. Dependía este hombre de sus amigos, no sólo para los beneficios materiales sino que dependía, de la misma manera, de ellos para los bienes espirituales, luego entonces, podemos decir que los pecadores que reciben la gracia del arrepentimiento, y aceptación de la penitencia, en gran parte depende de la fe y méritos de algún otro.
Las enfermedades, muchas veces, son una manifestación o tienen alguna relación con el pecado, por lo que debemos en nuestras propias enfermedades, buscar el perdón de nuestros para después buscar la salud de nuestro cuerpo.
La enfermedad física,también se basa, frecuentemente en el deterioro de nuestro cuerpo, olvidándonos, muchas de las veces, de nuestra alma. La enfermedad, decirnos, es sólo corporal. Por lo tanto debemos replantear nuestras actitudes y prioridades. Debemos buscar la salud de nuestra alma, antes que cualquier otra cosa. Jesucristo nuestro Señor, sanó primero el alma de este hombre antes de sanar su cuerpo.
Como ya lo dijimos, este pobre hombre era incapaz de valerse por sí mismo, dependiendo de la caridad de los demás. Quien está en pecado mortal, se encuentra en esta misma situación, ya que no puede hacer nada para sí mismo, para recuperar la gracia de Dios, que ha perdido. Esta gracia, del arrepentimiento es un don de Dios, que se la da gracias a la fe de algún otro.
El hombre en pecado, ha perdido todo control, es arrastrado por sus transgresiones y lo llevan a donde estas quieren en lugar de donde él mismo quiere llegar. Como sucede con el paralitico que es tal vez llevado a donde quieren los demás.
La cama, en que se encuentra postrado, es de igual forma, símbolo de pecado, por la cantidad de pecados que se comenten en esta. Así estamos unidos con nuestros pecados. Es en muchas ocasiones, que con nuestras propias fuerzas podemos recostarnos, mas no con las mismas para poder ponernos de píe y requerimos de la ayuda de alguien más.
Es, de esta misma manera que libre y voluntariamente caemos en el pecado, y no somos capaces de salir de estos, requerimos de la ayuda de algún otro.
Sería bueno, que todos y cada uno de nosotros reflexionáramos, al momento de ir a recostarnos sobre nuestra cama, la posibilidad de que no logremos levantarnos jamás de ella y que nos coloquemos en la situación de estar limitados al espacio de esta, para cualquier movimiento que pensemos hacer. Si esta ha sido lugar de pecado, sería una situación de mucho temor y tormento a la hora de la muerte.
Debemos por lo tanto hacer de este lugar de descanso, un lugar santo, con la oración antes y después de recostarnos, bendiciéndola con agua bendita, proponiéndonos no volverla a manchar con el pecado.
Debería ser como el trono de David que día y noche lo mojaba con las lágrimas de arrepentimiento de sus pecados (salmo 6,7). De esta manera podremos sanar nuestra alma de las ataduras del pecado y levantarnos de nuestros pecados como lo hacemos por las mañas al levantarnos de nuestras camas.
En lugar de estar sujetos al pecado y nuestra cama, como el paralitico, debemos con la ayuda de Dios, ponernos de píe y recibir el perdón de nuestros pecados, hacerla a un lado, en lugar de regresar sobre esta y se convierta, como lo ha sido, ocasión o motivo de pecado, por nuestra enfermedad espiritual, castigo y cruz, que debemos llevar con espíritu de penitencia.
Al tomar nuestra cruz todos los días, se nos recuerdan nuestros pecados, se nos recuerda la magnitud de estos y al mismo tiempo, la misericordia de Dios. Ya que recibimos la oportunidad de seguir a Cristo: “Toma tu cruz diariamente y sígueme” (San Lucas 9,23).
Así como nuestro lecho de pecado ha sido amargo y pecaminoso, al tomar nuestra cruz todos los días con el verdadero arrepentimiento, se convierte esta cruz en motivo de alegría y gran bendición. Todo lo que era amargo e impertinente se convierte en liviano y dulce (san Mateo 11:30).
No olvidemos nunca las lecciones y observaciones que se nos presenta este día, en la sanación de este hombre tanto de su cuerpo como de su alma. Recordando que Cristo sana primeramente el alma y después el cuerpo. Es decir que debemos buscar primero y ante todo el Reino de Dios y los bienes de este mundo se nos darán por añadidura (san Mateo 6,33).
Al mismo tiempo debemos ver que el lecho de pecado, está lleno de sufrimiento y miseria y que una vez que nos levantamos se convierte en nuestra cruz de penitencia y aunque es motivo de muchas lagrimas de arrepentimiento y penitencia, se convierte en una cruz, de dulzura y alegría, al cargarla diariamente a imitación de Cristo.
Debemos de igual manera, siempre mostrar gran gratitud por quienes sabemos o desconocemos, y que gracias a su fe han hecho posible se apliquen a nosotros las palabras de Dios que nos dice: “Tus pecados te son perdonados” gracias a la constante y fiel oración de los demás, y a sus sacrificios, que nos han merecido esta gracia.
Asi sea.
Queridos hermanos:
Consideremos el día de hoy, al paralitico que yace recostado sobre su lecho. Bajo estas condiciones se encuentra restringido y limitado al tamaño de su cama, y luego entonces depende en gran medida de sus amigos.
Este hombre realmente era bienaventurado al contar con tales amigos que mostraban su fe al llevarlo con Jesucristo. Fue en gran parte gracias a la fe de los amigos de este hombre enfermo que Jesucristo le perdona sus pecados. Dependía este hombre de sus amigos, no sólo para los beneficios materiales sino que dependía, de la misma manera, de ellos para los bienes espirituales, luego entonces, podemos decir que los pecadores que reciben la gracia del arrepentimiento, y aceptación de la penitencia, en gran parte depende de la fe y méritos de algún otro.
Las enfermedades, muchas veces, son una manifestación o tienen alguna relación con el pecado, por lo que debemos en nuestras propias enfermedades, buscar el perdón de nuestros para después buscar la salud de nuestro cuerpo.
La enfermedad física,también se basa, frecuentemente en el deterioro de nuestro cuerpo, olvidándonos, muchas de las veces, de nuestra alma. La enfermedad, decirnos, es sólo corporal. Por lo tanto debemos replantear nuestras actitudes y prioridades. Debemos buscar la salud de nuestra alma, antes que cualquier otra cosa. Jesucristo nuestro Señor, sanó primero el alma de este hombre antes de sanar su cuerpo.
Como ya lo dijimos, este pobre hombre era incapaz de valerse por sí mismo, dependiendo de la caridad de los demás. Quien está en pecado mortal, se encuentra en esta misma situación, ya que no puede hacer nada para sí mismo, para recuperar la gracia de Dios, que ha perdido. Esta gracia, del arrepentimiento es un don de Dios, que se la da gracias a la fe de algún otro.
El hombre en pecado, ha perdido todo control, es arrastrado por sus transgresiones y lo llevan a donde estas quieren en lugar de donde él mismo quiere llegar. Como sucede con el paralitico que es tal vez llevado a donde quieren los demás.
La cama, en que se encuentra postrado, es de igual forma, símbolo de pecado, por la cantidad de pecados que se comenten en esta. Así estamos unidos con nuestros pecados. Es en muchas ocasiones, que con nuestras propias fuerzas podemos recostarnos, mas no con las mismas para poder ponernos de píe y requerimos de la ayuda de alguien más.
Es, de esta misma manera que libre y voluntariamente caemos en el pecado, y no somos capaces de salir de estos, requerimos de la ayuda de algún otro.
