Saturday, March 17, 2012

4to DOMINGO DE CUARESMA

18 DE MARZO DE 2011

Queridos Hermanos:

Vemos ya a distancia, en el evangelio de hoy, la preparación de la Sagrada Eucaristía, la Sucesión Apostólica y autoridad de la Iglesia.

Con la muerte de San Juan bautista, el periodo de la Ley y los profetas, han pasado. Las multitudes han ahora acudido a Jesucristo y lo han seguido a través del tiempo, y entre las poblaciones aledañas. Ya no espera la gente, nutrirse de la ley y los profetas. Ahora todo su alimento debe venir de la Iglesia Católica.

Los apóstoles han ya entendido sus posiciones en la Iglesia. Nuestro Señor Jesucristo les ha ya dicho como habrían de alimentar a las multitudes, que los han seguido.

Se dan cuenta que no hay comida suficiente, ni dinero para alimentarlos a todos. Y es ya tarde, para regresarlos a casa. Cristo Nuestro Señor, les dice que toca a ellos alimentar a las multitudes. Es de sus manos que deben recibir los nutrientes, no sólo espirituales sino, más importante, la alimentación y nutrición espiritual.

La abundancia de los fragmentos restantes, de las doce canastas, nos demuestran que los apóstoles tienen en su posesión una capacidad ilimitada de nutrientes espirituales para dar a la gente. Por lo tanto es la gente la que debe buscar este tipo de alimentos espirituales de las manos de los apóstoles y sus legítimos sucesores. Vemos en esto una de las marcas de la verdadera Iglesia, es decir que es Apostólica.

De la misma manera vemos el Sacramento de la Sagrada Eucaristía, simbolizada en las piezas de pan. El verdadero cuerpo de Cristo es multiplicado en la Sagrada Eucaristía, al grado que sin importar que tanto sea distribuido por el obispo y sus sacerdotes, siempre estará presente Cristo. Mientras haya verdaderos obispos, la Iglesia siempre permanecerá y existirá; el cuerpo de Cristo permanecerá con nosotros, en este mundo.

Ya no hay un pan vivo esperado por los profetas y la Ley antigua, ni tampoco están las poblaciones aledañas. El único lugar para encontrar el pan de vida verdadera, Jesucristo, es en la Iglesia que es: Una, Santa, Católica y Apostólica.

Al voltear a nuestro alrededor en este mundo, podemos ver que hay una gran variedad de lugares de culto. Por lo que con frecuencia, algunas almas, son tentadas en creer que pueden encontrar estos nutrientes de salvación y vida espiritual de su alma, en cualquiera, de estos.

Las sinagogas, mezquitas, templos, iglesias protestantes, modernistas y del Nuevo Orden. Son incapaces de dar este alimento a las almas hambrientas. Los verdaderos católicos que buscan el eterno, Cuerpo de Cristo, para alimentar sus almas, deben entrar una vez más en el desierto para encontrar a Cristo y Su iglesia.

Es, únicamente ahí, donde encontramos el verdadero alimento para nuestra alma. El número de obispos falsos y falsas religiones ha sido multiplicado muchas veces, por los demonios, con la intención de engañar aún a los mismos elegidos y privarlos de obtener la vida eterna. Por lo tanto no debemos buscarlos a ellos para nutrir nuestra alma, ya que no son pastores de almas, instituidos por Dios. Sino más bien lobos vestidos de ovejas con el fin de destruir el rebaño de Cristo.

Con la abundancia de distintos tipos de fe y sectas a nuestro alrededor es muy tentador para algunos de nosotros o bien seguir los caminos modernistas que creen que todos están bien y que no importa por cual decidirse o tomar el extremo opuesto, y no creer que ninguno esté en lo correcto y que todas las religiones son una farsa.

Nuevamente decimos que la virtud y la verdad no están en ninguno de estos extremos, sino más bien, en el centro de estas dos.

Hay una sucesión apostólica verdadera, que continua sosteniendo en sus manos, estas canastas de pan de vida eterna. Ambos, el pan de vida eterna de la Palabra de Dios, y el pan de vida eterna del Cuerpo de Cristo en la Sagrada Eucaristía.

Somos nosotros, los pocos que sostenemos aún esas canastas, quienes busquen en otro lugar terminaran en una gran hambruna, toda vez que es sólo en la verdadera Iglesia, que encontramos la alimentación para nuestras almas.

Así sea