Sunday, April 26, 2009

DOMINGO SEGUNDO DESPUÉS DE PASCUA

26 DE ABRIL DE 2009

Queridos Hermanos:

Cristo el Buen Pastor conoce a Sus ovejas y estás lo conocen a Él. Existe un solo rebaño al que todo mundo es llamado a incorporarse, es decir la Iglesia Católica. Fuera de este rebaño, no existe salvación.

Somos comparados a un rebaño, así como Cristo nuestro Pastor.

Nos hará bien entonces, considerar las características del rebaño, para estar seguros que seguimos esas cualidades que nos harán pertenecer a este.
Una característica de este rebaño es que no tienen medios de auto defensa, sin embargo dependen de los demás para su seguridad. Existe una fabula que dice que cuando Dios creó a las ovejas, están se quejaron porque a diferencia de los demás animales que fueron creados con algún tipo de arma para su protección natural, estas no lo recibieron. No muerden, patean, apestan ni son venenosas. Dios les dijo que esa sería su mejor arma. Cristo mismo nos lo dice en las Ocho beatitudes, que los dóciles heredaran la tierra.

Frecuentemente, los católicos, somos forzados a admitir que algunos otros tienen más ventajas sobre nosotros. Debemos luchar con ambas manos atadas a la espalda, no podemos usar las formas del mundo. Mentira, engaño, robo, calumnia, insultos, fraudes. Aunque el mundo usa todo esto en contra nuestra, nosotros por el contrario debemos permanecer humildes y pacíficos. Nuestro Buen Pastor nos ha dado el perfecto ejemplo de cómo debemos comportarnos. Se dirigió a la muerte sin queja o resistencia alguna.

Esto no quiere decir que debemos sujetarnos a la maldad del mundo ni seguir sus instrucciones. Más bien, debemos soportar las persecuciones y maldad mundana, en lugar de ofender a Dios haciendo el mal, aún a nuestros propios enemigos. Se nos ordena amar a nuestros enemigos y rogar por los que nos persiguen. Debemos tener la docilidad de Jesucristo. No debemos pagar mal con mal sino siempre haciendo el bien.
Si esto significa que debemos morir en las manos de los malvados del mundo y la maldad de estos, debemos ser como los mártires, voluntariamente y deseosos de ofrendar nuestra vida en lugar de ofender a Dios en lo más mínimo. Debemos orar por nuestros enemigos como lo hizo Cristo en la Cruz. “Perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Este tipo de sacrificios no son en vano, por el contrario dan abundantes frutos. El sacrificio de Cristo obtuvo el perdón de nuestros pecados y abrió el cielo para nosotros. La sangre de los mártires, la conversión de muchos. Podemos decir la que la Iglesia floreció de la sangre de Sus mártires. Sabemos que la sangre de San Esteban produjo la conversión de San Pablo.

Nuestra gran fuerza no radica en armamentos sofisticados o poder, sino en la sumisión sencilla. No podemos resistir al mundo con la fuerza de las armas o la rebelión, pero si con caridad, humildad, docilidad y paz. Somos enviados como soldados de Cristo en medio de Lobos, no tenemos ninguna oportunidad de victoria si confiamos sólo en nuestras fuerzas, con Cristo todo es posible. Por lo tanto debemos depositar nuestra esperanza y confianza en El.

Mientras estamos indefensos ante las armas del mundo, entendemos que es sólo el cobarde que ataca a los indefensos. Razón por la cual estos individuos deben recibir nuestras oraciones, porque en realidad no saben lo que hacen. Quienes no son cobardes ni débiles saben que no deben atacar a los indefensos, aún si no están de acuerdo con ellos, pero saben que no hay gloria al aprovecharse de su fuerza en contra de los que no pueden defenderse.

Tal docilidad y valor ante la amenaza de dolor y sufrimiento frecuentemente los hace reflexionar que estos humildes indefensos tienen algo más que a ellos les falta. Se maravillarán de saber de dónde sacan estos indefensos individuos tanto valor y fuerza. Sentirán envidia saber de dónde sacan los humildes esa paz inquebrantable.

De esta manera pueden convertirse. De esta manera se puede hacer del peor pecador un gran santo. Todo sin la fuerza de las armas, sin más que el amor y la paz del dócil.
De esta manera las ovejas no sólo conocen al Buen Pastor sino que se asemejan a Él.

Así sea.