Saturday, June 23, 2012

NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

24 DE JUNIO 2012

Queridos Hermanos:

La Iglesia celebra, sólo tres nacimientos. EL primero, el de Nuestro Señor Jesucristo; segundo, el de la Santísima Virgen y el tercero, el de San Juan Bautista. Existen verdades doctrinales muy importantes, en cada una de estos.

Nosotros hemos sido concebidos en pecado, consecuentemente, nacemos con el Pecado Original.

Jesucristo, como Dios, no tiene ningún pecado, por lo que Su nacimiento es de gran alegría y celebración para el mundo. Nació en toda la pureza para cargar con nuestros pecados y de esta manera redimirnos. María como Madre de Dios, tuvo el privilegio de ser preservada de todo pecado, concebida, Inmaculada, consecuentemente Su nacimiento fue sin pecado alguno. Su nacimiento es, de igual manera, motivo de gran alegría para los católicos devotos y la Iglesia en general.

San Juan no es Dios ni fue concebido Inmaculado, sin embargo, nos relatan las Sagradas Escrituras, que mientras estaba en el vientre de su madre, santa Elizabeth, recibió la visita de María, quien ya llevaba a Nuestro Señor en Su vientre. Al primer sonido de la voz de María, San Juan, saltó, en el vientre de su madre. La tradición nos informa que desde ese momento, San Juan fue santificado por la mera presencia de Dios. Desde ese momento, el sexto mes desde su concepción, estuvo sin pecado. Tres meses después, en su nacimiento, vio la luz de mundo por primera vez, como ningún otro, en estado de la gracia santificante. Por lo tanto su nacimiento es también, causa de gran celebración para nosotros.

Para el resto de los hombres, el primer gozo espiritual, fue el día de nuestro bautizo. Este día es mayor que el de nuestra concepción y nuestro nacimiento físico. La vida del alma que se nos da en el bautismo, segundo nacimiento, es mucho mayor que la vida material de nuestro cuerpo.

El mundo hace tanto énfasis en nuestro nacimiento físico, que muchos de las realidades espirituales se pierden de vista.

Nuestra vida no empieza con nuestro nacimiento, sino con nuestra concepción, nueve meses previos a este. Con la esperanza, de que en ese entonces, nuestros padres, cooperando con la gracia de Dios, viviendo en el estado de la gracia del matrimonio, participaron de la obra de Dios en este acto milagroso de nuestra creación. Aunque esto es el mejor escenario para nosotros, y la vida de nuestra alma, estamos, sin embargo, concebidos en estado del Pecado Original.

Es mejor haber nacido en estado del pecado original que haber sido concebidos en estado de pecado de la unión de nuestros padres. Muchos nacen con la carga del pecado de la fornicación o adulterio de sus padres añadido al ya muy tremendo peso del Pecado Original.

Para algunos de nosotros que se nos ha concedido la gracia de haber nacido y que no fuimos llamados por Dios o terminado nuestra vida prematuramente por nuestros padres (independientemente de haber o no nacido bajo la carga del pecado de nuestros padres) se nos ha dado la oportunidad de vida en el bautismo. Con este se nos da la primera oportunidad de vida sobrenatural. Nos hacemos Hijos adoptivos de Dios, y Jesucristo, Hijo de Dios, se hace nuestro hermano.

Por lo tanto podemos decir claramente que el Bautismo es verdaderamente un Segundo Nacimiento. El nacimiento espiritual a la vida de la gracia. Este nacimiento es digno de celebración porque es similar al nacimiento de Cristo. Que nació sin pecado. Este nacimiento hace, por lo tanto a María, nuestra madre. Somos hijos de Dios, y toda vez que Ella es la Madre de Dios consecuentemente somos también sus hijos. No sólo de esta manera sino también por su glorioso privilegio de su Inmaculada Concepción y nacimiento nos hacemos como ella en su segundo nacimiento, el bautismo (que nos limpia de todo pecado).

Posteriormente debemos considerar nuestra relación con San Juan. Nuestra vida bautismal depende mucho más de él que de María y Jesús. Iniciamos como enemigos de Dios por el pecado, pero hemos sido santificados por la gracia de bautismo. San Juan nació como pariente de Jesucristo, y se convirtió en relación espiritual con la santificación que ocurrió en el vientre de su madre. No somos parientes cercanos de Dios, pero si lo somos de una manera espiritual por el bautismo. Decimos “parientes cercanos” porque somos todos físicamente parientes de Dios por dos razones. Primera, porque Adán es padre de todos y es hijo de Dios, porque nace directamente de la mano de Dios.

Jesucristo Nuestro Señor es el Segundo Adán, concedido por obra del Espíritu Santo en el vientre de María santísima. En segundo lugar, somos físicamente parientes de Dios porque fue Él quien nos dio la vida por medio de la cooperación voluntaria o involuntaria de nuestros padres. Y algo mucho más importante que esta relación física, es la espiritual, de nuestro segundo nacimiento en el bautismo.

Por lo tanto al celebrar el nacimiento de san Juan Bautista aprendamos a amar y honrar nuestro nacimiento espiritual. Renovemos frecuentemente y con gran alegría nuestras promesas bautismales y busquemos siempre mantener y guardarnos en la vida de la gracia, que nos fue concedida en ese momento.

Así sea