Saturday, September 1, 2012

DOMINGO 14to. DESPUÉS DE PENTECOSTES

2 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Queridos Hermanos:

En el evangelio de hoy, nuestro señor Jesucristo, no condena las riquezas, la comida ni el trabajo. Condena más bien, el apego exagerado de estas cosas. Se nos amonesta, en alguna otra ocasión a que trabajemos para obtener lo necesario para nosotros y los demás.

Debemos hacer esto mientras Dios nos proporcione los medios y la habilidad para lograrlo, lo que si debemos evitar es convertirnos en esclavos de estas cosas. El hombre rico con frecuencia se convierte en esclavo de sus riquezas cuidando y protegiéndolas, con gran cuidado, al grado de no tener ni el más mínimo cuidado de su alma.

El lujurioso, glotón y vanidoso hacen lo mismo, buscando servir en lugar de regir sobre estos bienes que Dios les ha dado. Cuando Dios hizo al hombre lo colocó sobre los demás seres de Su Creación para que gobernara sobre estas. Es una invención grotesca del verdadero orden cuando el hombre de manera voluntaria se esclaviza a la creatura antes de servir a Dios como Creador de todas estas cosas.

No podemos pretender servir tanto a Dios como a las cosas de este mundo, así nos lo dice nuestro Señor en el evangelio de hoy. Nuestro objetivo sólo puede ser en una dirección y es o bien para con Dios o para con las cosas mundanas. El hombre es la gloria de toda la creación, esta sobre todas esas cosas. Incluso podemos colocar al hombre que fue hecho un poco menos que los ángeles, sobre de estos al decidir Dios hacerse hombre y unirse con nuestra naturaleza en lugar a la de los ángeles.

La creación fue hecha para servirnos. Sin embargo buscamos con gran solicitud y vehemencia, a las creaturas que las colocamos en el lugar que corresponde sólo a Dios, convirtiéndonos en culpables idolatras. Lo mismo podemos decir cuando buscamos creaturas inferiores, como el dinero.

Es un gran pecado y crimen desear las cosas mundanas antes que a Dios, como lo es, alcanzar los bienes materiales, antes que Dios mismo. La belleza de la vida de las aves y la belleza que adorna las flores demuestran de manera imperfecta la belleza verdadera del alma que ama a Dios y confía en Su providencia divina.

Mientras que no debemos preocuparnos sobre las cosas materiales, de alimentación, comida y lugar donde vivir, al grado de convertirnos en esclavos de estas. Debemos sin embargo de manera prudente buscarlas.

El peligro es hacernos flojos bajo el pretexto de que con gran fe y esperanza esperamos, Dios preverá. Es fácil olvidar la amonestación de san Pablo que nos dice que “el que no trabaje que no coma” (2 Tés 3:10). Debemos hacer todo lo que podemos lograr ayudados de los dones y talentos que Dios nos ha dado, teniendo el cuidado de no desperdiciarlos, no hacer mal uso de estos. Recordando siempre, humildemente, que esto es un regalo de Dios a quien debemos regresarlo, consientes que nos lo puede quitar en cualquier momento.

No tenemos nada seguro en esta vida. Debemos recordar, sin embargo, que todos estos dones se nos han dado para acercarnos más a Dios, nuestro creador y no para que se conviertan en un obstáculo entre nosotros y Su amor.

El santo Job, nos demuestra tanto en sus riquezas como en su pobreza, cual debe ser nuestra actitud sobre las cosas de este mundo y Dios, quien nos dado todo esto. “Dios me lo ha dado, Dios me lo ha quitado, bendito sea el nombre del Señor nuestro Dios”. Job utilizó toda su riqueza para honrar y su pobreza para dar gloria a Dios.

Jamás se convirtieron ni su riqueza ni pobreza en obstáculos para su amor por Dios.

Sabemos que la perfección no la podremos obtener en esta vida, ya que está reservada para nosotros en el Cielo. Las riquezas, solo pretenden sustentar felicidad, sin embargo frecuentemente sólo atraen la amargura y miseria.

La comida ofrece satisfacción y placer, sin embargo cuando se abraza sin ningún control ni reserva, sólo acarrea las grandes enfermedades que conocemos como no confortantes para nuestro organismo.

La belleza cuando se busca sobre todo lo demás nos damos cuenta que atrae consigo una gran desilusión y tristeza al ver lo realmente grotesco que nos presenta. Cuantos martirizan su cuerpo buscando lograr alcanzar los estándares de belleza que dicta el mundo solo para darse cuenta que ahora el mundo ha cambiado los estándares e belleza precisamente al extremo opuesto.

La moda, de igual forma está constantemente cambiando con la insaciable incertidumbre del deseo humano. Sin embargo,

¿Cuantos buscan con todo su ser lograr y alcanzar lo que estas dictan, muy a pesar de la salvación de su alma?

Logrando alcanzar únicamente, estas pobres personas sin dirección alguna, destruir la verdadera belleza natural que Dios les ha dado, quedando desfigurados y realmente feos por seguir los estándares de este mundo.

La verdadera belleza no la busquemos en las formas y colores, sino en la virtud del alma.

Debemos por lo tanto trabajar por lograr lo que Dios nos ha dado, pero siempre con y por amor de Dios, sin permitir que ningún distractor nos aleje de este objetivo, servir y amar a Dios. Estemos siempre preparados para hacer a un lado las creaturas inferiores, por las superiores, nuestro Creador.


Asi sea.