30 DE NOVIEMBRE DE 2008
Queridos Hermanos:
En la epístola de este día, san Pablo nos amonesta a que nos revistamos de Cristo. Estas fueron las palabras que lo llevaron a su conversión.
Quienes han hecho esto y viven en la verdadera fe y caridad no tienen nada que temer con la venida de Jesucristo al final de los tiempos. Cuando Cristo regrese, el mundo va a estar temeroso y temblando, pero quienes están llenos del amor de Cristo lo verán con gran alegría y júbilo, al unirse con el que han estado esperando por tanto tiempo para verlo y amarlo de una manera más perfecta.
No hay ninguna duda del regreso de Jesucristo. No necesitamos buscarlo en los rincones o desiertos, aquí o allá. Aparecerá a todos en todo el mundo. Quienes han vivido ofendiendo al Juez estarán con gran temor. Desearan ser sepultados por las montañas. Sin embargo, serán forzados a presentarse ante el Juez y ser justamente juzgados. No sólo veremos nuestro juicio personal sino el de todo el mundo.
Lo que será obvio, es la obra de Dios a través de toda la historia de la humanidad.
Frecuentemente nos preguntamos, por qué Dios hace o permite tal o cual cosa. Con este juicio todo se aclarará y no habrá lugar a las dudas. Veremos la belleza, sabiduría y justicia de Dios en todas sus acciones.
En este domingo primero de Adviento es, cuando vemos y esperamos con gran deseo la venida de Jesucristo Nuestro Señor. Ya se ha presentado como hombre y pagado el precio de nuestra Redención en el sacrificio de la Cruz. Vendrá al final de los tiempos como nos lo ha dicho en el evangelio de hoy, sin embargo, existe por así decirlo una tercera venida, con cada uno de nosotros en el aquí y ahora. Este tiempo de Adviento, es para que nos preparemos para recibirlo y hacernos merecedores de Su venida.
Debemos revestirnos de Cristo y permitirle que transforme nuestras vidas y habite en nosotros. Debemos permitirle que lave y borre nuestros pecados a través de Sus Sacramentos. Debemos permitirle que alimente nuestra alma con Su gracia. Debemos permitirle que alimente nuestra mente y corazón. Debemos estar preparados para decir con San Pablo que no somos nosotros sino Cristo viviendo en nosotros.
Esta unión intima con Cristo nos hace uno sólo con El y nos da la oportunidad de levantar nuestra mirada a Su Segunda venida, para poseerlo en toda su belleza y gloria. Veremos al verdadero Dios cara a cara más que su mera imagen como lo hemos venido haciendo, hasta ahora, reflejado en nosotros por Su gracia.
Esto es lo que cada alma que está enamorada de Dios anhela con gran deseo y anticipación. Por lo tanto esta venida no debe ocasionar temor en quienes ya tienen a Cristo viviendo en ellos. Para quienes se han revestido de Cristo, será un tiempo de regocijo porque serán eternamente unidos al ser amado. Y sus deseos y esperanzas serán satisfechos.
En este tiempo de adviento conmemoramos los cuatro mil años que el género humano ha esperado al Redentor. Consideramos las prolongadas penitencias y fervientes oraciones de la gente de esos días y buscamos entrar en sus sentimientos. Esto debería despertar en nosotros el entendimiento y apreciación por lo que ya hemos recibido.
Adviento es mucho más que esto, es tiempo no sólo para pensar en lo que sufrió el hombre antes de la venida de Jesucristo, sino que es tiempo para hacer esos mismos sentimientos los nuestros. Debemos usar este tiempo para preparar un lugar en nuestras propias vidas para que Cristo venga y habite en nosotros. Debemos prepararnos para que Cristo encuentre un lugar digno y adecuado para quedarse con nosotros. Para lograr esto debemos sacrificarnos un poco, en cosas que aparezcan insignificantes o ignoradas por los demás pero conocidas por Dios. Hagamos penitencia y expulsemos todo lo que es ofensivo a Dios. Limpiemos nuestros corazones y mentes, para que encuentre un saludable lugar de estancia. Hagamos todo lo posible para convertirnos en un verdadero reflejo de Jesucristo. Que vea en nosotros un ardiente deseo de ser, no sólo, en apariencia como El, ni sólo en nuestra vestimenta como él en la virtud y bondad, sino ardiendo en el deseo de ser uno con El: vivir en El y El en nosotros.
