Wednesday, December 31, 2008

CIRCUNCISION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

1 DE ENERO DE 2009

Queridos Hermanos:

En un día como este, el Hijo de Dios derramó su primera gota de sangre. El Señor de todo lo creado se sometió a la Ley de Moisés

Es el octavo día desde el nacimiento de Nuestro Señor, y marca el comienzo del año secular. Nada parece más apropiado que cuando iniciamos el año nuevo sea el mismo día en el que Nuestro Señor Jesucristo derrama su primera gota de sangre.

Cristo vino a este mundo para sacrificarse a Si mismo por nuestros pecados. Derramó hasta la última gota como reparación de nuestros crímenes. Y hoy que empezamos el año nuevo, El nuevamente ha iniciado su sacrificio de Su vida por nosotros.

Toda vez que Cristo es Dios, el más insignificante de sus sufrimientos es de un valor infinito. Las gotas de sangre derramadas en este día son suficientes para redimirnos de nuestros pecados. Sin embargo, continuó su vida por treinta y tres años y sólo después de haber derramado toda su sangre por nuestros pecados, Su sacrificio fue completo.

Sin embargo para que este sacrificio sea completo es necesario que hagamos nuestra parte. Se requiere que hagamos mucho más que el simple acto de “creer” o “aceptar”. Debemos hacer un sacrificio y unirlo al de Jesucristo. Debemos convertirnos en uno con El. Debemos tomar diariamente nuestra cruz y debemos seguirlo. Debemos reflejar Su vida en nosotros. Cristo debe vivir en nosotros y nosotros en El. Nuestras vidas serán completas cuando El viva en nosotros. Existen muchas personas que viven sus vidas sin ningún valor toda vez que fallan en negarse a sí mismos y tomar la cruz de Jesucristo.

Tales almas miserables, viven sus vidas con un terrible vacio en su corazón y en su alma que sólo puede ser llenado por Cristo, sin embargo como han decidido vivir sin Él, Cristo no vivirá en ellos y están pobres almas pasarán toda la eternidad con el ardiente deseo de ver a Dios y serán eternamente rechazados. Tienen la tendencia natural de vivir en Dios pero debido a sus pecados no pueden acercarse a Él, envolviéndose de odio y rencor. Odian a Dios, a sí mismos y todo lo que Dios ha creado. Arderán por toda la eternidad.

Serán rechazados por el mismo que los ha creado para estar eternamente unidos con El.
Sin embargo, todo esto no necesariamente se debe aplicar a nosotros. Cristo ha iniciado el sacrificio, y somos llamados a iniciar el nuestro con el año nuevo. Somos llamados a empezar esta nueva etapa de nuestra vida con espíritu de sacrificio.

No tengamos miedo al sacrificio. Cristo nos ha mostrado el camino. Nos da el ejemplo a seguir. Nos da la gracia para lograrlo y nos ayudará a continuar cuando desfallezcamos y tropecemos. El hará todo lo posible porque nuestro peregrinar, sea ligero y menos difícil. Sólo necesitamos querer hacerlo.

Ha derramado Su sangre y nos ha demostrado que no importa cuánto dolor nos ocasione, no es, ni siquiera, merecedor comparar la gloria que les espera a quienes perseveran hasta el final. Las glorias del Cielo son mucho mayores que lo que podemos comprender o imaginarnos.

Nuestro creador se humillo a sí mismo y se convirtió en uno de nosotros- uno de Sus propias criaturas. Se sometió a las mismas leyes que deberían regir a Sus criaturas. Se sometió a toda autoridad demostrándonos con esto que no hay ningún temor en la obediencia humilde.
Una vez que entendemos que toda autoridad viene de Dios y en obedeciendo a la autoridad que se pone sobre nosotros, estamos esencialmente obedeciendo a Dios mismo, luego entonces encontramos la llave para seguirlo.

Su obediencia fue pronta y expedita, así debe ser la nuestra. No se hizo para atrás o dudo en obedecer, sin importar lo difícil o complicada que esta haya podido aparecer.
Esta obediencia que aparece como restricción para nosotros, es por el contrario la forma de volvernos realmente libres. Pero sólo quienes siguen el camino de la humildad y obediencia a imitación de Jesucristo encontrarán esa libertad. El resto tendrá que quejarse el uno del otro y jamás sentirse libre. Por el contrario descubrirán que son verdaderamente esclavos. Sufren y trabajan sin encontrar ninguna recompensa. El hijo de Dios labora y sufre y gana una recompensa eterna en el Cielo para sí mismo.

