Saturday, April 13, 2013

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

14 DE ABRIL DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Jesús es el Buen Pastor por naturaleza. Sus obispos deben procurar serlo ayudados de la gracia. Jesucristo mismo nos dice: “Solo Dios es bueno”. Los obispos son los encargados de cuidar a la Iglesia y deben dar respuesta al cuidado de la almas a ellos encomendadas. Deben dar cuentas de nuestra alma.

Podemos nosotros, con gran facilidad ver las faltas y defectos de nuestros pastores, y con frecuencia estamos alertas a criticar sus vidas. La historia nos ha demostrado en varias ocasiones que muchos han estado dispuestos a servirse de su rebaño en lugar de encargarse del cuidado de este. Hemos visto muchos que al mostrarse indiferentes han sido devorados y destruidos, por los demonios del error y la herejía, sin prevenir ni alertas a su rebaño, de estos ataques. Nuestro señor lo dice claramente al rechazar a los tibios e indiferentes. “preferiría que fuereis fríos o calientes…”

Mucha de la destrucción y desolación que testificamos en la iglesia hoy en día, es debido a las influencias demoniacas, masónicas talmudistas. Podemos fácilmente ver a los lobos rapaces, en sus escondites al ver como es destruido y masacrado el total de almas. Durante y antes de los ataques somos engañados por los “lobos vestidos de ovejas”. Sin embargo, una vez que la destrucción se ha realizado podemos ver quiénes están detrás de estos ataques. Desafortunadamente lo que hemos visto y testificado está lejos del alcance y prevención de muchas almas. No logran ver al lobo detrás de las vestiduras de simples ovejas.

Fue y es obligación del obispo estar alerta y avisar sobre estos ataques, no sólo ver y prevenir sino que también toca a ellos pelear en contra de todos y cada uno de estos lobos y todas las fuerzas del mal. Han incluso, algunos obispos sido víctimas de los ataques y devorados por estos lobos a quienes debía detener. Sus miserables almas tendrán toda la eternidad para lamentarse de su indiferencia, cobardía, flojera y todo tipo de males.

En verdad, esta posición no es nada envidiable, ya lo señala nuestro Señor, Sólo Dios es bueno. Luego entonces si es posible para los obispos, con la ayuda de la gracia de Dios, ser buenos pastores.

Dios ha prometido dar Su gracia a los obispos como lo prometió a san Pablo: “Mi gracia te es suficiente”. Ha prometido estar con la Iglesia, hasta el final de los tiempos. Por lo tanto aún con los peones que han permitido la destrucción, Dios la ha preservado y continuará protegiéndola, y a su pastor, muy a pesar de la debilidad de estos hombres. El rebaño puede ser el residuo de lo que una vez fue, más debe continuar hasta el final. La carga del pastor puede ser ligera y dulce si se lo pide y la lleva por amor a Dios, como Él mismo lo ha dicho, además que las ovejas pueden aminorar esta pesadumbre si se acercan con humildad y corazón obediente a los esfuerzos del Pastor de sus almas, que Dios les ha enviado.

Cuando la gente ama, y por lo tanto obedece, trabaja y ora por su obispo y la Iglesia la carga de todos se hace más ligera y dulce. Si los obispos tienen esta obligación de trabajar, vigilar y orar por la gente consecuentemente es obligación mutua de sus fieles. Escuchar y obedecer a su obispo.

El obispo nutre y vigila constantemente sobre las almas de la Iglesia, por lo tanto la gente debe apoyar en el sostenimiento del cuerpo de la Iglesia. Luego entonces, el cuerpo y el alma trabajan en armonía encontrando que su caminar por este mundo es mucho mejor de esta forma. Caminan para adelante a mejores y más provechosos pastizales, del Cielo.

Los padres tienen una obligación similar hacia sus hijos como los obispos a la Iglesia. Los hijos tienen obligaciones similares a sus padres como la gente hacia los obispos. Es más, todos somos llamados a ser los pastores de nuestra propia alma.

Debemos vigilar y orar manteniendo una vigilancia constante sobre quienes buscan devorar nuestra alma (el demonio, el mundo y nuestras pasiones). Cuando vemos nuestra alma en peligro debemos acudir a imitar al Buen Pastor. Debemos alejarnos de las ocasiones de pecado. Debemos escuchar la voz de nuestra conciencia y ángel guardián, para resistir todos los ataques en contra de nuestra alma. Debemos luchar el buen combate. No permitamos el descuido, la flojera o cobardía, que nos hace tibios e indiferentes a la vida de nuestra alma.

Cuando las tentaciones ataquen nuestro cuerpo, permitamos que esta sufra, es mas dejemos que muera antes de permitir algún ataque a nuestra alma. Debemos resistir a la tentación en todo lugar y no permitir ni la más minina injerencia en nuestra vida.

Los demonios sólo necesitan un piecito en nuestra puerta para devorarnos. Todo pecado sin importar su tamaño es una ofensa a Dios y nos impide la entrada al Cielo (nada manchado puede entrar al reino de los Cielos). Debemos estar como el Buen Pastor, siempre dispuestos, capaces y deseosos de permitir dejar nuestros bienes temporales por la salvación de nuestra vida espiritual e inmortal.

Así sea