Queridos Hermanos:
Así sea.
Queridos Hermanos:
Nadie puede servir a dos señores. Desde la caida de nuestros primeros padres, hemos sido contaminados con un terrible descontrol en nuestras vidas. Nuestro cuerpo que, fue creada para servir al espiritu, constantemente esta buscando la forma de llevar el control y forzar al espiritu a obedecer en lugar de mandar. Este desorden se puede ver en todo el mundo a nuestro alrededor, pero es mas intimamente visto y experimentado en nosotros mismos.
Nuestro cuerpo rebelde esta falto de fe y confianza en Dios. Cuando escuchamos nuestras pasiones desordenadas, nos volvemos orgullosos y buscamos hacer todo por nosotros mismos. Buscamos acumular riquezas, poder y prestigio. Nos volvemos indiferentes ante los medio que utilizamos para lograr este objetivo. Y con nuestra naturaleza caida por el pecado, nos parece razonable aceptar el fatal error, alejado de toda lógica, de que “el fin justifica los medios”
El cuerpo se convierte en tirano y jamas complacido. Las pobres almas que se entregan al servicio de la carne se consumen buscando objetivos, sin lograr ningun resultado. Constantemente estan esperando alcanzar algun estado de paz, felicidad y reposo, sin embargo nunca lo logran, toda vez que la carne no conoce de límites y siempre deseara mas.
El hombre avaro nunca tiene lo suficiente aunque no pueda emplear de manera util todo lo que ya ha acumulado. El glotón nunca es saciado, debe seguir comiendo aunque al hacer esto atente contra su salud. El lujurioso siempre espera obtener la felicidad en su próximo placer, sin embargo el hábito le ha robado el placer que experimentó alguna vez el la gratificación de sus pasiones.
El servicio de las pasiones desordenadas, sólo deja en el hombre, vacio, miseria, tristeza y frustración. Sin embargo este maestro maligno nunca ve el abandono como salida. Continuamente promete paz en el siguiente placer, sin embargo es siempre la misma cosa una y otra vez; para al final de esta vida de servicio al maligno maestro, conducir su alma a la condenación eterna en el Infierno, donde no solo se perderá la felicidad aparente que deseaba en este mundo, sino que además de ver de manera clara su error y la esperanza que tenia en lograrla, desvanecerse. Su vida se convertirá en una total desesperación, odio y corage. Esta alma será aún mas miserable, porque verá, que tan fácil pudo haber sido para el, rechazar este mal y servir al verdadero maestro, mientras estaba en este mundo.
Habra muchos que leerán estas líneas y creer que de alguna manera podran servir a ambos, sin embargo esto es lo que precisamente, en el evangelio de hoy, nuestro Señor Jesucristo esta diciendo, lo que no debemos hacer . Aunque de manera razonable cuidemos nuestro cuerpo, debemos recordar que el cuerpo esta hecho para el servicio de nuestra alma. Es este que debe ser el sirviente.
Si fijamos nuestra atención en las cosas mas importantes, para nuestra vida y frente a nosotros, no tendremos de que preocuparnos. Cuando buscamos amar a Dios con nuestro ser completo todo lo demás se acomoda en el orden apropiado. Conforme amamos a Dios como es debido empezamos a amarnos a nosotros mismos de manera correcta y consecuentemente a nuestro prójimo.
En este orden correcto de cosas no tenemos nada de que preocuparnos o temer. Dios creador de nuestra alma y cuerpo, no nos dejará sin el cuidado y los medios necesarios para el mantenimiento adecuado de este. No nos dice que debemos despreocuparnos por la salud y bienestar de nuestro cuerpo, sino que nos dice que, El nos dará lo que necesitamos para nuestro bienestar y salud, sólo necesitamos cooperar con Su gracia y hacer lo que a nosotros corresponde.