La decisión esta de nuestra parte. La resolución de año nuevo esta lista para ser tomada y cumplida. No tengamos ningún temor al dolor o al sacrificio que este año nos pida, más bien busquemos el sacrifico de Jesucristo y de manera decidida abracemos la cruz de Jesucristo por amor a Este.

De esta manera encontraremos y lograremos un feliz y prospero año nuevo.

QUE ASI SEA.

Saturday, December 27, 2008

FESTIVIDAD DE LOS SANTOS INOCENTES

28 DE DICIEMBRE 2008

Queridos Hermanos:

La maldad de este mundo busca destruir a Dios y la gracia que Este nos trae, y es muy perseverante en el logro de ese objetivo.

Nadie puede dañar a Dios, ni Herodes, ni el mundo, ni los demonios. Todo el mal que Cristo sufrió fue por voluntad propia. Además de haberlo sufrido de manera voluntaria no se le pudo dañar toda vez que es Dios. Así vemos que Herodes no pudo dañar al niño Jesucristo, porque Dios no deseaba su sacrificio, no todavía.

Sin embargo, nosotros por otro lado, no podemos garantizar este privilegio. Estamos sujetos a todos los ataques de nuestras pasiones, al demonio y al mundo. Nos atacan y quieres matar a Jesucristo en nosotros, haciendo en muchas ocasiones gran daño a nuestros cuerpos y de paso a nuestra alma.

Podemos visualizar el gran masacre de Santos Inocentes en Belén e imaginarnos los llantos y lamentos de quienes no podían ser consolados. Se sentían impotentes ante los ataques de Herodes. Al no poder hacer daño a Dios, Herodes tomo todo su coraje en contra de todos los demás. Lo mismo sucede con los demonios en sus ataques en contra de nuestra persona. Al no poder con Dios se vuelven más violentos contra nosotros.

Sin embargo, existe una ironía en sus ataques, toda vez que no pueden dañarnos si Dios no lo permite. Y Dios como nos ama tanto y sólo busca nuestro bienestar, sólo les permitirá hacer algo que dará como resultado en bien mucho mayor, para nosotros.

Debemos también notar que sólo podemos ser atacados por el mundo exterior. El mundo los demonios y nuestras propias pasiones no pueden dañarnos a menos que nosotros así lo permitamos. Pueden golpear nuestro cuerpo pero no pueden tocar nuestra alma. Los únicos que podemos dañar nuestra alma somos nosotros mismos.

No importa que tan furiosos estén sus ataques, no son otros cosa más que aire caliente. Son cobardes y tiemblan ante quienes ponen la más mínima resistencia a sus consejos. Los demonios no nos pueden arrojar al infierno. Quienes van al infierno ha caído ahí de manera voluntaria. Han decidido escuchar los consejos de sus pasiones, el demonio y el mundo. Sólo están en el infierno los que han cometido pecado mortal y una de las condiciones para cometer este pecado es que debe ser libremente aceptado. Por lo tanto sólo los que así lo deciden cometen este pecado.

Consecuentemente van al infierno. Han decidido imitar a su líder Lucifer y de manera voluntaria y sabedora de sus actos rechazar la gracia y amor de Dios.

Las almas de los Santos Inocentes son prueba de esto. Sus almas eran inocentes ante los ojos de Dios. Aunque hayan sido concebidos en Pecado original, fueron purificados por su sufrimiento voluntario de sus cuerpos por el amor de Dios (bautismo de sangre). Estas creaturas por el simple deseo de su voluntad desafiaron a Herodes y los demonios. Por muy débiles que hayan sido en sus cuerpos mostraban una voluntad resistente y fuerte.

Todo ser humano, incluyendo el que ha sido concebido en este instante, tiene libre albedrio y sin importar que ataques se hagan en su contra, nada puede tocar su alma a menos que él mismo, lo permita.