No importa que tan humilde morada seamos. De hecho, El prefiere el humilde establo, en lugar del soberbio castillo. Aún, si no tenemos mucho que ofrecerle, démosle lo que tenemos con un corazón humilde y confiable. Con Su nacimiento, suplirá todo lo que nos hace falta. Él transformará el humilde establo, en una gran morada en el Cielo.
Así sea.
Saturday, November 29, 2008
Saturday, November 22, 2008
DOMINGO ÚLTIMO, 28 DESPUÉS DE PENTECOSTES
23 DE NOVIEMBRE DE 2008
Queridos hermanos:
El día de hoy nuestro Señor y la Santa Iglesia, nos recuerdan el fin último de nuestra existencia aquí en la tierra. Lo que se nos espera el día del juicio final, es un asunto de gran temor, sobre todo para el pecador que, no se ha arrepentido. Este pensamiento temerario debe ser un constante recordatorio del mal que envuelve el pecado y recordarnos de estar siempre vigilantes en evitar no sólo el pecado sino las ocasiones de pecar, y de acudir a los lugares donde podamos ser tentados.
Cuando vean la abominación de la desolación, asentada en el lugar santo, de la que habla el profeta Daniel.
Este parece ser el mayor de los pecados, cuando la abominación este sentada en el lugar santo. Nuestro primer pensamiento se enfoca en nuestras iglesias – los lugares construidos para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa y para el mayor honor y gloria de Dios. ¿Qué son esos lugares, ahora? Se han convertido en casas del hombre más que de Dios. El tabernáculo ha sido removido hacia un lado y las alabanzas al hombre llenan los sermones, “oraciones” y alabanzas.
Todos son bienvenidos en este lugar, incluyendo a los pecadores sin arrepentimiento. De hecho realizan una ofrenda especial pidiendo perdón a estos pecadores que viven una vida pecaminosa, a otros, se les pide que regresen, no arrepentidos, sino tal y como se encuentran en su pecado y, se les invita a reunirse con los demás ahí reunidos, para que todos juntos reciban la eucaristía.
Los adúlteros, sodomitas, fornicadores, todos son bienvenidos, no para hacerlos cambiar. Se les dice que Dios los quiere, a todos, tal y como son.
Esta no es la doctrina que Jesucristo nos ha enseñado. El nos dice que los pecadores se deben arrepentir de sus pecados y vivir vidas virtuosas. Sólo los que han limpiado sus pecados, (por lo menos los mortales) son merecedores de unirse a Él en la Santa comunión.
Si nos ponemos a analizar este sólo aspecto de la vida diaria a nuestro alrededor, veremos que realmente existe una abominación posicionada en lo que alguna vez fue, el lugar santo. Sin embargo, hay más. Con los cambios en la forma de los Sacramentos, los Modernistas (del Novus Ordo) han invalidado la fuente misma de estas gracias necesarias. Existen hombres que no son verdaderos sacerdotes por sus “ordenaciones” inválidas, y realmente se presentan al lugar santo no sólo pretendiendo hablar en nombre de Jesucristo sino que presentándose como otro Cristo, mientras que enseñan una doctrina contraria a la que Él enseñó. Continúan y aparentemente consagran las ostias exponiendo a la gente a la idolatría. De hecho la doctrina que estos individuos enseñan no es la doctrina de Jesucristo sino la doctrina de Satanás, las oraciones y canticos que ofrecen sólo puede complacer a Lucifer. Los líderes de todo esto, no son discípulos y apóstoles de Jesucristo sino discípulos y apóstoles de Satanás y-o del anticristo (¡más abominación en el lugar santo!).
Podemos ver estos lugares santos, una vez hermosos, construidos por manos de católicos y con recursos y sacrificios de católicos (incluidos los de Roma), ahora en las manos de herejes que no son otra cosa más que discípulos de Satanás. Podemos ver que El Santo y Sagrado ha sido eliminado para dar lugar a lo profano y mundano. Vemos a los impostores enseñando a sus seguidores una manera fácil y cómoda de vida, que los ha de guiar derechito al infierno. Vemos a Cristo y Su Sacrificio mutilado, negado y hecho a un lado y sin embargo podemos decir que esta no es la mayor de las abominaciones.
Una de las grandes abominaciones es la que se está llevando a cabo en el alma de casi todas las personas en el mundo de hoy. Estas iglesias fueron construidas por manos del hombre, sin embargo, el alma del hombre fue creada por las manos de Dios. Somos hechos a la imagen y semejanza de Dios. Somos templos del Espíritu Santo. Somos el Santo de los Santos, sin embargo cuando volteamos a nuestro alrededor nos damos cuenta que la mayoría se ha convertido en abominación.
