16 DE AGOSTO DE 2009
Queridos Hermanos:
El día de hoy celebramos la festividad de San Joaquín, Padre de la Santísima Virgen María y abuelo de Jesucristo Nuestro Señor. Su santidad el Papa León XIII en el año 1879, elevo esta festividad y la de Santa Ana al estatus en que se encuentra hoy.
En el evangelio de este día, leemos la genealogía de Jesucristo. Es muy importante que mantengamos siempre en mente que Jesucristo es verdaderamente Humano y que verdaderamente nació en este mundo en una fecha y condiciones específicas.
La celebración de la fiesta de hoy, enfatiza que Jesucristo tiene un abuelo materno. La segunda persona de la Santísima Trinidad, Jesucristo, el Hijo de Dios verdaderamente se hizo hombre por nuestra salvación. Es verdadero Dios y verdadero Hombre.
No debe jamás existir duda alguna, en nuestras mentes, inspiradas por las doctrinas malignas de los herejes y paganos de nuestros días. Cristo no es un cuento de hadas o historia conveniente para hacer que las personas se ajusten a cierto comportamiento.
Jesucristo realmente tiene descendencia ancestral como los tenemos nosotros. Es humano como nosotros, con la gran diferencia que jamás conoció el pecado mientras que nosotros tenemos que cargar con este mal toda la vida.
Mientras que hacemos énfasis en la humanidad de Jesucristo, no debemos olvidar Su Divinidad. Cristo es verdaderamente Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios por toda la eternidad, pero hombre en la historia de la humanidad.
Quienes vivieron en el tiempo de Jesucristo y le siguieron, recibieron gran cantidad de gracias en esta vida y una gran recompensa en la eternidad.
Empezamos haciendo un examen sobre las virtudes de la Santísima Virgen, Madre de Jesucristo y vemos las gracias y virtudes magnificas que adornaron su alma. Las simples palabras del ángel: “llena de gracia” lo dice todo.
Y así como podemos ver que las virtudes y los vicios se trasmiten de generación en generación, podemos implicar que los padres de la Santísima virgen fueron de la misma manera virtuosos y llenos del espíritu de Dios.
Si María Santísima es elegida para ser madre de Dios, podemos decir luego entonces, que santa Ana y San Joaquín fueron bendecidos al ser padres de María Santísima. Por lo tanto podemos decir que bienaventurado San Joaquín que hizo la vida virtuosa de María posible y de manera indirecta, hacer posible la venida de Jesucristo Nuestro Señor.
Nosotros mismos, podemos explorar la línea que sigue a nuestros ancestros y ver que Dios ha llenado de bendiciones a toda la familia, especialmente a nuestros padres que por lo menos han cooperado con la gracia de Dios al darnos la existencia misma.
Algunos de nosotros podemos encontrar muchas bendiciones más, de parte de nuestros padres y estar infinitamente agradecidos con Dios por estos beneficios.
Sin embargo, el punto más importante que debemos considerar es, qué es lo que les estamos dejando a las nuevas generaciones. ¿Serán capaces los jóvenes de las generaciones venideras darnos las gracias a nosotros y a Dios principalmente, por el don mismo de la vida, ejemplos y virtudes que les ha dado Dios por medio de nosotros? ¿O se levantaran contra nosotros y nos maldecirán por el mal que les hemos acarreado?
Nosotros no podemos salvar a nuestros hijos como tampoco nos pueden salvar nuestros padres. Cada uno de nosotros debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr esto. Cristo nos ha redimido, por lo tanto el precio por nuestra salvación, ya ha sido pagado, ahora toca a nosotros hacer nuestra parte. Nuestros padres no pueden forzarnos hacia el Cielo ni podemos nosotros forzar a nuestros propios hijos.
Sin embargo, podemos mostrarles el camino y dejar en claro que sólo amando y sirviendo a Dios encontraran la verdadera felicidad en esta vida y en la otra.
Nuestra obligación en este momento es llevar una vida virtuosa para servirles de ejemplo. Nuestra fe debe ser real y genuina toda vez que nos ha sido dada por Dios a través de la Santa Madre Iglesia. Nuestra fe debe ser viva, con la gracia de Dios. Cuando creemos, realmente vivimos según nuestra fe. La belleza y bondad de tal vida es una inspiración e incentivo a imitar por los demás.
Si vemos que nuestros hijos no viven de la forma que deberían, es tiempo de examinarnos a nosotros mismos. ¿Qué ejemplos les hemos dado? ¿Qué tipo de ejemplos les estamos dando ahora? ¿Vivimos con fe y amor a Dios? ¿Oramos a un Dios vivo y todo poderoso, o murmuramos palabras vacías en el aire?
Debemos vivir una vida de amor, humildad y obediencia. “Si me amas cuidaras mi palabra”. Al vivir esta vida como debemos hacerlo, mostramos nuestra gratitud a Dios y a nuestros ancestros por la verdadera fe que nos han dado, mientras que al mismo tiempo instalamos en el corazón, de la les generaciones nuevas, el amor y fe verdadera que hemos recibido. Si la nueva generación es bendecida gracias a nosotros, compartiremos con ellos la gloria como San Joaquín que ahora lo hace con su Hija, la Madre de Dios.
Así sea.