27 DE MARZO DE 2011
Queridos Hermanos:
El día de hoy, nuestro Señor exhibe a los demonios y sus maldades. Los judíos cuestionan su veracidad y sugieren que esta expulsando a los demonios por el poder de este y no por el poder de Dios.
Una vez que Jesucristo mostro lo ridículo que es tal reclamo, les muestra algo más, a los demonios mismos. Mientras estaban en Egipto, los judíos siguieron muchas prácticas paganas. Fueron separados de estas y expulsados los demonios sacrificando corderos y dispersando su sangre (símbolo del sacrificio de Cristo). Se les dio entonces a los judíos la ley por la que deberían regirse y preservarse de no cae nuevamente en esta desgracia. Mientras pretendían seguir la letra de la ley, permitieron que el espíritu de la ley fuera ignorado.
El demonio que fue expulsado regresó con siete más, peor que él mismo. Ahora hay ocho (numero que simboliza la totalidad o plenitud) para ser peor a lo que eran antes. Ahora bien, estas pobres almas que están completamente poseídas se atreven a acusar a Jesucristo (Dios mismo) de usar el poder del demonio. No podía ser mayor su blasfemia. Promueven tanto odio a Dios que con frecuencia vemos como buscaban y planeaban destruir a Jesús. En su plan de destrucción se llevan con ellos a la autoridad Romana para crucificar a Jesucristo, sin embargo con gran énfasis se declaran responsables de esto.
”Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos” que maleficio tan mas escalofriante han pedido sobre ellos y sus hijos. Esto sólo puede hacerlo quien se encuentra verdaderamente poseído por el demonio.
Este odio por Jesucristo sólo puede venir del mismo infierno. Sólo puede ser la voz del infierno. No es una forma de pedir misericordia a Dios, es más bien una burla y querer ridiculizar a Dios. Consideraron a Jesucristo sin valor ni importancia luego entonces lo que hicieron con Él, lo consideraron como algo que no tenía tanto valor, por lo que no pensaron en las consecuencias al tomar total responsabilidad de Su muerte.
Al estar completamente poseídos por el demonio, son movidos a hacer lo que hicieron para que continúe hasta nuestros días el odio que manifiestan a la Iglesia Católica (Cuerpo Místico de Jesucristo).
Han preparado en muchas formas los ataques sobre Cristo y la Iglesia. Los vemos influyendo en muchas herejías y sectas, apoyando directa o indirectamente a falsas religiones, opuestas a la que es, Una y Verdadera. Los vemos ejerciendo gran influencia en la economía, política, educación y hasta en la industria del entretenimiento.
En un sin número de ocasiones, Cristo, Su Iglesia, la ley de Dios y la moralidad es ridiculizada, insultada, rechazada de manera directa o indirecta. Esta no es la obra meramente de humanos, sino estan poseídos completamente por el espíritu de los demonios. Se nos recuerda nuevamente que nuestra lucha no es contra la sangre y carne, sino en contra de poderes y principados (ángeles caídos). Toda vez que este poder e influencia no es meramente humana podemos concluir que viene directamente del infierno mismo.
La misma desgracia nos espera como individuos si nos dejamos llevar a las trampas que cayeron los judíos. Han expulsado un demonio fuera de nosotros al ser bautizados. Si bajamos la guardia, o nos llenamos con la tonta vanidad y orgullo, pensando que estamos protegidos por ser bautizados estamos abriendo la puerta de nuestra alma para que entren muchos más demonios.
Nuestra única protección es la obediencia humilde a Dios. Debemos amarlos más que cualquier otra cosa en este mundo. La medida de este amor está en la obediencia en cumplir sus mandamientos.
Debemos buscar amar a Dios cada vez más, manifestando nuestro amor incrementando nuestra humildad y servicio. De esta manera vendrá a habitar en nosotros, el espíritu santo. Somos templos del espíritu santo y nuestro objetivo es lograr la plenitud y permanencia en este amor. Este es el plan divino de Dios desde la creación. Los demonios buscan poseer las almas, a imitación imperfecta, a la unión de Dios con Sus creaturas que lo aman. Hagamos a un lado a los espíritus del mal y acudamos a Dios.
Así sea