Queridos Hermanos:
El día de hoy celebramos la festividad de san Pedro y San Pablo en lugar del Domingo Séptimo después de pentecostés. Ambas festividades nos dan ocasión de continuar con lo dicho en la semana pasada.
En la festividad de los apóstoles vemos que Cristo ha colocado en sus manos las llaves del reino de los Cielos y en el evangelio del domingo séptimo después de Pentecostés se nos advierte del cuidado que debemos tener de los falsos profetas que se presentan con vestiduras de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces.
La semana pasada, terminamos el sermón citando parte de la declaración pública hecha por el Obispo Ngo, quien desenmascaró a los lobos con piel de oveja incrustados en el Novus Ordo. Mostró al mundo que quienes pretenden la sucesión de San Pedro (quien profesó la Divinidad de Jesucristo y le fueron confiadas las llaves del Reino de los Cielos), no son verdaderos sucesores, toda vez que se han alejado de manera grave, de la confianza sagrada, que todo verdadero sucesor de los apóstoles debe mantener. (Por sus frutos los conoceréis)
Esos impostores a la sucesión de los apóstoles fueron desenmascarados por el Obispo Ngo. Fue capaz de ver y mostrar al resto del mundo lo obvio ya que estos frutos se estaban madurando al rededor de todo el mundo.
San Pedro y sus sucesores recibieron las llaves del reino de los Cielos en respuesta a una fe que fue depositada en ellos por Dios. Los sucesores de san Pedro han jurado proteger y defender esta fe y condenar cualquier aberración de ella.
Con la llegada del falso “Concilio Vaticano II” vemos que hubo impostores a la Silla de San Pedro, quienes no fueron verdaderos sucesores, porque en lugar de hacer la misma profesión de fe como lo hizo san Pedro (“señor ¿a quién iríamos?, Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído que tu eres Cristo, el hijo de Dios”) decidieron poner su confianza y esperanza en los hombres.
El supuesto “Papa Paulo VI” se presento ante las Naciones Unidas el 4 de octubre de 1965 presentándose a sí mismo y a todo lo que representaba en “sufragio” a este grupo de hombres.
“Traemos a esta organización el sufragio de nuestros recientes predecesores, de todo el Episcopado católico, y el nuestro propio, convencidos como estamos que esta organización representa el paso obligatorio de la civilización moderna y de la paz mundial…” en lugar de poner a Cristo como el único a quien verdaderamente podemos ir en busca de ayuda, este impostor agrega: “la gente del mundo acude a las Naciones Unidas como la última esperanza de paz y concordia…”
Estos hombres implementaron cambios drásticos a todo lo que es santo y sagrado, sin ponerse a pensar a las ramificaciones espirituales de sus acciones. (Tal vez, sabían bien que estaban destruyendo todo lo que pasaba sobre sus manos). De esta manera la Nueva Misa fue aceptada por todos los protestantes, toda vez que ya no representaba la verdad de Cristo. “Este es mi Cuerpo…” Esta nueva “Misa” cambio el altar por una mesa; el Sacrificio por una cena; cambio la ofrenda a Dios por la alabanza de los demás hombres; cambio el sacrificio sacerdotal en un conductor, etc. Finalmente convirtió la casa de Dios en cueva de Ladrones. Eliminaron todo lo sagrado, expulsaron a Cristo mismo, fuera el Tabernáculo luego entonces fuera las palabras tradicionales (verdaderas) de la consagración, es decir que a Cristo no se le permitió en la Iglesias construidas para Su honor y gloria, por sus fieles católicos.En donde estaban aquellos que debían decir con San Pedro: “Tu eres Cristo el Hijo de Dios vivo?” dónde estaban aquellos con la fe dirigida por san Pedro para entender que no hay a nadie más a quien acudir porque, sólo Cristo tiene las palabras de vida eterna? Es obvio que quienes ponen su fe y esperanza para la paz mundial en las manos de las naciones unidas en lugar de Dios, evidentemente, no tienen la misma fe de San Pedro luego entonces no puedes decirse sucesores de su trono.
EL Obispo Ngo. Desenmascaró a esos lobos con piel de oveja y señaló los frutos amargos que estaban surgiendo para que todo el mundo pudiera verlos y juzgarlos. Para después hacer lo que debió hacer, para salvaguardar aquello que le fue dado para preservar y trasmitir.
Los frutos de su trabajo están visibles hoy en día en por lo menos tres obispos verdaderos que se mantienen fieles a todo lo que la Iglesia enseña y protege y condenan todo lo es contrario a esta doctrina. Hacen posible que, todos aquellos, hasta donde es humanamente posible, reciban los verdaderos sacramentos, tan necesarios para nuestra salvación. Santifican, enseñan, y gobiernan como todos los verdaderos sucesores de los apóstoles deben hacerlo.
Aunque son rechazados por todo el mundo y todas las falsas religiones ellos consideran un honor porque han sido encontrados dignos de cargar con todo esto en imitación a Jesucristo nuestro Señor.
“Por sus frutos los conoceréis”
Paz y Bien