Saturday, May 4, 2013

DOMINGO QUINTO DESPUÉS DE PÁSCUA


5 DE MAYO 2013

QUERIDOS HERMANOS:

El día de hoy, recibimos una instrucción muy profunda sobre la oración:

“Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo”.

No rezamos en silabas, ni en el tamaño de estas oraciones, es con el corazón y con la intensidad (sinceridad y confianza), que hacemos oración. Ni tampoco importa el lugar donde nos encontremos físicamente, que es tan importante cuando oramos sino la ubicación de nuestro corazón y mente., en ese momento.

No necesitamos decir mucho. Dios no necesita una multitud de palabras para saber que hay en nuestro corazón y mente. Es más bien el elevar nuestro corazón y mente a Dios, a la hora de orar. Constantemente nos lo recuerda san Pablo. Tal vez, nos hemos constantemente, preguntado cómo es que debemos orar. Debemos constantemente y con frecuencia levantar nuestro corazón a Dios.

Vivir con Dios antes que todo lo demás, con nuestros pensamientos, hacer todo por Él y en ÉL., esta es la forma en que debemos orar. Al levantarnos por la mañana, al acostarnos por la noche, antes y después de comer, antes de vestirnos y al desvestirnos, antes de empezar una actividad, al terminarlo y durante esta. En todo momento podemos orar. Cuando habremos de ser examinados por nuestro superior o debemos ir delante de este que es una cruz para nosotros, naturalmente debemos acudir a Dios por ayuda.
Cuando estamos en peligro, o temerosos, de manera natural debemos acudir a Dios.

Dios desea ser nuestro compañero más íntimo. Con frecuencia, nos ponemos delante de Dios, aún de rodillas recitando muchas palabras, pero nuestro corazón y mente esta distraída en muchas otras cosas. Nos alejaos de este lugar, sin pensar en que hicimos oración. Si no podemos escuchar nuestras propias oraciones, ¿cómo esperamos que Dios las escuche?

Estas oraciones tan extensas son en muchas ocasiones un insulto a Dios. Pueden ser bien recibidas por Dios si verdaderamente luchamos y nos esforzamos por sobrellevar las distracciones y tentaciones que nos acechan. Es en esta ocasión nuestro deseo y esfuerzo que agrada a Dios, más que las palabras que digamos.

Dios está en todas partes, luego entonces, todo lugar es el adecuado para orar. Nuestro cuerpo es templo y somos llamados a que en todo lugar entremos en nosotros mismos y elevemos nuestro corazón y mente hacia Dios. Esto hace mucho más fácil nuestra oración ya que no necesitamos dejar a un lado lo que estemos realizando. Mas bien, por el contrario, sucede que hacemos mucho mejor lo que estamos realizando cuando lo hacemos acompañado de la oración.

Nuestro gozo será completo y nuestras oraciones escuchadas cuando pidamos de la manera correcta. Y esto sucede cuando no pedimos a Dios bienes materiales, sino más bien por el regalo perfecto- la vida eterna.

“Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”

La razón por la que nuestras oraciones no han sido respondidas, es por no haber pedido o haber pedido lo incorrecto.

Algunos dirán que el texto dice “cualquier cosa” que pidas. La vida eterna lo es todo, todo lo demás no es nada cuando esta comparada con esta. Si pedimos por otra cosa que no sea esta, estamos pidiendo nada, y con frecuencia eso es lo que Dios nos da.
Debemos buscar que verdaderamente nuestro gozo sea completo, y esto solo se logrará con la vida eterna. Esto es el Cielo, donde nada más se puede desear. Esto oes lo que debemos buscar y pedir, ya que todo lo demás se nos dará.

San Pablo pide a Dios en tres ocasiones para que le quiete una tentación. Buscaba un bien temporal en la tierra, y Dios no le respondía. Esta tentación fue necesaria para su desarrollo espiritual. Se volvió humilde, y empezó a darse cuenta de su propia debilidad, parar volverse más fuerte ya que no buscó depender de sí mismo (sabía que era muy débil), se entrego completamente a Dios.

Transformó su oración en amor por Dios y en un deseo de estar eternamente unido a Él. Es entonces cuando recibe la gracia necesaria para resistir la tentación y vencerla al aumentar su amor por Dios.

Se nos pide rezar los unos por los otros incluso por nuestros enemigos, pero con frecuencia estas oraciones no son benéficas para quienes pedimos ya que al tener el libre albedrío marchan sobre caminos opuestos de su salvación. Estas oraciones, sin embargo, nos benefician mucho:

“aunque hubieran estado en ella, estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia salvarían su vida…, no hubieran salvado a sus hijos ni a sus hijas (Ezequiel XIV, 14).

Todos y cada uno de nosotros debemos cooperar con la gracia y hacer lo que nos corresponde. Sin la cooperación de nuestra parte con l agracia de Dios, todas las oraciones de los ángeles y santos del cielo serán sin ninguna utilidad para nosotros.

Debemos por lo tanto prepararos en la oración de manera adecuada. Buscando en el amor esta plenitud de gozo.
Si verdaderamente deseamos y amamos, nuestra oración será escuchada y, todo lo demás que necesitemos se nos dará por añadidura.

Así sea.