¿Cuántos han abusado y mutilado sus cuerpos (templos) con tatuajes, perforaciones etc.?
¿Cuántos adornan sus cuerpos, con maquillaje, joyería, ropa costosa o mini prendas, con la intención de engatusar o seducir más que con la intención de honrar a Dios? ¿Cuántos en lugar de cuidar y respetar su cuerpo no tienen cuidado con lo que comen? ¿Cuántos no ponen atención a lo que escuchan y miran permitiendo de esta manera que el mal entre en sus cuerpos y mentes?
¿cuántos se involucran y promueven los más viles abusos de sus cuerpos en el adulterio, la fornicación, incesto, sodomía y aborto?
Vemos esta abominación en la mayoría, y no son pobres pecadores que han caído en las amenazas del demonio, sino que son promotores abiertos de esta abominación contra sus cuerpos. Este pecado es perdonado si hay el arrepentimiento necesario para ello, sin embargo, tratan más bien de justificar esta abominación y presentarse al mundo como virtuosos o justificarse a si mismos y de manera blasfema proclamar que Dios es la causa de su perversión.
Buscan la legalización y aceptación de estas abominaciones logrando con esto el castigo de Sodoma y Gomorra.
Pongamos atención en no terminar en estas iglesias sacrílegas o en cuerpos deshonrados, cuando regrese nuestro Señor.
Así sea.
Queridos hermanos:
El día de hoy nuestro Señor y la Santa Iglesia, nos recuerdan el fin último de nuestra existencia aquí en la tierra. Lo que se nos espera el día del juicio final, es un asunto de gran temor, sobre todo para el pecador que, no se ha arrepentido. Este pensamiento temerario debe ser un constante recordatorio del mal que envuelve el pecado y recordarnos de estar siempre vigilantes en evitar no sólo el pecado sino las ocasiones de pecar, y de acudir a los lugares donde podamos ser tentados.
Cuando vean la abominación de la desolación, asentada en el lugar santo, de la que habla el profeta Daniel.
Este parece ser el mayor de los pecados, cuando la abominación este sentada en el lugar santo. Nuestro primer pensamiento se enfoca en nuestras iglesias – los lugares construidos para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa y para el mayor honor y gloria de Dios. ¿Qué son esos lugares, ahora? Se han convertido en casas del hombre más que de Dios. El tabernáculo ha sido removido hacia un lado y las alabanzas al hombre llenan los sermones, “oraciones” y alabanzas.
Todos son bienvenidos en este lugar, incluyendo a los pecadores sin arrepentimiento. De hecho realizan una ofrenda especial pidiendo perdón a estos pecadores que viven una vida pecaminosa, a otros, se les pide que regresen, no arrepentidos, sino tal y como se encuentran en su pecado y, se les invita a reunirse con los demás ahí reunidos, para que todos juntos reciban la eucaristía.
Los adúlteros, sodomitas, fornicadores, todos son bienvenidos, no para hacerlos cambiar. Se les dice que Dios los quiere, a todos, tal y como son.
Esta no es la doctrina que Jesucristo nos ha enseñado. El nos dice que los pecadores se deben arrepentir de sus pecados y vivir vidas virtuosas. Sólo los que han limpiado sus pecados, (por lo menos los mortales) son merecedores de unirse a Él en la Santa comunión.
Si nos ponemos a analizar este sólo aspecto de la vida diaria a nuestro alrededor, veremos que realmente existe una abominación posicionada en lo que alguna vez fue, el lugar santo. Sin embargo, hay más. Con los cambios en la forma de los Sacramentos, los Modernistas (del Novus Ordo) han invalidado la fuente misma de estas gracias necesarias. Existen hombres que no son verdaderos sacerdotes por sus “ordenaciones” inválidas, y realmente se presentan al lugar santo no sólo pretendiendo hablar en nombre de Jesucristo sino que presentándose como otro Cristo, mientras que enseñan una doctrina contraria a la que Él enseñó. Continúan y aparentemente consagran las ostias exponiendo a la gente a la idolatría. De hecho la doctrina que estos individuos enseñan no es la doctrina de Jesucristo sino la doctrina de Satanás, las oraciones y canticos que ofrecen sólo puede complacer a Lucifer. Los líderes de todo esto, no son discípulos y apóstoles de Jesucristo sino discípulos y apóstoles de Satanás y-o del anticristo (¡más abominación en el lugar santo!).