Sería bueno, que todos y cada uno de nosotros reflexionáramos, al momento de ir a recostarnos sobre nuestra cama, la posibilidad de que no logremos levantarnos jamás de ella y que nos coloquemos en la situación de estar limitados al espacio de esta, para cualquier movimiento que pensemos hacer. Si esta ha sido lugar de pecado, sería una situación de mucho temor y tormento a la hora de la muerte.
Debemos por lo tanto hacer de este lugar de descanso, un lugar santo, con la oración antes y después de recostarnos, bendiciéndola con agua bendita, proponiéndonos no volverla a manchar con el pecado.
Debería ser como el trono de David que día y noche lo mojaba con las lágrimas de arrepentimiento de sus pecados (salmo 6,7). De esta manera podremos sanar nuestra alma de las ataduras del pecado y levantarnos de nuestros pecados como lo hacemos por las mañas al levantarnos de nuestras camas.
En lugar de estar sujetos al pecado y nuestra cama, como el paralitico, debemos con la ayuda de Dios, ponernos de píe y recibir el perdón de nuestros pecados, hacerla a un lado, en lugar de regresar sobre esta y se convierta, como lo ha sido, ocasión o motivo de pecado, por nuestra enfermedad espiritual, castigo y cruz, que debemos llevar con espíritu de penitencia.
Al tomar nuestra cruz todos los días, se nos recuerdan nuestros pecados, se nos recuerda la magnitud de estos y al mismo tiempo, la misericordia de Dios. Ya que recibimos la oportunidad de seguir a Cristo: “Toma tu cruz diariamente y sígueme” (San Lucas 9,23).
Así como nuestro lecho de pecado ha sido amargo y pecaminoso, al tomar nuestra cruz todos los días con el verdadero arrepentimiento, se convierte esta cruz en motivo de alegría y gran bendición. Todo lo que era amargo e impertinente se convierte en liviano y dulce (san Mateo 11:30).
No olvidemos nunca las lecciones y observaciones que se nos presenta este día, en la sanación de este hombre tanto de su cuerpo como de su alma. Recordando que Cristo sana primeramente el alma y después el cuerpo. Es decir que debemos buscar primero y ante todo el Reino de Dios y los bienes de este mundo se nos darán por añadidura (san Mateo 6,33).
Al mismo tiempo debemos ver que el lecho de pecado, está lleno de sufrimiento y miseria y que una vez que nos levantamos se convierte en nuestra cruz de penitencia y aunque es motivo de muchas lagrimas de arrepentimiento y penitencia, se convierte en una cruz, de dulzura y alegría, al cargarla diariamente a imitación de Cristo.
Debemos de igual manera, siempre mostrar gran gratitud por quienes sabemos o desconocemos, y que gracias a su fe han hecho posible se apliquen a nosotros las palabras de Dios que nos dice: “Tus pecados te son perdonados” gracias a la constante y fiel oración de los demás, y a sus sacrificios, que nos han merecido esta gracia.
Asi sea.
Saturday, September 22, 2012
DOMINGO 17 DESPUÉS DE PENTECOSTES
23 DE SEPTIEMBRE DE 2012
Queridos hermanos:
Los Fariseos llaman a Cristo “Maestro”, de manera engañosa. Sólo el hijo puede llamar Padre a su padre y el estudiante profesor a quien lo es. Luego entonces sólo los discípulos llaman a su maestro “Maestro”. El fariseo no es discípulo de Cristo, no lo sigue ni busca ser instruido por Cristo. Por lo tanto no tiene ningún derecho de llamarlo Maestro.
Es verdad, por otra parte que Cristo es Dios y maestro de todos, pero quienes rechazan el amor y obediencia que sólo a ÉL le corresponde, rompen con esta relación. Los cismáticos, herejes, paganos y judíos no tienen una verdadera relación con Cristo, por lo tanto no tienen buena relación con Dios. Él es su creador, pero debido a esta rebelión en su contra, dejan de ser hijos de Dios, sino más bien, son hijos del demonio quien los inspira y guía, en esta vida, para que alcancen la eternidad y entren al fuego del infierno.
La religión para estas personas, no es otra cosa que una real y verdadera hipócrita decepción. En una herramienta que utilizan para desviar a los demás y más aún para manipular y controlarlos. Esta es una de las razones por las que Cristo los llama “hijos del demonio” y “Raza de víboras” (San Mateo 12; 34), es esta hipocresía engañosa que mueve a los fariseos a llamar “Maestro” a Jesucristo, pretendiendo que con esta forma de adulación, pondrían a Jesucristo fuera de guardia, para poderlo atrapar. Lo cual es una tontería ya que Jesucristo al ser Dios sabe y conoce los corazones de los hombres.
La pregunta sobre, cuál es el mayor de los mandamientos, estaba en cuestión, por lo que con la respuesta, Jesucristo, según ellos, podría ofender a alguien. Jesucristo sin embargo, responde con una respuesta simple y directa, mostrándole que el mayor de los mandamientos es el amor a Dios y a nuestro prójimo. Después Jesucristo hace callar a este hombre al dirigirles una pregunta.
En su rebelión en contra de la gracia de Dios, estos hombres no pueden ver que Cristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Por lo tanto no se pueden explicar, cómo Jesucristo es hijo de David y al mismo tiempo Señor de éste. Con esto Jesucristo calla la hipocresía y la maldad del complot de los fariseos.
Estos mismos fariseos viven hoy en nuestros días, en quienes atacan a la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Jesucristo. La doctrina de Cristo, la doctrina de la Iglesia, es la doctrina de Dios, todos los que rechazan esta doctrina están evidentemente rechazando a Dios mismo “Quien a vosotros os escucha me escucha a Mí y quien a Mí me escucha, escucha a quien me ha enviado” (San Lucas 10, 16). Es claro, por lo tanto que todos aquellos que están fuera de la Iglesia y llaman a Jesucristo, lo hacen de manera falsa. No son los hijos de Dios, son más bien los hijos del demonio.
Rechazan a Jesucristo y a Su Iglesia, y siguen las inspiraciones del demonio, tal y como lo hicieron los fariseos de aquel entonces. Llaman estos, “Señor, Maestro y Dios” a Jesucristo, pero no es otra cosa que una gran mentira, ya que lo rechazan en su corazón. Podría ser verdad que buscan a Dios en las escrituras mas no para amarle y servirle, sino más bien para tratar de atraparlo (en su Cuerpo Místico) encontrando únicamente la forma de rechazarlo y buscar destruirlo. Debemos por lo tanto estar muy alertas al hablar de religión con quienes están fuera de la Iglesia, ya que todos ellos, de manera consciente o inconsciente están buscando siempre, destruir la Iglesia, consecuentemente a Cristo, Dios. Sin importar lo piadosos que parezcan o lo bien intencionados que digan ser. No dejar de ser hijos del demonio.
Es Satanás que aparece como ángel de Luz, que los inspira y guía. Y así como el fariseo no pudo creer que Jesús sea Cristo y que sea tanto Dios como hombre verdaderos. De igual forma los que están fuera de la Iglesia católica no pueden creer ninguna enseñanza de Cristo en la Iglesia.
No somos Jesucristo, por lo tanto, no podemos ver estas disposiciones diabólicas, en la voluntad de las personas, y que los demonios son muy astutos, en ayudar a estas personas a ocultan bien sus malas intenciones. Por lo tanto debemos estas siempre atentos y vigilantes, en nuestras conversaciones con ellos.
Recordemos siempre y en todo momento nuestras oraciones matutinas, donde pedimos a Dios Su ayuda y dirección durante todo el día, así como la ayuda de los ángeles y santos, antes de ponernos en cualquier tipo de conversación con los no católicos, sobre todo en cuestiones de fe. Hagamos oración para que se alejen y liberen de la influencia de los espíritus malignos que los guían, y pidamos a Dios Su ayuda para que nos guie y ayude a guiar a estas personas hacia ÉL.
