24 DE ABRIL DE 2011
Queridos Hermanos:
Este es un día glorioso para los que verdaderamente aman a Dios. Quienes aman a Jesucristo lo han seguido hasta la Cruz y de esta, al sepulcro, y ahora, el día de hoy del Sepulcro a la vida eterna.
No existe la resurrección sin la muerte previa. Hemos muerto con Cristo, cuando fuimos bautizados o nos quitamos al hombre viejo, (la vida de pecados) y nos convertimos en una nueva creatura en Cristo. Hemos seguido la orden de nuestro señor Jesucristo, de tomar diariamente nuestra cruz y seguirlo. Al negarnos a nosotros mismos hemos muerto a nosotros mismos, por lo tanto es justo y correcto que resucitemos a una nueva vida con Cristo.
Es verdad que Cristo ha resucitado de entre los muertos y que nosotros también resucitaremos de entre los muertos. Nuestra resurrección será gloriosa si verdaderamente hemos renunciado y muerto a nosotros mismos y a este mundo. Si hemos fallado en morir a nosotros mismos y a este mundo y hemos sólo sufrido una muerte física, nuestra resurrección será terrible y miserable, porque resucitaremos para nuestra eterna condena.
El día de hoy celebramos la resurrección de Jesucristo y en ella buscamos imitarlo.
Esperamos que en Su misericordia nos de la gracia de morir con Él para resucitar con Él. No nos es suficiente creer en Él, debemos imitarlo, debemos fundar nuestra vida en la de Él.
Muchos celebraran Su resurrección, el día de hoy, pero no tomaran parte de Su sufrimiento. Desean seguir a Cristo en Su gloria, mas no es Su sufrimiento.
Acudirán a la Iglesia este domingo, pero el resto de la semana, meses o años, se entregarán a la vida hedonista y total olvido de Dios. Buscan placer físico y material a costo de lo espiritual. Por lo tanto acuden a esta celebración haciendo de su asistencia, falsa y un fraude. Esta, no es, la manera de vida de un verdadero cristiano.
Sólo quienes han pasado el tiempo de cuaresma y más importante, estos últimos días, con Jesucristo pueden verdaderamente regocijarse y beneficiarse de la festividad de hoy.
Quienes han hecho nacer el sufrimiento de Jesucristo en ellos mismos, por lo menos en su corazón, acuden apresuradamente con un gran júbilo, como lo hicieron las mujeres que acuden a San Pedro y los demás apóstoles, para decirles lo que ha sucedido. Verdaderamente, no existen palabras, para expresar los sentimientos que envuelve el corazón de los que aman a Cristo de esta manera.
Así como sufrió en este mundo Lázaro, así fue su recompensa en el cielo, y el hombre rico sufrió mucho mas por todos los beneficios materiales con que contaba e este mundo. Lo mismo aplica a todos nosotros. Si no sufrimos ahora, por el amor de Dios, como lo hizo Lázaro, es claro que sufriremos en el infierno como lo hace el rico.
Recordemos que este hombre suplica a Abraham permitirle a Lázaro regresar y prevenir a su familia, para que eviten el castigo. Abraham le dice que su familia tiene la revelación de Moisés y los profetas y que si no han escuchados a ellos mucho menos escuchará a quien regresa de la muerte.
Nosotros de igual manera contamos con Moisés y los profetas, además Jesucristo ha resucitado de entre los muertos. Si el hombre rico no tiene excusa por no corregir sus vidas, luego entonces los que viven ahora en la forma incorrecta que lo hacen, menos tendrán excusa. Tal vez será peor para quienes usando la Resurrección de Jesucristo como excusa, sea mucho más ofensivo a Dios.
No rompamos nuestra penitencia con sobre jubilo y excesos, aunque sea tiempo de celebrar. El propósito real de esta celebración perderá su sentido si utilizamos estos momentos para ofender a Dios. Los modernistas materialistas están todos a nuestro alrededor. No es malo tomar un gozo moderado de las cosas materiales con las que contamos en este mundo, pero es necesario que santifiquemos estas cosas por lo menos asociando o viendo simbólicamente a Cristo en ellas.
Pasado el invierno, salen los conejitos de sus madrigueras en la tierra, lo que sugiere la resurrección de Cristo. Los pollitos deben romper el cascaron y representar para nosotros la Resurrección. Los dulces y todo tipo de azucares nos deben sugerir la dulzura y bondad del Cielo y todos los beneficios que Dios nos da, etc.
En este tiempo de alegría, santifiquémonos buscando y viendo a Dios en todo nuestro alrededor. Veamos Su bondad en nuestras alegrías y sufrimientos, en nuestros placeres y dolores. Hagamos todo por el amor de Jesucristo para que de esta manera nuestra alegría de pascua sea tan benéfica para nosotros como la penitencia, sacrificios y sufrimientos de cuaresma.
Así sea