31 DE OCTUBRE DE 2010
Queridos Hermanos:
Jesucristo Nuestro Señor, es nuestro Rey no sólo porque es Dios y Creador Nuestro, sino también por ser nuestro Redentor. Hemos sido conquistados no con bienes materiales sino con Su Preciosa Sangre.
Su Santidad el Papa Pío XI, cuando instituyó esta festividad, tuvo en mente que nos beneficiáramos de ella por muchos años. Consideremos estos beneficios que habremos de recibir y propuestos por este Papa, para tal celebración.
“Cuando honramos la dignidad del Principado de Cristo, el hombre sin duda alguna recordara que la Iglesia, fundada por Cristo es una sociedad perfecta, tiene un derecho exclusivo a una libertad perfecta e inmunidad del poder del estado; y que al cumplir esta misión a ella encomendada por Dios, el de enseñar, gobernar y guiar a la felicidad eterna, a todos los que pertenecen a este reino de Jesucristo, ella, la Iglesia, no puede estar sujeta a ningún poder externo.
El estado está obligado a extender libertad similar a las órdenes y comunidades religiosas de ambos sexos, quienes dan una gran y valiosa ayuda a los obispos de la Iglesia, al trabajar por la extensión y establecimiento del Reinado de Cristo. Con sus votos sagrados que hacen, los religiosos, luchan contra la triple concupiscencia de este mundo; al hacer la profesión de una vida más perfecta promueven la santidad que su Fundador deseó fuera la marca y característica de Su Iglesia, más directa y distinguida ante los ojos de todos”
Jesucristo Nuestro Señor es Rey y su reinado, en este mundo, es la Iglesia Católica. La Iglesia es un reino perfecto con Jesucristo Rey a su cabeza. Cristo Reina Su Iglesia a través de los papas y obispos. La sucesión apostólica de los obispos es esencial para su realización. Las cuatro marcas de la Iglesia Católica: Una, Santa, Católica y Apostólica.
Esta sociedad perfecta establecida por Jesucristo, que ha de existir hasta la consumación de los tiempos, debe siempre tener verdaderos sucesores de los apóstoles. Es sólo a través de verdaderos sucesores legítimos que Cristo gobierna en Su reino. Obispos falsos o ilegítimos no pueden, evidentemente, ser los representantes visibles de Cristo Rey. Están fuera de la Iglesia y fuera de la gracia de Dios, por lo tanto no tienen ninguna relación con el Reinado de Jesucristo, la Iglesia Católica.
Estos líderes falsos pueden establecer sus propios reinos o sociedades y ser los representantes de estos, sin embargo, no son miembros ni representan la Iglesia Católica. Los modernistas que se han vestido con ornamentos católicos y buscado la forma de escalar en posiciones aparentes de autoridad, no son católicos ni tienen alguna autoridad en la Iglesia Católica. Estos individuos son tradicionalmente señalados como “anti papas, anti obispos” etc. Mientras aparentemente mantienen una posición de autoridad y son aceptados como tales por la mayoría, no cambia el hecho de que están fuera de la Iglesia y quienes los siguen como a sus líderes terminan de igual manera, fuera de la Iglesia católica.
Es Cristo quien es Rey de todos los católicos, y los verdaderos católicos deben reconocerlo y ponerse bajo Su autoridad. Este Reino está por encima de todos los demás y es nuestra única y última esperanza, tanto para nuestro bienestar material como espiritual. Cuando entendemos esto, podemos ver que es una blasfemia decir que “son las Naciones Unidas, la última esperanza de la humanidad”.
Esto jamás puede ser afirmado por algún Papa verdaderamente católico. Las sociedades materiales son necesarias evidentemente, sin embargo en su adecuada posición, son secundarias al reino de Cristo y por lo tanto de su Iglesia. Son ellos los que son sancionados por Jesucristo no la iglesia por estos individuos. El mundo entero debe buscar a Cristo Rey como la única esperanza, no a las sociedades y organizaciones materiales. Por lo tanto el mundo entero debe incorporarse a la Iglesia Católica para poder tener alguna esperanza, particularmente la última y única esperanza de la sociedad.
En esta blasfemia, que hacíamos referencia en líneas anteriores, podemos ver que una nueva religión ha sido formada frente a las propias narices de la mayoría de católicos de todo el mundo. Quienes vieron y entendieron lo que estaba sucediendo lograros saltar de este barco que se estaba hundiendo, lamentablemente muchos de estos saltaron de la cacerola al fuego, por así decirlo. De inmediato establecieron sus propias iglesias y se convirtieron en líderes de estas sociedades nuevas. Muchos de estos se autodenominan “tradicionalistas”.
En este nuevo mar inmenso de nuevas y múltiples sociedades religiosas (iglesias) ha hecho cada vez más difícil para que la gente pueda encontrar la verdadera Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica, Iglesia fundada por Jesucristo Rey. De la misma manera en que muy poca gente, encontró, reconoció, creyó y siguió a Jesucristo en su Humanidad cuando estuvo en este mundo, lo mismo sucede hoy día con Su Iglesia.
Muy pocos, tal parece, reconocen y creen a los verdaderos Obispos, que El ha comisionado como cabezas visibles de Su Iglesia. Existen muchos lobos rapaces con piel de ovejas que predican doctrinas nuevas y diferentes, por lo que es preciso recordar lo que dice san Pablo que: “aún si un ángel de luz viniera y nos enseñare doctrina diferente, no deberíamos creerle”.
El éxito mundano no es sinónimo de verdad. Una mayoría de seguidores no es medida de Verdad, muchos son llamados pero pocos los elegidos.
Busquemos todos incrementar el amor por Jesucristo Rey y tenazmente busquemos Su Iglesia y a Sus obispos, que sin importar que tan poco merecedores de tal dignidad sean estos, ni que tan insignificantes parezcan, son estos verdaderos sucesores de los apóstoles y Sus representantes en este mundo, por lo tanto guardianes del Reino de Jesucristo en este mundo, la Iglesia Católica
!VIVA CRISTO REY!