Saturday, January 30, 2010

DOMINGO DE SEPTUAGÉSIMA

31 de Enero de 2010

Queridos Hermanos:

¿O es que no puedo hacer de lo mío lo que bien me parezca? ¿O ha de ser tu ojo malo, porque yo soy bueno?

Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos.


Tan básico y simple que es el concepto de imparcialidad y tan pocas veces entendido. A primera vista, la parábola del Evangelio de hoy, podría dejar pensando a todos en el mismo temor, de los obreros que tuvieron que soportar el cansancio y calor del día. Esta es la razón probable por la que Nuestro Señor Jesucristo, presenta la parábola de esta manera. Está buscando que entendamos, que tan nublados y confundidos, son verdaderamente nuestros juicios.

Muchos hemos desarrollado y mantenido la idea de que justo significa igual. Sin embargo, la realidad nos hace constatar que en esta vida, la igualdad rara vez es justa. Este falso concepto de igualdad ha hecho mucho en la destrucción y daño de la moral y el verdadero orden.

Casi todo el mundo a nuestro alrededor ha adoptado, de manera gradual pero segura, la idea comunista o socialista de la igualdad. El concepto falso, de la igualdad de los sexos es uno de los abusos mas manifiesto, de la sociedad actual.

Toda persona honesta y objetiva puede observar que el hombre y la mujer no son iguales. Pueden ser iguales por el hecho mismo de que fueron creados a la imagen y semejanza de Dios, sin embargo, al ver sus atributos físicos se vuelve obvio, que no son iguales; no tienen estructuras físicas, fuerza, ideas, deseos, intereses etc. iguales. Sin importar que forma “unisex” de vestir o adornos utilicen, son realmente diferentes. Dios no tuvo la intención, ni creó simples, copias al carbón.

Y, si no somos iguales no debemos tratar a todos iguales. Hacer eso sería imparcial e injusto.

Con esto en mente, podemos ver la injusticia e inmoralidad de la anti cultura que invade a la sociedad actual. Somos testigos de la debilidad del hombre y la degradación de la mujer, con esta actitud, representan ambos, un insulto a Dios creador de hombre y mujer. Es un intento por decir que Dios no sabe lo que hace o que se equivocó. ¡Qué gran blasfemia!

En lugar de reconocer nuestras diferencias creadas y, agradecer a Dios por estas, desarrollando y poniendo al servicio del bien nuestros talentos, únicos, que nos ha dado; intentamos destruir la individualidad y establecer la peor uniformidad monótona y aburrida.

Nuestra sociedad, intenta tenernos a todos viviendo de la misma manera, como objetos recién salidos de la fábrica, todos y cada uno de nosotros de manera idéntica, como sea posible.

Dios recompenso a los obreros, de que nos habla el evangelio, de una manera igual aunque no hayan laborado de igual forma. A primera vista esto parece ser una injusticia. Sin embargo, somos llamados a examinar esta situación con un poco mas de cuidado.

El hombre que trabajó todo el día completo, estuvo de acuerdo con el sueldo por ese día. Justo y adecuado para el día de trabajo. Lo que requería para sí mismo y su familia. Luego entonces vemos que este hombre no fue engañado, de ninguna manera.
El hombre que trabajó la menor parte del día, podría haber recibido sólo la parte proporcional de ese día, en lugar del día completo. Pero el Patrón (Dios) sabía las necesidades de este y su familia. De esta manera decidió ser generoso con este pobre hombre que no tenía el beneficio de recibir la habilidad de trabajar todo el día.

Ninguno fue engañado ni tratado de forma injusta, luego entonces ¿por qué los celos? Si Dios decide dar más a uno que a otro, y es siempre, justo. ¿Por qué nos sentimos lastimados? ¿No lo es por nuestra avaricia? Luego entonces, ¿no somos nosotros los malvados?

Dios nos ha llamado a ser administradores de todos los beneficios que nos ha dado. Como tales debemos ser justos y generosos o caritativos para quienes se encuentran en mayor necesidad.

Todos y cada uno de nosotros debemos hacer nuestro mayor esfuerzo por desarrollar nuestras habilidades para ayudarnos los unos a los otros, no preocupados sobre manera por la igualdad “numérica” sino movidos por el amor, bondad y la generosidad.

Todos somos llamados a hacer esto, pero muy pocos lo hacemos y ponemos en práctica. Recordemos: Muchos son los llamados y pocos los elegidos.


PAZ Y BIEN.