Friday, July 12, 2013

FESTIVIDAD DE SAN BUENAVENTURA

14 DE JULIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Se relata que San Buenaventura fue curado de una fuerte enfermedad por San Francisco, cuando tenía cuatro años de edad. Su piadosa madre ofreció a su hijo a la Orden Seráfica, como agradecimiento por la recuperación de la salud.

San Buenaventura creció en sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Fue discípulo del gran Alejandro de Hales, quien decía que “Adán no hubo pecado en Buenaventura”, tal era la inocencia, piedad y amor de nuestro santo.

Si consideramos las ambiciones mundanas que se forman los padres, por sus hijos veremos que son muy superficiales. El hacerse de un buen hombre, en esta vida, es algo vacio. Y en muchas ocasiones es mucho menor al vacio ya que se pone en peligro la moral y el alma misma. Para avanzar en este mundo mucha gente compromete sus principios y toda moral.

Luego entonces debemos preguntarnos ¿qué valor tiene todo el avance tecnológico si es a consecuencia de ofender a Dios y merecer la condenación eterna? Cuando hacemos un examen exhaustivo de todo lo que se conoce como avances de este mundo nos damos cuento como lo decía Salomón: “Vanidad de vanidades y todo es vanidad”. Por eso vemos que mucha gente trabaja y labora, pagando un precio muy alto para obtener no otra cosa que aire caliente.

¡Cual diferente fue la visión de la madre de San Buenaventura y la de muchas otras santas! El mayor de los privilegios y beneficios que pudo esperar por su hijo, fue guiarlo al servicio de Dios. En el entrenamiento de su hijo, para servir a Dios, lo guió en la práctica de todas las virtudes. Su humildad, oración, penitencia e inocencia, fue cultivada y obtenida a su corta edad. Mientras acumulaba grandes tesoros en el Cielo, fue la voluntad de Dios manifestar su beneplácito ante los hombres.

Avanzó en la Orden de san Francisco. Como guía de la Orden, la revitalizó, al gado de que se le llegó a conocer como el Segundo Fundador de la Orden de San Francisco de Asís. Fue invitado, de igual forma a formar parte, como Príncipe de la Iglesia, obispo y cardenal. Cuando los dos Nuncios fueron a su convento para investirlo, con la insignia de su oficio, lo encontraron, humildemente lavando trastes.

Fue recompensado por su servicio fiel a Dios, tanto en esta vida como en la eternidad. Probablemente su madre, no se dio cuenta nunca del éxito que obtendría, al encomendárselo a la Orden de san Francisco de Asís. . Su mente estaba en la eternidad de su alma. Dios la recompensó con mucho más de lo que le había pedido.

Como doctor de la Iglesia, aprendemos del evangelio de hoy, que él es de quienes se menciona que son la sal de la tierra y la luz del mundo. San Buenaventura atribuye su sabiduría, conocimiento y agudeza, no a los libros o lecturas, sino más bien a la humilde y constante meditación de Jesucristo Crucificado.

Los católicos tenemos crucifijos en sus hogares, y en muchas ocasiones consigo mismos. Tristemente rara vez los volteamos a ver y meditamos sobre lo que significan y el gran amor de Dios por nosotros. Fallamos en estudiar y ver las perfecciones de Cristo, para poder nosotros practicar las virtudes. Fallamos en escuchar el llamado que nos hace a seguirlo, tomando todos los días nuestra cruz.
Procuramos y esperamos, tanto para nosotros como para nuestros hijos, una vida llena de plenitud y facilidades, en lugar de humilde, en la pobreza y el sufrimiento. Son ilusiones, materialistas y algo infantiles, ya que no hay lugar en esta vida sin tribulaciones de algún tipo u otro. Eso que pedimos si lo lograremos y podemos obtenerlo en la eternidad pero mientras tanto en esta vida debemos pagar algún precio. El costo es, la obediencia, humilde, voluntaria y servicio a Dios, en este mundo.

Padres de familia, se preocupan y dedican, al futuro de la vida de sus hijos, en este mundo. Dedican todo su tiempo sólo sobre el bienestar de sus cuerpos. Ya es tiempo de que busquen más cuidadosamente sobre el futuro y bienestar del alma de sus hijos. En lugar de procurar el amor por el dinero, el poder, prestigio etc. Fomenten desde el corazón y mente el amor de sus hijos por Dios. Usen los crucifijos a su alrededor para instruirlos y a ustedes mismos, en la escuela divina de la grandeza de la mente, corazón y alma. Ofrézcanle sus hijos a Dios y guíenlos sobre el camino a Dios, para de esta manera convertirse en la sal de la tierra y luz del mundo, y lo más importante, sus hijos serán esto mismo para los demás.

Vuestros hijos sobrepasaran a ustedes, en virtud y gracia, en lugar del vicio y el pecado. Estaremos realmente sorprendidos cuando nos demos cuenta en la eternidad el destino final a que Dios nos hubo encomendado y que la mayoría no siquiera se acercó a este, por su amor desordenado a las cosas de este mundo y temor a la Cruz.

La vida de san Buenaventura prueba fuera de toda duda que Dios no se limita en Su Generosidad. Tanto dio Buenaventura, que Dios se lo regresó al cien por ciento en esta vida y la vida eterna en la otra.

Meditando en Jesucristo Crucificado, obtengamos el valor y coraje para escuchar la voz de Dios y seguirlo todos los días de nuestra vida en nuestra cruz diaria.

Así sea