Podemos ver estos lugares santos, una vez hermosos, construidos por manos de católicos y con recursos y sacrificios de católicos (incluidos los de Roma), ahora en las manos de herejes que no son otra cosa más que discípulos de Satanás. Podemos ver que El Santo y Sagrado ha sido eliminado para dar lugar a lo profano y mundano. Vemos a los impostores enseñando a sus seguidores una manera fácil y cómoda de vida, que los ha de guiar derechito al infierno. Vemos a Cristo y Su Sacrificio mutilado, negado y hecho a un lado y sin embargo podemos decir que esta no es la mayor de las abominaciones.
Una de las grandes abominaciones es la que se está llevando a cabo en el alma de casi todas las personas en el mundo de hoy. Estas iglesias fueron construidas por manos del hombre, sin embargo, el alma del hombre fue creada por las manos de Dios. Somos hechos a la imagen y semejanza de Dios. Somos templos del Espíritu Santo. Somos el Santo de los Santos, sin embargo cuando volteamos a nuestro alrededor nos damos cuenta que la mayoría se ha convertido en abominación.
¿Cuántos han abusado y mutilado sus cuerpos (templos) con tatuajes, perforaciones etc.?
¿Cuántos adornan sus cuerpos, con maquillaje, joyería, ropa costosa o mini prendas, con la intención de engatusar o seducir más que con la intención de honrar a Dios? ¿Cuántos en lugar de cuidar y respetar su cuerpo no tienen cuidado con lo que comen? ¿Cuántos no ponen atención a lo que escuchan y miran permitiendo de esta manera que el mal entre en sus cuerpos y mentes?
¿cuántos se involucran y promueven los más viles abusos de sus cuerpos en el adulterio, la fornicación, incesto, sodomía y aborto?
Vemos esta abominación en la mayoría, y no son pobres pecadores que han caído en las amenazas del demonio, sino que son promotores abiertos de esta abominación contra sus cuerpos. Este pecado es perdonado si hay el arrepentimiento necesario para ello, sin embargo, tratan más bien de justificar esta abominación y presentarse al mundo como virtuosos o justificarse a si mismos y de manera blasfema proclamar que Dios es la causa de su perversión.
Buscan la legalización y aceptación de estas abominaciones logrando con esto el castigo de Sodoma y Gomorra.
Pongamos atención en no terminar en estas iglesias sacrílegas o en cuerpos deshonrados, cuando regrese nuestro Señor.
Así sea.
Saturday, November 15, 2008
DOMINGO 27 DESPUÉS DE PENTECOSTES
16 DE NOVIEMBRE 2008
Queridos Hermanos:
La Iglesia inició como una semilla de mostaza. De igual manera nuestro crecimiento en la vida espiritual se inicia de esta manera, si la alimentamos y nutrimos su crecimiento, pronto crecerá en proporciones mayores – así como la semilla de mostaza crece en medio de toda la maleza.
Generalmente, todas las cosas se inicias de esta manera. Es sólo con el tiempo y esfuerzo que se van fortaleciendo. En el mundo en el que vivimos, de “gratificaciones instantáneas”, esta manera de pensar se nos hace, en ocasiones, una gran pesadez. Las evidencias a nuestro alrededor muestran que las cosas que crecen demasiado rápido son, en la mayoría de las veces, débiles. El árbol más fuerte es el que crece lentamente y por un espacio considerado de tiempo. Lo contrario sucede en los crecimientos rápidos. “un melón crece en una temporada; sin embargo el roble, requiere muchos años”.
Esto es, frecuentemente, verdadero en la vida espiritual. Quienes aparecen, como haber realizado grandes pasos rápidamente, son frecuentemente muy débiles por dentro y; prueban ser mas pecadores y menos santos de lo que mostraban a primera vista. Existen algunos santos que se levantaron y convirtieron inesperadamente rápido, sin embargo, la mayoría debemos, de manera cuidadosa y lenta, abrirnos camino hacia nuestra salvación en el Cielo.
Los gigantes de la fe, son fuertes y resisten las tentaciones con relativa facilidad, porque han sido fortalecidos por muchos y constantes ataques. Las caídas de estos son frecuentemente menores y con gran rapidez y fortaleza se levantan de estas.