Debemos recordar siempre que las apariencias siempre son engañosas y que debemos estar siempre en guardia para proteger nuestra posición de hijos de Dios, y poder llamarlo en verdad y dignamente “Maestro”
Así sea
Queridos hermanos:
Los Fariseos llaman a Cristo “Maestro”, de manera engañosa. Sólo el hijo puede llamar Padre a su padre y el estudiante profesor a quien lo es. Luego entonces sólo los discípulos llaman a su maestro “Maestro”. El fariseo no es discípulo de Cristo, no lo sigue ni busca ser instruido por Cristo. Por lo tanto no tiene ningún derecho de llamarlo Maestro.
Es verdad, por otra parte que Cristo es Dios y maestro de todos, pero quienes rechazan el amor y obediencia que sólo a ÉL le corresponde, rompen con esta relación. Los cismáticos, herejes, paganos y judíos no tienen una verdadera relación con Cristo, por lo tanto no tienen buena relación con Dios. Él es su creador, pero debido a esta rebelión en su contra, dejan de ser hijos de Dios, sino más bien, son hijos del demonio quien los inspira y guía, en esta vida, para que alcancen la eternidad y entren al fuego del infierno.
La religión para estas personas, no es otra cosa que una real y verdadera hipócrita decepción. En una herramienta que utilizan para desviar a los demás y más aún para manipular y controlarlos. Esta es una de las razones por las que Cristo los llama “hijos del demonio” y “Raza de víboras” (San Mateo 12; 34), es esta hipocresía engañosa que mueve a los fariseos a llamar “Maestro” a Jesucristo, pretendiendo que con esta forma de adulación, pondrían a Jesucristo fuera de guardia, para poderlo atrapar. Lo cual es una tontería ya que Jesucristo al ser Dios sabe y conoce los corazones de los hombres.
La pregunta sobre, cuál es el mayor de los mandamientos, estaba en cuestión, por lo que con la respuesta, Jesucristo, según ellos, podría ofender a alguien. Jesucristo sin embargo, responde con una respuesta simple y directa, mostrándole que el mayor de los mandamientos es el amor a Dios y a nuestro prójimo. Después Jesucristo hace callar a este hombre al dirigirles una pregunta.
En su rebelión en contra de la gracia de Dios, estos hombres no pueden ver que Cristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Por lo tanto no se pueden explicar, cómo Jesucristo es hijo de David y al mismo tiempo Señor de éste. Con esto Jesucristo calla la hipocresía y la maldad del complot de los fariseos.
Estos mismos fariseos viven hoy en nuestros días, en quienes atacan a la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Jesucristo. La doctrina de Cristo, la doctrina de la Iglesia, es la doctrina de Dios, todos los que rechazan esta doctrina están evidentemente rechazando a Dios mismo “Quien a vosotros os escucha me escucha a Mí y quien a Mí me escucha, escucha a quien me ha enviado” (San Lucas 10, 16). Es claro, por lo tanto que todos aquellos que están fuera de la Iglesia y llaman a Jesucristo, lo hacen de manera falsa. No son los hijos de Dios, son más bien los hijos del demonio.
Rechazan a Jesucristo y a Su Iglesia, y siguen las inspiraciones del demonio, tal y como lo hicieron los fariseos de aquel entonces. Llaman estos, “Señor, Maestro y Dios” a Jesucristo, pero no es otra cosa que una gran mentira, ya que lo rechazan en su corazón. Podría ser verdad que buscan a Dios en las escrituras mas no para amarle y servirle, sino más bien para tratar de atraparlo (en su Cuerpo Místico) encontrando únicamente la forma de rechazarlo y buscar destruirlo. Debemos por lo tanto estar muy alertas al hablar de religión con quienes están fuera de la Iglesia, ya que todos ellos, de manera consciente o inconsciente están buscando siempre, destruir la Iglesia, consecuentemente a Cristo, Dios. Sin importar lo piadosos que parezcan o lo bien intencionados que digan ser. No dejar de ser hijos del demonio.
Es Satanás que aparece como ángel de Luz, que los inspira y guía. Y así como el fariseo no pudo creer que Jesús sea Cristo y que sea tanto Dios como hombre verdaderos. De igual forma los que están fuera de la Iglesia católica no pueden creer ninguna enseñanza de Cristo en la Iglesia.
No somos Jesucristo, por lo tanto, no podemos ver estas disposiciones diabólicas, en la voluntad de las personas, y que los demonios son muy astutos, en ayudar a estas personas a ocultan bien sus malas intenciones. Por lo tanto debemos estas siempre atentos y vigilantes, en nuestras conversaciones con ellos.
Recordemos siempre y en todo momento nuestras oraciones matutinas, donde pedimos a Dios Su ayuda y dirección durante todo el día, así como la ayuda de los ángeles y santos, antes de ponernos en cualquier tipo de conversación con los no católicos, sobre todo en cuestiones de fe. Hagamos oración para que se alejen y liberen de la influencia de los espíritus malignos que los guían, y pidamos a Dios Su ayuda para que nos guie y ayude a guiar a estas personas hacia ÉL.
Debemos recordar siempre que las apariencias siempre son engañosas y que debemos estar siempre en guardia para proteger nuestra posición de hijos de Dios, y poder llamarlo en verdad y dignamente “Maestro”
Así sea
Saturday, September 15, 2012
DOMINGO 16 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
16 DE SEPTIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
Nuestro Señor Jesucristo tiene dos cosas muy importantes que decirnos en el Evangelio de este día. El primero de ellos es señalarnos la manera adecuada de cómo debemos santificar, el sábado.
Los israelitas del antiguo testamento estaban regidos por una ley material, física, en la que la mayoría de las veces estaban por así decirlo ciegos al lado espiritual de la ley, o cómo las cuestiones espirituales deberían envolver las materiales.
Cristo nuestro Señor ha entrado a una casa a comer algo de pan, en sábado. La letra de la ley prohíbe cualquier actividad servil en este día. Estaban de igual manera, sus enemigos, ansiosamente esperando si nuestro señor sanaría algún hombre, ignorando la ley del sábado o si dejaría pasar la oportunidad de realizar alguna obra de caridad.
Al leer sus corazones Jesucristo les dice. Si acudirían al auxilio para salvaguardar la integridad, de algún ganado, en día sábado. La respuesta fue obviamente, claro que acudiríamos a salvar a cualquiera de nuestros animales, si estuvieran en peligro de muerte, aún si fuera en sábado.
Ninguno de ellos se detuvo a considerar que esta persona que acababa de fallecer, vale mucho más que cada cabello del ganado, del que fuere su especie, o que la caridad es mucho más valiosa que su avaricia. (La necesidad de salvar al ganado, es por lo costoso de estos y su manutención y sería una gran pérdida, para quien estuviera en esa situación).
No hay tanto interés ni beneficio personal al ayudar a nuestro prójimo, pero si existe un beneficio salvaguardar la integridad de nuestro propio ganado. Por lo que no dudarían en quebrantar la letra de la ley, para saciar su avaricia. Más no así por caridad hacia su prójimo en necesidad.
Jesucristo nuestro Señor, al sanar a este hombre, nos enseña y a ellos, en su tiempo, a que no existe ley ni requiere de ley, la caridad. No puede existir ninguna ley en contra del amor a nuestro prójimo, y buscar siempre la mejor forma de ayudarlo.
La sociedad de nuestros días es cada vez más parecida a los fariseos y menos a Cristo. Estamos buscando siempre la forma de no ser caritativos con los demás.
