Friday, August 30, 2013

DOMINGO 15 DESPUÉS DE PENTECOSTES

1 DE SEPTIEMBRE DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

San Agustín, aprovecha la oportunidad, del Evangelio de hoy, para recordarnos la muerte espiritual por el pecado.

Es muy probable que Nuestro Señor haya resucitado varios muertos más de los que leemos en el Evangelio, que nos señala a tres de manera distinta. El primero fue, la hija del Centurión, después el joven del evangelio de hoy y en tercer término Lázaro. Estos tres representan los diferentes grados de muerte en el pecado.

La hija del Centurión acaba de morir cuando llega nuestro Señor. Se encontraba aún dentro de su casa. Estos son quienes pecan de pensamiento o deseo. Sus pecados están ocultos dentro de sí mismos, sin embargo están muertos. Nuestro Señor nos dice que el hombre que ve a una mujer con deseo, ha ya pecado en su corazón, y que quien guarda rencor y odio en su corazón es ya culpable de homicidio.

Estas pobres almas están muertas dentro de sí mismos pero, el mundo no conoce aún de su muerte.

El joven del que nos habla el evangelio de hoy, representa aquellos que no sólo han deseado pecar sino que además ya lo han hecho. Han llevado su muerte fuera de sus hogares, donde el mundo puede fácilmente percibirla.

EL tercer tipo de muerte espiritual está representado en aquellos que han hecho que sus pecados se conviertan en hábito. Estos están muertos y sepultados por días. Sus cuerpos se han empezado a descomponer y apestan. El hábito ha deteriorado sus sentidos al grado de ya no poder ellos ayudarse, continuando de pecado en pecado sin ningún temor de la situación en que se encuentran. Vemos ejemplo de esto en los sodomitas a que se dirige Lot en el Antiguo Testamento.

Cuando trató Lot de alejarlos de su manera anti natural de los pecados en que vivían, lo desconocieron y dijeron que no tenía derecho para juzgarlos.

Lamentablemente muchos en este mundo han entrado en la categoría de este tipo de muerte. Al decirles que no deben seguir en ese tipo de vida, responden que no tenemos el derecho de decirles esas cosas. Parece que el mundo nos quiere hacer creer que nosotros somos los que estamos fuera de lugar y hemos hecho algo malo.
En cada uno de estos estados de muerte espiritual, vemos que Dios es capaz de regresarnos a la vida. En cada caso, la muerte no es más que un tipo de sueño en el que hemos caído. Para nuestro Señor, no es más que eso. Nos llama y la muerte responde. Sin importar que tan delicada sea nuestra muerte, siempre hay esperanza.

La jovencita ha resucitado y entregada a sus padres. El joven resucita y le es devuelto a su madre. Lázaro sale de la tumba y se encontraba aún sujeto. Nuestro Señor les pide a Sus apóstoles que lo liberen. Es a ellos que Nuestro Señor ha dado el poder de atar y desatar los pecados del hombre.

Los pecadores que se encuentren espiritualmente muertos pueden acudir, en cualquier momento, a los sacerdotes de la verdadera Iglesia para que les sean perdonados sus pecados y de esta manera ser restaurados a la vida espiritual. Aún quienes se encuentran sujetos a los malos hábitos de sus pecados encontrarán en la Iglesia las manos espirituales que los han de liberar y restaurarlos a la vida.

Mientras haya respiro hay esperanza. Mientras que seamos capaces de arrepentirnos de nuestros pecados y acudamos a Dios hay la posibilidad de ser restaurados a la vida. Dios nos dirige a la penitencia por nuestros pecados y recibir la absolución en el sacramento de la Confesión.

Cuando entendemos, lo fácil que es para Dios, por medio de la Iglesia, restaurar la vida espiritual de nuestra alma, vemos que no hay nada más tonto que desesperarnos y alejarnos de la vida espiritual.

Las manos de Cristo están siempre listas a ayudarnos y llevarnos a la paz que sólo Él puede darnos. Todo lo que tenemos que hacer el permitirle que lo haga, dando nuestra mano a la Suya. Cuando sentimos el remordimiento de conciencia es cuando Dios nos está hablando e invitando a recuperar la vida.

Aprendamos a reconocer Su voz y expulsemos al pecado de nosotros con la penitencia y empecemos una vida nueva. Aún tenemos tiempo. La misericordia de Dios no se ha terminado, todavía.

Llegará el momento en el que las oportunidades para restaurarnos a la vida espiritual se hayan agotado. Cuando la gracia se haya agotado para nosotros y permanezcamos en pecado, seremos arrojados al infierno de inmediato. Debemos poner atención a la amonestación que nos dice que ahora es el tiempo aceptable. Si no escuchamos la voz de Dios aquí y ahora, no tenemos la certeza que volverá a llamarnos.

Una vez que hemos sido restaurados a la vida busquemos con todo nuestro ser evitar caer nuevamente en la muerte. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos ya que nosotros somos los únicos que podemos responder al llamado de Dios, a la vida de nuestra alma.
Seamos nuestro mejor amigo y escuchemos la voz de nuestro Creador y Redentor, cuando nos llama de regreso a la vida.

Así sea.