Saturday, February 11, 2012

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

12 DE FEBRERO 2012

Queridos Hermanos:

La palabra de la gracia de Dios viene a todos nosotros. La palabra es la misma, pero la manera en que es recibida difiere completamente.

En la parábola del evangelio de hoy, Jesucristo utiliza como ejemplo la semilla que se siembra. La semilla en sí misma es buena y tiene el potencial de producir fruto abundante.

¿Qué hace que ciertas semillas produzcan menos o en ocasiones nada?

Todo depende de la tierra sobre la que la sembramos. La mejor tierra va a producir al cien por ciento, la no tan buena, el sesenta por ciento o treinta o quizá nada.

Con frecuencia cometemos el error de no, entender bien el significado de las parábolas. Casi siempre pensamos en el cuerpo humano como los diferentes tipos de tierra. Nuestro cuerpo físico, carnal, es igual a los demás, por lo que no puede estar hablando la parábola de hoy acerca de nuestros cuerpos. Más bien, está hablando de nuestra alma. Nuestra lama también es igual a las demás, creadas a la imagen y semejanza de Dios.

Luego entonces:

¿Qué vamos a responder sobre los diferentes resultados, de las diferentes semillas en diferentes personas?

Debemos buscar en nuestro libre albedrio, nuestra libre voluntad. Es en este que nos hacemos fértiles y receptivos para que la palabra de Dios se vuelva fructífera y abundante. La semilla que fue llevada por las aves, como se nos señala, significa la palabra de Dios, capturada por los demonios. En ocasiones se cree que, a las personas que les pasa esto, no tuvieron una justa oportunidad, después de todo:

¿Qué pudieron hacer, para evitar que esto sucediera?

¿No fue Dios que los creó o colocó en estas circunstancias, donde los demonios tienen fácil acceso a estos?

Esta manera de pensar es la trampa más fácil donde la mayoría cae. Se nos olvida que con nuestra voluntad podemos rechazar todo lo que el mundo nos presenta y pasa sobe nuestra alma, no sólo resistiendo en un camino bien cimentado sino aún los ataques que recibimos, en grandes cantidades, que este nos presenta. Es la libertad de la voluntad para permitir estos constantes pasajes que crearon la tierra no fértil para recibir la palabra de Dios y que produjera frutos.

La palabra o la gracia de Dios es la misma para todos, sin embargo, estas pobres almas han ya dado acceso a los demonios para no dar cabida ni espacio a Dios. Sus almas han sido compactadas y endurecidas al grado de quedar impenetrables.

La piedra significa aquella tierra, que por voluntad propia se ha hecho voluble. La palabra es recibida y empieza a producir fruto, pero en el calor de la tentación se seca y muere. Estas almas, son un poco mejor que las anteriores ya que los demonios no han tomado total influencia directa sobre estas, sino que más bien deben penetrar por medios alternos para inflamar las pasiones con deseos maliciosos.

En lugar de robar la semilla antes de que pueda germinar, la deben destruir después de eso. Una vez más, es la voluntad que ha creado esta situación. La voluntad esta en el habito de cambiar de una situación a la otra. De lo bueno a lo malo. En esta pobre alma, la voluntad ha hecho imposible para que la gracia de Dios sea verdaderamente efectiva, ya que no permite el tiempo suficiente para que esta germine y produzca frutos. Los buenos deseos son rápidamente cambiados a malos. La voluntad ha escogido este camino débil, por lo tanto incapaz de producir buenos frutos.

El siguiente tipo de tierra o alma es la que está rodeada de espinos y maleza. Estas pobres almas han voluntariamente decidido permitir todo tipo de cosas enraizar junto con ellas. No hay ningún control, no hay esfuerzos por cultivar una y eliminar la otra. Es una voluntad que se ha hecho descuidada y perezosa.

Estas almas tratan de hacer lo imposible; servir a Dios y al mundo, al mismo tiempo. Desean servir mutuamente a dos amos. Razonan en poder vivir una vida mundana e indulgente y de alguna manera salvar su alma. Son un poco mejor que las almas anteriores, pero siguen estando retiradas de la meta. La gracia de Dios no ha sido tomada totalmente por los demonios ni se ha secado ni muerta por en calor de las primeras tentaciones, pero no hace raíz y empieza a crecer y desarrollarse.

El problema es que hay demasiada competencia por los nutrientes, humedad y luz, que nada les hace bien. La planta crece muy débil. Estas almas, de igual manera, no pueden producir ningún fruto, son demasiado débiles porque su voluntad ha sido diligente en rechazar o eliminar el mal que es necesario erradicar.

Por último nos encontramos con la buena tierra donde la voluntad ha preparado el alma para recibir la gracia de Dios. Ha escuchado la voz de San Juan Bautista, corregir sus caminos, llenar los vacios y eliminar lo que le perjudica, enderezar los caminos, y suavizar los caminos escabrosos.

Estas almas con su buena voluntad han sido encontradas terrenos fértiles para la gracia de Dios.

Sin embargo, aún en estas, no son todas iguales. Algunas hicieron un buen trabajo al eliminar todos los obstáculos, fertilizando y preparándose para que al recibir esta gracia, puedan producir buenos frutos abundantemente; los otros cuya voluntad no fue tan diligentemente preparada el sesenta y treinta por ciento de frutos han producido, todo depende del uso que hayan hecho de su libre voluntad.
Con esto vemos que no son las cosas materiales los obstáculos para nuestro desarrollo espiritual, sino más bien las decisiones que tomamos con nuestra libre voluntad.

No son las riquezas que frenan la entrada al cielo, sino el amor a estas cosas más que al amor de Dios. Los ricos, si con la libertad de su voluntad, deciden darle a Dios el lugar de preferencia, buscando usar los dones que Dios les ha dado, para darle honor y gloria, merecen el cielo y se dan cuenta que las bendiciones de este mundo son de gran ayuda más que hacerles un mal.

Los que no cultiven su libre voluntad, por el contrario, encontraran todo lo opuesto; los bienes de este mundo se convierten en obstáculos para su salvación, porque han decidido amar las cosas de este mundo más que a Dios.

AMÉN