Existen siempre razones de “prudencia” para no ayudar, lo más lamentable es cuando tratamos de culpar a Dios por estos hechos, como lo señala el evangelio de este día.
La razón para no ayudar según ellos, era por la ley dada por Dios, que no les permitía practicar algún acto de caridad con la persona enferma. Lo mismo vemos en nuestros días. La mayoría quiere hacernos creer que las desgracias y necesidades que le suceden a nuestro prójimo son por culpa de Dios y que si acudimos a su auxilia, estaríamos en contra de la voluntad de Este.
Mucha gente no gesticularía esta manera de pensar, tal y como sucede en el evangelio de hoy, no pudieron responder en voz alta, permaneciendo callados. Sin embargo, pretendemos cubrir nuestra flojera, tibieza y hasta indiferencia, con un manto de religiosidad, culpando a Dios de todo.
Tal religiosidad pretende aparecer como guardianes escrupulosos de la ley de Dios, y correctos ante los ojos de los demás, usando la ley a su conveniencia y siendo peores que las personas que condenan.
Debemos por lo tanto buscar el espíritu de la ley. Es sólo cuando recibimos la ley con toda caridad que la podemos aplicar y entender. Es la caridad que muestra la verdadera obediencia a la obediencia servil y superflua. Solo quienes aman a Dios y al prójimo, saben cómo entender, interpretar y aplicar la ley de Dios.
La segunda lección que Jesucristo quiere enseñarnos hoy, es relativa a la primera. Mientras que la caridad nos permite comprender y aplicar la palabra de Dios, es la humildad que nos permite demostrar esta caridad, en toda su belleza y simplicidad.
Existen personas que buscan a toda costa aparecer como humildes cuando son más soberbios que quienes están a su alrededor. Tales personas buscaran el último de los lugares para aparecer humildes. Cuando en verdad son los más vanidosos de todos. No es tan importante buscar el primer o ultimo de los lugares, ambos son deterioros para nosotros, si nos falta la verdadera caridad y la verdadera humildad.
Los verdaderamente humildes no les interesa aparecer en ninguna de ambas partes. Prefieren no ser vistos del todo. Solo se preocupan por agradar a Dios, estar con Él y llevar a los demás a Su lado.
Todas las virtudes vienen en paquete, no podemos tener una si nos falta la otra, por así decirlo. Como le hemos visto con la caridad que va de la mano de la humildad. No podemos ser humildes si no nos amamos los unos a los otros. No podemos lograr esto, a menos que estemos de libre voluntad dispuestos a ser humildes. En la búsqueda de la mayor de todas las virtudes, la caridad, practicaremos todas las demás.
Crezcamos en la caridad día con día, buscando ser cada vez más humildes, mas complacientes para con Dios y nuestro prójimo.
Así sea
Queridos Hermanos:
Nuestro Señor Jesucristo tiene dos cosas muy importantes que decirnos en el Evangelio de este día. El primero de ellos es señalarnos la manera adecuada de cómo debemos santificar, el sábado.
Los israelitas del antiguo testamento estaban regidos por una ley material, física, en la que la mayoría de las veces estaban por así decirlo ciegos al lado espiritual de la ley, o cómo las cuestiones espirituales deberían envolver las materiales.
Cristo nuestro Señor ha entrado a una casa a comer algo de pan, en sábado. La letra de la ley prohíbe cualquier actividad servil en este día. Estaban de igual manera, sus enemigos, ansiosamente esperando si nuestro señor sanaría algún hombre, ignorando la ley del sábado o si dejaría pasar la oportunidad de realizar alguna obra de caridad.
Al leer sus corazones Jesucristo les dice. Si acudirían al auxilio para salvaguardar la integridad, de algún ganado, en día sábado. La respuesta fue obviamente, claro que acudiríamos a salvar a cualquiera de nuestros animales, si estuvieran en peligro de muerte, aún si fuera en sábado.
Ninguno de ellos se detuvo a considerar que esta persona que acababa de fallecer, vale mucho más que cada cabello del ganado, del que fuere su especie, o que la caridad es mucho más valiosa que su avaricia. (La necesidad de salvar al ganado, es por lo costoso de estos y su manutención y sería una gran pérdida, para quien estuviera en esa situación).
No hay tanto interés ni beneficio personal al ayudar a nuestro prójimo, pero si existe un beneficio salvaguardar la integridad de nuestro propio ganado. Por lo que no dudarían en quebrantar la letra de la ley, para saciar su avaricia. Más no así por caridad hacia su prójimo en necesidad.
Jesucristo nuestro Señor, al sanar a este hombre, nos enseña y a ellos, en su tiempo, a que no existe ley ni requiere de ley, la caridad. No puede existir ninguna ley en contra del amor a nuestro prójimo, y buscar siempre la mejor forma de ayudarlo.
La sociedad de nuestros días es cada vez más parecida a los fariseos y menos a Cristo. Estamos buscando siempre la forma de no ser caritativos con los demás.
Existen siempre razones de “prudencia” para no ayudar, lo más lamentable es cuando tratamos de culpar a Dios por estos hechos, como lo señala el evangelio de este día.
La razón para no ayudar según ellos, era por la ley dada por Dios, que no les permitía practicar algún acto de caridad con la persona enferma. Lo mismo vemos en nuestros días. La mayoría quiere hacernos creer que las desgracias y necesidades que le suceden a nuestro prójimo son por culpa de Dios y que si acudimos a su auxilia, estaríamos en contra de la voluntad de Este.
Mucha gente no gesticularía esta manera de pensar, tal y como sucede en el evangelio de hoy, no pudieron responder en voz alta, permaneciendo callados. Sin embargo, pretendemos cubrir nuestra flojera, tibieza y hasta indiferencia, con un manto de religiosidad, culpando a Dios de todo.
Tal religiosidad pretende aparecer como guardianes escrupulosos de la ley de Dios, y correctos ante los ojos de los demás, usando la ley a su conveniencia y siendo peores que las personas que condenan.
Debemos por lo tanto buscar el espíritu de la ley. Es sólo cuando recibimos la ley con toda caridad que la podemos aplicar y entender. Es la caridad que muestra la verdadera obediencia a la obediencia servil y superflua. Solo quienes aman a Dios y al prójimo, saben cómo entender, interpretar y aplicar la ley de Dios.
La segunda lección que Jesucristo quiere enseñarnos hoy, es relativa a la primera. Mientras que la caridad nos permite comprender y aplicar la palabra de Dios, es la humildad que nos permite demostrar esta caridad, en toda su belleza y simplicidad.
Existen personas que buscan a toda costa aparecer como humildes cuando son más soberbios que quienes están a su alrededor. Tales personas buscaran el último de los lugares para aparecer humildes. Cuando en verdad son los más vanidosos de todos. No es tan importante buscar el primer o ultimo de los lugares, ambos son deterioros para nosotros, si nos falta la verdadera caridad y la verdadera humildad.
Los verdaderamente humildes no les interesa aparecer en ninguna de ambas partes. Prefieren no ser vistos del todo. Solo se preocupan por agradar a Dios, estar con Él y llevar a los demás a Su lado.
Todas las virtudes vienen en paquete, no podemos tener una si nos falta la otra, por así decirlo. Como le hemos visto con la caridad que va de la mano de la humildad. No podemos ser humildes si no nos amamos los unos a los otros. No podemos lograr esto, a menos que estemos de libre voluntad dispuestos a ser humildes. En la búsqueda de la mayor de todas las virtudes, la caridad, practicaremos todas las demás.
Crezcamos en la caridad día con día, buscando ser cada vez más humildes, mas complacientes para con Dios y nuestro prójimo.
