Saturday, October 10, 2009

MATERNIDAD DE LA B.V. MARIA

MATERNIDAD DE LA B.V. MARIA

11 de Octubre de 2009

Queridos Hermanos:

Del vientre de la Santísima virgen María nace Dios y Hombre. El dogma de la Divina Maternidad de la B.V. María fue proclamada por el Concilio de Éfeso en el año de 431. Al celebrarse el 15to centenario de esta definición, el Papa Pío XI, extendió esta fiesta a toda la Iglesia.

De igual manera en que Jesucristo estaba sujeto a la Santísima Virgen María y a San José, como claramente lo ilustra el evangelio de hoy. “Se fue con ellos, y vino a Nazaret; y les estaba sujeto”. Así estaba sujeto a Su Padre Celestial. “¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas que son de mi Padre?
Vemos en esta declaración, una manifestación clara de la divinidad y humanidad de Jesucristo.

La santísima virgen María llevó a Jesucristo, su Hijo, en su vientre. Por lo tanto dio a luz a Dios, porque Jesucristo es Dios. Luego entonces, quienes de manera honesta buscan encontrar la verdad, se darán cuenta que es ella la madre de Dios.

El concilio de Éfeso declaró en contra de Nestorio: “Si alguien no confesare que Emanuel (Jesucristo) en verdad es Dios y que la virgen María es la Madre de Dios – según la carne, trajo a este mundo la Palabra de Dios hecha carne – sea anatema”

Este dogma contiene dos dogmas que debemos entender. 1). La santísima virgen es verdaderamente madre, es decir que contribuyó en todo lo relacionado a la naturaleza humana de Jesucristo, de igual manera que cualquier otra madre contribuye en la formación del fruto de su vientre. 2) La santísima virgen María es verdaderamente la madre de Dios, es decir, concibió y dio a luz a la Segunda Persona de la Divinidad, no según su Naturaleza Divina, sino según la naturaleza humana asumida.

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombre, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios. (San Lucas 1,35).

“Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer” (Gálatas 4,4)

Al ser nosotros, miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, necesariamente somos Hijos de María Santísima: “Todos nosotros que estamos unidos a Jesucristo y somos miembros de Su Cuerpo, somos nacidos de María Santísima, como el cuerpo está unido a la Cabeza. Es Ella nuestra madre espiritual y verdaderamente Madre de los miembros de Jesucristo” (Encíclica Ad diem illum, de su santidad el Papa Pio XI).

La Santísima Virgen María es verdaderamente el instrumento que Dios envía para unirnos a Jesucristo y el medio que nosotros debemos seguir para unirnos con El. Si deseamos unirnos de manera exitosa con Jesucristo el medio para lograrlo es evidentemente por medio de María Santísima. Ella es el medio de unión entre la humanidad con la divinidad.

Todos aquellos que se alejan o se muestran negligentes con María Santísima hacen lo mismo con su Hijo Jesucristo. Luego entonces la Santísima Virgen se convierte en la prueba real de la verdadera fe. Todas las religiones que la rechazan son luego entonces, religiones falsas.

Ser verdaderos hijos de Dios y de la Iglesia, significa que seamos verdaderos hijos de María Santísima. La Iglesia siempre la ha honrado y pedido su intercesión. La invocamos en nuestras necesidades. En los mismos exorcismos practicados por la Iglesia, encontramos que se invoca la asistencia de María Santísima y que los demonios tiemblan temerosos a la invocación de su santo nombre.

Al mismo tiempo que poneos nuestra esperanza y confianza en ella, debemos también ser precavidos de no caer en la superstición. Existen muchos que usan el nombre de María Santísima sin verdaderamente entender lo que esto significa. Es lo mismo a que se refiere nuestro señor Jesucristo, cuando dice: “Esta gente me alaba con sus labios pero su corazón está muy lejos de mi”; de la misma manera hay muchos “católicos” que dicen el Ave María del santo rosario, sin que verdaderamente imploren a María Santísima y pidan su intercesión.

Nuestro corazón debe estar lleno del amor de María cuando pronunciamos su dulce nombre. Cuando nuestras oraciones están ofrecidas de esta manera, alejan a los demonios, permitiendo a María Santísima venir en nuestro auxilio. Y cuando esto sucede, su Hijo no puede rechazarnos.

No dudemos en pedir a la Santísima virgen María nos asista, es nuestra madre y siempre está esperando nuestro llamado de auxilio. Ama a sus hijos y obtendrá para ellos las mayores gracias y bendiciones, si tan sólo la reconocemos como madre nuestra, si lo solicitamos humildemente, como hijos amorosos.

Que así sea.