Saturday, October 30, 2010

FESTIVIDAD DE CRISTO REY

31 DE OCTUBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

Jesucristo Nuestro Señor, es nuestro Rey no sólo porque es Dios y Creador Nuestro, sino también por ser nuestro Redentor. Hemos sido conquistados no con bienes materiales sino con Su Preciosa Sangre.

Su Santidad el Papa Pío XI, cuando instituyó esta festividad, tuvo en mente que nos beneficiáramos de ella por muchos años. Consideremos estos beneficios que habremos de recibir y propuestos por este Papa, para tal celebración.

“Cuando honramos la dignidad del Principado de Cristo, el hombre sin duda alguna recordara que la Iglesia, fundada por Cristo es una sociedad perfecta, tiene un derecho exclusivo a una libertad perfecta e inmunidad del poder del estado; y que al cumplir esta misión a ella encomendada por Dios, el de enseñar, gobernar y guiar a la felicidad eterna, a todos los que pertenecen a este reino de Jesucristo, ella, la Iglesia, no puede estar sujeta a ningún poder externo.

El estado está obligado a extender libertad similar a las órdenes y comunidades religiosas de ambos sexos, quienes dan una gran y valiosa ayuda a los obispos de la Iglesia, al trabajar por la extensión y establecimiento del Reinado de Cristo. Con sus votos sagrados que hacen, los religiosos, luchan contra la triple concupiscencia de este mundo; al hacer la profesión de una vida más perfecta promueven la santidad que su Fundador deseó fuera la marca y característica de Su Iglesia, más directa y distinguida ante los ojos de todos”

Jesucristo Nuestro Señor es Rey y su reinado, en este mundo, es la Iglesia Católica. La Iglesia es un reino perfecto con Jesucristo Rey a su cabeza. Cristo Reina Su Iglesia a través de los papas y obispos. La sucesión apostólica de los obispos es esencial para su realización. Las cuatro marcas de la Iglesia Católica: Una, Santa, Católica y Apostólica.

Esta sociedad perfecta establecida por Jesucristo, que ha de existir hasta la consumación de los tiempos, debe siempre tener verdaderos sucesores de los apóstoles. Es sólo a través de verdaderos sucesores legítimos que Cristo gobierna en Su reino. Obispos falsos o ilegítimos no pueden, evidentemente, ser los representantes visibles de Cristo Rey. Están fuera de la Iglesia y fuera de la gracia de Dios, por lo tanto no tienen ninguna relación con el Reinado de Jesucristo, la Iglesia Católica.

Estos líderes falsos pueden establecer sus propios reinos o sociedades y ser los representantes de estos, sin embargo, no son miembros ni representan la Iglesia Católica. Los modernistas que se han vestido con ornamentos católicos y buscado la forma de escalar en posiciones aparentes de autoridad, no son católicos ni tienen alguna autoridad en la Iglesia Católica. Estos individuos son tradicionalmente señalados como “anti papas, anti obispos” etc. Mientras aparentemente mantienen una posición de autoridad y son aceptados como tales por la mayoría, no cambia el hecho de que están fuera de la Iglesia y quienes los siguen como a sus líderes terminan de igual manera, fuera de la Iglesia católica.

Es Cristo quien es Rey de todos los católicos, y los verdaderos católicos deben reconocerlo y ponerse bajo Su autoridad. Este Reino está por encima de todos los demás y es nuestra única y última esperanza, tanto para nuestro bienestar material como espiritual. Cuando entendemos esto, podemos ver que es una blasfemia decir que “son las Naciones Unidas, la última esperanza de la humanidad”.

Esto jamás puede ser afirmado por algún Papa verdaderamente católico. Las sociedades materiales son necesarias evidentemente, sin embargo en su adecuada posición, son secundarias al reino de Cristo y por lo tanto de su Iglesia. Son ellos los que son sancionados por Jesucristo no la iglesia por estos individuos. El mundo entero debe buscar a Cristo Rey como la única esperanza, no a las sociedades y organizaciones materiales. Por lo tanto el mundo entero debe incorporarse a la Iglesia Católica para poder tener alguna esperanza, particularmente la última y única esperanza de la sociedad.