Así sea
Saturday, September 8, 2012
DOMINGO 15 DESPUÉS DE PENTECOSTES
9 DE SEPTIEMBRE DE 2012
Queridos hermanos:
Con frecuencia experimentamos, en esta vida, casos místicos o simbólicos sobre acontecimientos que se habrán de realizar en un nivel de vida superior. La muerte física, que vemos con tanta frecuencia, en esta vida, debe hacernos reflexionar y despertar a nuestra conciencia sobre la muerte más terrible que, la del alma, ocasionada por el pecado mortal.
Por otra parte, las bellezas y maravilla de este mundo, nos debe motivar con un deseo ardiente por la belleza y vida eterna del cielo. Así como la agonía, miseria y dolor de esta vida deben hacernos reflexionar sobre los sufrimientos de los condenados en el infierno o las pobres almas del purgatorio.
Lo que nos relata el evangelio de este día, nos lleva a reflexionar sobre la Resurrección. Es importante notar que el evangelio nos dice que Jesucristo tuvo compasión por la viuda (no tanto por el hombre muerto) al cual se le dio una segunda oportunidad de vida, no porque lo mereciera, sino por el sufrimiento de la madre que logró tocar con sus suplicas, el corazón de Jesucristo Nuestro Señor. Esto mismo sucede con nosotros cuando, una vez que resucitamos de la muerte del pecado y regresamos a la vida de la gracia.
Cuando nos encontramos gozando de la alegría de haber recibidos estas gracias que nos llenan de vida espiritual, deberíamos recordar el pasaje del que nos habla el evangelio de hoy.
No hemos hecho nada de nuestra parte para recibir tales bendiciones, es más bien gracias a la oración y penitencias de alguna otra persona pidiendo a Dios por nosotros, recuperándonos la vida espiritual para que empecemos nuevamente.
Es muy fácil alegrarnos al haber recibido tantas bendiciones y limpieza de nuestra conciencia y olvidarnos de dar gracias o manifestar cualquier forma de agradecimiento a quien ha hecho esto posible con sus oraciones y sobre todo con su penitencia, al vernos con ojos de verdadero amor, como hemos caído en el abismo del infierno y muere por el pecado.
De igual forma nos daremos cuenta que muchos de los santos del cielo se encuentran ahí gracias a las oraciones de algún otro. Las lagrimas, sufrimientos y oraciones que las madres y padres hacen por sus hijos tocan de igual manera, especial, el corazón de Dios. San Agustín atribuye su conversión gracias a las oraciones de su madre. Es gracias a santa Mónica que tenemos un san Agustín.
Los pastores como padres espirituales de igual forma con frecuencia oran y hacen sacrificios por sus hijos espirituales. Todo penitente debe estar agradecido y manifestar gratitud a sus confesores por ese hecho. Se cuenta de igual manera con órdenes religiosas que dedican su vida completa a la oración y penitencia para obtener la gracia, del verdadero arrepentimiento, de todos los pecadores de este mundo.
La lista de nuestros benefactores espirituales estaría incompleta si hacemos a un lado a nuestro ángel de la guarda, nuestro santo patrón y todos los demás santos con los cuales hemos tenido alguna relación y también, porque no decirlo, algún pariente nuestro que con la gracia de Dios este gozando igualmente del cielo e intercediendo por nosotros.
Retomando el asunto de san Agustín, debemos aprender que es obligación de todos los padres ofrecer oración y hacer algún tipo de sacrificios por sus hijos ya que al no hacerlo tal vez su misma salvación estaría en juego. Es obligación de todos orar y hacer penitencia por los demás. Se nos ha dicho que debemos amarnos los unos por los otros y estar al cuidado de nuestros hermanos.
Debemos buscar y luchar por la salvación de todos los hijos de Dios. Es verdad que no todos se han de salvar y que de los que sí han de lograrlo, el número es muy reducido. Pero si somos negligentes en amar, orar y sacrificarnos por las almas de quienes vemos va por el camino equivocado, tal vez se nos encuentre negligente el día del juicio.
Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es orar y ofrecer sacrificios por ellos como lo hacemos por nosotros mismos. Tal vez uno de los mayores gozos en el cielo sea la unión del alma con alma entre nosotros, con la de quienes hemos de igual manera ofrecido oración y penitencia, unidos ambos en Dios nuestro Señor.
Si no tenemos en mente a alguien por quien orar y ofrecer sacrificios, lo podemos hacer por los pecadores en general. Una práctica muy hermosa es poner toda nuestra oración y penitencias sobre las manos de nuestro santísima Madre, encargándole los distribuya y aplique, según Su parecer. La santísima virgen María como madre amorosa sabe de antemano donde y como distribuir sus bendiciones y nuestras obras de piedad y sacrificio.
Nuestro Señor Jesucristo manifestó su grande afecto y no se resistió a escuchar la suplica de la viuda madre de que nos habla el evangelio de este día; con mayor razón se sentirá inclinado a mostrar Su misericordia y bondad hacia todos aquellos que están encomendados al cuidado de Su Santa Madre.
Estemos siempre agradecidos por la oración y penitencia que han hecho otros, por la restauración de la vida espiritual nuestra, y no olvidemos jamás, hacer nosotros lo mismo por los demás.
Así sea.
Saturday, September 1, 2012
DOMINGO 14to. DESPUÉS DE PENTECOSTES
2 DE SEPTIEMBRE DE 2012
Queridos Hermanos:
En el evangelio de hoy, nuestro señor Jesucristo, no condena las riquezas, la comida ni el trabajo. Condena más bien, el apego exagerado de estas cosas. Se nos amonesta, en alguna otra ocasión a que trabajemos para obtener lo necesario para nosotros y los demás.
Debemos hacer esto mientras Dios nos proporcione los medios y la habilidad para lograrlo, lo que si debemos evitar es convertirnos en esclavos de estas cosas. El hombre rico con frecuencia se convierte en esclavo de sus riquezas cuidando y protegiéndolas, con gran cuidado, al grado de no tener ni el más mínimo cuidado de su alma.
El lujurioso, glotón y vanidoso hacen lo mismo, buscando servir en lugar de regir sobre estos bienes que Dios les ha dado. Cuando Dios hizo al hombre lo colocó sobre los demás seres de Su Creación para que gobernara sobre estas. Es una invención grotesca del verdadero orden cuando el hombre de manera voluntaria se esclaviza a la creatura antes de servir a Dios como Creador de todas estas cosas.
No podemos pretender servir tanto a Dios como a las cosas de este mundo, así nos lo dice nuestro Señor en el evangelio de hoy. Nuestro objetivo sólo puede ser en una dirección y es o bien para con Dios o para con las cosas mundanas. El hombre es la gloria de toda la creación, esta sobre todas esas cosas. Incluso podemos colocar al hombre que fue hecho un poco menos que los ángeles, sobre de estos al decidir Dios hacerse hombre y unirse con nuestra naturaleza en lugar a la de los ángeles.
La creación fue hecha para servirnos. Sin embargo buscamos con gran solicitud y vehemencia, a las creaturas que las colocamos en el lugar que corresponde sólo a Dios, convirtiéndonos en culpables idolatras. Lo mismo podemos decir cuando buscamos creaturas inferiores, como el dinero.
Es un gran pecado y crimen desear las cosas mundanas antes que a Dios, como lo es, alcanzar los bienes materiales, antes que Dios mismo. La belleza de la vida de las aves y la belleza que adorna las flores demuestran de manera imperfecta la belleza verdadera del alma que ama a Dios y confía en Su providencia divina.
Mientras que no debemos preocuparnos sobre las cosas materiales, de alimentación, comida y lugar donde vivir, al grado de convertirnos en esclavos de estas. Debemos sin embargo de manera prudente buscarlas.
