24 DE MARZO DE 2013
Queridos Hermanos:
El día de hoy debemos considerar la interpretación mística del significado del uso de la borrica, atada, y su borrico.
Algunos Padres de la Iglesia refieren que estos animales representan para nosotros las diferentes naciones. El asno que está acostumbrado al trabajo rudo, representa a la nación de Israel. Su pollino que, todavía no ha sido usado para cargar, que es aún salvaje y desenfrenado, representa a la nación de los gentiles.
Los Israelitas han sido dominados por la Ley de Moisés y liberado por esta, para que pudieran estar preparados para recibir a Nuestro Señor, sin embargo, no lo hicieron así. Fueron estos los primeros en rechazar a Jesucristo, quien se les manifestó antes que a cualquier otra nación. Los invitados en segundo término, suplantaron a los primeros. Jesucristo cabalgó sobre el pollino que jamás había sido montado, y al que seguía de manera natural la borrica.
La nación gentil cargó a nuestro Señor y deja que los sigan los Israelitas.
Vemos el poder de Dios cuando son enviados los apóstoles a traer los animales. Los propietarios, estaban dispuestos, como lo había señalado Jesucristo, a prestar los animales, a las simples palabras de que, el Señor los necesitaba. Situación de verdad inusual.
Los propietarios de objetos de este mundo, normalmente no permiten que les pidan sus propiedades, como lo hicieron con los dueños los animales en mención. Dios fue capaz de inspirar en estos hombres a de manera libre y voluntaria prestar los animales.
Podemos comparar esta situación, con que alguien acuda a solicitar llevarse tu auto, y cuando le preguntes porque se lo llevan, te respondan que el Señor lo necesita, y les permites, por esa razón, llevárselo.
Dios puede y de hecho cambia a los hombres para que cumplan Su voluntad. Es, esto de antemano, la manifestación del poder de Dios, de disponer y predecir del hombre según le place. Con frecuencia nos inspira a separarnos de las cosas de este mundo, pero lamentablemente con frecuencia rechazamos estas inspiraciones e impedimos que las cosas sean para los propósitos Divinos. Al atarnos a estas cosas materiales nos privamos nosotros mismos de grandes recompensas.
Debemos estar ciertos de que el hombre que permitió se llevarán sus animales al servicio de Dios, está ahora recibiendo el gozo de la buena acción que realizó y permitió que sucedieran tales acontecimientos.
Si Dios es capaz de inspirar estas cosas a los hombres, podríamos cuestionarnos el ¿por qué no motivó a los Israelitas para amarlo en lugar de permitirles exigir Su muerte? Dios puede y de hecho mueve los corazones de los hombres, mientras que al mismo tiempo reconoce y considera su libre albedrio. Cuando el hombre se opone a la voluntad Divina, Dios es capaz de sacar algo bueno de esta voluntad malvada.
Los demonios inspiraron en los hombres el odio contra Jesucristo y forzar Su crucifixión, sin darse cuenta que lo que realmente hicieron fue ayudar en la llegada de la redención del mundo. Por lo que podemos darnos cuenta que los espíritus malignos asisten y traen lo bueno muy a pesar de ellos mismos.
Los demonios y todos sus seguidores rechazan y buscan la destrucción de Dios y sus seguidores, sin darse cuenta que a los únicos que dañan y destruyen es a ellos mismos.
Finalmente, Dios está en el Cielo y encargado de todo lo que sucede y no hay nadie que lo impida; ni todos los demonios juntos en el infierno pueden evitarlo. La voluntad de Dios se debe cumplir. Quienes se oponen a este, serán forzados a ajustarse en contra de su voluntad perversa, y sólo traerán consigo la destrucción y muerte. Nada cambiará ni dañará la voluntad de Dios. Los de voluntad malvada sólo se dañan a sí mismos, causándose grandes miserias.
Mientras entraba Jesucristo a Jerusalén sobre estas bestias de carga, muchos se conformaron a esta voluntad de manera voluntaria o involuntaria, como la asna y su pollino. Este permite de manera voluntaria que Jesucristo cabalgue sobre su lomo, mientras que la borrica sólo los sigue. Uno se ajusta a la voluntad de Dios de manera directa mientas que el otro lo hace de manera indirecta.
Los israelitas siguen a los gentiles en el ámbito espiritual, pero sólo por razones materiales. Estos dos tipos de personas los seguimos encontrando en el mundo de hoy. Quienes de manera voluntaria buscan hacer la voluntad de Dios y quienes terminan siguiéndola, no por motivos espirituales sino por intereses mundanos.
Unos serán recompensados eternamente, los otros, serán parte de que la voluntad de Dios se cumpla, y muy a pesar de su querer serán castigados en el infierno.
Al ir cargando nuestras palmas benditas, el día de hoy, consideremos cual de las dos categorías representamos. Nos encontramos entre los que rechazan a Dios y en contra de nuestra propia voluntad estamos forzados a hacer Su voluntad, o somos los que de manera voluntaria buscamos hacer Su voluntad.
Que esta Semana Santa nos encuentre recibiendo a Jesucristo en su entrada a Jerusalén, así como llorando nuestros pecados al pie de la Cruz. Que nos encuentre, de igual forma, orando por nuestros enemigos, como lo hizo Jesucristo sobre la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
En su rebelión y odio, están involuntariamente cumpliendo la voluntad de Dios, pensando hacer la suya propia para encontrar la felicidad, cuando en realidad lo único que encontrarán es el sufrimiento por toda la eternidad.