En esta blasfemia, que hacíamos referencia en líneas anteriores, podemos ver que una nueva religión ha sido formada frente a las propias narices de la mayoría de católicos de todo el mundo. Quienes vieron y entendieron lo que estaba sucediendo lograros saltar de este barco que se estaba hundiendo, lamentablemente muchos de estos saltaron de la cacerola al fuego, por así decirlo. De inmediato establecieron sus propias iglesias y se convirtieron en líderes de estas sociedades nuevas. Muchos de estos se autodenominan “tradicionalistas”.

En este nuevo mar inmenso de nuevas y múltiples sociedades religiosas (iglesias) ha hecho cada vez más difícil para que la gente pueda encontrar la verdadera Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica, Iglesia fundada por Jesucristo Rey. De la misma manera en que muy poca gente, encontró, reconoció, creyó y siguió a Jesucristo en su Humanidad cuando estuvo en este mundo, lo mismo sucede hoy día con Su Iglesia.

Muy pocos, tal parece, reconocen y creen a los verdaderos Obispos, que El ha comisionado como cabezas visibles de Su Iglesia. Existen muchos lobos rapaces con piel de ovejas que predican doctrinas nuevas y diferentes, por lo que es preciso recordar lo que dice san Pablo que: “aún si un ángel de luz viniera y nos enseñare doctrina diferente, no deberíamos creerle”.

El éxito mundano no es sinónimo de verdad. Una mayoría de seguidores no es medida de Verdad, muchos son llamados pero pocos los elegidos.

Busquemos todos incrementar el amor por Jesucristo Rey y tenazmente busquemos Su Iglesia y a Sus obispos, que sin importar que tan poco merecedores de tal dignidad sean estos, ni que tan insignificantes parezcan, son estos verdaderos sucesores de los apóstoles y Sus representantes en este mundo, por lo tanto guardianes del Reino de Jesucristo en este mundo, la Iglesia Católica

!VIVA CRISTO REY!

Saturday, October 23, 2010

DOMINGO 22 DESPUÉS DE PENTECOSTES

24 DE OCTUBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. De la misma manera podemos decir que estamos compuestos de cuerpo y alma, luego entonces nuestras deudas son dobles. Una a Dios y al espíritu y la otra para el cuerpo y el mundo. El mundo, tal y como lo conocemos esta en un gran desorden. Este mundo desordenado no es nuestro hogar. Es un gran lugar con muchas cosas buenas, pero no es nuestro destino final ni hogar permanente. El desorden de este mundo se origina en el pecado original. Somos hechos para gozar de un lugar perfecto, razón por la cual tenemos este deseo constante de buscar un lugar cada vez mejor.

El Cesar representa para nosotros el gobierno o el mundo en este estado de naturaleza caída. Le debemos mucho a este mundo (aún con todas las imperfecciones que este tiene). Por lo que debemos ocuparnos en algún tipo de trabajo donde además, debemos esforzarnos para apoyarnos, mantener y mejorar este mundo y la sociedad. De igual forma debemos entender que nada es permanente en este mundo (no será siempre de esta manera). Todo es pasajero. De esta manera, mientras que el mundo es un regalo de Dios y es importante para Él como para nosotros, debemos entender que ocupa un segundo lugar en nuestra mente y corazón.

El primer lugar en nuestra mente y corazón le pertenecen a Dios y a nuestro hogar eterno en el cielo. Esto es lo único que puede llenar el deseo de nuestro corazón.

Hemos sido creados para Dios y para permanecer en este lugar perfecto que llamamos Cielo, donde existe el orden y el amor verdaderos. Por lo tanto enfoquemos todos nuestros esfuerzos sobre este objetivo y no en las cosas pasajeras de este mundo.

