17 de marzo del 2013
Queridos Hermanos:
EL conflicto eterno se nos presenta nuevamente en el Evangelio de Hoy. EL bien en contra del mal. Dios en contra de Satanás. Jesucristo enfrenta el instrumento del mal, que llaman luz a la oscuridad y oscuridad a la luz. Jesucristo les dice lo que son, pero no lo escuchan. Porque la maldad y el orgullo los ha dejado ciegos a la verdad.
Este mal es tan antiguo que precede al hombre mismo, se inicia con la rebeldía contara Dios, del demonio resultando expulsado del paraíso. Continúa con Adán y Eva seducidos y de igual manera revelarse contra Dios. Continúa ahora con la ceguera diabólica de los herejes y cismáticos del mundo de hoy.
Los Modernistas, Materialistas, Comunistas, Nuevo Ordo, Protestantes, Tradicionalistas etcétera, todos señalan a la Iglesia, Una, Santa y Católica acusándola de tener al demonio, cuando en realidad son ellos los que hacen las obras de este.
El “ecumenismo” de nuestros días, le da la bienvenida a todas las religiones siempre y cuando se frenen en condenar los errores de los demás. La Verdadera Iglesia no puede detenerse en condenar los errores, tal y como tampoco lo hizo Jesucristo. La Iglesia tiene el mandato de Dios de amonestar y condenar todas estas influencias diabólicas de igual manera, por caridad debe señalar estos errores que seducen las almas. Ve los errores que estos comenten y quiere salvarlos de sí mismos, es de la misma manera, por amor a sus hijos que habla y señala los errores para que los fieles no caigan en estas trampas seductoras del demonio.
No es una tarea placentera sin embargo es necesaria y vital. Es realmente imposible para la Iglesia, los obispos y sacerdotes, permanecer callados, en contra de los promotores del “ecumenismo”. Su idea de “ecumenismo” es en el que Dios y la Verdad son sacrificados en el altar del hombre. El respeto humano es lo que desean que ocupe el lugar del amor por Dios y la Verdad.
En estas religiones inspiradas diabólicamente, se habla desde la perspectiva puramente humanista y mas certeramente desde la perspectiva diabólica. Aunque proclamen servir y amar a Dios, es una mera ilusión ya que no aman la presencia física de Jesucristo en el mundo de hoy (La Iglesia Católica, el Cuerpo Místico de Jesucristo).
La condenación en su contra los hace pensar que la Iglesia es “intolerante” y falta de “caridad”. La Iglesia debe ser intolerante a todos los errores por ser Ella, guiada por el Espíritu Santo, quien es la Verdad misma. Y más allá de faltarle caridad, es todo lo contrario. Está llena de caridad y este amor por sus hijos la saturada de amor y celo, condenando cada error sin importar que tan insignificante parezca.
Debemos continuar en esta batalla, porque así se nos ordena y debemos hacerlo de igual forma por amor, además de que esta en nosotros obrando el Espíritu Santo. No es el hombre que habla por la Iglesia, sino Dios quien habla por medio del hombre.
Recordemos las palabras de nuestro Señor al decirles a Sus apóstoles que no se preocuparan por lo que habrán de decir, sino confiar en Dios quien nos dirá lo que debemos decir. No hay salvación en ninguna otra religión porque hay sólo un bautizo, un solo Señor, una sola Verdad y una sola Iglesia, para salvarse.
Las demás “religiones” mundanas, son inspiraciones del demonio, ya que tienen a este como guía y Padre. Mientras que la Iglesia Católica proclama a Dios verdadero.
Que el evangelio de este día nos inspire a nunca flaquear por temor o respeto humano, y proclamar la verdad condenando los errores de las falsas religiones, del mundo de hoy. Si nos avergonzamos de Dios y SU Iglesia y la negamos delante de los hombres; Jesucristo nos negara delante de Su Padre Celestial.
Con todo esto recordemos que somos humanos, que hemos pecado y que hemos tenido la desdicha de haber caído bajo la influencia del demonio. Debemos permanecer humildes y caritativos con los demás. Sin dispensar el pecado, los errores o maldad, sino más bien, resistiendo y rechazándolos dentro de nosotros mismos como con los otros.
El tiempo de cuaresma se nos ha dado para arrepentirnos y hacer penitencia, por nuestras transgresiones, para renunciar al demonio de una vez por todas y hacernos verdaderamente hijos de Dios antes que hijos del demonio.
Los días se hacen cortos y se nos van de las manos rápidamente. No debemos permitir caer ni vivir en la complacencia, sino más bien levantarnos de nuestro letargo y luchar contra el mal interior como el exterior, para levantarnos a luchar por la Verdad, la Iglesia y Dios.
Busquemos siempre luchar por la Verdad y al lado de Dios que es quien alimenta nuestra alma. Para lograr esto debemos contar con verdadera caridad (un amor total, completo por Dios y la Verdad). Esto lo logramos por medio de la oración y la penitencia, para no ser engañados por falsos maestros.
La oración y la penitencia la hacen con gran gozo, los hijos de la libertad. Seamos siempre generosos al dar todo por nuestro Señor, para ser dignamente llamados Hijos de Dios.
Que así sea