1 DE ENERO DE 2012
Queridos Hermanos:
Iniciamos el año secular con el ritual en el que oficialmente se la da, el nombre a, Jesús. Este es el nombre que le habían dado los ángeles aún antes de nacer o ser concebido en el vientre de Su Santísima Madre, virgen.
Parece apropiado que siempre y en todo momento, como dice san Pablo, situemos en Santo Nombre de Jesús: “Todo lo que hagan en obras o palabras, hagan todo en nombre de nuestro señor Jesucristo, dando gracias a Dios Padre, por Él “(Col. 111,17)
San Juan Crisóstomo dice: “Si hacemos esto, no habrá ningún mal, nada impuro; al invocar el Santo Nombre, si comen, si beben, si obtienen nupcias, si salen de viaje, hagan todo en el Nombre de Jesús; es decir invocándolo para que los ayude, y una vez que han invocado a Él, todo lo que han hecho, entonces sí, dedicarse a realizarlas.
Si tienen que ocuparse de algún negocio, hacer esto con anterioridad. Por esta razón, también nosotros invocamos el nombre de nuestro Señor ante de cada epístola.
En cualquier asunto que este el nombre de nuestro Señor, tendrá este, buenos resultados.
Si el nombre de los cónsules está escrito en un documento para darle autenticidad, cuanto más el nombre de Jesús…
¿Comes? Dale gracias a Dios, antes y después de comer.
¿Duermes? Dale gracias a Dios antes y después.
¿Vas a reunirte con alguien? Has lo mismo, no como cosa mundana.
Has todo lo que hagas en el nombre del Señor y todo lo que hagas te traerá la felicidad. Donde este el nombre del señor, las cosas prosperarán. Si tiene el poder de expulsar los demonios, si puede aliviar las enfermedades, con mayor razón te ayudará en tus necesidades.”
Es en este espíritu en que Su iglesia y nosotros como sus hijos celebramos en año nuevo. Es nuestro deseo que todos inicien de esta manera el año, en el Nombre de Jesús. No sólo debemos empezar en este Nombre, sino continuar y concluir finalmente en Él.
Dediquemos este año y el resto de nuestra vida a Jesús, de esta manera viviremos bien, al cumplir el propósito de nuestra creación. El catecismo nos dice que hemos sido creados para conocer, amar y servir a Dios en este mundo para poder ser felices en el otro.
Con el nombre de Jesús al inicio y fin de nuestras propias acciones, dedicamos y ofrecemos todo lo que hacemos a Él. Cumplimos el mandamiento de servirle. En este servicio no podemos faltar en ver Su bondad y perfecciones para de esta manera unirnos más a Él, por amor, cada día más y más.
El crecimiento de este servicio y amor se unen al crecimiento de nuestro conocimiento de Dios, como uno de estos aspectos (conoce, ama y sirve) y se incrementa tanto uno, como lo hacen los demás.
Encontramos ese crecimiento fenomenal en todas las áreas en que es puesto, antes que todo, el Santo Nombre de Jesús, en todo lo que hacen. Hemos sido creados por Dios para Dios.
Es sólo al vivir nuestras vidas haciendo Su voluntad, que cumplimos nuestra razón y propósito de ser.
Quienes no buscan hacer la voluntad de Dios, no viven para lo que fueron creados, estas pobres almas no encuentran nada de valor en esta vida más que frustraciones y vacios.
San Agustín nos dice en sus “confesiones” que nuestro corazón no descansará hasta descansar en Dios. Quienes no viven para Dios son miserables ahora y lo serán por siempre en toda la eternidad a menos que se alejen del camino de destrucción y desobediencia.
Quienes sigan el plan simple puesto ante nosotros, el día de hoy, por nuestra Madre Iglesia, de poner el Nombre de Jesús ante todo, encontrarán la paz en todo lo que hacen ahora y mucho más importante, encontrarán la felicidad eterna en el cielo.
Así sea