Los débiles pueden y frecuentemente caen terriblemente y tienen un tiempo muy difícil para levantarse y continuar. En algunas ocasiones aparecen algunos como grandes y fuertes en la fe y caen lamentablemente de manera repentina y terrible. Es en muchas ocasiones sorprendente, para algunas personas, el enterarse de tales caídas. Y nos preguntamos ¿Cómo pudo haber pasado esto? Es como si el gran roble desde su lugar en el bosque ha caído repentinamente y sin razón aparente. Sin embargo, si lo examinamos cuidadosamente, notaremos que era débil y corroído por insectos; concluyendo que “la grandeza” de este “magnifico roble” era sólo aparente y vacía. Esto sucede frecuentemente con muchos que aparecen como buenas personas, incluso como santos. Y es sólo después de su caída que se demuestra de lo que estaban hechos. Hablan mucho sobre religión, sin embargo su alma y corazón se encontraban en otro lugar.
Tales pobres almas, pudieron haber sido en un tiempo solidas y verdaderas en lo más profundo de su alma, sin embargo, permitieron que la corrupción envolviera su corazón. Y así de la misma manera como lo bueno crece lentamente y paso por paso, asegurándose que cada paso nuevo sea seguro, de igual manera la destrucción empieza poco a poco y crece gradualmente, pero de manera segura.
En primer lugar, permitimos a los pecados del corazón entrar, y pensamos que no son notorios ante el mundo y pretendemos olvidarlos.
Quien se muestra a si mismo objetos contra la castidad, y encuentra placer en la contemplación de estos, peca de pensamiento. (Los pensamientos pueden también ser de envidia, venganza, vanidad, avaricia etc.) Quien no sólo se muestra a si mismo algo malo, sino que además desea ver, escuchar o realizarlo, peca de deseo indebido.
Estos pecados insidiosos son como pequeños insectos destruyendo el alma del gran roble. Al principio aparecen como insignificantes y pequeños que no detiene nuestra atención, pero una vez que toman posesión, se multiplican y se reproducen al grado de no dejar nada firme y sólido de su nueva morada, la cual fácilmente es derribada y destruida completamente.
No existe nada insignificante y de poca importancia, cuando de nuestra alma se trata.
Lo más insignificante tiene un gran potencial tanto para lo bueno como para lo malo.
Debemos eliminar todo el mal que a nuestro alrededor y en nuestro interior crece, sin importar lo insignificante o pequeño que nos parezca. Recordemos que, nada que esté manchado, entrará en el Reino de los Cielos. Cada pecado es una ofensa en contra de la infinita bondad de Dios y consecuentemente un crimen terrible.
Empecemos por corresponder a la gracia que hemos recibido, aunque sea del tamaño de un grano de mostaza. Crecerá grande y fuerte si la nutrimos y cuidamos. No importa que tan vacios de bondad nos encontremos en este momento, existe por lo menos una partícula pequeña de gracia que Dios nos ha dado. Hay que buscarla y nutrirla. Cooperando con las gracias que tenemos nos hacemos merecedores de mas y mayores gracias. Cada gracia reconocida y aceptada amerita más beneficios para nosotros y poco a poco nos ayudarán a crecer más fuertes en la vida espiritual.
No existe ningún santo sin su pasado y pecador sin futuro, siempre y cuando cooperen con la gracia de Dios.
Queridos Hermanos:
La Iglesia inició como una semilla de mostaza. De igual manera nuestro crecimiento en la vida espiritual se inicia de esta manera, si la alimentamos y nutrimos su crecimiento, pronto crecerá en proporciones mayores – así como la semilla de mostaza crece en medio de toda la maleza.
Generalmente, todas las cosas se inicias de esta manera. Es sólo con el tiempo y esfuerzo que se van fortaleciendo. En el mundo en el que vivimos, de “gratificaciones instantáneas”, esta manera de pensar se nos hace, en ocasiones, una gran pesadez. Las evidencias a nuestro alrededor muestran que las cosas que crecen demasiado rápido son, en la mayoría de las veces, débiles. El árbol más fuerte es el que crece lentamente y por un espacio considerado de tiempo. Lo contrario sucede en los crecimientos rápidos. “un melón crece en una temporada; sin embargo el roble, requiere muchos años”.
Esto es, frecuentemente, verdadero en la vida espiritual. Quienes aparecen, como haber realizado grandes pasos rápidamente, son frecuentemente muy débiles por dentro y; prueban ser mas pecadores y menos santos de lo que mostraban a primera vista. Existen algunos santos que se levantaron y convirtieron inesperadamente rápido, sin embargo, la mayoría debemos, de manera cuidadosa y lenta, abrirnos camino hacia nuestra salvación en el Cielo.
Los gigantes de la fe, son fuertes y resisten las tentaciones con relativa facilidad, porque han sido fortalecidos por muchos y constantes ataques. Las caídas de estos son frecuentemente menores y con gran rapidez y fortaleza se levantan de estas.
