Monday, July 8, 2013

DOMINGO SEPTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

7 DE JULIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Todo lo que Dios ha creado, es bueno. Nos daremos cuenta que lo son, si observamos esto, con detenimiento. De igual forma nos daremos cuenta que existe mucha maldad en el mundo de hoy. Lo que representa un dilema, ya que debemos discernir lo moral de lo inmoral.

El evangelio de hoy nos presenta una clave, para poder discernir este dilema: “por sus frutos los conoceréis”. Todo, es bueno, lo que lo hace pecaminoso es la voluntad desordenada del hombre.

Cuando tomamos algo bueno y lo usamos para el mal o una actividad pecaminosa, producimos malos frutos. Lo cual no radica en el objeto material en sí mismo, sino en la voluntad humana.

En alguna ocasión hemos escuchado que “el amor al dinero, es la raíz de todos los males” muchas personas escuchan o leen esto y falsamente concluyen que el dinero (papel o moneda) es el malo. Esto es lo más alejado de la verdad que puede existir.
El dinero es bueno y útil cuando es obtenido y usado para lo que fue creado. El amor desordenado al dinero causa que la gente lo acumule o haga uso de medios malignos para obtenerlo.

Este amor desordenado al dinero es la causa de grandes sufrimientos e injusticias en el mundo. Aclarando que el problema no está en el dinero, sino en la voluntad mal intencionada del hombre.

Escuchamos de igual forma que “el poder corrompe” lo cual, tampoco es del todo correcto. El poder viene de Dios y es bueno. El mal uso o forma inadecuada de haberlo obtenido, es lo que lo hace malo.

Muchas falsas religiones motivan a la gente a rechazar toda autoridad porque este ejerce el poder, muchas han visto la maldad de quienes han o ejercen el poder. Lo que muchas veces se ignora es el beneficio que resulta de la autoridad y el poder.

Cuando vemos con los ojos de la fe, discernimos que toda autoridad y poder viene de Dios, y es bueno. Aún cuando el hombre malvado haga mal uso de este poder y autoridad, de manera maliciosa. Quienes obedecen pueden beneficiarse de esto al hacerlo por el amor de Dios. La vida de los santos testifica esta verdad una y otra vez, la obediencia humilde todo lo transforma, aún, si quienes la ejercen son inmorales.

En toda humildad obedecer y sufrir grandes persecuciones por la fiel y leal obediencia a todo lo que no es pecado ni en contra de nuestra conciencia. El fruto es manifiestamente bueno: “bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (San Mateo 5,15)

Hay una cosa más que queremos mencionar y que ha sido creada por Dios y que es constantemente abuzado y usado para un propósito y fin malo. Nuestro cuerpo. La belleza es un don de Dios que se hace repulsivo cuando está envuelto de la vanidad y el orgullo.
Con frecuencia olvidamos que nuestro cuerpo es el Templo del Espíritu Santo. Dios viene a nosotros cuando estamos en estado de gracia. Su alegría es estar con nosotros físicamente.

Los demonios por otra parte, odian nuestro cuerpo y buscan por todos los medios, cualquier oportunidad para arrastrarnos al desfiladero, para de esta manera expulsar al Espíritu Santo fuera de nosotros.

Vemos, a todo nuestro alrededor, el incremento del “arte del cuerpo”, desfigurando y profanando la belleza dada por Dios al ser humano. No hay duda que algún “arte” tiene mérito y estética más no es en lo que nos debemos enfocar. Elk arte del hombre tan bueno como pueda ser no se compara con el arte Divino.

La causa de tal deshonra casi universal, es el resultado de la deshonra de la conciencia. Cuando Dios es expulsado de nuestra vida, nuestra alma deja de ser hermosa y en un intento por esconder esa maldad que habita en el alma, la gente desfigura su propio cuerpo con “arte”. Esto sin enfatizar que no ofrece ningún resultado razón por la que esta gente continúa agregando más y más “arte” a su cuerpo hasta que lo cubre todo.

Su alma se corrompe cada vez más y en un intento por esconder esta miseria, deshonra más su cuerpo, al grado de cómo podemos ver, se vuelven repulsivos tanto interna como externamente.

La reproducción humana está muy relacionada con el cuerpo, y este proceso, es bueno en sí. Sin embargo el uso desordenado de esta facultad reproductiva cambia lo bueno en algo pecaminoso. El acto reproductivo es físicamente el mismo tanto en estado de matrimonio como fuera de este. La diferencia está en la voluntad. En el matrimonio hay conformidad con la voluntad de Dios, es una unión por amor a Dios y el deseo de procrear hijos.

En las relaciones fuera del matrimonio, el acto reproductivo está relacionado con todo lo egocéntrico, haciendo a un lado el amor de Dios y en muchas ocasiones el propósito mismo del acto reproductivo, la procreación de los hijos. El pecado no está en el acto mismo, sino en la voluntad.

Aprendamos del evangelio de hoy, al observar los frutos a nuestro alrededor, para discernir entre el bien y el mal. Recordando siempre que todo lo que Dios hace, es bueno y que el mal, está en el uso o acciones pecaminosas que realiza el hombre en las cosas que Dios ha hecho buenas.

No caigamos en la trampa de declarar malo el cuerpo humano porque la desnudes abunde, y lleve a muchos a pecar.

Recordemos mejor que la belleza viene de Dios. No seamos seducidos por el cuerpo a pecar y a la deshonra, sino más bien elevemos nuestra mente y corazón hacia Dios, veamos Sus obras como algo bueno, que lo son. Condenemos el mal que el hombre ha hecho de estas.
Por compasión ayudemos a nuestro prójimo a voltear, de corazón y mente, su mirada hacia Dios. Para que los abusos de este mal no habiten en nosotros ni en ellos.

Así sea