Saturday, December 25, 2010

SAN ESTEBAN

PROTOMARTIR

26 DE DICIEMBRE DE 2010

Queridos Hermanos

San Esteban, diacono, fue el primer mártir. Fue apedreado hasta morir, en Jerusalén, dos años después de la muerte de Nuestro Señor. San Esteban ha sido siempre una inspiración para los fieles y objeto de una veneración muy especial.
Leemos sobre su muerte en los hechos de los Apóstoles. Es aquí donde vemos la semilla de la conversión de San Pablo. San Esteban dio su vida a imitación de su Maestro- Cristo. Tal fue su imitación que incluso oró por los que le daban muerte: “Señor no les hagas cargo de este pecado”

Nuestro Señor en el evangelio de hoy, expresa su lamentación por la pérdida de tantas almas. “Cuantas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge a sus polluelos bajo las alas, y tú no lo has querido” Jesucristo ya había predicho que la gente de Jerusalén daría muerte a sus profetas y apedrearía a quienes El enviara. Lo cual vemos como realidad en el caso de San Esteban.

Pero tal vez lo que es más impresionante que el cumplimiento de lo que ya había predicho nuestro señor Jesucristo, es la realidad en la que San Esteban se hace y acomoda a la voluntad y deseo de Nuestro Señor.

Al predicar la verdad a la gente, San Esteban, al igual que Cristo, se hizo de muchos enemigos, gente que no ama la verdad. San esteban no odió a quienes lo odiaban, por el contrario a imitación de Cristo amó a quienes le hacían daño. Sufrió por la destrucción de estos, por sus crímenes. Y de la misma manera que Jesucristo san Esteban pidió a Dios por sus enemigos.

Este mismo espíritu ha estado siempre y permanente en la Iglesia Católica y permanecerá así hasta la consumación de los tiempos en que venga nuevamente Jesucristo por segunda vez. La única duda es si permaneceremos fieles a Jesucristo y sus directrices y amaremos igual como El lo ha hecho. Amar a los que nos odian y persiguen para hacernos daño. Pedir a Dios los bendiga en lugar de maldecirlos. Si nos dan muerte ya sea física o espiritualmente debemos pedir a Dios para que tenga misericordia de ellos.

El día de ayer celebramos el nacimiento de Jesucristo nuestro Señor y el día de hoy celebramos el nacimiento de San Esteban, como habitante del Cielo. Es el primer mártir, luego entonces es adecuado celebrarlo junto a nuestro Señor. Vemos en este par de fiestas la necesidad y el énfasis de permitir a Cristo nacer en nuestro corazón y mente, vivir en y gobernar nuestra vida.

San Esteban tuvo la gracia y placer de morir por Cristo, por tener el placer y gracia de vivir ante todo para Cristo. Permitió a Cristo habitar permanentemente en su corazón. Cristo no sólo nació en su corazón, sino que permaneció constantemente en el, por lo que es adecuado y apropiado decir que esta es la razón por la que, al no expulsarlo de su alma, san Esteban mereció al morir, vivir en el Cielo.

Este es el mensaje Navideño que nuestra Santa Madre la Iglesia desea grabar en nuestra alma. Cristo debe nacer en nuestra alma y no ser expulsado de ella, como lo hizo Herodes expulsándolo de Jerusalén, luego de su nacimiento. Cristo no desea nacer en nuestro corazón y salir de este de esa manera. Quiere nacer, vivir y morir en nosotros. Quiere estar con nosotros en todos y cada uno de los mementos de nuestra existencia en ese mundo.

Cristo está con nosotros todo el tiempo, porque está en todas partes. Conoce y todo lo ve. No podemos evitar su presencia. No importa si escogemos pensar o no en El. Siempre está presente. Todo lo que hacemos tiene relación con el control e influencia de Cristo, si está presente como nuestro Salvador o como nuestro Juez y acusador. Si queremos evitar esto último, debemos sacar ventaja del tiempo navideño y la festividad del día de hoy, para darle la bienvenida a Cristo en nuestra alma y jamás expulsarlo de esta.

Cuando el mundo este conspirando en contra nuestra, imitemos a san Esteban, miremos al cielo y busquemos su protección y ayuda, Pero sin odio o mala voluntad hacia nuestro prójimo que, no ve lo mismo que nosotros y que impide que Cristo habite en su corazón.

Llenos de dolor por estas pobres almas, alejadas de Dios, oremos por su salvación, como lo hizo y nos enseño Cristo Nuestro Señor y fielmente de la misma manera imitó san Esteban

Así sea

Saturday, December 18, 2010

DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO

19 DE DICIEMBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

Nuevamente escuchamos, en las lecturas de hoy, a San Juan recordándonos, cómo debemos prepararnos para recibir a Dios en nosotros. El tiempo está ya muy próximo, por lo que debemos estar muy atentos y más alertas.