Los débiles pueden y frecuentemente caen terriblemente y tienen un tiempo muy difícil para levantarse y continuar. En algunas ocasiones aparecen algunos como grandes y fuertes en la fe y caen lamentablemente de manera repentina y terrible. Es en muchas ocasiones sorprendente, para algunas personas, el enterarse de tales caídas. Y nos preguntamos ¿Cómo pudo haber pasado esto? Es como si el gran roble desde su lugar en el bosque ha caído repentinamente y sin razón aparente. Sin embargo, si lo examinamos cuidadosamente, notaremos que era débil y corroído por insectos; concluyendo que “la grandeza” de este “magnifico roble” era sólo aparente y vacía. Esto sucede frecuentemente con muchos que aparecen como buenas personas, incluso como santos. Y es sólo después de su caída que se demuestra de lo que estaban hechos. Hablan mucho sobre religión, sin embargo su alma y corazón se encontraban en otro lugar.
Tales pobres almas, pudieron haber sido en un tiempo solidas y verdaderas en lo más profundo de su alma, sin embargo, permitieron que la corrupción envolviera su corazón. Y así de la misma manera como lo bueno crece lentamente y paso por paso, asegurándose que cada paso nuevo sea seguro, de igual manera la destrucción empieza poco a poco y crece gradualmente, pero de manera segura.
En primer lugar, permitimos a los pecados del corazón entrar, y pensamos que no son notorios ante el mundo y pretendemos olvidarlos.
Quien se muestra a si mismo objetos contra la castidad, y encuentra placer en la contemplación de estos, peca de pensamiento. (Los pensamientos pueden también ser de envidia, venganza, vanidad, avaricia etc.) Quien no sólo se muestra a si mismo algo malo, sino que además desea ver, escuchar o realizarlo, peca de deseo indebido.
Estos pecados insidiosos son como pequeños insectos destruyendo el alma del gran roble. Al principio aparecen como insignificantes y pequeños que no detiene nuestra atención, pero una vez que toman posesión, se multiplican y se reproducen al grado de no dejar nada firme y sólido de su nueva morada, la cual fácilmente es derribada y destruida completamente.
No existe nada insignificante y de poca importancia, cuando de nuestra alma se trata.
Lo más insignificante tiene un gran potencial tanto para lo bueno como para lo malo.
Debemos eliminar todo el mal que a nuestro alrededor y en nuestro interior crece, sin importar lo insignificante o pequeño que nos parezca. Recordemos que, nada que esté manchado, entrará en el Reino de los Cielos. Cada pecado es una ofensa en contra de la infinita bondad de Dios y consecuentemente un crimen terrible.
Empecemos por corresponder a la gracia que hemos recibido, aunque sea del tamaño de un grano de mostaza. Crecerá grande y fuerte si la nutrimos y cuidamos. No importa que tan vacios de bondad nos encontremos en este momento, existe por lo menos una partícula pequeña de gracia que Dios nos ha dado. Hay que buscarla y nutrirla. Cooperando con las gracias que tenemos nos hacemos merecedores de mas y mayores gracias. Cada gracia reconocida y aceptada amerita más beneficios para nosotros y poco a poco nos ayudarán a crecer más fuertes en la vida espiritual.
No existe ningún santo sin su pasado y pecador sin futuro, siempre y cuando cooperen con la gracia de Dios.
Saturday, November 8, 2008
DEDICACIÓN DE LA ARCHIBASÍLICA DE NUESTRO SANTO SALVADOR
9 DE NOVIEMBRE DE 2008
Queridos Hermanos:
El día de hoy, celebramos la dedicación de la madre de todas las iglesias, la Archibasílica de Nuestro Salvador.
Nuestras iglesias son santas porque pertenecen a Dios, además por la celebración del Santo Sacrificio de la Misa que en estas se ofrece, sin olvidar las oraciones y ofrendas que en ella se ofrecen al divino huésped que en ellas se encuentra. Nuestras iglesias son más exaltadas que los templos santos y tabernáculo del antiguo testamento, porque estos guardan a nuestro señor Jesucristo bajo las especies Sacramentales.
La iglesia que festejamos este día, fue en un tiempo la gloria del cristianismo. Fue la primera y única iglesia en Roma, en ella acontecieron los hechos más importantes de la Iglesia católica.
Aunque ahora se encuentre en las manos de herejes y se haya convertido el lugar santo en la abominación de la desolación, aún así traemos a nuestras mentes los días gloriosos en los que esta iglesia fue dedicada y las muchas veces que ha sido restaurada para que demos mayor honor y gloria a Dios.
