23 DE SEPTIEMBRE DE 2012
Queridos hermanos:
Los Fariseos llaman a Cristo “Maestro”, de manera engañosa. Sólo el hijo puede llamar Padre a su padre y el estudiante profesor a quien lo es. Luego entonces sólo los discípulos llaman a su maestro “Maestro”. El fariseo no es discípulo de Cristo, no lo sigue ni busca ser instruido por Cristo. Por lo tanto no tiene ningún derecho de llamarlo Maestro.
Es verdad, por otra parte que Cristo es Dios y maestro de todos, pero quienes rechazan el amor y obediencia que sólo a ÉL le corresponde, rompen con esta relación. Los cismáticos, herejes, paganos y judíos no tienen una verdadera relación con Cristo, por lo tanto no tienen buena relación con Dios. Él es su creador, pero debido a esta rebelión en su contra, dejan de ser hijos de Dios, sino más bien, son hijos del demonio quien los inspira y guía, en esta vida, para que alcancen la eternidad y entren al fuego del infierno.
La religión para estas personas, no es otra cosa que una real y verdadera hipócrita decepción. En una herramienta que utilizan para desviar a los demás y más aún para manipular y controlarlos. Esta es una de las razones por las que Cristo los llama “hijos del demonio” y “Raza de víboras” (San Mateo 12; 34), es esta hipocresía engañosa que mueve a los fariseos a llamar “Maestro” a Jesucristo, pretendiendo que con esta forma de adulación, pondrían a Jesucristo fuera de guardia, para poderlo atrapar. Lo cual es una tontería ya que Jesucristo al ser Dios sabe y conoce los corazones de los hombres.
La pregunta sobre, cuál es el mayor de los mandamientos, estaba en cuestión, por lo que con la respuesta, Jesucristo, según ellos, podría ofender a alguien. Jesucristo sin embargo, responde con una respuesta simple y directa, mostrándole que el mayor de los mandamientos es el amor a Dios y a nuestro prójimo. Después Jesucristo hace callar a este hombre al dirigirles una pregunta.
En su rebelión en contra de la gracia de Dios, estos hombres no pueden ver que Cristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Por lo tanto no se pueden explicar, cómo Jesucristo es hijo de David y al mismo tiempo Señor de éste. Con esto Jesucristo calla la hipocresía y la maldad del complot de los fariseos.
Estos mismos fariseos viven hoy en nuestros días, en quienes atacan a la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Jesucristo. La doctrina de Cristo, la doctrina de la Iglesia, es la doctrina de Dios, todos los que rechazan esta doctrina están evidentemente rechazando a Dios mismo “Quien a vosotros os escucha me escucha a Mí y quien a Mí me escucha, escucha a quien me ha enviado” (San Lucas 10, 16). Es claro, por lo tanto que todos aquellos que están fuera de la Iglesia y llaman a Jesucristo, lo hacen de manera falsa. No son los hijos de Dios, son más bien los hijos del demonio.
Rechazan a Jesucristo y a Su Iglesia, y siguen las inspiraciones del demonio, tal y como lo hicieron los fariseos de aquel entonces. Llaman estos, “Señor, Maestro y Dios” a Jesucristo, pero no es otra cosa que una gran mentira, ya que lo rechazan en su corazón. Podría ser verdad que buscan a Dios en las escrituras mas no para amarle y servirle, sino más bien para tratar de atraparlo (en su Cuerpo Místico) encontrando únicamente la forma de rechazarlo y buscar destruirlo. Debemos por lo tanto estar muy alertas al hablar de religión con quienes están fuera de la Iglesia, ya que todos ellos, de manera consciente o inconsciente están buscando siempre, destruir la Iglesia, consecuentemente a Cristo, Dios. Sin importar lo piadosos que parezcan o lo bien intencionados que digan ser. No dejar de ser hijos del demonio.
Es Satanás que aparece como ángel de Luz, que los inspira y guía. Y así como el fariseo no pudo creer que Jesús sea Cristo y que sea tanto Dios como hombre verdaderos. De igual forma los que están fuera de la Iglesia católica no pueden creer ninguna enseñanza de Cristo en la Iglesia.
No somos Jesucristo, por lo tanto, no podemos ver estas disposiciones diabólicas, en la voluntad de las personas, y que los demonios son muy astutos, en ayudar a estas personas a ocultan bien sus malas intenciones. Por lo tanto debemos estas siempre atentos y vigilantes, en nuestras conversaciones con ellos.
Recordemos siempre y en todo momento nuestras oraciones matutinas, donde pedimos a Dios Su ayuda y dirección durante todo el día, así como la ayuda de los ángeles y santos, antes de ponernos en cualquier tipo de conversación con los no católicos, sobre todo en cuestiones de fe. Hagamos oración para que se alejen y liberen de la influencia de los espíritus malignos que los guían, y pidamos a Dios Su ayuda para que nos guie y ayude a guiar a estas personas hacia ÉL.
Debemos recordar siempre que las apariencias siempre son engañosas y que debemos estar siempre en guardia para proteger nuestra posición de hijos de Dios, y poder llamarlo en verdad y dignamente “Maestro”
Así sea