Lo que san Juan nos dice no es algo nuevo para nosotros. Ya hemos escuchado eso en muchas ocasiones. Aunque parezca nuevo el mensaje que San Juan envía a sus seguidores, es algo que ya se venía predicando con anterioridad en la profecía de Isaías.

Dios viene a visitar a los Suyos. ¿Qué debemos hacer?

Debemos corregir nuestra vida, debemos derribar la montaña del orgullo, llenar con fe, los valles de la duda, corregir los caminos, torcidos por la mentira y engaño para poder hacer más placentera nuestra vida llena de calamidades, una vez eliminados todos nuestros vicios y pecados.

Si continuamos un poco más en la lectura de la Profecía de Isaías, encontraremos: “El pasto es marchito, y las flor cae, porque el espíritu del Señor ha soplado sobre él. De hecho la gente es pasto. El pasto se marchita y la flor cae. Sin embargo, la palabra de Dios permanece para siempre”

“La gente es pasto” El espíritu de Dios ha soplado sobre estos y se han secado y caído. Qué extraño que el espíritu de Dios, que es vida, pareciera que trae lo opuesto a la gente. Podría ser esta profecía similar a la que posteriormente menciona Simeón el Profeta, respecto a Jesucristo. “Esta Niño está destinado a ser la ruina de muchos”

Ya se nos ha dicho lo que debemos hacer para recibir la llegada de Dios. Nuestra Santa Madre la Iglesia nos ha dado este tiempo de adviento para guiarnos en el espíritu y vida, debemos a través de la penitencia derribar las montañas del orgullo, llenar los vacío que deja la vanidad, corregir nuestro camino y forma de vida. Todos entendemos esto muy bien, sin embargo, la mayoría, no seguirá este consejo y no realizara nada a ese respecto; por lo que podemos decir que estas personas son pasto. La presencia de Dios entre ellos en lugar de darles vida y alegría, sólo servirá para estas desafortunadas almas, como el fuego seco y ardiente que destruye a los no merecedores de la vida eterna.

De la manera que Dios viene a habitar entre nosotros, Su presencia será destructora de todo lo que no es digno de Su presencia. Mientras más estamos sujetos a las cosas de este mundo o a nuestras propias pasiones e inclinaciones, más dolorosa se hará la presencia de Cristo en nosotros. Porque su presencia empezará a secar y destruir todo lo que no es adecuado.

No es inusual ver o aún mismo, experimentar en nosotros mismos la tristeza que abunda y envuelve a tantas almas en estos días próximos al nacimiento de Cristo Nuestro Señor. En algunas ocasiones, se necesita de una gran fe y valor para hacer a un lado tantas tentaciones que se presentan para destruir las ocasiones de gran júbilo para nosotros y los demás. El día después de la Navidad vemos que la alegría superficial de este tiempo ha ya desaparecido de la mente y corazón de la mayoría de las personas. Las decoraciones deben ser puestas nuevamente en el desván y la mayoría de los regalos regresados; regresando nuevamente a la rutina de ganarnos el pan nuestro de cada día.

Acaba de llegar Cristo Nuestro Señor e inmediatamente nos deshacemos de Él. La explicación que puedo dar es por, el dolor culposo que ocasiona en nosotros Su presencia en nuestra conciencia y alma culpable. En lugar de permitir que el amor ardiente de Dios, arda y purifique nuestra alma, lo rechazamos. Muchos han experimentado esto ya en alguna ocasión y hacen todo lo posible para evitarlo nuevamente, desafortunadamente sólo escogen el peor camino. Obstaculizan la gracia y presencia de Dios en sus vidas, en lugar de remover lo que Le ofende, ocasionándoles mucho dolor en su alma, cuando la presencia de Dios, es conocida por su alma.

Esta presencia de Dios no se puede eliminar del todo. Llegará el día en que lo queramos o no, Dios va hacernos sentir Su presencia en cada uno de nosotros. En esa última visita de Cristo, Su presencia no tendrá el mismo poder potencial como lo hizo durante nuestra vida presente. Luego entonces, la presencia de Dios se convertirá en un dolor eterno en el infierno que jamás será consumido. Lo que nos ocasionara un sufrimiento eterno en el Infierno.

Ahora es el momento de abrir nuestra conciencia y renovar el pasto que está creciendo en nosotros para permitir que la frescura de Dios nos purifique y todo lo que no es digno de Su presencia. Mientras que pasamos el resto de nuestra vida preparándonos para celebrar Su nacimiento, hagamos todo lo que esté en nuestras manos para preparar nuestra alma para darle la bienvenida. No tengamos ningún temor a Su presencia ni al dolor que pueda ocasionarnos en nuestra alma, sino más bien recibámoslo y démosle gracias por los dones que nos da. Pero sobre todo busquemos mantener firme Su presencia en nuestro corazón y mente por todo el año.

