LA PORCIUNCULA
2 DE AGOSTO DE 2009
Queridos Hermanos:
Mientras muchos quieren negar las palabras dichas por el ángel a María Santísima: (llena eres de gracia). Nosotros como católicos, hemos crecido acostumbrados a las palabras recitadas en el Saludo Angélico del (Salve María). La santidad de María es cuestionada por los no católicos que desean negar los títulos dados a ella, por la Iglesia Católica. Sin embargo, como escribimos el presente, principalmente para los fieles católicos, enfocaremos nuestra atención a la respuesta de María, tomada del evangelio de hoy y que es usada también en el Ángelus:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”
Estas son palabras profundas y llenas de significado, dichas por nuestra Madre santísima.
Encontramos en estas palabras la completa y total prontitud para hacer la voluntad de Dios. Son la inspiración y ejemplo para todos nosotros.
María humilde y honestamente, cuestiona al ángel en relación a lo que Dios le tenía preparado. De igual manera nosotros, no debemos tener temor en pedir respuestas a Dios sobre lo que quiere para nuestras vidas, sin embargo, debemos siempre estar dispuestos y preparados para hacer Su voluntad sin importarnos lo que cueste cumplirla.
María entendió lo que Dios le estaba pidiendo. No era mujer ingenua, mas bien por el contrario, sabía muy bien que existía una incompatibilidad entre su virginidad y ser madre. Cuando el ángel le revela el plan de Dios y como sucederían las cosas, la confusión dejó de existir y la magnificencia del Plan de Dios tomó posesión.
Entendió que esta petición de parte de Dios implicaría sufrimientos, sin embargo, estaba dispuesta a soportarlo todo por el amor de Dios. Dándose completamente, sin reservas.
Que diferente reaccionamos nosotros ante un compromiso difícil o que veamos que nos ocasionará dolor y sufrimiento. Miramos con detenimiento todos y cada uno de los detalles de este y escrupulosamente buscamos evitar todo sufrimiento posible. En una palabra, somos cobardes.
Dios respetó el libre albedrio de María santísima de la misma manera que respeta el nuestro. Dios pide o invita, mas no usa la fuerza de su voluntad contra la nuestra.
El camino que nos tiene preparado, puede ser doloroso y difícil sin embargo, es el único que nos permitirá alcanzar el objetivo que, El nos tiene preparado. Todo el tiempo que perdemos tratando de evitar una cruz, nos encontramos nuevamente con otra. Frecuentemente ocasionando más sufrimientos que la anterior.
La razón principal para este sufrimiento es plenamente ocasionado por nuestra no voluntad de unirla con la voluntad de Dios. Al no confiar en Dios debemos de cuestionar, dudar y seguir buscando, mientas tanto la cruz crece y se vuelve más pesada e insoportable.
Lo que parece faltarnos es, la confianza en Dios que María Santísima expresa de una manera hermosa: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”
¿Cuándo vamos a empezar a compartir con ella este sentimiento? ¿Cuándo vamos a decir a Dios: “Aquí estoy Señor, has conmigo lo que quieras? “Soy tuyo y no pondré resistencia a tu palabra” ¿Tu me has creado, quien soy yo para oponerme? ¿Pone resistencia la arcilla al alfarero?
¡Cómo es posible resistirnos a la voluntad de nuestro creador!
Nuestro mérito consiste en el hecho de que tenemos la libertad de unirnos a la voluntad de Dios o seguir nuestra voluntad desorientada. No hay mérito en hacer lo que estamos forzados hacer. Dios nos pide esta humilde negación de nosotros mismo para unirnos en Su santa Voluntad.
Nuestra decisión es libre, pero las consecuencia no lo son. Si decidimos ignorar la voluntad de Dios, hay consecuencias a pagar, consecuencias eternas en el infierno.
Sin embargo, si nos negamos a nosotros mismos y de inmediato y de buena voluntad abrazamos los sufrimientos que Dios nos manda, y lo hacemos por amor a Él, nos daremos cuenta que las cruces se volverán livianas y dulces, como jamás imaginamos.
Las consecuencias de la felicidad eterna con Dios en el Cielo, son la consecuencia natural, de esta sumisión humilde. La simple negación de nuestra propia voluntad.
María Santísima ahora disfruta la felicidad perfecta en el cielo con su Hijo por haber dicho sí a la voluntad Divina. Ahora nos invita a seguir sus pasos.
Cuando recitamos en Ángelus cada día. Grabemos en nuestra mente y corazón el significado de estas palabras para nosotros y lo que significaron para María Santísima. No tengamos ningún temor en seguir sus pasos, viendo que aparte de los sufrimientos adheridos a la cruz, Dios nos ofrece los gozos y placeres que, Él mismo nos prometió y que son de gran valor, infinitamente abundante.
Así sea.