Porque celebramos a estos santos inocentes como santos, Dios por medio de Su Iglesia nos muestra que toda alma tiene una oportunidad mas. Vemos la facilidad de los ataques en contra de nuestra alma. El hecho simple de la voluntad de amar y escoger a Dios antes que todo lo demás es suficiente para salvarnos.

Si amamos a Dios no tenemos nada que temer efecto contrario es si fallamos en este amor, sin embargo nuestro mayor temor debe ser de nosotros mismos. Porque somos nosotros que hacemos el más grande, no el único, mal a la vida eterna de nuestra alma

La gracia de Dios siempre esta esperándonos y el alma siempre tiene una oportunidad más. La pregunta es que vamos a decidir cuando estemos ante el último suspiro antes de dejar este mundo. Este simple hecho sellará toda nuestra eternidad.

Es realmente tonto quien planea decidir en el último momento, su conversión. Quienes viven en pecado morirán en el, es lo más probable.

Regocijémonos con los santos Inocentes en su victoria. Y hagamos buen uso del tiempo que nos queda para fortalecer nuestro amor por Dios y Su gracia. Sólo podemos hacer esto por los medios que El nos ha dado: Los sacramentos y Su Iglesia. La prueba de nuestro amor es cuando hacemos buen uso de los medios de recepción de la gracia que Él nos da. El rechazo, la negligencia o abuso de estos medios de recepción de la gracia es una decisión de odio en contra de Dios que nos conduce a la condenación eterna de nuestra alma.

Thursday, December 25, 2008

NAVIDAD

25 DE DICIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

Los ángeles cantan “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra Paz a los hombre de buena voluntad”

Vemos la gloria de Dios manifiesta en este día, en el niño nacido en el portal de belén. La escena llena nuestro corazón de paz y alegría.

¿Qué corazón no se regocija al contemplar a un recién nacido? Sin embargo, es de manera peculiar que debemos encontrar paz al mirar a este Niño, porque ha nacido bajo las circunstancias más humildes. Esta en un establo, descansando en un pesebre. Naturalmente nuestros corazones deberían sentir tristeza por esta situación.

¿Quién en el mundo le gusta fijarse en los pobres? El mundo entero siente un rechazo ante estos.

Los pobres son una desgracia para las ciudades, pueblo o municipio. Quienes tienen autoridad en estas hacen todo lo posible por eliminarlos de su vista. Los corremos o buscamos un lugar donde puedan permanecer. Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para también quitarlos de nuestra presencia. Toda vez que son una distracción de nuestra visión mundana de paz y felicidad.

Causan malestar por sus sufrimientos y porque demandan del sacrificio de nuestra parte para acudir a su auxilio. Si los ignoramos no podemos estar en paz con nosotros mismos por no ser caritativos y nuestra conciencia constantemente nos lo estará recordando. Razón por la cual buscamos borrarlos de nuestra presencia y ocultarlos.

Esta es la vida que Cristo decidió vivir. Vino a los pobres, de manera humilde. Por lo que fue rechazado y despreciado por el mundo.

Y aún así, los ángeles cantan, y todos los que tienen este mismo espíritu cantan con ellos. Cristo nuestro salvador ha nacido, se ha convertido en uno de nosotros para salvarnos, se ha hecho el más insignificante de nosotros para salvar al más sencillo de nosotros.

El nacimiento de este Niño, es la gloria de Dios. Vemos la grandeza de Dios al hacer maravillas de las cosas más insignificantes. Cambia todo lo malo en algo bueno. La desgracia del pobre se convierte en una virtud y gracia cuando es voluntaria y a imitación y por el amor de Dios. El hambre, la sed, el frio y todos estos malestares se convierten de males físicos en bienes espirituales en unión con Dios.

Ha venido al lugar mas humilde y sencillo para llevarse todas esas almas a las alturas de los Cielos.

Sin embargo, no todos los hombres serán elevados al cielo. Luego entonces, no todos sienten júbilo y gozo y paz interior. Sólo el número reducido de los que comparten con El esta alegría y verdadera Paz. La paz que los ángeles cantan es entre los “hombres de buena voluntad”. Los que no son de buena voluntad, no recibirán nada de esta Paz.

