Saturday, January 14, 2012

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA

15 DE ENERO DE 2012

Queridos Hermanos:

Nuestro señor Jesucristo asiste a la boda para grabar en nosotros la santidad del matrimonio. Vemos que cambia el agua en vino, no para satisfacer su sed ni la de los invitados. Esto lo hace para que la gente crea en Él.

Jesucristo no cambió en pan las piedras, cuando tenía hambre y que fue tentado por el demonio. Jesucristo no vino a satisfacer las necesidades del cuerpo sino las del espíritu. Cambia, en la boda, el agua en vino, a petición de Su Madre y no la del demonio; además porque sería el primer milagro para Sus discípulos, para que creyeran en Él.

Podemos ver claramente en este primer milagro de Jesucristo lo siguiente:

1.- Jesucristo es Dios,

2.- Que honra y confirma con Su presencia, y el primero de sus milagros, el estado matrimonial.

3.- de esta manera Nuestro Señor confirma a sus apóstoles en que crean en Él.

Sabemos que Dios sacó a la primera mujer Eva de Adán, sin la ayuda de la mujer. Así como, envió a Su Hijo a través de María, sin la ayuda de ningún hombre. De esta manera podemos concluir con san Pablo que, el estado virginal del hombre, es el más perfecto. Este es el estado que Dios ha honrado desde el principio.

Sin embargo, este no es el plan divino para todos los seres humanos. La intención de Dios es que el hombre se case y tenga hijos, por amor a Él. Quiere que cada esposo sea sólo de una esposa y viceversa. También quiere que esta unión de un esposo con una esposa sea para toda la vida. Sólo la muerte daña esta unión.

Dios conoce las tribulaciones y complicaciones que este estado pone sobre nuestra pobre naturaleza humana, por lo que ha dado la gracia, como lo hizo en la boda, elevándolo al estado sacramental (es decir que imprime las gracias necesarias para poder llevar esta vocación, siempre y cuando ambas partes colaboren con Él).

Con frecuencia quienes entrar a este estado, lo hacen con las intenciones equivocadas, para el detrimento de su alma e insulto a Dios. El matrimonio se nos da para que nos asemejemos cada vez más y de manera perfecta a Dios. Los dos, unidos en uno sólo, es la reflexión del Cuerpo Místico de Jesucristo.

El hombre y la mujer han de ser uno en la carne, pero aún, más importante, en el espíritu (corazón y mente) frecuentemente los hombres y mujeres se unen en la carne como cualquier bestia que no tiene razón y no conoce a Dios. De esta manera insultan a Dios y abusan los dones que les ha dado.

El gran estado de la virginidad ha sido mofado por la sociedad pervertida, al grado de que quien se preserva y quiere permanecer alejado de cualquier contacto sexual, es humillado y ofendido. La sociedad de hoy ha expulsado de su vida toda decencia y modestia, para poder sumergirse en las más perversas sensualidades sexuales.

Los prostíbulos y lugares de esta naturaleza ya no han sido alejados y colocados en los “peores lugares de la ciudad”. Ya se han convertido en la norma de todo lugar.

La forma de vestir, o mejor dicho de desvestirse de la mujeres, son la ocasión de pecado, sino de hecho por lo menos si de deseo. El lugar de trabajo, los centros comerciales, lugares de entretenimiento etc. Son ahora la corrupción y corrompen todo a su paso.

Lo peor es, que con la tecnología moderna metemos esta maldad a nuestras propias casas, que debe ser el hogar y santuario de la bondad y santidad.

Nos damos cuenta que, cada vez más y más personas contraen matrimonio como una licencia para someterse a las inmoralidades de toda naturaleza. La modestia y la decencia están fuera de lugar, del matrimonio.

Recordemos que el matrimonio es un designio de Dios para ser santuario y nutrimento, de todas las virtudes.

Jesucristo es Dios y por lo tanto nos está vigilando. Quienes puedan síganlo en el celibato, y quienes no puedas así hacerlo, únanse en matrimonio, con Su bendición y gracia.

Todos debemos buscar la santidad y bondad del estado en que se encuentre, sin importar mucho cual estado nos ha llamado Dios. Debemos resistir al demonio, al mundo y nuestras pasiones para mantenernos santos y sin mancha porque somos templos del Espíritu Santo.

Mantengamos alejadas de nuestra vida y hogar, todas estas malas influencias, manteniendo siempre monitoreada todas las actividades de nuestra vida. Debemos aprender a censurar nuestra mirada, sonidos y pensamientos que constantemente nos están bombardeando.

Para poder reconocer que Jesucristo es verdadero Dios, debemos creer en Él, para aprender a usar de manera correcta los dones que nos da, especialmente el matrimonio.

Así sea