Nuestros tesoros deben estar depositados en el Cielo. Todo lo que atesoremos en este mundo está destinado a perderse (consumido por el oxido, la polilla o los ladrones)

Todo es pasajero, sólo lo que queda en el cielo será permanente y constituirá nuestra eterna felicidad. Las grandes mansiones que construimos en este mundo no son nada comparadas con la mansión que nos espera en la eternidad con Dios Nuestro Señor.

Debemos tener mucho cuidado de no perder de vista esta mansión celestial, mientras nos ocupamos por obtener y mantener un lugar donde vivir y por nuestra sobrevivencia en este mundo. Todo lo que en este mundo está, no es otra cosa que como dice el sabio:

“Vanidad de Vanidades y todo es Vanidad”.

Todo es perecedero, vacio y no puede satisfacernos de ninguna manera sin importar que tanto nos esforcemos en que así suceda o que tan refinado esto sea. Si gastamos todo lo que somos y tenemos en esto, habremos desperdiciado y perdido todo, porque todo es vano.

¿De qué le sirve al hombre, ganar el mundo entero si pierde su alma?

¿Tal vez debemos inclinarnos a, dedicar todo lo que tenemos y todo lo que somos, a obtener lo eterno?

Esto parece una gran idea, pero el mundo no nos dejara ir tan fácilmente. Dios nos ha ordenado, preocuparnos por nuestro cuerpo y laborar en este mundo. No podemos caer, así por nomas en la eternidad. Este mundo es el lugar de prueba donde podemos mostrar a Dios todo nuestro amor al amar a nuestro prójimo aún en medio de las grandes imperfecciones que todos tenemos.

Todos pueden amar lo perfecto pero se requiere de gran humildad y fe para amar lo menos perfecto. Los demonios pudieron fácilmente adorar y honrar a Cristo en Su Divinidad; fue su humanidad que colocó el obstáculo. Su orgullo les impedía amar a alguien que fuera menor al espíritu. (Alguien, menos que ellos).

Esto es exactamente lo que se nos ordena cuando se nos dice que debemos amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado. Existen muchos que pueden estar (por lo menos desde nuestra perspectiva defectuosa) por debajo de nuestro nivel, sin embargo debemos amarlos tal y como nos amamos a nosotros mismos. Esta situación atrapó a todos los demonios en el Infierno y nos llevará a todos nosotros si seguimos sus pasos.

Los bienes de este mundo no son para toda la multitud. Dios ha dado más a unos que a otros, para permitirnos amarnos los unos a los otros y probar este amor al mostrarnos generosos al dar y recibir libremente en toda simplicidad y humildad.

No podremos llevarnos nada y no hace bien a nadie acumular riquezas. Debemos compartir las bendiciones que Dios nos da para nuestra existencia en este mundo.

Pero esto no es todo, debemos de igual manera compartir, los unos con los otros, los dones espirituales que Dios nos ha dado. Porque Dios tiene todo y no necesita de nada, es la razón por la que podremos ofrecerle todo lo que hacemos con nuestro prójimo en Su nombre. Le regresamos a Dios lo que le pertenece al amarlo y obedecerlo cumpliendo Su palabra, amándonos los unos a los otros y practicamos no sólo las obras de misericordia sino también las espirituales, tal y como nos ha ordenado.

Así sea

Saturday, October 16, 2010

DOMINGO 21 DESPUÉS DE PENTECOSTES

17 DE OCTUBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

La misericordia es necesaria para todos nosotros, para poder coexistir en esta vida. Sin embargo es la menos practicada y raramente valorada.

?Donde estaríamos nosotros si no pudiéramos o tuviéramos la misericordia de Dios? Si Dios nos juzgara sin Su misericordia, nadie podría sostener en pie – todos caeríamos.