Todos los que han rechazado Sus enseñanzas obviamente no son de buena voluntad. Los que rechazan o ignoran Su Ley. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, los que están divorciados y vueltos a casar y viven en el adulterio no pueden encontrar la verdadera paz. Todos los que rechazan estar unidos con Su Iglesia o rehúsan recibir Su cuerpo en el Santísimo Sacramento, no pueden encontrar la verdadera paz.

Dios es glorificado pero no todos recibirán Su Paz. Su paz es para los hombres de buena voluntad, para quienes lo aman, pero ¿Quién puede amar a un hombre pobre? Sólo el humilde de corazón, sólo los que cooperan con la gracia de Dios, conocen Su paz y alegría.

Veamos en nuestros corazones y veamos la pobreza de nuestra alma. Veamos nuestra necesidad de Su gracia. Cuando llegamos al conocimiento de nosotros mismos empezamos a crecer en el amor y gracia de Dios.

Cuando vemos nuestra pobreza espiritual, la pobreza física del Niño Dios deja de ser ofensiva. Lo que es naturalmente repulsivo se convierte en algo sobrenaturalmente atractiva.

Los pecadores, que son de buena voluntad, tendrán razón para regocijarse con los ángeles en este día. Todos somos pecadores, pero no todos somos de buena voluntad, nos falta el amor verdadero a Dios y el rechazo a nuestros vicios y pecados.

Descansemos en esta preciosa escena del Niño Dios y reflexionemos en todo lo que ha sufrido y llenemos nuestro corazón de compasión. Entendamos que ha sido por nuestros pecados que El ha sufrido tanto. Ofrezcámosle nuestro amor. Mientras más amor demos veremos todas las maravillas envueltas en esta escena del portal de belén. Y Su misión eventualmente se convertirá en una realidad y completa en nuestras vidas.

De esta manera también nosotros diremos con los ángeles.

GLORIA A DIOS EN LA ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOBRES DE BUENA VOLUNTAD.

Sunday, December 21, 2008

DOMINGO 4to DE ADVIENTO

21 DE DICIEMBRE 2008

Queridos Hermanos:

El tiempo se acerca. ¿estamos preparados? No para las fiestas y reuniones entre amigos, familiares o vecinos, ¿estamos listos para recibir a Dios? Nuestros hogares están limpios y decorados, la comida esta lista, los regalos envueltos o pronto lo estarán. Pero ¿Y nuestra alma? ¿Qué sucede con el Divino Huésped que desea visitarnos en esta época del año? ¿Estamos preparados?

San Juan al recibir la Palabra de Dios, fue por todo el Jordán Predicando el bautismo del arrepentimiento. Los Sacerdotes de Jesucristo hacen lo mismo, ahora. Ya no es un bautismo de arrepentimiento, sino un Sacramento, del Arrepentimiento que debemos recibir. Todo lo que significaba el bautismo del que nos habla san Juan esta contenido perfectamente en el bautismo de Penitencia. En este sacramentos nuestros pecados son realmente lavados y nuestra alma limpia.

Sin embargo, para que este sacramento surta verdadero efecto debemos lógicamente recibirlo. No debemos hacer esperar demasiado a este sacramento. Porque si Cristo viene y no estamos listos para recibirlo, Jesucristo acudirá a algún otro como lo hizo hace mas de dos mil años en el Portal de belén. No había lugar en las posadas, sólo encontró refugio entre los animales que evidentemente prefirió más que a las casas cubiertas de pecadores.

Debemos considerar que nuestro Señor prefirió el mal olor y el fango del establo que las casas de los pecadores. Pudo haber nacido en cualquier otro lugar sin embargo prefirió el ¡establo, en lugar de las casas de los seres humanos!

Digo esto porque nos enseña la maldad y podredumbre del pecado. Es lo mas repugnante que pueda existir. Dios siente rechazo por todo eso. Por lo menos los animales no podían pecar. Dios no permitirá nada manchado entrar en el reino de los Cielos.

