Saturday, February 26, 2011

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

27 DE FEBRERO DE 2011

Queridos Hermanos:

Consideremos el día de hoy, el problema eterno que contamina la Iglesia: Los falsos maestros

San Pablo nos habla de estos, en la epístola de hoy. Al parecer los fieles de Corinto fueron influenciados por la elocuencia y maravillas que proclamaban los falsos maestros, lo que ocasiona que san Pablo hable sobre ellos. Hace esto, aún a pesar de decir que, es una cosa tonta a hacer.

Esta forzado a hacer esto para recordarnos que la Iglesia tiene todo lo que los falsos maestros o herejes tienen, pero mucho más. San Pablo sobrepaso todo lo que los falsos maestros propusieron tener. Por lo que si estamos impresionados por lo que tienen los herejes, lo debemos estar más por lo que tiene la Iglesia. Los herejes sólo pueden imitar y simular lo que la Iglesia tiene. Por lo que toda su presunción es en vano. La iglesia católica no necesita impresionar a nadie ya que conoce lo que Dios le ha dado, y porque no es necesario exageraciones banales. Razón por la que san Pablo nos dice que habla como tonto porque nos dice por lo que ha pasado y sufrido.

En el evangelio de hoy, Nuestro Señor Jesucristo nos presenta una parábola en la que nos explica como la gracia de Dios es recibida de diferente manera en el alma de las personas. La semilla que cae in tierra diferente es la misma. La diferencia es cómo reacciona a esta semilla o como responde cada alma a la gracia de Dios.

Muchos falsos maestros se presentan como verdaderos en apariencia y simulan tener lo que la Iglesia posee porque han recibido la misma gracia inicial. La semilla que florece sobre la roca es igual a la que crece en tierra fértil. La fase inicial o primera parece la misma o muy similar. Lo mismo se puede decir de la que crece entre espinas. Esta de igual forma cuando aparece es muy similar, en su fase primera, a la de la tierra fértil.

Los herejes usan esta técnica para engañar a los incautos. Usan las mismas biblia, propagan las mismas citas de las Sagradas Escrituras. Los vemos y vemos la Iglesia, a primera vista es difícil distinguir los unos de los otros. Es hasta que nos acercamos más para poder examinar con detenimiento, cuando podemos descubrir la verdad de estos.

Muchos herejes hacen alarde de las gracias que han recibido, olvidando que estas son dones de Dios y que nada tiene que ver con mérito propio. Cuando observamos con mayor cuidado nos damos cuenta que estas gracias nunca han hecho raíz en estos falsos maestros. La raíz superficial de estos individuos se seca con el primer calor de las tribulaciones o tentaciones. Estos falsos maestros son frecuentemente ayudados por los demonios. Harán todo lo posible para darles el éxito y ayuda en su “ministerio”. Los demonios los protegerán hasta alimentar su vanidad y de esta manera engañar a muchos más. Éxito mundano y cantidad de seguidores está más sobre la lista de los falsos maestros y la maldad que en la verdadera Iglesia. La Iglesia Católica se preocupa por la solides y profundidad. Desea llenar nuestro corazón con un amor solido, profundo y verdadero por Dios, no un sentimiento ligero y pasajero.

Este amor por Dios nos ayuda a sobre llevar las tribulaciones para sufrir de manera voluntaria haciéndonos más fuertes cada vez.

Existen otros falsos maestros que tal vez tengan la raíz más profunda que los anteriores, sin embargo rápidamente se hace evidente que el crecimiento de estos no se debe a la cooperación con la gracia de Dios, sino más bien a las semillas entre espinas, su crecimiento es aparente, ya que es delgado y frágil. No cuenta con sustancia fuerte esta plantita. Vemos algo de verdad y bondad en esta, sin embargo está mesclada con maldad y error. La poca verdad o bondad en esta, es superficial.

Al observarla cuidadosamente se puede notar que es demasiado débil para producir algún fruto.

Los verdaderos maestros están fortalecidos al cooperar con la gracia de Dios. Han hecho todo lo que proclaman los falsos maestros y un poco más. No hacen tanto alarde porque saben que es superficial y falso hacerlo.

No seamos engañados por los honores y glorias superficiales de los falsos maestros a nuestro alrededor. Tengamos mucho cuidado y poniendo atención veamos que son vacios y triviales, busquemos la doctrina solida y profundamente enraizada que se puede encontrar sólo en la Iglesia de Jesucristo, la católica.

Al aceptar a los maestros que Dios ha enviado, nos encontraremos mejor disponibles para recibir la gracia de Dios en nuestra alma para que haga raíz y crezca en nosotros. Para que el día de la cosecha alcáncenos ver claramente el fruto que en este se estuvo desarrollando. Veremos el vacio de los falsos maestros y el fruto y plenitud de la doctrina de la Iglesia. Si hemos sido fieles a esta Iglesia, fundada por Jesucristo nuestro Señor, veremos nuestro propio fruto al prepararnos para la recompensa eterna en el Cielo.

Que así sea.