El peligro es hacernos flojos bajo el pretexto de que con gran fe y esperanza esperamos, Dios preverá. Es fácil olvidar la amonestación de san Pablo que nos dice que “el que no trabaje que no coma” (2 Tés 3:10). Debemos hacer todo lo que podemos lograr ayudados de los dones y talentos que Dios nos ha dado, teniendo el cuidado de no desperdiciarlos, no hacer mal uso de estos. Recordando siempre, humildemente, que esto es un regalo de Dios a quien debemos regresarlo, consientes que nos lo puede quitar en cualquier momento.
No tenemos nada seguro en esta vida. Debemos recordar, sin embargo, que todos estos dones se nos han dado para acercarnos más a Dios, nuestro creador y no para que se conviertan en un obstáculo entre nosotros y Su amor.
El santo Job, nos demuestra tanto en sus riquezas como en su pobreza, cual debe ser nuestra actitud sobre las cosas de este mundo y Dios, quien nos dado todo esto. “Dios me lo ha dado, Dios me lo ha quitado, bendito sea el nombre del Señor nuestro Dios”. Job utilizó toda su riqueza para honrar y su pobreza para dar gloria a Dios.
Jamás se convirtieron ni su riqueza ni pobreza en obstáculos para su amor por Dios.
Sabemos que la perfección no la podremos obtener en esta vida, ya que está reservada para nosotros en el Cielo. Las riquezas, solo pretenden sustentar felicidad, sin embargo frecuentemente sólo atraen la amargura y miseria.
La comida ofrece satisfacción y placer, sin embargo cuando se abraza sin ningún control ni reserva, sólo acarrea las grandes enfermedades que conocemos como no confortantes para nuestro organismo.
La belleza cuando se busca sobre todo lo demás nos damos cuenta que atrae consigo una gran desilusión y tristeza al ver lo realmente grotesco que nos presenta. Cuantos martirizan su cuerpo buscando lograr alcanzar los estándares de belleza que dicta el mundo solo para darse cuenta que ahora el mundo ha cambiado los estándares e belleza precisamente al extremo opuesto.
La moda, de igual forma está constantemente cambiando con la insaciable incertidumbre del deseo humano. Sin embargo,
¿Cuantos buscan con todo su ser lograr y alcanzar lo que estas dictan, muy a pesar de la salvación de su alma?
Logrando alcanzar únicamente, estas pobres personas sin dirección alguna, destruir la verdadera belleza natural que Dios les ha dado, quedando desfigurados y realmente feos por seguir los estándares de este mundo.
La verdadera belleza no la busquemos en las formas y colores, sino en la virtud del alma.
Debemos por lo tanto trabajar por lograr lo que Dios nos ha dado, pero siempre con y por amor de Dios, sin permitir que ningún distractor nos aleje de este objetivo, servir y amar a Dios. Estemos siempre preparados para hacer a un lado las creaturas inferiores, por las superiores, nuestro Creador.
Asi sea.
Queridos Hermanos:
En el evangelio de hoy, nuestro señor Jesucristo, no condena las riquezas, la comida ni el trabajo. Condena más bien, el apego exagerado de estas cosas. Se nos amonesta, en alguna otra ocasión a que trabajemos para obtener lo necesario para nosotros y los demás.
Debemos hacer esto mientras Dios nos proporcione los medios y la habilidad para lograrlo, lo que si debemos evitar es convertirnos en esclavos de estas cosas. El hombre rico con frecuencia se convierte en esclavo de sus riquezas cuidando y protegiéndolas, con gran cuidado, al grado de no tener ni el más mínimo cuidado de su alma.
El lujurioso, glotón y vanidoso hacen lo mismo, buscando servir en lugar de regir sobre estos bienes que Dios les ha dado. Cuando Dios hizo al hombre lo colocó sobre los demás seres de Su Creación para que gobernara sobre estas. Es una invención grotesca del verdadero orden cuando el hombre de manera voluntaria se esclaviza a la creatura antes de servir a Dios como Creador de todas estas cosas.
No podemos pretender servir tanto a Dios como a las cosas de este mundo, así nos lo dice nuestro Señor en el evangelio de hoy. Nuestro objetivo sólo puede ser en una dirección y es o bien para con Dios o para con las cosas mundanas. El hombre es la gloria de toda la creación, esta sobre todas esas cosas. Incluso podemos colocar al hombre que fue hecho un poco menos que los ángeles, sobre de estos al decidir Dios hacerse hombre y unirse con nuestra naturaleza en lugar a la de los ángeles.
La creación fue hecha para servirnos. Sin embargo buscamos con gran solicitud y vehemencia, a las creaturas que las colocamos en el lugar que corresponde sólo a Dios, convirtiéndonos en culpables idolatras. Lo mismo podemos decir cuando buscamos creaturas inferiores, como el dinero.
Es un gran pecado y crimen desear las cosas mundanas antes que a Dios, como lo es, alcanzar los bienes materiales, antes que Dios mismo. La belleza de la vida de las aves y la belleza que adorna las flores demuestran de manera imperfecta la belleza verdadera del alma que ama a Dios y confía en Su providencia divina.
Mientras que no debemos preocuparnos sobre las cosas materiales, de alimentación, comida y lugar donde vivir, al grado de convertirnos en esclavos de estas. Debemos sin embargo de manera prudente buscarlas.
El peligro es hacernos flojos bajo el pretexto de que con gran fe y esperanza esperamos, Dios preverá. Es fácil olvidar la amonestación de san Pablo que nos dice que “el que no trabaje que no coma” (2 Tés 3:10). Debemos hacer todo lo que podemos lograr ayudados de los dones y talentos que Dios nos ha dado, teniendo el cuidado de no desperdiciarlos, no hacer mal uso de estos. Recordando siempre, humildemente, que esto es un regalo de Dios a quien debemos regresarlo, consientes que nos lo puede quitar en cualquier momento.
No tenemos nada seguro en esta vida. Debemos recordar, sin embargo, que todos estos dones se nos han dado para acercarnos más a Dios, nuestro creador y no para que se conviertan en un obstáculo entre nosotros y Su amor.
El santo Job, nos demuestra tanto en sus riquezas como en su pobreza, cual debe ser nuestra actitud sobre las cosas de este mundo y Dios, quien nos dado todo esto. “Dios me lo ha dado, Dios me lo ha quitado, bendito sea el nombre del Señor nuestro Dios”. Job utilizó toda su riqueza para honrar y su pobreza para dar gloria a Dios.
Jamás se convirtieron ni su riqueza ni pobreza en obstáculos para su amor por Dios.
Sabemos que la perfección no la podremos obtener en esta vida, ya que está reservada para nosotros en el Cielo. Las riquezas, solo pretenden sustentar felicidad, sin embargo frecuentemente sólo atraen la amargura y miseria.
La comida ofrece satisfacción y placer, sin embargo cuando se abraza sin ningún control ni reserva, sólo acarrea las grandes enfermedades que conocemos como no confortantes para nuestro organismo.
La belleza cuando se busca sobre todo lo demás nos damos cuenta que atrae consigo una gran desilusión y tristeza al ver lo realmente grotesco que nos presenta. Cuantos martirizan su cuerpo buscando lograr alcanzar los estándares de belleza que dicta el mundo solo para darse cuenta que ahora el mundo ha cambiado los estándares e belleza precisamente al extremo opuesto.
La moda, de igual forma está constantemente cambiando con la insaciable incertidumbre del deseo humano. Sin embargo,
¿Cuantos buscan con todo su ser lograr y alcanzar lo que estas dictan, muy a pesar de la salvación de su alma?
Logrando alcanzar únicamente, estas pobres personas sin dirección alguna, destruir la verdadera belleza natural que Dios les ha dado, quedando desfigurados y realmente feos por seguir los estándares de este mundo.