Sin embargo, Dios vino a este mundo por el alma de los pecadores. Pero sólo aquellos que se han arrepentido y se han bautizado. Y sólo aquellos que se encuentren libres de pecado recibirán Su presencia. Razón por la cual debemos hacer nuestras las palabras de San Juan: “Preparad el camino del Señor: enderezad sus sendas: todo valle será terraplenado: todo monte y cerro, allanados; y los caminos torcidos serán enderezados, y los escabrosos igualados…”

El sacramento del arrepentimiento nos da las herramientas de las que San Juan nos dice deben realizarse en preparación a la venida del Señor. Si no hacemos esto, estaremos invariablemente perdiendo la oportunidad de recibir la visita del Divino Niño en esta navidad. Y todo será en vano.

Debemos asegurar no sólo recibir este sacramento, sino recibirlo bien. Porque para que este sacramento sea válido debemos tener un verdadero arrepentimiento debemos estar verdaderamente arrepentidos de nuestros pecados ya sea porque no queremos ir al infierno (contrición imperfecta) o porque hemos ofendido a Dios (contrición perfecta) y debemos estar determinados a enmendar nuestras vidas y hacer la reparación de las injurias o pérdidas que hemos ocasionado.

Cuando examinamos nuestra conciencia debemos buscar esos valles que necesitan reparación, debemos buscar nuestras dudas y falta de fe en nuestras vidas y empezar con la gracia de Dios, repararlas con la fe y la oración. Debemos buscar las montañas y cerros del orgullo y vanidad que hemos puesto en el camino hacia Cristo y terraplenados con actos de humildad. Debemos ver los caminos torcidos del engaño y la decepción en nuestras vidas para poder corregirlos y enderezarlos, debemos buscar los caminos áridos y pedregosos del odio y la impaciencia para empezar hacerlos suavecitos y transitables.

Hay tanto que hacer y tan poco tiempo para realizarlo que debeos empezar ahora mismo con la intención de hacernos merecedores de la visita de Nuestro Señor en nuestras almas de manera verdadera en esta Navidad.

Aún, si nos damos cuenta que existe poco tiempo para empezar a adornar nuestra alma con virtudes y gracias, antes de Su venida, Se encontrará contento al darse cuenta que hemos empezado ya con la limpieza interior de los vicios y pecados. Cristo no se incomodo con a tierra del establo, sino que más bien transformó este en el Cielo por su mera presencia. Puedo y hará lo mismo con nuestras almas. Cualquier pecado que hayamos cometido del que estemos arrepentido no será obstáculo para la gracias de Dios. Sólo los pecados que amamos y que no queremos eliminar de nuestras vidas serán obstáculo para que El venga a nosotros.
Dios ama transformar establos en Paraíso, ama transformar pecadores en santos; convertir las almas en verdaderos tabernáculos donde pueda habitar por siempre.

Preparemos nuestras almas para que no exista ninguna razón para que El no pueda entrar a nuestras vidas, cuando busque habitar en nuestros corazones.

Sunday, December 14, 2008

DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO

14 DICIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

La semana pasado pudimos ver a los discípulos de san Juan Bautista, preguntando a Cristo quien era El. Ahora vemos a las mismas personas preguntando a San Juan Bautista quien es El.
Sin embargo, lo que escuchamos a Jesucristo decir de san Juan Bautista, en el evangelio de la semana pasada: “Que él es más que un profeta”, consideremos lo que dice san Juan de sí mismo en el evangelio de hoy.

Después de negar que es Cristo, o Elías o el profeta. Dice que es la voz que clama en el desierto: “enderezar el camino del señor, como dijo el profeta Isaías” Al momento en que San Juan empieza a predicar y bautizar, la creencia (basada en los profetas) era general de entre los Israelitas, que el profeta prometido ya había hecho su aparición o su venida estaba ya próxima.

Esta misión de san Juan es la misma que la que la Iglesia Católica ha continuado predicando. La Iglesia es esa voz clamando en el desierto. Ha proclamado esta doctrina sobre toda la tierra, desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños, y aún más en el mundo de hoy por medio del internet. Pero su llamado cae frecuentemente, sobre oídos sordos. Existe un gran hueco y vacio en el mundo de hoy debido a la falta de la gracia divina y vida sobrenatural que causa llanto a la Iglesia como un eco en la nada.

La Iglesia anuncia no ya la venida del Redentor, sino al Redentor que ya ha venido y nos da la dirección y los medios para seguirlo. Predica la bondad y misericordia de Jesucristo que está disponible ahora y nos previene de la justicia y juicios que nos esperan cuando regrese.