Así sea.

Saturday, December 11, 2010

DOMINGO 3ro. DE ADVIENTO

12 DE DICIEMBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

El día de hoy se nos hace un llamado a regocijarnos, porque la venida de Nuestro Señor Jesucristo esta cada vez más próxima. Nos preparamos a celebrar Su nacimiento, mientras que al mismo tiempo esperamos su regreso. Las mismas manifestaciones por el deseo de recibirlo, que se escuchaban en los fieles del antiguo testamento, nuevamente las escuchamos hoy día. Constantemente repetimos las últimas palabras de la Biblia.

¡Ven señor Jesús!

Nuestros corazones se llenan de júbilo y alegría con esta anticipación.

Esta alegría se ha perdido en tantas personas mundanas, al buscar la falsa alegría en el modernismo y el materialismo, consecuencia de la comercialización que se ha hecho del nacimiento de Cristo que, ha distraído a la mayoría de la alegría y anticipación de Su venida.

Vemos más allá de su venida, el fin del mundo, sin embargo vemos de igual manera, Su regreso e incremento de Su presencia en nuestro corazón y alma. La vida espiritual nos enseña que nunca amamos a Dios lo suficiente. Siempre hay más espacio para amarlo e invitarlo a que tenga presencia más intima en nosotros. Siempre estamos en unión intima con Dios pero no siempre está El en nosotros, tenemos la tendencia a olvidarnos de Él entre todas nuestras ocupaciones y preocupaciones de este mundo.

Para que todo esto que deseamos suceda verdaderamente debemos aprender a imitar a San Juan Bautista, como nos lo dice el Evangelio de hoy. Realmente se humilla y se proclama a sí mismo la voz que clama en el desierto, se manifiesta insignificante ante Jesucristo Nuestro Señor cuando dice:

“Él es el que vendrá después de mí, el que ha existido antes que yo; de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado”

Podemos decir, luego entonces, que Jesucristo ha estado entre nosotros, en nuestras iglesias, en nuestra vida diaria, pero no lo hemos reconocido. Lo hemos ignorado al grado de que ha alejado de nosotros Su presencia, en muchas iglesias muy a pesar de su hermosa arquitectónica. Estos edificios, ausentes de la presencia sacramental de Jesucristo se han convertido en verdaderas ruinas, quien se atreva a hablar del verdadero Jesucristo en estos lugares, es como la voz que clama en el desierto. Nadie lo escucha o peor aún nadie pone atención a sus palabras.

Y donde esta Cristo, como lo vimos la semana pasada, muy pocos acuden a Su llamado para escucharlo y verlo. Sus una vez hermosas iglesias sin Su presencia están ahora vacías, tal vez llenas de gente pero sin Su presencia y gracia. Mientras que por otra parte, Sus humildes iglesias, con un número reducido de fieles, están llenos de la gracia y presencia de Dios.

El número reducido de almas que encuentran Su iglesia y Su presencia Real, deben hacerse como san Juan y verdaderamente humillarse. Deben conocer su miseria y el vacio que poseen sin la presencia de Cristo quien ha de venir a llenarlos con Su gracia.

Debemos, sin embargo, sacar todo lo mundano de nosotros, todo el materialismo, todo el modernismo, todo el consumismo. Para luego purgarnos nosotros mismos. En este estado de humildad nos convertimos en receptáculo de la gracia y presencia de Cristo. No hubo espacio para Él en las posadas ni en los hogares de muchas personas, toda vez que se encontraban inmersas en las cosas de este mundo.

Hubo lugar para Cristo Nuestro Señor en el humilde establo porque estaba vacío de todo orgullo y vanidad mundana. En este vacío humilde, vino Jesucristo a dar alegría y plenitud. Lo mismo desea hacer hoy con nuestra alma y con toda nuestra vida.

Debemos escuchar la voz de San Juan Bautista, clamando en el desierto de nuestra alma. Debemos fortalecer nuestra vida misma. Debemos reconocer nuestra miseria ante Jesucristo N.S. y permitirle que entre y sea el centro de toda nuestra vida.

Conforme más nos entregamos mas posesión toma de nosotros Jesucristo Nuestro Señor.
Nuestro objetivo es alcanzar el estado de vida del que habla san Pablo cuando nos dice que: no es el (san Pablo) sino Cristo que vive en El. Esa es la meta, que Cristo viva en nosotros.

Después de aprender a ser humildes y eliminamos todo lo que no es compatible con la presencia de Jesucristo, digámosle: “Ven señor Jesús” y regocijémonos en la anticipación de Su presencia.

Deseamos Su presencia con nosotros ahora y buscamos y anhelamos Su regreso a este mundo al final de los tiempos.

Que así sea.