La verdadera belleza no la busquemos en las formas y colores, sino en la virtud del alma.
Debemos por lo tanto trabajar por lograr lo que Dios nos ha dado, pero siempre con y por amor de Dios, sin permitir que ningún distractor nos aleje de este objetivo, servir y amar a Dios. Estemos siempre preparados para hacer a un lado las creaturas inferiores, por las superiores, nuestro Creador.
Asi sea.
Saturday, August 18, 2012
DOMINGO 12 Después De Pentecostés
19 DE AGOSTO DE 2012
Queridos Hermanos:
Quienes han recibido la gracia de la fe verdadera y conocen a Cristo, como lo hicieron los apóstoles, es a quienes Jesucristo se dirige y dice:
“Bienaventurados los ojos que ven lo que veis vosotros”
No se refiere a los ojos del cuerpo sino a los del alma, que contempla y sostiene a Jesucristo con fe, esperanza y caridad, como miembros de Su cuerpo místico. Esto es posible solo en la Iglesia católica, donde podemos claramente verlo y ser verdaderamente bendecidos. Los Padres de la Iglesia nos dicen, al explicarnos la parábola de este día, que el hombre que cae victima de los ladrones, representa a toda la humanidad.
Tras la caída de Adán, hemos caído todos en manos de ladrones (demonios) que nos han despojado de todo merito, hiriéndonos con el pecado y dejado medio muertos (sin vivir en la gracia, ni completamente muertos en el infierno).
Jesucristo es el Samaritano que viene a salvarnos. El sacerdote y el levita (la ley y los profetas) se acercaron al hombre caído, mas no pudieron ayudarlo. Solo Cristo que ha venido desde Jerusalén (cielo) quien es que puede y verdaderamente ayuda nuestra naturaleza caída.
Jesucristo vacía en nuestras heridas, el aceite de la compasión que sale de su naturaleza humana, de la misma manera que lo hace con el vino purificante de Su naturaleza Divina.
Tanto el vino como el aceite (naturaleza humana y divina) son necesarios para curar nuestras heridas, recibidas como consecuencia de nuestra naturaleza caída por el pecado.
Carga Cristo, con nuestro castigo, mas no con nuestra culpa, al morir por nosotros. Sin embargo, no se detiene ahí, nos lleva a la posada (la Iglesia) donde nos deja al cuidado de los Obispos y sacerdotes para que nos mantengan sanos hasta Su regreso. A la Iglesia se la ha dado las dos monedas (el Antiguo y el Nuevo Testamento) para ser utilizado en el cuidado y la salud del hombre caído.
Se le ha prometido además, a la Iglesia, que cualquier cosa más allá y sobre todo lo demás, que dedique al cuidado de las almas, Cristo la recompensara abundantemente, a Su regreso, al final de los tiempos.
Nosotros como miembros del cuerpo místico de Cristo, debemos acudir a la búsqueda de nuestros hermanos caídos, como Él lo ha hecho. Porque somos uno con El, y de esta forma sean sanados con las oraciones y sacrificios de los demás miembros.
Debemos ser para el mundo, tanto como el buen samaritano y la posada, donde descanse, el hombre caído y pueda recuperar la salud.
Conforme vamos por la vida, no hagamos duro nuestro corazón, hacia las necesidades de los demás, sino más bien, ayudando por medio del amor que nos gustaría a nosotros recibir.
Debemos ayudar no solo a las necesidades del cuerpo y las materiales, sino y aun mas, en las necesidades espirituales de esta vida.
Hay en este mundo muchos heridos, por el demonio, que debemos buscar y ayudar a sanar llevándolos al rebaño de la Iglesia. Tanto a los no bautizados como a los que lo están y han sido cautivados por el gran numero de religiones falsas, diseñadas para engañar y desviar a los que posiblemente deberían salvarse.
Hay que buscarlos y ofrecerles el medicamento que ha de sanarlos, como lo son los sacramentos de la Iglesia.
Tal parece que la mayoría ha ya rechazado a Cristo, o continúa haciéndolo ahora con su Cuerpo Místico, como a Su esposa, La Iglesia, sin embargo, esto no es excusa para detenernos en la búsqueda, de quienes necesitan nuestra ayuda y nos es posible auxiliar.
Cuando los miembros de nuestra propia familia (los que buscamos auxiliar primero) rechazan estas gracias, ofrezcámosla a otros, tal y como lo ha hecho Jesucristo y Su Iglesia.
Jesucristo es el buen Samaritano para toda la naturaleza caída por el pecado y ha venido a curarnos y salvarnos. Lo ha demostrado al derramar Su gracia sobre nosotros, guiado hacia la Iglesia para que seamos alimentados de su doctrina, y de igual forma nutrirnos con los Sacramentos.
Nos pide la Iglesia a todos y cada uno de nosotros, ser como el buen samaritano, imitando a Jesucristo según nuestras posibilidades y habilidades. Debemos rescatar a los que están agonizando en las religiones falsas y espiritualidad equivocada.
Traigamos estas almas a la Iglesia para que sean elevadas y alimentadas con la verdadera doctrina y que los mantenga vivos en la gracia de los verdaderos sacramentos.
Que así sea.
Queridos Hermanos:
Quienes han recibido la gracia de la fe verdadera y conocen a Cristo, como lo hicieron los apóstoles, es a quienes Jesucristo se dirige y dice:
“Bienaventurados los ojos que ven lo que veis vosotros”
No se refiere a los ojos del cuerpo sino a los del alma, que contempla y sostiene a Jesucristo con fe, esperanza y caridad, como miembros de Su cuerpo místico. Esto es posible solo en la Iglesia católica, donde podemos claramente verlo y ser verdaderamente bendecidos. Los Padres de la Iglesia nos dicen, al explicarnos la parábola de este día, que el hombre que cae victima de los ladrones, representa a toda la humanidad.
Tras la caída de Adán, hemos caído todos en manos de ladrones (demonios) que nos han despojado de todo merito, hiriéndonos con el pecado y dejado medio muertos (sin vivir en la gracia, ni completamente muertos en el infierno).
Jesucristo es el Samaritano que viene a salvarnos. El sacerdote y el levita (la ley y los profetas) se acercaron al hombre caído, mas no pudieron ayudarlo. Solo Cristo que ha venido desde Jerusalén (cielo) quien es que puede y verdaderamente ayuda nuestra naturaleza caída.
Jesucristo vacía en nuestras heridas, el aceite de la compasión que sale de su naturaleza humana, de la misma manera que lo hace con el vino purificante de Su naturaleza Divina.
Tanto el vino como el aceite (naturaleza humana y divina) son necesarios para curar nuestras heridas, recibidas como consecuencia de nuestra naturaleza caída por el pecado.
Carga Cristo, con nuestro castigo, mas no con nuestra culpa, al morir por nosotros. Sin embargo, no se detiene ahí, nos lleva a la posada (la Iglesia) donde nos deja al cuidado de los Obispos y sacerdotes para que nos mantengan sanos hasta Su regreso. A la Iglesia se la ha dado las dos monedas (el Antiguo y el Nuevo Testamento) para ser utilizado en el cuidado y la salud del hombre caído.
Se le ha prometido además, a la Iglesia, que cualquier cosa más allá y sobre todo lo demás, que dedique al cuidado de las almas, Cristo la recompensara abundantemente, a Su regreso, al final de los tiempos.
Nosotros como miembros del cuerpo místico de Cristo, debemos acudir a la búsqueda de nuestros hermanos caídos, como Él lo ha hecho. Porque somos uno con El, y de esta forma sean sanados con las oraciones y sacrificios de los demás miembros.
