Saturday, June 29, 2013

DOMINGO SEXTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

30 DE JUNIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Los Evangelios relatan dos ocasiones en los que Nuestro Señor multiplica los panes y los peces para alimentar a la gente. En uno de estos, alimenta a cinco mil hombres con cinco pedazos de pan; en esta ocasión lo hace alimentando a cuatro mil con siete pedazos de pan.

La primera de estas ocasiones va dirigida hacia los Israelitas, la segunda para los gentiles. En el primero vemos los cinco libros de Moisés que simbolizan (el Pentateuco). Los israelitas eran alimentados de estos cinco libros. En esta misma ocasión los vemos descansando sobre el pasto.

A los israelitas les fueron otorgadas muchas bendiciones de parte de Dios a través de la historia, sin embargo, continuaban ellos pegados a las cosas de este mundo y los placeres de esta vida. Vino, primero a ellos, realizó muchos milagros, para esta gente, sin embargo no levantaron el corazón a realidades mayores y espirituales, ni por amor.

Continuaron ansiosos por formar un reino en este mundo y siguieron a Jesucristo sólo porque este los guiara a ese reino terrenal, donde reinarían sobre las demás personas. Jesucristo trató de elevar el corazón voluble de estas personas y a una vida espiritual, en lugar de la vida temporal que dedicaban a adherirá a las leyes y reglamentación para lograr los beneficios mundanos, siendo negligentes en los beneficios celestiales.

Jesucristo los alimentó y muchos regresaron por esta razón o la salud que volvía a algunos de ellos. Esta es la razón por la que vemos a Jesucristo acercarse a las aguas y subir a la barca, para que estas personas no pudieran alcanzarlo.

Continuaba con la forma de imprimir en ellos la idea de una realidad espiritual y algo más allá del mundo físico. Al alejarse de ellos, estuvieron obligados a buscar una conexión espiritual. Lo mismo sucede con nosotros, estamos obligados a buscar una conexión espiritual con Dios.

Mucho son obligados por las circunstancias físicas, a unirse de manera espiritual con la Santa Misa y los Sacramentos y en cierta manera escuchar, por así decirlo la voz de Dios, a la distancia. Están obligados a depender no ya a la comida terrenal y bendiciones que Dios ha mandado a este mundo, sino más bien a elevar sus corazón y mente a las realidades espirituales y buscar profundamente en la verdadera fe y consecuentemente en la verdadera vida.

El segundo acontecimiento hace referencia a los gentiles. Han venido desde muy lejos y son de igual manera mundanos, pero están más inclinados a la fe en Dios sin confusión del Reinado en este mundo.

Los siete pedazos de pan simbolizan los siete dones del Espíritu Santo. “El espíritu de sabiduría e inteligencia, concejo y fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios” “Y recibirán la plenitud del Espíritu del temor de Dios (Isaías 11,2). Este es un regalo mucho mayor que el Pentateuco. Toda vez que los gentiles venían de más lejos y no seguían la Ley, sin embargo buscaban alcanzar una vida espiritual mayor. Vemos a este grupo sentados sobre la tierra y no el pasto, de esta manera menospreciaba las cosas mundanas.

En los primeros, se habla de doce canastas llenas del Espíritu Santo; en esta hay siete canastas o siete Iglesias o siete candelabros de oro. (Apocalipsis 1.4, 20). En el primero hay dos peces, simbolizando los profetas y la predicación de San Juan Bautista; en el segundo hay un número no descifrado de dones de la gracia, como lo dice el Apóstol: “el uno, por el Espíritu, se le ha dado la Palabra de Sabiduría, a otro la palabra de Inteligencia, a otro profecía, don de lenguas, interpretación. Pero todas estas cosas sólo son obra de un mismo Espíritu. (1 COR. 12,8).

San Máximo, Obispo, dice: “nosotros que creemos en Nuestro Señor Jesucristo, no por medio de la Ley sino la fe, quienes estamos redimidos, no por sus obras sino por la gracia misma, que estamos llenos, no de los cinco pedazos de paz, es decir por los Cinco libros de Moisés, sino por los siete dones del Espíritu Santo, como lo profetizó el bienaventurado Isaías al decir: “ el uno, por el Espíritu, se le ha dado la Palabra de Sabiduría, a otro la palabra de Inteligencia, a otro profecía, don de lenguas, interpretación, temor de Dios”. Continuemos en esta gracia de los Siete dones espirituales, a los que hemos sido llamados y llenos del Espíritu Santo (Act ii, 38), por medio de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos, amen.