Existen muchas personas que buscan los placeres de la vida de casados, pero temen o rechazan las consecuencias y obligaciones de proveer por la familia. Si de manera voluntaria y con buena disposición servirmos a Dios, no tendremos nada que temer. Si Dios ve adecuado la creación de una nueva familia, debemos obedecer y creer en que El proveera los medios para el cuidado de esta. Se requiere de un gran sacrificio y tal vez no dejar al cuerpo estancado, en todos los placeres a los que se haya acostumbrado cuando se encontraba solo o cuando los proveedores de lo indispensable para subsistir dependia de otros, como pdre y madre; sin embargo obtendran los medios que darán lo necesario, mientras esten en unión con Dios.
“Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todo esto se os dará por añadirura”.
Asi sea.
San Lorenzo diácono del Papa Sixto II fue martirizado el 10 de agosto de año 258.
San Lorenzo ofreció su martirio por el amor de Dios, de la misma manera que Jesucristo ofreció Su vida por amor a nosotros. El evangelio de este día, muestra a Jesucristo explicando Su muerte. Así como es necesario al grano de trigo caer sobre la tierra y morir antes de poder producir fruto, lo mismo debe ser con Jesucristo. El, debe morir antes de que la Iglesia pueda producir los frutos de la conversión de las naciones.
Es una gran verdad el que en la muerte de Jesucristo encontramos la vida.
En el Sacrificio de la Misa recordamos la muerte de Jesucristo. El crucifijo se encuentra colocado en lo alto del altar para constantemente y profundamente imprimir en nosotros la verdad sobre la muerte de Jesucristo en la cruz y sobre el Altar, en la Santa Misa. El pan y el vino al momento de la transubstanciación se convierten en Cristo. Cristo vive en la Sagrada Eucaristia, Cuerpo y Alma. El concilio de Trento define: “Si alguno negare que en el Sacramento de la santisima Eucaristia estan contenidos, verdaderamente, realmente y substancialmente el Cuerpo y sangre junto con el Alma y Divinidad de Jesucristo, y consecuentemente Cristo completo... que sea anatema.” (S. XII Can. I).
La Misa centra nuestra atención en el sacrificio de Cristo en la cruz de igual manera sobre el altar. Cristo vivo viene hacia nuestro altar para sacrificarse El mismo, por nosotros en una renovación del sacrificio del calvario. Es uno y el mismo sacrificio ofrecido, solamente que en nuestro altar es sin derramamiento de sangre.
Fue necesario que Cristo muriera por nuestros pecados. Es necesario que este sacrificio sea continuamente renovado hasta el fin de los tiempos en la Santa Misa. Es en este sacrificio que recibimos la vida. Esto no es todo, no es suficiente que Cristo haya muerto por nosotros; que haya pagado el precio de nuestra redención con Su propia vida. Espera que lo amemos con un amor que nos disponga a estar preparados, con el deseo y capacidad de aceptar el martirio como lo hizo san Lorenzo. Solo con tal amor y sacrificio de nuestra parte seremos entonces, merecedores de la salvación. Cristo nos ha redimido sin nuestra cooperación, sin embargo, no nos salvará a menos que hagamos lo que El nos ha ordenado hacer. El principal mandamiento es amarlo con todo nuestro ser; con un amor preferencial que es capaz de sacrificar todo, nuestras propias vidas, por Su amor.
Cuando estamos envueltos en tal amor, no existe ningun sacrificio tan grande; no existe ningun temor, ni siquiera a la muerte. Por el contrario, la muerte se convierte en una gran amiga que nos abre la puerta de la eternidad.
Cristo de manera voluntaria dió Su vida por nosotros; San Lorenzo hizo lo mismo por el amor de Dios. A nosotros se nos pide, como cristianos ser seguidores de Cristo, como lo hicieron los santos del Cielo, cuando estuvieron en el mundo.
Hagamos nuestra, la oración de san Francisco, por la paz, y busquemos desarrollar ese amor por Dios sin ningún temor en el logro de nuestra felicidad eterna, para poder hacer sus palabras las nuestras propias sin miedo a la muerte: “Es muriendo como nacemos a la luz eterna.”
ASI SEA.