La Iglesia previene al mundo, pero este rehúsa tomarla en serio. El mundo no desea ver al Cristo humilde como a su Dios. Es demasiado humillante tenerlo como Dios a quien ha nacido en un humilde establo, sufrir como un criminal, y ofrecerse a sí mismo en nuestro altar bajo las apariencias de pan y vino.

La Iglesia proclama la penitencia y seguir los caminos de Jesucristo. Pero una y otra vez el mundo rechaza hacer penitencia. El mundo rechaza aceptar y reconocer que han hecho algo mal y tiene necesidad de hacer penitencia. El mal que han hecho tratan de justificarlo y declarar que no son vicios sino más bien virtudes. O las juzgan como cosas inevitables debido a la debilidad de nuestra naturaleza humana, como si fuera Dios el culpable, por haberlos hechos de esa manera.

Todo tipo de perversión sexual se le atribuye a Dios. Cuántas veces hemos escuchado decir, es que Dios me hizo de esta manera. ¿Con cuanta frecuencia utilizan la naturaleza caída como justificación de sus hechos? Dicen que veamos en el mundo animal, como sucede lo mismo y nos piden que lo aceptemos como justificación para su vida pecaminosa. Dios nos ha instituido como cabeza de Su creación, para que la corrijamos y no para que imitemos a los animales de esta. El asesino, el fornicador, el mentiroso, el ladrón, el que practica el aborto, etc. Todos inventan excusas. Y el llamado de la Iglesia cae en oídos sordos.

Existen en nuestros días iglesias que promueven estos vicios y aún así se proclaman seguidoras de Dios y Jesucristo. En esta infernal cacofonía de pecados y vicios, la Iglesia es realmente la voz clamando en el desierto. Esta sobrepasada y su voz ahogada por los alaridos diabólicos del vicio y pecado. La Iglesia no deja de proclamar las verdades Divinas en todo tiempo: “enderecen los caminos del señor”.

Esta estación de adviento celebramos la anticipación del mundo por la venida del Redentor, sin embargo, se nos recuerda también la necesidad de la venida de Jesucristo nuevamente como Redentor. Sólo lo podemos encontrar en la Iglesia y en los sacramentos que Él ha establecido.

Escuchemos el llamado de la Iglesia y actuemos sobre este. Enderecemos nuestras vidas.

Renunciemos los caminos del pecado y el vicio.

Regresemos al humilde pesebre donde esta Jesucristo de corazón, alma y mente, sobre el altar y sobre la cruz. Llenos del amor de Dios renunciemos al mal que hayamos hecho, las tentaciones de nuestras pasiones, al mundo y al demonio. De esta manera el camino estará limpio para que

Nuestro Señor entre. De esta manera el llamado de la Iglesia no será en vano. Nuestra alma ya no se encontrará en el desierto o en la soledad, sino que se convertirá en el templo vivo de Dios.

Cuando hayamos escuchado a esta voz clamando en el desierto y limpiemos nuestra alma de toda inmundicia que previene a Nuestro Señor para habitar en ella. Jesucristo vendrá y podremos decir como san Pablo, en la epístola de hoy. “alegraos siempre en el Señor”.

Saturday, December 6, 2008

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

7 DICIEMBRE DE 2008

Queridos Hermanos:

En el evangelio de hoy, encontramos que san Juan Bautista ha sido enviado a prisión por predicar la verdad. Su delito fue predicar la verdad, incluyendo a la clase alta. Y por decir a Herodes que, no le era permitido llevar una unión de adulterio y de incesto con la esposa de su hermano, se encontraba ahora en prisión y condenado a la muerte.

Sin embargo, san Juan, no se preocupa de su bienestar físico, está más interesado en el alma de sus discípulos, esta es la razón por la cual los manda a Jesucristo para que conozcan de primera mano quien es El y lo sigan.

