Saturday, January 8, 2011

LA SAGRADA FAMILIA

7 DE ENERO DE 2011

Queridos Hermanos:

La familia es el centro de toda sociedad. Es la base sobre la que todo lo demás descansa. Razón por la cual, todas las fuerzas del mal en nuestra sociedad, se han desatado con determinación en destruir a la familia a como dé lugar.

Todo seguidor verdadero de Jesucristo Nuestro Señor, se encuentra en esta lucha, consciente o inconscientemente. Es una batalla ante todo por su alma y la unidad de su familia.

Si queremos tener éxito en esta lucha, es necesario que hagamos oración, estudiemos esta situación y luchemos valientemente esta batalla. Para ayudarnos la Iglesia nuestra Madre, nos presenta el día de hoy la festividad donde debemos dar honor a la Sagrada Familia. Existe mucho que imitar y considerar al respecto.

La gloria y dignidad de María Santísima es un buen lugar donde empezar. Jesucristo es Dios y todos los ángeles del Cielo le dan honor, gloria y adoración. María santísima tiene el gran honor de llamarlo Su Hijo.

¿“Hijo por qué has hecho eso, con nosotros”?

San Bernardo dice:

¿“Quién estaba sujeto a quien? Un Dios al hombre. Dios, repito, a quien los ángeles están sujetos: a quien obedecen los poderes y principados: estaba sujeto a María; y no sólo a Ella, sino también a José, por María. Admiró y reverencio a ambos, y escogió a quien tú admiras más: La más dulce condescendencia del Hijo o la más sublime dignidad de la Madre. Por cualquiera de las dos, estoy sin palabras: ambos son maravillosos. Obedecer Dios a una mujer es humildad sin comparación; y que esta mujer haya tenido que regir sobre Dios, es dignidad sin igual.”

“y fue con ellos a Nazaret y se encontraba sujeto a ellos”.

Esto es uno de los puntos más importantes a considerar. Dios mismo se ha humillado a Sí mismo para obedecer a María y a José. Este es el más perfecto ejemplo de humildad. Todos estamos sujetos a algún tipo de autoridad puesta por Dios, sobre nosotros. De esta manera nos muestra que la humildad y la obediencia son muy preciados por El. Si es nuestro deseo complacer a Dios, es tan simple como obedecer de manera pronta y con humildad a quienes ha puesto sobre nosotros. Es la voluntad de Dios que seamos humildes y obedientes. En esta obediencia honramos no sólo a quienes obedecemos sino mucho más, honramos a Dios. En nuestra obediencia a quienes Dios ha puesto sobre nosotros, estamos en esencia obedeciendo a Dios, porque Él es quien los ha puesto sobre nosotros. Sin importar la sabiduría o su falta de esta, que estos individuos tengan, o su merecimiento o falta de este, debemos verdaderamente honrarlos y obedecerlos porque fueron puestos por Dios.

A todos los que se les ha dado la carga de la autoridad deben buscar y aprender de María Santísima y San José. Deben ser humildes de igual forma, y en verdadera humildad no deben fallar en mandar el respeto, honor y dignidad que Dios les ha dado en tal posición. No deben dejarse influenciar por una falsa humildad o por la maldad y la sociedad que desea expulsa su honor, dignidad y obligaciones. Puede que sean estos, verdaderamente los menos merecedores de tal autoridad, insignificantes desde muchas perspectivas, pero lo más importante es que Dios los ha puesto en ese lugar. San José es obviamente el menos merecedor, aunque es un hombre justo, más sin embargo, a él se le ha dado la máxima autoridad en esta familia como padre de crianza de Jesús y esposo de María. Tanto María y Jesús se sujetaban, honraban y obedecían a San José. Al más insignificante se le ha dado la máxima autoridad, honor y gloria; y el más grande ha tomado la posición más humilde de la sumisión y humildad de un Niño obediente.

Somos indignos de tal autoridad, sin embargo debemos ejercerla por honor y gloria de Dios, constantemente recordándonos que no es como a personas que nuestros sujetos deben obedecer, sino a Dios quien es el que ha decidido que nosotros lo representemos.

Cuando nos encontremos al otro lado de esta autoridad, debemos recordar siempre que es a Dios a quien honramos y obedecemos más que a la persona que se nos da como Su representante.

Consideremos profundamente a la Sagrada Familia y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para imitar sus virtudes y la gracia que nos muestran para que tengamos éxito en defender nuestra familia en contra de los asaltos del demonio en contra nuestra.

Que así sea.