El evangelio de hoy trata de lo que sucedio despues de que los setenta y dos discipulos hubieron regresado de su labor misionera y se encontraban llenos de alegria. Jesucristo les dice que son bienaventurados por haber visto y oido, lo que profetas y reyes del antiguo testamento desearon ver y escuchar.
Despues de varias preguntas introductorias llegamos a la parabola de este dia sobre el Buen samaritano. Se nos muestra que los mas importante de todo es el amor; en primer lugar el amor a Dios, despues a nosotros mismos y consecuentemente a nuestro projimo como a nosotros mismos. Luego entonces, surge la pregunta a que nos lleva la parabola de hoy. Quien es mi projimo?
Nuestro projimo es, obviamente, cada uno, pero especialmente quienes se encuentran en alguna necesidad. Y se nos amonesta a que le demos nuestra ayuda, aun cuando no hay esperanza de que nos regrese o page el favor. Se nos amonesta para que demos nuestra ayuda aun si es inconveniente para nosotros o nos cueste dinero y/o tiempo. Toda vez que esto es lo que significa verdaderamente amar.
Ahora bien, observemos un poco mas profundo en esta parabola y tal vez podramos ver en esta la verdadera bondad de Dios.
Espiritualmente todo el ser humano es, justamente como el hombre que cae presa de los ladrones. Llegamos a este mundo, robados (privados de la gracia santificante), para despues ser golpeados y abandonados a la muerte por nuestros propios pecados actuales. Somos verdaderamente un caos sin recursos a nuestra disposicion. Sin la generosa actitud benefactora de los demas, estaremos verdaderamente destinados a la muerte eterna. Pero no habria nadie en la tierra capaz de ayudarnos, toda vez que todo el genero humano se encuentra en la misma situacion.
El hombre que cae ante las manos de ladrones es muy repugnante; probablemente el sacerdote y el Levita sintieron rechazo total a este hombre que se encontraba, sangrando, golpeado y fracturada gran parte de su cuerpo. Esta es la forma en que es vista el alma en pecado, por quienes pueden asi hacerlo. Se dice que santa Catalina de Sena se enfermaba fisicamente cuando una persona en pecado mortal entraba a su habitacion. Sin lugar a dudas, Dios, que es toda bondad, se siente mal ante esta maldad – desagradable y repulsiva situacion del alma, en la que debe permanecer la gracia y el amor de Dios.
El buen samaritano, luego entonces, es Cristo que asume la posicion mas humilde en esta vida. Quien es Dios y el mas sublime de los seres, tom’a la posicion mas insignificante. Y es desde este lugar que asiste a nuestro auxilio de nuestras miserias.
No solo se presento en este mundo, sino que ademas establecio su Iglesia para continuar su obra y permanecer en su Iglesia, como buen samaritano, hasta el fin del tiempo.
Con Su Iglesia Jesucristo establecio el sacramento del bautismo y lavar las penas del pecado original. Le ha dado a Esta, el poder de perdonar y limpiar las manchas del pecado ocacionadas despues de la recepcion del bautismo, en el sacramento de la penitencia.
No solo hubo curado Cristo y su Iglesia las manchas del pecado en nuestras almas, sino que ha ido un poco mas alla, estableciendo el alimento para nuestra alma que nos ha de fortalecer con el sacramento de la Eucaristia.
Todos y cada uno de los sacramentos tiene el poder de sanar y fortalecer nuestra jornada espiritual. Jesucristo a traves de su Iglesia sigue ofreciendo todo esto al que no pone ningun obstaculo en su camino. Lamentablemente, con frecuencia, los hombres que estan muriendo espiritualmente o se encuentran ya muertos, rehusan la asistencia recibida por Cristo en los sacramentos. Deciden seguir sufriendo con sus demonios y mueren en tal situacion sin esperanza y condenados por toda la eternidad.
Reflexionemos un poco, sobre lo que fuimos antes de recibir los beneficios de los sacramentos de nuestra santa madre la Iglesia. Para poder dar gracias a Dios (el Buen Samaritano) por todo lo que ha hecho por nosotros a traves de Su Cuerpo Mistico, la Iglesia Catolica.
ASI SEA.