Esta es también, una pregunta muy importante para nosotros, porque tenemos que creer y encontrar la respuesta, toda vez que si cometemos un error en esto, nuestra salvación estará en riesgo. Existen muchos que no creen que Jesucristo es Dios y nuestro Redentor, así como existen quienes tratan a Jesucristo como algún tipo de una creación mitológica, y por lo tanto sujeta a interpretación y modificación, para adaptarla a “las personas” o a la “época”

La pregunta que los discípulos de san Juan se hicieron es también importante para nosotros. ¿Es Jesús el Cristo o debemos buscarlo en otro? La religión que sigamos y la vida que habremos de llevar en la eternidad dependen totalmente en el entendimiento de la respuesta verdadera a esta interrogante.

La vida, obras y palabra de Jesucristo nos dan información amplia de quien es El. Existen muchas profecías que señalan las cualidades que debe tener el Redentor y Jesucristo ha cumplido todas estas de manera perfecta. Si consideramos una de ellas dirigida a nuestro Señor Jesucristo, señalada en el evangelio de hoy, veremos esta plenitud: “el mismo Dios vendrá, y os salvará.

Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos; y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo; y alabará la lengua del mudo (Isaías, 35: 4-6).

Jesucristo nos dice ahora a nosotros, de igual forma como les dijo a los discípulos de San Juan, que El realiza las mismas maravillas, que de acuerdo con el profeta, Dios mismo, cuando viniera a Redimir al hombre habría de realizar, luego entonces El debe ser Dios y el Redentor del mundo.

Estos milagros fueron pruebas incontrovertibles de la divinidad de Jesucristo, por medio de Él, Dios Padre, da testimonio de que Jesucristo decía la verdad, cuando se declaraba a si mismo ser Su Hijo y el Redentor del mundo. Y cuando Jesucristo realizaba milagros de suyos propios, probaba también de una manera palpable que poseía poderes divinos, y que consecuentemente, El era Dios.

Una vez que la verdadera fe ha abierto nuestros corazones y mentes a esta verdad, vemos ante nuestros ojos un maravilloso tesoro de las más hermosas verdades divinas. Creemos y aceptamos todo lo que Él ha dicho y hecho como las verdades más absolutas y perfectas. Vemos la Iglesia que ha fundado y la vemos como lo más hermoso y perfecto, porque El la ha fundado. Vemos la autoridad que ha establecido como la más sabia y perfecta de su género. Vemos los sacramentos que le ha dado a esta, como los medios más hermosos, perfectos y poderosos para obtener todo lo que necesitamos en esta vida, tanto espiritual como temporal y lo que es más importante hacernos merecedores de una vida eternamente feliz con El en el cielo. La lista de tesoros es inagotable, una vez que vemos y entendemos que Jesucristo es el Redentor del mundo.

Desgraciadamente esta verdad no ha sido reconocida ni aceptada por muchos, o tal vez, la mayoría rehúsa ver y creer esta verdad por algún prejuicio diabólico.

Los judíos que siguieron a sus líderes espirituales en el rechazo de Jesucristo no tienen ninguna excusa ante Dios por su incredulidad. Lo mismo se debe decir de los incrédulos de nuestros días.

Su incredulidad procede de un corazón diabólico, por lo tanto condenable. No nos dejemos influenciar por tales personas y pongamos nuestra fe en una tambaleante broma.

Debemos también ser más precavidos de quienes usan el nombre de Jesucristo pero no creen en El. Creen más bien en un Cristo que ellos han creado para sí mismos. No están dispuestos a aceptar todo lo que Jesucristo ha dicho, sino, sólo lo que ellos quieren. Convenientemente escogen lo que les agrada y rechazan lo que les desagrada (una religión tipo buffet).

Debemos aceptar y creer todo lo que Jesucristo nos ha dado para creer, especialmente lo que encontramos difícil, a consecuencia de nuestra naturaleza caída por la vanidad y el orgullo.

Debemos humildemente aceptar a Dios, quien ha venido a nosotros en la forma más humilde y solitaria por nosotros conocida. Viene a nosotros como un infante indefenso en un establo; como criminal al ser condenado a la muerte en la cruz; como victima de sacrificio en las apariencias de Pan y Vino, sobre nuestros altares. Debemos hacer a un lado nuestro orgullo y vanidad y creer lo que Ha dicho y enseñado y ordenado, simplemente porque es Dios.

Luchemos por amarlo y abramos nuestra mente y corazón para poder creer en Él y amarlo con un amor y una fe mucho mayor.

Así sea.