15 DE MARZO DE 2009
“Y las cosas postreras de ese hombre son peores que las primeras”
La degeneración del pecador es un asunto muy terrible y alarmante, para quienes tienen la pureza de su fe y claridad para verlo. La corrupción del pecador no le permite ver su situación desesperante ni puede ver ningún peligro. Normalmente, se siente tranquilo y cómodo en sus pecados. De esta manera es mucho peor de lo que fue al momento de cometerlos y notar la mancha en su conciencia. Ya no es uno el demonio que habita en su alma, sino ocho, el primero mas siete que atrajo consigo este.
Tales personas han expulsado al demonio de su alma pero han fallado en continuar por el camino de la virtud. Los demonios han regresado y lo encontraron “limpio y adornado”. Sus almas fueron separadas del pensamiento en Dios, todo lo bueno y sagrado les ha sido borrado de su alma, y adornadas con la vanidad mundana y amor propio. Este vacío, se ocasiona gracias a su descuido e irresolución de evitar las ocasiones de pecado. Todo esto ocurrió porque no estuvieron vigilantes y en oración y porque no se disciplinaban a sí mismos en hacer de sus almas la morada de Dios.
San Bernardo nos dice. “La constante repetición del pecado engendra un habito, el habito una necesidad y la necesidad la imposibilidad, la imposibilidad la desesperación y esta ultima la condenación” este es el simple circulo vicioso del pecador complaciente, y sólo puede ser corregido por la gracia de Dios, la oración y un arrepentimiento sincero, contrición y penitencia.
San Agustín nos dice: Los pecados, aun los más grandes y horribles, en cuanto se convierten en habito, son minimizados o no pecados del todo, son tan profundos que parece casi imposible eliminarlos, los presumen y los convierten en algo cada vez más notorio” ¿no es verdad que vemos la inmoralidad pervertida, mente orgullosa y con halagos presentada en nuestros días? ¿Cuántos se glorían en su vergüenza? ¿Cuántos presumen de su maldad como si cometieran un bien? ¿Cuántos hay, que presumen exageradamente más de la cuenta, de esta maldad, de la que realmente cometen? ¿No parece que, tales personas tengan más de un solo demonio?
El libro de los Proverbios (1.7) nos dice que “el temor de Dios es el principio de la sabiduría” ¿Existe hoy día, alguien que tenga temor de Dios? Sabemos que, la gran mayoría lo ignora completamente. Quienes dicen creer en El, pretenden que no es de mucha importancia. Prefieren vivir en la mentira que dice que, Dios no los juzgara y condenará, por sus vicios.
“instruye al niño en su carrera, aún cuando fuere viejo no se apartará de ella” (Prov. 22:6), nuestra niñez en cada vez a más temprana edad acostumbrados a los vicios de nuestra sociedad moderna., especialmente los de Sodoma y Gomorra. Se les presentan tantas “alternativas” de vida (no del fomento del núcleo familiar) sino como, donde hay dos mamás y dos papás. Se les dice que eso es lo que deben aceptar, incluso los hay que yendo más lejos declaran, que esa es la voluntad y plan de Dios.
Los Sodomitas, a consecuencia de su debilidad, estaban tan ciegos que se creían a sí mismos mucho mejores que el justo Lot y rechazaban sus advertencias con gran coraje. (Génesis 19:9). San Agustín nos dice sobre este pasaje: “Tan lejos habían llegado, con este abominable vicio, los sodomitas, que lo consideraban virtud, y quien tratara de prevenirlos de los males que les acarrearía eran reprobados más que quienes los cometían”. Una vez más somos testigos de estos males con la agenda de los homosexuales que se nos implanta en la industria del “entretenimiento” diario y en la “educación” de nuestros hijos. Trabajan diligentemente para obtener un estatus especial para que las personas honestas sean calificadas como delincuentes y culpables de sus “estilos de vida”. Lot fue la voz solitaria que clamaba en el desierto sobre el día de la condenación de los pecadores, ¿habrá alguien en nuestros días que lo haga igual? Tendremos el valor de Susana cuando dice. “Mas prefiero caer inculpable en vuestras manos a pecar contra el Señor”. (Dan. 13:22,23).
Existen pecadores reincidentes con ocho o más demonios, alrededor nuestro. Parecen “normales” y frecuentemente se comportan como “Normales” sin embargo están muertos para la gracia de Dios y son instigadores traidores para la causa de los ángeles caídos, nuestra condenación eterna.
Debemos tener cuidado al asociarnos con están personas, toda vez que no sólo tienen el espíritu del hombre sino de los ocho o más demonios, y son muy astutos en sus traiciones.
Hagamos lo posible por no caer nosotros o las personas a quienes amamos, en las manos de estos individuos y contaminarnos con la aceptación de sus pecados. Pidamos a Dios la perseverancia en Su bondad. Recibamos devota y frecuentemente los sacramentos. De esta manera estaremos protegidos en contra del regreso del demonio que ha sido expulsado de nosotros en compañía de siete, peores a este.
Así sea.