Saturday, December 4, 2010

DOMINGO 2do. DE ADVIENTO

5 DE DICIEMBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

“Bienaventurado el que no se escandaliza de mi”

San Juan Bautista manda a sus discípulos a Jesucristo para que fortalezcan su fe en Él. No tenía duda alguna sobre quien es Jesucristo ya que lo hubo señalado en varias ocasiones, como el Mesías que estaban esperando. Sabia de igual manera que su tiempo en este mundo era ya reducido y no quería dejar a sus seguidores huérfanos, por lo que los manda a Jesucristo, para su propio bien y para que vean por si mismos que Jesucristo Nuestro Señor era el Mesías.

Nuestro Señor no respondió con palabras sus primeras interrogantes, sino que les mostró que, El hizo todas las obras del Mesías que se había con anterioridad profetizado. Después de haberles mostrado las obras de Sus manos, les dijo: ““Bienaventurado el que no se escandaliza de mi”

¿Qué significa esto? ¿Quién puede escandalizarse por las obras realizadas por Jesucristo y seguir siendo discípulo de san Juan?

Al parecer muchos se escandalizaron porque no vino a este mundo en su esplendor de realeza. Es verdad que manifestó Su poder, pero lo hizo con los pobres y necesitados no con los poderosos de este mundo. Exalto a los humildes y humillo a los orgullosos. Esto fue motivo para que muchos dudaran de Él. Fue motivo de escándalo para otros cuantos.

Nuestra naturaleza tiende a ver grandeza y poder asociado con las circunstancias y excesos mundanos. Jesucristo hizo a un lado todo lo que este mundo desea, y se enfocó sólo sobre lo que Dios desea. Como ya lo sabemos, los caminos de Dios son muy diferentes a los caminos y formas de este mundo.

Es verdaderamente extraño ver que, el mundo se escandaliza por la falta de esplendor que Cristo manifestó ante este; especialmente ahora, en tiempos del florecimiento y crecimiento de tantas falsas iglesias, Jesucristo Nuestro Señor ha de sufrir en su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica. Y de igual forma, Su Iglesia está ausente de todo lo que el mundo desea.

Mientras que el mundo es apostata y deja sólo, un pequeño rebaño de la Iglesia, recibimos la misma cruz que Cristo recibió en aquel entonces. Por designio Divino hemos sido abandonados de todo poder y prestigio mundano. Somos por lo tanto, humillados, ignorados y señalados por el mundo y una vez más Jesucristo Nuestro Señor nos dice:

“Bienaventurado el que no se escandaliza de mí”

Los verdaderos Obispos de la Iglesia Católica se encuentran en circunstancias humillantes. Sin el estatus social y riquezas de la iglesia modernista, de igual manera, el verdadero católico es un escándalo para el mundo porque rechaza las extravagancias y placeres que este ofrece. No pueden creer que Dios se encuentre en medio de un grupo tan reducido de obispos fieles, que no han sucumbido ante el Nuevo Orden Modernista y alguna otra secta herética llena de esplendor y circunstancias mundanas.

Si el verdadero buscador de la verdad acudiera, como discípulo, a San Juan Bautista.

Si vinieran buscando la verdad en lugar de su vanidad, orgullo y gloria mundana.

Las cosas serían diferentes.

Pero como sabemos, la verdad es una píldora difícil de tragar para la mayoría de la gente, por lo que es verdad que, muchos son los llamados pero pocos los elegidos. La verdad simple es escándalo para el mundo, luego entonces la verdadera iglesia también lo es. La historia se repite nuevamente. Muchos fueron escandalizados en Jesucristo como lo son ahora con Su Iglesia.

El número reducido de los que no se escandalizan y son capaces de ver la verdad y presencia de Dios oculta al resto del mundo son las almas más bienaventuradas de toda la tierra.

El nacimiento de Jesucristo fue desconocido para muchos, revelado sólo para unos cuantos. Porque sólo unos cuantos creerían en Él, Dios Hombre que nacería en un humilde establo. Se dio a conocer para todos los que a Él acudieron, pastores humildes escucharon Su llamado y a Él acudieron, lo mismo sucede hoy con Su Iglesia, esta “oculta” a la vista de todos y evidentemente la mayoría no la ve. La mayoría de este mundo se escandaliza de sus circunstancias humildes y pasan al lado de esta, sin mirar bien, sin percatarse que se han alejado de ella.

Jesucristo Nuestro Señor nos espera oculto en el tabernáculo de Su Iglesia, de la misma manera que esperó en el pesebre de Belén. El mundo se escandaliza pero Sus seguidores y amantes de la ley de Dios, lo encuentran en Su Iglesia. Pagan un precio mundano muy alto por su fe. Pero sabemos que Dios es abundantemente generoso. Sabemos que mientras más nos sacrifiquemos por Dios y Su Iglesia, El nos pagará de manera abundante por toda la eternidad.

Que Así sea