Saturday, June 15, 2013

DOMINGO CUARTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

16 DE JUNIO DE 2013

Queridos Hermanos:

Nuestro señor mientras estuvo en este mundo sanó el cuerpo de muchas personas con sólo tocarlos y en ocasiones con su mera presencia. La gente buscó en Él la salud corporal y en esta ansiedad por las ventajas de sus cuerpos, se perdieron de un don mucho mayor, la salud de su alma.

Con frecuencia nos comportamos de la misma manera. Nos acercamos a Dios sólo por bienes o bendiciones materiales. Pedimos por salud, larga vida, paz. Comodidades etc. Al hacer esto nos perdemos de muchas gracias. Aunque estos bienes corporales no son malos, no son sin embargo las mayores bendiciones que podemos recibir.

Para que pudiera nuestro Señor sanar las almas de la gente, fue necesario subir a la barca y dejar a la gente en la playa. Necesitó separarse físicamente de la gente para que recibieran salud espiritual.

Lo mismo sucede con nosotros. Con frecuencia Dios debe alejar de nosotros muchas bendiciones físicas que generosamente nos ha dado, para que logremos elevar nuestro corazón, fuera de este mundo para poder ver los dones espirituales.

Encontramos en el mundo de hoy a muchos que se dicen católicos que sólo buscan los bienes materiales. Cuando los modernistas tomaron posesión de la casa de Dios, muchos desearon recuperar las estatuas, el altar, los hermosos himnos, la solemnidad, el latín y muchas otras cosas materiales o todo aquello que fue eliminado.

Quienes se autodenominan “tradicionalistas” buscaron (y aun buscan) sólo estos bienes materiales. Cayeron en el error materialista, buscando sólo la Misa en Latín, sin considerar la verdad ni el orden. Muchos se robaron la frase de “lo que importa es la Misa”, como si las manifestaciones externas fuera todo lo que importa.

La frase que dice “que la regla de la forma en que se ora es la regla en que se cree”, es verdad y estas cosas materiales son muy importantes, mas la indiferencia a los aspectos espirituales de la doctrina y la disciplina fue un error mortal.

Los “tradicionalistas” buscan simbolismos más que verdadero orden. No encontraron ningún problema en atacarse entre ellos mismos, o a cualquier otro hereje y cismáticos, lo que les importaba es que estos o aquellos dijeran la Misa en Latín.

Los hubo incluso quienes se presentaron como sacerdotes, sin serlo, al ser invalida su ordenación. Los tradicionalistas encontraron los símbolos y señales externas (los bienes materiales) que estaban buscando pero en su deseo y entusiasmo obstruyeron y se limitaron a recibir algún otro bien material y gracia para su alma. Encontraron hermosas estatuas, iglesias, altares, música sacra en latín, procesiones, ceremonias etc. Y puesto que esto es todo lo que andaban buscando, eso fue todo lo que encontraron. Tienen todo, más no la gracia.

Dios ha retirado de estas sectas, en un intento por despertarlos y hacerlos que eleven su corazón a n bien mucho mayor, los dones espirituales. Trágicamente, la mayoría parece contenta con sólo los bienes materiales de la iglesia, sin necesidad de lo espiritual.
Aún encontramos parte de estos bienes materiales como restos de la fe en las iglesias modernistas. No hay duda que poseen altares, estatuas música hermosa etc. Muchas de estas son inspiradoras. Más no lo que no tienen es la Gracia. Dios los ha abandonado y se encuentra ahora, en la barca buscando captar su atención a cosas mejores, mas no lo pueden escuchar al estar entretenidos sólo en los bienes de este mundo.

San Francisco, imitando a Cristo, se hizo indiferente a las cosas mundanas para casarse con la pobreza y la simplicidad. Al costo de los bienes materiales, buscó mejores y mayores bienes espirituales, para el alma. Hoy día, en la verdadera Iglesia y los verdaderos seguidores de san Francisco, buscamos con humildad esta sencillez de corazón. No es un menosprecio a los símbolos de la fe, pero si es mucho mejor, buscar lo espiritual para que nos guie.

Esto es lo que hace que muchos desprecien y rechacen la fe que les llevamos en el nombre de Cristo.

Cuando consideramos que en cada Misa Valida, la transubstanciación se realiza, y Dios se hace presente en Cuerpo y Alma, nos damos cuenta que, en ese preciso momento, el Cielo se acerca a este mundo y no hay ninguna otra cosa mejor o mayor donde vivir.
Las preciosas iglesias en el Vaticano o cualquier otro lugar, bajo la posesión de los modernista y aún las que están en posesión de los tradicionalistas, no se comparan para nada con esta parte del Cielo que recibimos.

Los humildes frailes en sus capillas y oratorios ofreciendo el Sacrificio de la Misa en toda verdad espiritual y verdadero orden, poseen mucho más que todos esos templos y todo el mundo combinado.

Procuremos buscar siempre a Jesucristo en la barca, dispuestos a dejar todas las cosas de este mundo para poder recibir los bienes del cielo y del alma.

¿Qué es, lo que los modernistas y tradicionalistas tienen en sus iglesias, obras de arte y ceremonias, cuando no tienen la gracia?
Es como lo dice Salomón:

¡Vanidad de vanidades y todo es vanidad!

Es el vacío. Lo que los tradicionalistas, tienen al seguir estas cosas materiales.

El arca de Pedro consiste en la verdad, verdadero orden y doctrina más no es la presencia física de sus ceremonias y templos. Debemos encaminarnos hacia las cosas espirituales. La Iglesia usa estos dones materiales pero no como fin, en sí mismos.
No cometamos en error de olvidarnos del alma y el verdadero orden de autoridad y doctrina, para buscar los símbolos materiales externos de la fe.

No rechacemos la verdad por ser presentada como humildad y modestia. La fe que salva no se encuentra en las iglesias majestuosas, sino en la humilde y sencilla porciúncula de nuestros días (pequeña fracción) de los Franciscanos.

Imitemos a Jesucristo al dar gracias a Dios por haber ocultado las Verdades Espirituales de los orgullosos y arrogantes de este mundo para revelarlos a los humildes.

ASÍ SEA