Friday, March 20, 2009

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA (LAETARE)

22 de Marzo de 2009

Queridos Hermanos:

Leemos en el Evangelio de este día, sobre la multiplicación que Nuestro Señor hizo, de los cinco panes de cebada y dos peces, para alimentar a cinco mil personas, quedando además doce canastos de fragmentos restantes, después de que hubieron todos comido.

No hay ninguna duda sobre el efecto que causó este acto sobre la multitud. Todos lo vieron y estaban preparados para proclamar Rey a Jesucristo. Sin embargo, esto no era lo que debería suceder en ese momento, ya que nos dice el evangelio que Cristo, corrió a refugiarse en el monte.

Este innegable milagro era sólo el principio de las instrucciones que Cristo daría a los hombres para cuidar, por el resto de los tiempos. Jesucristo está, gradualmente preparando a la gente para ver y aceptar el maravilloso milagro de la Sagrada Eucaristía. De la misma manera que los panes de cebada alimentaron a tanta gente y no disminuía su volumen, sino más bien por el contrario se incrementaba, así sucede con Nuestro Señor en la Sagrada Eucaristía. En la narración del evangelio, Jesucristo da pan para alimentar el cuerpo, pero en la Sagrada Eucaristía no da pan sino que se entrega a sí mismo para alimentar nuestra alma.

Quien alimenta el cuerpo, se siente satisfecho por un tiempo, sin embargo siente la necesidad de volver a nutrirse. El pan es consumido y transformado en su cuerpo.

Quienes reciben a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía se alimentan de un manjar que deja huella eternamente. Nutren su alma para la eternidad del Pan Eterno del cielo.

En lugar de que ellos transformen la Sagrada Eucaristía en ellos mismos, es esta sagrada Eucaristía que los transforma a ellos en nuestro Señor. Este alimento celestial nos transforma de manera similar a Jesucristo.

Por medio de este proceso Jesucristo no es disminuido sino incrementado, como el pan que se multiplicó después de que todos hubieron comido. Ya no vive Jesucristo sólo en la Sagrada Eucaristía sino que habita en quienes lo han recibido de manera merecida en las Sagradas especies.

Existe un precioso ejemplo en los “Diálogos de Santa Catalina de Siena” que dice: Dios explica que la Sagrada Eucaristía, es como fuego. El fuego siempre está completo, tiene luz, calor y color. La Sagrada E. tiene el Cuerpo, la Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo.

De la misma manera como pueden acudir, varias personas, a la flama y recibir fuego de esta, llevándose fuego real y completo (luz, calor y color) así pueden muchos acudir a Jesucristo y recibirlo en la Eucaristía y llevárselo todo y completo. Como el fuego no se termina al ser compartido, tampoco lo hace Jesucristo”.

Nuestro Señor, continúa diciendo: “Imaginemos que hay muchos que traen sus velas, una pesa un gramo, otras dos o seis, o un kilo o aún mas, y la encienden en la flama; en cada vela, ya sea grande o pequeña, se encuentra la luz completa, es decir, el calor, color y la llama, sin embargo podrían juzgar que la flama es menor en quien tiene menos peso en esta. Ahora bien, lo mismo sucede en quienes reciben este Sacramento. Cada quien lleva consigo sus obras, es decir el deseo firme con el cual recibe este sacramento, que de sí mismo es sin luz y que es encendido al recibir el sacramento, digo que es sin luz, porque solos no pueden hacer nada, les he dado el material por medio del cual pueden recibir esta luz y alimentarla. El material es el amor, por medio del amor los he creado y sin amor no podéis vivir.”

La Eucaristía se fracciona mas no así Jesucristo. El es la luz que habremos de llevar con nosotros. Y mientras más llevemos esta luz a los demás, mas hay para entregar. Cristo es la luz del mundo y nosotros llevamos esa luz cuando lo recibimos en la Eucaristía.

Nos convertimos en Luz para el mundo.

Al compartir y distribuir esta luz de manera libre y generosa no perdemos nada, toda vez que ésta luz no se termina nunca, por el contrario se incrementa, como se incrementa el número de portadores de esta. Todos hemos sido llamados a ser luz del mundo.

Nuevamente está cubierto de tiniebla el mundo de hoy. Por lo tanto cumplir nuestra misión, de ser Luz del Mundo, es de gran importancia.

Así sea.