Aplicar la justicia sin misericordia sería una situación lamentable para todos nosotros. Mas bien esta “justicia” sería todo lo contrario. Razón por la cual nuestro Señor Jesucristo nos dice que nuestra justicia debe sobrepasar a la de los Escribas y Fariseos. La letra de la ley aparece como justa en nuestro entendimiento corrupto de lo correcto y lo incorrecto, pero es sólo en el espíritu de la ley que encontramos la verdadera Justicia. La ley es muchas veces injusta, simplemente porque los jueces puedo ver únicamente la letra de la ley y no su espíritu.

Las leyes justas no son hechas para atacar, destruir o despojar a las personas, sin embargo, en las manos de los jueces Farisaicos es frecuentemente lo que más sucede. La sociedad de hoy se ha convertido en una generación extremadamente litigiosa. La ambición y el egocentrismo de tantas personas los empuja a demandar y exigirse el uno al otro hasta en las cosas más insignificantes o lo que es peor buscar recompensas mas allá y muy alejada de toda decencia.

Hemos olvidado la amonestación de san Pablo a los Corintios: De no tomar nuestros juicios a los injustos, dice que sería mejor poner nuestros juicios a los mas despreciables de la Iglesia y dejar que estos juzguen nuestro caso, porque estos serían mejores que el juez pagano. Sin embargo, va un poco más allá, san Pablo, al decir que sería mejor sufrir las injusticias y la maldad antes que ir ante tales jueces.

¿Qué injusticia no ha sufrido Nuestro Señor Jesucristo por nosotros? ¿Cuántas veces nos ha mostrado su justicia y perdón? No estamos comprometidos a hacer lo mismo entre nosotros- aún hacia nuestros enemigos. ¿Qué significan las palabras de nuestro señor Jesucristo cuando nos dice que debemos amar no sólo a quienes nos hacen bien, sino también a quienes nos ofenden? (San Lucas 6, 27:28) si fallamos en amar a nuestros enemigos no somos mejor que ellos; somos peor ya que nosotros sabemos lo que debemos hacer. (O deberíamos saberlo)

Si queremos encontrar la misericordia de Dios, nos ha puesto como condición para recibirla, la misericordia que tengamos sobre los demás. ¿No es esto lo que le pedimos, al decir el Padre Nuestro? “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”

Como dijera Shakespeare en “El Mercader de Venecia” la calidad de la misericordia no se agota. Cae como la suave lluvia del cielo, debajo de ella: es doblemente bendecida, bendice a quien la da y de igual forma a quien la recibe. Somos motivados a ser misericordiosos en la oración de San Francisco: “Es dando que recibimos” ambos se benefician y ambos son recompensados. Nada se pierde y todos salen ganando.

Esta virtud es divina y en nuestro deseo de acercarnos a Dios y asemejarnos a Él, este el camino que hay que seguir para lograrlo- verdadero amor y misericordia, no siguiendo las sugerencias del demonio, la venganza y el orgullo.

La justicia, estrictamente hablando, no se opone a la misericordia. Lo que se opone a esta es la “letra de la ley” que no es otra cosa más que injusticia. De esto nos recuerda san Pablo a su carta a los Efesio cuando nos dice que debemos revestirnos de la justicia, con los demás ornamentos de la verdad, la paz y la fe.

La verdadera justicia no pretende medirse en calidad material, porque simple y sencillamente esto no es posible. Contrario a lo que los modernistas han estado pretendiendo convencer a las personas, nadie somos iguales. Somos realmente diferentes. Dios ha dado más a unos que a otros. Hay bondad y justicia en esto que va más allá de la simple comprensión. Es una gran injusticia humana pretender tal igualdad por medio de leyes, cortes, guerras etc.

Dios ha dado más a ciertas personas para que estas puedan ayudar a los demás. Si fuéramos iguales no tendríamos nada que compartir y seriamos privados de poder imitar a Dios. Tomar algo por la fuerza es robo doble, no sólo por lo que hemos tomado sino porque hemos privado a esta persona de ayudar a los demás. Todos tenemos necesidad de ayuda y todos tenemos la capacidad de ayudar a los demás. Todos podemos dar el don de la misericordia. Todos hemos sido ofendidos luego entonces todos podemos perdonar.

