Saturday, July 24, 2010

FESTIVIDAD DE SANTO SANTIAGO APOSTOL

25 DE JULIO DE 2010

Queridos Hermanos.

El día de hoy celebramos la festividad de santo Santiago apóstol, hijo de Zebedeo, hermano de san Juan Evangelista.

Es la madre de estos que nos dice el Evangelio de hoy, acudio a Jesús, con sus dos hijos pidiéndole que: “estos dos hijos míos tengan su asiento en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Todo parece indicar que, tal vez estos hijos mandaron a la madre hacer esta petición a Jesucristo, ya que la respuesta fue dirigida a ellos. Les pregunta si pueden seguirlo en Su sufrimiento y agrega que, El no puede darles ese lugar que está reservado para quienes Su Padre tenga designado.
En la epístola de hoy, san Pablo hace una descripción de los sufrimientos por los que ha de pasar un apóstol de Jesucristo. La vida de un apóstol es el que sigue de cerca e imita sus sufrimientos y su cruz. Los apóstoles son “condenados a muerte”, “necios, por amor de Cristo”.

Un digno seguidor de Cristo va a ser odiado por el mundo, será acusado de estar loco, como acusaron a Jesucristo N.S. la recompensa en morir por Jesucristo como El lo hizo por nosotros.

No existe mayor amor que morir voluntariamente por amor a Dios. Santo Santiago murió en Jerusalén, el año 42 o 43, decapitado en tiempo de Herodes Agripa.

Santo Santiago, junto con su hermano San Juan y San Pedro fueron los tres discípulos que se encontraban con Jesucristo al momento de la Transfiguración. Tal vez esta fue la razón que inspiro dicha santa ambición de ocupar los primeros lugares. Sin embargo sabemos que, esto fue para fortalecerlos en la fe y prepararlos para resistir los ataques en su contra que vendrían posteriormente.

La petición de estos dos hermanos, en cierta manera perturba a los demás apóstoles, por lo cual Nuestro Señor Jesucristo hace énfasis en la necesidad de la humildad. El mayor en el reino de los cielos debe hacerse el último. Vemos claramente como hombres orgullosos y ambiciosos son transformados en humildes y espirituales.
En esta ambición espiritual por humildad, vemos ahora competir a los apóstoles, buscan el último de los lugares en este mundo para alcanzar los primeros lugares en el cielo. Con la fuerza del espíritu Santo ahora en ellos no tuvieron ningún temor a los poderes de este mundo, sufrimientos o cruces que encontrarían en su camino, ni temor a la muerte misma. Por el contrario, con gran júbilo y esperanza, buscaban los mayores sufrimientos para poder imitar a Jesucristo N. S en Sus sufrimientos.

El martirio deja de ser castigo para convertirse en recompensa.

La muerte ya no es un enemigo sino un gran aliado.

La cruz de Jesucristo que se presentaba para la mayoría de las personas de este mundo como algo irracional y como un gran obstáculo en el camino, se transformo en los apóstoles en una gran bendición y escalera al Cielo.

La cruz es ahora donde se fundamenta y construye nuestra vida espiritual. Es el punto de inicio o llave para poder merecer nuestra recompensa eterna. Todo ser humano debe cargar su cruz, pero solo el hombre espiritual la lleva con honor para encontrar la vida eterna.

La persona mundana que rechaza y se resiste a cargar con su cruz diariamente, no se libera de esta y encuentra cruces mucho mayores y más abundantes que lo llevaran sin lugar a dudas al Infierno.

No importa si nos encontramos sumergidos en el pecado o libre de este, no hay forma de escapar a nuestra Cruz. Evidentemente quien ha ofendido a Dios debe cargar su cruz con la penitencia para reparar el daño ocasionado por el pecado. Mientras no aceptemos nuestras cruces todos y cada día, no encontraremos jamás descanso en nuestra alma.

Cuando aceptamos nuestras cruces, la justicia se hace presente en nuestra alma y nos hacemos merecedores de las bendiciones que Jesucristo ganó para nosotros. A menos que nos coloquemos a los pies de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, con nuestras propias cruces, la misericordia y gracia de Dios jamás caerá sobre nosotros. Vemos a nuestra Santísima madre a los pies de la cruz de nuestro señor y Salvador Jesucristo. ¿Cómo es posible, que fuera necesario también para ella cargar Su cruz y estar a los pies de Su Hijo? Nuestra santísima madre sin pecado alguno, ni siquiera el pecado original, encontró benéfico cargar con su cruz de dolor y sufrimiento, haciéndolo de manera voluntaria y llena de amor.

Para poder merecer la gracia de Dios, debemos unirnos a Él –luego entonces, el ser más perfecto – la Santísima Virgen María, vio la necesidad de imitar y seguir a su Hijo.

La única esperanza nuestra es seguir amorosamente a Nuestro Señor Jesucristo con nuestras propias cruces. El único camino al cielo pasa directamente por el Calvario.
Santo Santiago, los apóstoles y todos los santos a través de toda la historia hicieron suyas las palabras de amonestación de nuestro Señor Jesucristo, ser humildes y buscar los lugares más humildes en esta vida para merecer los mejores en el cielo.

Lamentablemente la mayoría de la gente de nuestros días busca evitar a toda costa y huyen de la humildad y de los lugares menos importantes de este mundo. ¿Qué les espera en la eternidad? Si los últimos serán los primeros; lógicamente los que buscan los mejores lugares en este mundo recibirán los últimos en el cielo. En caso de lograr llegar a este.

La belleza, gloria y alegría del cielo es real y digna de ser deseada con todo nuestro ser, lo cual se obtiene únicamente con acciones y obras de verdadera fe. Sería tonto pensar que seremos recompensados sin hacer algo al respecto.

Santo Santiago y su hermano desearon un lugar especial como algo que no requería de algún mérito; sin embargo nuestro señor Jesucristo mostró a ellos y a nosotros que hay un precio que pagar, si queremos recibir las bendiciones del cielo. Los lugares principales del cielo, están reservados para quienes se hacen uno en Nuestro Señor Jesucristo.

Ambos apóstoles, santo Santiago y san Juan siguieron a nuestro señor Jesucristo en su sufrimiento y muerte. Por lo que se encuentran ahora habitando el Cielo.

La santísima virgen María, inocente igual que su Hijo, sufrió y cargo con su dolor por amor, tal y como lo hizo su hijo, luego entonces al imitarlo obtuvo el lugar principal al lado de este, como lo han hecho los apóstoles y santos que ahora se encuentran en el cielo. Todos ellos ocupan un lugar privilegiado al lado de Jesucristo tal y como lo hicieron en los sufrimientos, mientras se encontraban en este mundo.

Es bueno desear el cielo, sin embargo, en necesario que no quede únicamente en una buena intención, sino que se convierta en una meta que debemos alcanzar, cargando diariamente con nuestra cruz y acercándonos cada vez más a nuestro señor Jesucristo, en cada palabra, pensamiento y acción. Especialmente en cada cruz cargada de humillaciones y sufrimientos.

Así sea