Mientras que muchos se duelen de esta gran pérdida y el sacrilegio de santos lugares y objetos sagrados, no debemos dejarnos llevar por la pérdida de estos bienes materiales. Existe un tabernáculo que es mucho más santo que el que se encuentra en la Basílica – nosotros mismos. Debemos ser el tabernáculo viviente de Dios. La perdida de este tabernáculo es el mayor de las desgracias.
¿Es por la destrucción de las cosas sagradas que el hombre ha perdido la santidad de sus propias vidas? Ó ¿es porque el hombre ha perdido su santidad que los templos han perdido el suyo? Existen muchos que argumentarán que el hombre ha perdido la fe y consecuentemente el camino correcto porque no se les enseñó o dijo la verdad de lo que una vez fue la Iglesia. Sin embargo, me parece que el hombre debió haber primero perdido su función como tabernáculo viviente antes de que la destrucción física haya podido realizarse.
Si la vida de Dios está viviendo en nosotros y nosotros obrando en Su gracia, parece improbable que jamás seriamos engañados en lo relacionado a la salvación de nuestra alma (por lo menos no por mucho tiempo). Sin embargo, por otra parte, si la vida de la gracia es en primer lugar tomada de alma del hombre, y Dios es conducido por Su tabernáculo viviente, entonces, parece ser una simple razón para el hombre permitir el tabernáculo no viviente ser destruido o abandonado.
La Misa de este día nos recuerda cuan terrible (sorprendente) es la casa de Dios. Esto es verdad sobre todo en las iglesias que fueron construidas y mantenidas por quienes tuvieron la verdadera fe – personas que fueron tabernáculos vivientes de Dios. Sin embargo, lo que es aún más sorprendente, es el tabernáculo viviente de nuestros cuerpos. Somos templos del espíritu santo, tabernáculos para el cuerpo de Jesucristo que recibimos en la santa Comunión. Somos más que cualquier otra creatura, hechos a la imagen y semejanza de Dios. Jesucristo se hizo hombre, ninguna otra creatura.
Nuestros cuerpos son sagrados y santos porque son la casa de Dios. Sin embargo, cuando es expulsado de esta somos nada más que carcasa y podredumbre. Existe tanto vacio y descomposición en muchas personas en este mundo, porque Dios no es permitido habitar en ellos.
Muchos abusan sus cuerpos y nunca se detienen a pensar que al hacer esto insultan de manera abundante a Dios, quien no sólo es el creador y diseñador de estos cuerpos sino que además es el dueño y residente. La necesidad de algunos por maquillajes extremos (tatuajes, piercing, mutilaciones, cosméticos) revela a las personas vacías por dentro y corruptas por fuera. Son sólo el cascajo de lo que deben ser y usan todos estos disfraces para llenar el vacío que debería ser ocupado por Dios. Existen además los que desean ocultar su vacío interior al mostrar cada vez más las partes de su cuerpo. Tal vez se imaginan que si pueden distraer al mundo con su cuerpo desnudo; de alguna manera, el mundo jamás se dará cuenta de que no existe nada de valor bajo esa piel. Son vacíos y faltos de toda vida sobrenatural.
No perdamos de vista que somos tabernáculos de Dios. Somos santos porque Dios que vive en nosotros es santo. Monitoreemos como decoramos este tabernáculo de Dios, revisemos lo que entra en este tabernáculo, (sonidos, pensamientos, sabores) estemos siempre en guardia sobre a donde llevamos este tabernáculo. Si forzamos a Dios a que nos acompañe a los lugares indebidos o que ponen en peligro nuestra alma y salvación, debemos estar seguros que Dios se alejará de este tabernáculo. En ese vacío, existen muchos demonios dispuestos a llenar y usurpar el lugar de Dios. Si es un crimen terrible (pecado) de sacrilegio, deshonrar una Iglesia, es un pecado mucho mayor mancillar el tabernáculo viviente de Dios – nuestro cuerpo.
Queridos Hermanos:
El día de hoy, celebramos la dedicación de la madre de todas las iglesias, la Archibasílica de Nuestro Salvador.
Nuestras iglesias son santas porque pertenecen a Dios, además por la celebración del Santo Sacrificio de la Misa que en estas se ofrece, sin olvidar las oraciones y ofrendas que en ella se ofrecen al divino huésped que en ellas se encuentra. Nuestras iglesias son más exaltadas que los templos santos y tabernáculo del antiguo testamento, porque estos guardan a nuestro señor Jesucristo bajo las especies Sacramentales.