De igual forma así como hemos sido ofendidos hemos ofendido a los demás y todos hemos estado en la necesidad de la misericordia de Dios.

Es en esta hermosa forma de compartir la misericordia con la que nos beneficiamos todos y con la que Dios es complacido y honrado.

Así sea.

Saturday, October 9, 2010

DOMINGO 20 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

10 DE OCTUBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

El día de hoy, somos nuevamente testigos, del gran milagro que nos relata el Evangelio para este día y es de notar que, tal vez haya algo tan importante en este y que frecuentemente es ignorado, como si fuera algo de poca importancia.

El Evangelio nos dice que, este hombre y todos los de su casa creyeron, se convirtieron.

No sólo creyó él, sino que llevó la fe y convirtió a todos sus familiares. No uno sino muchos más, encontraron la fe necesaria para la salvación, esto es una bendición mucho mayor a la vida, físicamente hablando, que se le da a un hijo.

Hay un dicho muy popular que dice que la manzana no cae lejos de su árbol. Es decir que, es de sabios considerar los efectos del ejemplo que damos a los niños. Hay muchos que dicen a estos: “hagan lo que digo no lo que hago”, estas no deberían ser palabras de un buen maestro, mucho menos de un buen padre; son palabras más apropiadas para un actor.

Los niños son por naturaleza imitadores y seguidores. El mayor y más natural ejemplo para ellos es el de sus padres. Cuando los padres de estos tienen y viven la verdadera fe, sus hijos son más inclinados, a de manera naturalmente, imitarlos.

Cuando los padres son buenos sus hijos tienden a ser mejores, y de igual manera son peores cuando sus padres lo son. Hay excepciones, sin lugar a dudas, pero son raros estos casos.

Debido a nuestra naturaleza caída estamos más inclinados a hacer el mal. El mal es el camino de menor resistencia y nuestra heredada naturaleza, acompañada de la flojera, nos orilla a tomar este sendero. Si los padres buscan y viven en la disciplina de sí mismos y su propia voluntad, serán mucho más exitosos a la hora de corregir a sus hijos y pedirles que hagan lo mismo.

Tenemos una gran cantidad de ejemplos de todo esto a que hacemos referencia, a través de la historia de la humanidad. Consideremos a Caín que mató a su hermano; vemos que la maldad de este hombre corrompió a toda su generación. Por otro lado, el hijo bueno de Adán, Set, dio origen a una raza buena y complaciente a Dios. En otra parte leemos que el joven Tobías, era virtuoso y bueno aún entre personas malignas, por tener un padre virtuoso. De igual forma, la hija adoptiva de Herodes, actuando a su máxima capacidad, cruelmente inhumana y no adecuado al comportamiento de una mujer, pide la cabeza de uno de los más grandes hombres que hayan existido en su tiempo, San Juan Bautista.

¿Qué inspiró, a esta criatura a mostrar tanto odio, sino la maldad de su madre Herodías, que estaba viviendo en pecado, (incesto, adulterio) con Herodes?

Tal vez el ejemplo más conocido por muchos es el caso del Rey David. Mientras él vivió correctamente y en justicia sus hijos hicieron lo mismo. Sin embargo, cuando pecó cometiendo asesinato y adulterio. Aunque se hubo arrepentido rápidamente vemos que el daño ya se había consumado en sus hijos.

Amón raptó y violó a su propia hermana Tamara, razón por la cual su hermano Absalón lo mando matar. Absalón se mostró rebelde contra su padre, y fue asesinado por manos de Joba. Adonis, otro hijo de David, conspiró de igual manera contra su padre e intento privarlo del gobierno cuando fue capturado como rebelde y sentenciado a muerte.

