Saturday, July 7, 2012

SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


8 DE JULIO DE 2012

Queridos Hermanos:

En el evangelio de hoy, somos testigos de la multiplicación de los panes y el pescado, realizado por nuestro Señor Jesucristo, para dar de comer al hambriento.

Jesucristo ha dado este poder a la Iglesia. La Iglesia Católica ha ejercido este poder, por el beneficio de Sus hijos, desde sus inicios. Consideremos una bendición en particular, que podemos marcar desde los tiempos Apostólicos. Todo católico está familiarizado con el uso del agua bendita, sin embargo con gran frecuencia, el simbolismo, significado y poder sacramental es ignorado u olvidado.

Cuando el sacerdote bendice el agua, porta una estola color morado. Se requiere en la estola que imprima en nosotros que es el sacerdote quien tiene el poder de bendecir. La Iglesia viste al sacerdote de este color porque es color de restauración. Vemos este mismo color, durante el tiempo de penitencia para imprimir en nosotros la dirección a la que estamos procurando haciendo penitencia- estamos dejando atrás, el pecado, el mundo, los demonios, nuestras pasiones etc. Para dirigirnos hacia la santidad y una nueva vida. En la bendición del agua, el sacerdote toma esta y la saca de los usos profanos y le da un nuevo uso.

Es necesario que el sacerdote bendiga la sal, antes de bendecir el agua, (a menos que ya haga sal bendita disponible). En la bendición de esta pronuncia un exorcismo, expulsando a todos los espíritus malignos, e impartiendo en la sal, el poder de expulsar los demonios. Los exorcistas, han de manera tradicional, usado la sal para expulsar a los demonios. Muchos de los modernos “casa fantasmas” y gente de esa camada, se han dado cuenta del poder de la sal bendita y han tratado de imitar su uso, con sal no bendita, para tratar de engañar a la gente, haciéndolos creer que también ellos pueden expulsar los demonios. No es la sal, en sí, que tiene el poder sobre los demonios que los mantiene a raya, sino más bien la bendición de la Iglesia que es sólo impartida por un sacerdote valido y verdadero.

Después del exorcismo sobre la sal, el sacerdote, realiza uno similar sobre el agua. Nuevamente toma el uso profano, cualquier influencia de los demonios dándole una nueva dirección y dedicación. El agua toma una nueva vida. Cuando ambos elementos (agua y sal) han sido exorcizados y bendecidos, se mezcla la sal con el agua. El sacerdote hace la señal de la cruz con la sal y la vacía sobre el agua. Cuando la bendición es completa, tenemos entonces, agua bendita.

Esta agua simboliza muchas cosas para los católicos, principalmente, el poder de limpiar los pecados, como en el sacramento del bautismo, así como también nos trae a la memoria la separación del Mar Rojo, el poder del agua en el Jordán, de limpiar la lepra, el agua que fue cambiada en vino, Etc. Hugo de San Víctor dice: “el agua significa, penitencia por los pecados cometidos; la sal prudencia para el futuro, y ambas unidas, cambian la amargura de la conciencia por dulzura de la misma.” Si nosotros como el Rey David, san Pedro, María Magdalena y muchos otros grandes penitentes, pasamos el resto de nuestra vida en penitencia, luego entonces la amargura de nuestra conciencia se hará dulce.

El sacerdote en la Misa solemne inicia el Asperges, bendice a la gente para que obtengan la gracia del reconocimiento sobrenatural de la contrición de sus pecados y para que recen con verdadera devoción. Esta es la razón por la que se coloca agua bendita en las iglesias, escuelas, hogares etc. Para que con frecuencia nos bendigamos y obtengamos la remisión de uno u otro pecado venial.

Santo Tomás de Aquino, nos dice los efectos del agua bendita en la remisión de los pecados: “me bendecirás con hisopos y quedaré limpio, me bañaras, y quedaré mas blanco que la nieve”.

El mismo efecto hacemos con el agua bendita, el de alejar los espíritus malignos. La vida de los santos está llena de muchos testimonios del poder del Agua Bendita, en su lucha contra los espíritus malignos.

El agua bendita por la bendición de la Iglesia, le es dado este poder y muchos más, que tomaría un libro completo para enumerar todos estos. En breve, el Agua Bendita limpia los pecados. Nos mueve a la contrición y a la vida de la gracia, es un arma poderosa contra las asechanzas del demonio, remedio en contra de las tentaciones, útil en la curación de enfermedades y liberación de muchos males y más aún ofrece consuelo y ayuda a las almas de los difuntos en el purgatorio, al ser bendecidos sus cuerpos y sepulturas.

Por lo tanto, debemos procurar tener siempre Agua Bendita, a nuestro alcance, ya que es mucho mejor que cualquier medicina, comida o mejor aún que cualquier moneda preciosa. Tengamos siempre en nuestro hogar agua bendita, para bendecirnos con frecuencia (no por costumbre sino por verdadera devoción).

Debemos bendecirnos nosotros a nuestros hijos y seres queridos, nuestro hogar y alimentos etc. Para que todos estos sean mejores, en servicio nuestro, ayudándonos a cumplir con nuestras obligaciones, de incrementar día con día nuestro servicio, conocimiento y amor de Dios

Así sea.