La iglesia que festejamos este día, fue en un tiempo la gloria del cristianismo. Fue la primera y única iglesia en Roma, en ella acontecieron los hechos más importantes de la Iglesia católica.
Aunque ahora se encuentre en las manos de herejes y se haya convertido el lugar santo en la abominación de la desolación, aún así traemos a nuestras mentes los días gloriosos en los que esta iglesia fue dedicada y las muchas veces que ha sido restaurada para que demos mayor honor y gloria a Dios.
Mientras que muchos se duelen de esta gran pérdida y el sacrilegio de santos lugares y objetos sagrados, no debemos dejarnos llevar por la pérdida de estos bienes materiales. Existe un tabernáculo que es mucho más santo que el que se encuentra en la Basílica – nosotros mismos. Debemos ser el tabernáculo viviente de Dios. La perdida de este tabernáculo es el mayor de las desgracias.
¿Es por la destrucción de las cosas sagradas que el hombre ha perdido la santidad de sus propias vidas? Ó ¿es porque el hombre ha perdido su santidad que los templos han perdido el suyo? Existen muchos que argumentarán que el hombre ha perdido la fe y consecuentemente el camino correcto porque no se les enseñó o dijo la verdad de lo que una vez fue la Iglesia. Sin embargo, me parece que el hombre debió haber primero perdido su función como tabernáculo viviente antes de que la destrucción física haya podido realizarse.
Si la vida de Dios está viviendo en nosotros y nosotros obrando en Su gracia, parece improbable que jamás seriamos engañados en lo relacionado a la salvación de nuestra alma (por lo menos no por mucho tiempo). Sin embargo, por otra parte, si la vida de la gracia es en primer lugar tomada de alma del hombre, y Dios es conducido por Su tabernáculo viviente, entonces, parece ser una simple razón para el hombre permitir el tabernáculo no viviente ser destruido o abandonado.
La Misa de este día nos recuerda cuan terrible (sorprendente) es la casa de Dios. Esto es verdad sobre todo en las iglesias que fueron construidas y mantenidas por quienes tuvieron la verdadera fe – personas que fueron tabernáculos vivientes de Dios. Sin embargo, lo que es aún más sorprendente, es el tabernáculo viviente de nuestros cuerpos. Somos templos del espíritu santo, tabernáculos para el cuerpo de Jesucristo que recibimos en la santa Comunión. Somos más que cualquier otra creatura, hechos a la imagen y semejanza de Dios. Jesucristo se hizo hombre, ninguna otra creatura.
Nuestros cuerpos son sagrados y santos porque son la casa de Dios. Sin embargo, cuando es expulsado de esta somos nada más que carcasa y podredumbre. Existe tanto vacio y descomposición en muchas personas en este mundo, porque Dios no es permitido habitar en ellos.
Muchos abusan sus cuerpos y nunca se detienen a pensar que al hacer esto insultan de manera abundante a Dios, quien no sólo es el creador y diseñador de estos cuerpos sino que además es el dueño y residente. La necesidad de algunos por maquillajes extremos (tatuajes, piercing, mutilaciones, cosméticos) revela a las personas vacías por dentro y corruptas por fuera. Son sólo el cascajo de lo que deben ser y usan todos estos disfraces para llenar el vacío que debería ser ocupado por Dios. Existen además los que desean ocultar su vacío interior al mostrar cada vez más las partes de su cuerpo. Tal vez se imaginan que si pueden distraer al mundo con su cuerpo desnudo; de alguna manera, el mundo jamás se dará cuenta de que no existe nada de valor bajo esa piel. Son vacíos y faltos de toda vida sobrenatural.
No perdamos de vista que somos tabernáculos de Dios. Somos santos porque Dios que vive en nosotros es santo. Monitoreemos como decoramos este tabernáculo de Dios, revisemos lo que entra en este tabernáculo, (sonidos, pensamientos, sabores) estemos siempre en guardia sobre a donde llevamos este tabernáculo. Si forzamos a Dios a que nos acompañe a los lugares indebidos o que ponen en peligro nuestra alma y salvación, debemos estar seguros que Dios se alejará de este tabernáculo. En ese vacío, existen muchos demonios dispuestos a llenar y usurpar el lugar de Dios. Si es un crimen terrible (pecado) de sacrilegio, deshonrar una Iglesia, es un pecado mucho mayor mancillar el tabernáculo viviente de Dios – nuestro cuerpo.
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