Estos ejemplos son principalmente de situaciones en las que se envuelven los padres, sin embargo, debemos todos empezar a ser responsables por el ejemplo que damos a los demás. Las jóvenes generaciones ven en las generaciones pasadas ejemplos a seguir, buscando alcanzarlas y superarlas o hacer más de lo que estas han hecho. Así como los padres desean que sus hijos hagan en esta vida, más de lo que estos pudieron, así los hijos desean superar a sus padres.

Lo trágico es que cuando los hijos ven la maldad de las generaciones anteriores a estos, no sólo buscan seguirlas sino superarlas de igual forma.

De esta manera vemos, que no fue suficiente para la generación de los sesentas ser rebeldes como lo fueron los hijos de los cincuentas; debieron superarlos. Y donde la primera, trazó su línea, la generación de los setenta sobre paso a esta y buscó superarla. Donde esta generación no se atrevió a pisar, la de los ochentas desesperadamente lo hizo suyo. Y así sucesivamente, cada generación se ha hecho peor que la anterior. Cada pecado y maldad construidos sobre el pecado y maldad anterior.

Ahora las generaciones más viejas se quedan boquiabiertas ante la incredulidad de tanta maldad que envuelve a la generación presente.

¿Cómo pueden matar a sus propios hijos, con el aborto?

¿Cómo pueden mutilar sus cuerpos con el piercing y los tatuajes?

¿Cómo pueden andar por las calles con sus ropas cayéndoseles, o exhibiendo sus cuerpos sin ninguna señal de pudor?

¿Cómo pueden vivir abiertamente en la fornicación y el adulterio? ¿No tienen vergüenza?

Ahora bien, reflexionemos un poco, lógicamente están siguiendo los pasos de la maldad, que se les ha mostrado.

¿Quién ha cometido el pecado más grave, el que pecó o quien le ha mostrado la forma y como hacerlo?

Hagamos nuestras las palabras de nuestro Señor Jesucristo cuando dice:

“y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar”

Tal vez ha llegado el momento en que, todos nosotros nos arrepintamos, como lo hizo el Rey David, para tratar de disminuir el mal que hemos caudado a los demás. Hagamos a un lado y eliminemos, en nosotros, por completo el mal, por más insignificante que este parezca, para poder trasmitir sólo buenos y santos ejemplos, a las generaciones venideras para que sean mucho mejores que la generación presente.

Así sea.

Saturday, October 2, 2010

DOMINGO 19 DESPUÉS DE PENTECOSTES

3 DE OCTUBRE DE 2010

Queridos Hermanos:

Todos han sido invitados a la Boda (Reino, celestial, la Iglesia Católica) sin embargo, muchos han rechazan entrar a esta. Quienes debieron entrar pero rechazaron la invitación, se dan cuenta ahora que, son excluidos y la invitación se le ha dado a otra persona.

Entre quienes han aceptado la invitación, los hay, sin embargo, que no merecen esta pertenencia por no cooperar con la gracia de Dios (se niegan a portar el vestido de bodas). Cuando se les cuestiona sobre este punto, vemos que la mayoría de estos individuos, al no saber que responder se muestran perplejos, pues saben, que no tienen excusas.

Al preguntarles por qué son católicos, responden de la misma manera, al no saber que es lo que hacen en la Iglesia Católica. Al igual que el hombre que no lleva la vestimenta adecuada de la boda, desconocen porque están en la fiesta y no llevan el vestido apropiado. Ambos grupos de quedan pelando los ojos con el silencio tonto de la ignorancia. Es como si no entendieran la pregunta.

En algunas otras ocasiones, las respuestas que estos individuos ofrecen, son peores que el silencio, ya que con frecuencia estos “católicos” ignoran lo que son. Sus razones son “porque mis padres lo fueron”, “esta es la forma en que he crecido”, o “era la iglesia mas cercana a donde vivíamos”.

Si se les pregunta sobre su fe. Nuevamente la respuesta es un completo silencio, por la incomprensión de la pregunta. Por no conocer su fe, luego entonces no saben que creer y creen solo lo que este incluido en su hedonismo materialista y egocéntrico.