Debemos ser para el mundo, tanto como el buen samaritano y la posada, donde descanse, el hombre caído y pueda recuperar la salud.
Conforme vamos por la vida, no hagamos duro nuestro corazón, hacia las necesidades de los demás, sino más bien, ayudando por medio del amor que nos gustaría a nosotros recibir.
Debemos ayudar no solo a las necesidades del cuerpo y las materiales, sino y aun mas, en las necesidades espirituales de esta vida.
Hay en este mundo muchos heridos, por el demonio, que debemos buscar y ayudar a sanar llevándolos al rebaño de la Iglesia. Tanto a los no bautizados como a los que lo están y han sido cautivados por el gran numero de religiones falsas, diseñadas para engañar y desviar a los que posiblemente deberían salvarse.
Hay que buscarlos y ofrecerles el medicamento que ha de sanarlos, como lo son los sacramentos de la Iglesia.
Tal parece que la mayoría ha ya rechazado a Cristo, o continúa haciéndolo ahora con su Cuerpo Místico, como a Su esposa, La Iglesia, sin embargo, esto no es excusa para detenernos en la búsqueda, de quienes necesitan nuestra ayuda y nos es posible auxiliar.
Cuando los miembros de nuestra propia familia (los que buscamos auxiliar primero) rechazan estas gracias, ofrezcámosla a otros, tal y como lo ha hecho Jesucristo y Su Iglesia.
Jesucristo es el buen Samaritano para toda la naturaleza caída por el pecado y ha venido a curarnos y salvarnos. Lo ha demostrado al derramar Su gracia sobre nosotros, guiado hacia la Iglesia para que seamos alimentados de su doctrina, y de igual forma nutrirnos con los Sacramentos.
Nos pide la Iglesia a todos y cada uno de nosotros, ser como el buen samaritano, imitando a Jesucristo según nuestras posibilidades y habilidades. Debemos rescatar a los que están agonizando en las religiones falsas y espiritualidad equivocada.
Traigamos estas almas a la Iglesia para que sean elevadas y alimentadas con la verdadera doctrina y que los mantenga vivos en la gracia de los verdaderos sacramentos.
Que así sea.
Saturday, August 11, 2012
FESTIVIDAD DE SANTA CLARA DE ASÍS
12 DE AGOSTO DE 2012
Queridos Hermanos:
A principios del siglo trece, cuando el lujo y la sensualidad devastaba con todo mundo, san Francisco de Asís, hace su aparición, dando ejemplos de vida en la humildad y la penitencia. Dios, de igual forma desea darle a la mujer vanidosa y sensual de ese tiempo, un ejemplo de desprecio a las vanidades de este mundo. Para tal misión llama a Clara, la hija de una familia prominente y noble, de Asís. Su padre Favorino Scifi, de Sassorosso, la sierva de Dios, Hortulana, madre, que muere con olor de santidad.
Tenía, clara, 18 años de edad cuando escuchó a san Francisco, predicar en la catedral de Asís, en la cuaresma de 1212. Sus palabras de rechazo a las cosas mundanas, a la penitencia y particularmente el ejemplo que este daba, afecto de manera positiva a clara, que se acercó a él para darse cuenta que sentía el llamado de Dios a llevar una vida similar y vivir en un convento.
No dudo nunca en realizar el plan de Dios. Sabiendo que su familia, buscaría darle una vida brillante en este mundo, y que se opondrían en todo lo relacionado a su vocación, decide irse de su casa.
El domingo de ramos, acude a la iglesia vestida de sus mejores galas, para atender los oficios del día. Esa misma noche, y asistida por un pariente mayor, asiste a la capilla de santa María de los Ángeles, donde san Francisco y sus compañeros la reciben, con velas encendidas en sus manos.
Frente el altar, clara, se despoja de su hermoso manto que le cubre la cabeza, para que san Francisco le corte el cabello y la cubra con un pedazo de lino. En lugar de su vestimenta ostentosa, recibe un hábito de penitencia ceñida por un cordón blanco.
Esta es la forma en la que la Madre y fundadora de las Pobres Clarisas fue recibida, el 19 de marzo de 1212. Por el momento san Francisco la envía a un convento de hermanas Benedictinas.
Una vez que Clara tuvo éxito en sobre llevar la oposición de su familia, que intento siempre hacerla desistir de su forma de vida y forzarla a regresar a casa. La hermana de esta, Inés, se unió a la vida de sacrificio de su hermana.
San Francisco hizo los preparativos para en un convento cerca de la iglesia de San Damián. Lugar en que se incremento en número de vírgenes consagradas a Dios. Servían a Dios en una gran pobreza, penitencia estricta y vida de reclusión completa del mundo, de acuerdo a la Regla que nuestro Padre San Francisco les había dado, como su Segunda Orden.
Bajo obediencia, recibió Clara el nombramiento de Madre Superiora por cuarenta y un años, hasta su muerte. Su amor por la humildad la llevó a realizar las acciones más despreciadas, dando buen ejemplo y ayuda a sus hermanas.
Muy a pesar de sus grandes padecimientos físicos, dio siempre a sus hermanas ejemplo de gran celo en la penitencia y en la oración. En el año de 1240, el ejercito sarraceno que estaba bajo el servicio del emperador Federico II, se acercó a Asís.
Arrasaron con el pequeño convento de san Damián, que se encontraba a las afueras de la ciudad, escalando los muros del monasterio. Bajo el temor mortal las hermanas acuden a su Madre, Clara, que se encontraba enferma recostada en cama.
Como pudo, se levantó y con la píxide que contiene el Santísimo Sacramento en mano, se aproximó a la puerta del convento. Desde ahí con gran fervor suplica a nuestro Señor en el cielo, como lo hizo el salmista (salmo 73.19)
“no entregues a las bestias las almas que te alaban y protege con Tu escudo a los siervos que has redimido, con Tu preciosísima Sangre” una voz misteriosa salió de la ostia clamando “siempre los protegeré”.
De inmediato fueron presas de gran pánico los agresores, que cegados de inmediato por una gran luz que salió del Santísimo Sacramento, fueron derribados y huyeron del lugar. El convento se salvó y el poblado de Asís liberado.
Después de muchos años de sufrimiento ininterrumpido, Clara siente que su fin esta ya próximo. Una vez que hubo recibido los últimos sacramentos ella y una de las hermanas vieron a la Reina de todas las vírgenes, venir al encuentro de la esposa de Su Divino Hijo. El 11 de agosto de 1253, entra a los gozos de la eternidad y sepultada al siguiente día.
El Papa Alejandro IV la canoniza en 1255. Reflexionemos sobre la gran alegría que experimentó santa Clara en este mundo en su vida de claustro. No consistió en comodidades mundanas, ni si quiera aún en constantes consuelos espirituales, sino en sacrificios hechos por el amor de Dios, por medio de los cuales se unió más íntimamente con la Fuente de la Felicidad.
En una ocasión le dice a una joven:
“nuestra alianza consiste en la mortificación de nuestras pasiones y la renuncia a las cosas de este mundo, con la crucifixión del cuerpo y el sacrificio de la voluntad, más la felicidad que le acompaña son eternas, la unión es indisoluble, empieza en este mundo y la muerte la sella finalmente”.
En la mañana de su agonía, recibió el Viaticum; por la tarde el Papa Inocencio IV la visitó y le dio la absolución general. Más Clara se sintió mucho más feliz de haber recibido a Nuestro Señor del Cielo, en la Santa Comunión, que el ser honrada por la visita del Papa.
Seamos nosotros de la misma manera indiferentes a las glorias de este mundo para que se nos permita disfrutar las alegrías de toda la eternidad.
Que así sea
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