La vestimenta de esta boda simboliza la caridad, esta no aparece en el alma de muchos “católicos”. Todo el mensaje de Jesucristo y consecuentemente la fe de la Iglesia, esta empapada de la gracia de la caridad. La falta de esta gran virtud es como si estuviéramos vacíos del origen de la vida, de la Iglesia.

Sin la virtud de la caridad no podemos participar del espíritu de la Iglesia, consecuentemente no podemos unirnos espiritualmente con Cristo y el Espíritu Santo. De esta manera, podemos ver, que sin la vestidura de la caridad, todo lo “bueno” que tengamos, no sirve de nada. Es ser realmente hipócrita pretender tener esta virtud, cuando es precisamente esta la que nos hace falta.

Sin amor, ni podemos creer ni entender correctamente.

Cualquier pretensión de justicia sin caridad es una mentira; razón por la cual Nuestro Señor Jesucristo, nos previene que nuestra justicia debe ser mayor a la de los Escribas y Fariseos.

La letra de la Ley se convierte en una trampa cuando es aplicada por quienes no tienen caridad.

Trágicamente, muchas personas creen que la verdad y la caridad son opuestas. Escuchamos comentarios como: “quieres que te diga la verdad o que sea bueno contigo” ¿Por que no podemos hacer las dos cosas?

La verdad no es brutal ni falsa la caridad.

Cuando la verdad aparece brutal, es porque algo no esta bien. Es porque lo que creemos ser verdad, no lo es, o probablemente y con mayor frecuencia es porque la verdad lastima nuestra vanidad y orgullo. La letra de la ley cuando es empujada a un extremo, deja de ser verdaderamente la ley, porque cuenta con un elemento de mala interpretación de ella, por lo tanto es una mentira.

Una vez que nos desviamos del espíritu e intención de la ley, dejamos de tener la verdad, es en esta forma que hacemos a un lado la caridad.

La “caridad” de esta manera, es falsa, luego entonces no es caridad, cuando intentamos proteger la vanidad y el orgullo.

El movimiento carismático, es bien conocido por esta falsa caridad, al usar tan frecuentemente y de manera discriminada la palabra “amor” y “caridad” le han quitado todo vestigio de su significado original. La caridad no tiene nada que ver con “aceptar los unos a los otros tal y como somos y sin reservas”, se ha cantado ad nauseam el “amar al pecador y odiar al pecado”.

Si realmente amamos al pecador, no lo aceptamos tal y como es apoyándolo en su vida pecaminosa. El verdadero amor exige que ayudemos al pecador a cambiar su vida y vivirla en conformidad como Dios quiere que viva.

Tal vez esta sea la causa por la que el pecador nos odie y deteste, es decir por el amor que le demostramos. Esto es tal vez, de lo que huyen muchos y es en esto que su “caridad” es descubierta como falsa. Prefieren voltear a otro lado y permitir que estos individuos continúen por el sendero que termina en su total destrucción, por no “enfadarlos” al señalarles la verdad y hacer todo lo que este a su alcance para desviar estas almas de la destrucción a la que se dirigen.

Esto no es inspiración del amor, por el contrario, este evitar el conflicto, es una actitud cobarde, basada en un amor propio originada en el infierno, alejada de la caridad hacia el prójimo; es más bien, una indiferencia que, es peor que el odio directo.

Decir que deseamos que el Budista sea un mejor budista o que un Hindú sea mejor hindú, etc., no es caridad, es mas bien un odio perverso, porque al aceptarlos como son, nos convertimos en contribuyentes directos en su autodestrucción.

Eso ni es caridad ni es la verdad.

Tales individuos deberían ser arrojados al llanto y crujir de dientes, porque les falta el vestido apropiada para la Boda, la caridad, que es necesaria para conservar la pertenencia y presencia en la Iglesia.

Amen.